Universidad de La Habana

CESBH

Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humano
Maestría en Bioética
Segunda Edición
Diplomado en Perspectiva Ética de las Ciencias Sociales
Trabajo Final del Curso de Demografía
Profesora Dra. María Elena Benítez Pérez

Vejez y envejecimiento
Maestrante: Victoria de la Caridad Ribot Reyes

“El sentido que los seres humanos atribuyen a su vida y su total sistema de valores, son los que definen el significado y el valor de la vejez. En contraposición, es la manera como una sociedad se comporta hacia los ancianos, como se descubre la verdad desnuda y muy frecuentemente oculta de sus principios y aspiraciones”  

Simone de Beauvoir

La vejez es un concepto cultural relacionado con las formas de parentesco, la economía, el nivel de salud, determinados modelos de conducta, las creencias religiosas, la marginación, la moral, la política, el grado de independencia para cubrir las necesidades básicas e instrumentales de la vida cotidiana y otros ámbitos culturales y sociales. Actualmente se habla de la vejez en términos de potencialidad. Podemos resumir entonces que se trata de un constructor cultural que tiene como eje central al envejecimiento y las maneras de asumir este.

Por otra parte, el envejecimiento se define como un proceso sobre todo individual donde intervienen factores como la herencia genética, el estado de salud, el status socio-económico, las influencias sociales de la educación y la ocupación ejercida, las diferencias por cohorte, la personalidad (Lehr 1990). Sin embargo, en los últimos años ha tomado fuerza como definición el envejecimiento social. En él convergen puntos de vista teóricos, filosóficos y políticos Tiene un componente  objetivo dado por la utilización  del potencial intelectual, emocional y creador del hombre y otro subjetivo dado por la mayor satisfacción de los individuos, por el grado de realización de sus aspiraciones personales. Este término puede ser confundido con otro que ha tenido más difusión: envejecimiento demográfico. Este último consiste en un cambio en la estructura por edades o, en otras palabras, en el mayor o menor peso de unas edades respecto a otras en el conjunto de la población. Generalmente se traduce en un aumento del porcentaje de personas de edad avanzada, aunque resulta más correcto como indicador utilizar el aumento de promedio de edad.

Este concepto en ocasiones no es el más adecuado pues para hablar de ancianos. Previamente hay que definir cuál es la edad en la que termina la vida adulta y empieza la vejez, con lo cual se introduce un corte arbitrario en un proceso, el de envejecer, que es continuo en la vida de las personas (nadie se acuesta un día siendo adulto y se levanta al día siguiente siendo viejo). También es importante destacar que una misma edad no tiene los mismos efectos en todas las personas, ya que como se señaló con anterioridad, las diferencias individuales son definitorias.

Las tendencias actuales hacia una menor fecundidad y una mayor esperanza de vida han impactado sobre el envejecimiento poblacional, constituyendo uno de los retos más importantes para las sociedades modernas si estas no son capaces de brindar soluciones adecuadas a las consecuencias que del mismo se derivan. Actualmente el 15% de los cubanos excede de los 60 años y se estima que para el 2015 más del 20% de la población del país este representada por este grupo.[1]

Esta situación es el resultado lógico de la evolución sociodemográfica del país, pero por la rapidez y magnitud que alcanza, hacen que el envejecimiento poblacional sea identificado como uno de los aspectos más relevantes a considerar dentro de las estrategias para el desarrollo socioeconómico del país.

Sería entonces prudente preguntarse que significado tiene en Cuba envejecer. Como nación, somos herederos de la tradición judeo-cristiana en la que el anciano tiene un papel central y aglutinador en la familia. Los importantes cambios socioeconómicos que hemos sufrido en las últimas décadas han trastocado esta realidad. La familia ha disminuido de tamaño (son menos hijos para asumir responsabilidades), se ha visto hacinada (para nadie es un secreto la desesperada situación en que se encuentra el fondo habitacional) y su poder adquisitivo ha disminuido considerablemente. Estos elementos, ligados a un proceso de asimilación de patrones culturales extranjeros que llevamos viviendo hace algunos años, han contribuido a crear una realidad bastante compleja para los ancianos cubanos y sus familias en este momento. La dirección del país ha intentado garantizar un “envejecimiento satisfactorio” pero los esfuerzos aún no suplen las necesidades.

El primer programa de atención integral al adulto mayor surge en 1974, teniendo dentro de sus propósitos fundamentales el desarrollo de la Geriatría como especialidad.

En 1995 se inicia el “Programa de Atención al Adulto Mayor” el cual se sustenta en la atención comunitaria, hospitalaria y demás instituciones de salud. Su objetivo es brindar una atención integral a la población de la tercera edad, para satisfacer sus necesidades de salud cada vez más crecientes, dado al comportamiento del envejecimiento poblacional. Este promulga el envejecimiento como parte integrante y natural de la vida. La forma en que envejecemos y vivimos este proceso, nuestra salud y capacidad funcional, dependen no sólo de nuestra estructura genética, sino también (y de manera importante) de lo que hemos hecho durante nuestra vida; del tipo de cosas con las que nos hemos encontrado a lo largo de ella; de cómo y dónde hemos vivido nuestra vida. La duración de la vida se define como la capacidad de supervivencia máxima de una especie en particular. En los seres humanos, se cree que la duración de la vida es de entre 110 y 115 años (Matteson 1988).

Los derechos que forman los pilares básicos de la protección social son, entre otros: el derecho a la jubilación con unos ingresos suficientes para tener una existencia segura y digna; el acceso a unos cuidados de salud y socio-sanitarios que garanticen la autonomía personal y la calidad de vida; la inclusión social; la integración efectiva en la sociedad. El gobierno asume en gran parte la responsabilidad del equilibrio entre auto-cuidados, sistemas de soporte informal y cuidados profesionales, así como la atención de larga duración, la cual debe contemplar un amplio abanico de servicios comunitarios, sociales y de salud. Para lograr este objetivo sus acciones tanto asistenciales, docentes e investigativas estarán dirigidas, fundamentalmente, a cambiar estilos de vida para tratar de lograr que las personas lleguen a la vejez con las óptimas capacidades funcionales posibles.

Podemos concluir entonces que la extensión de la vida humana impone una nueva visión en la atención del anciano: autosuficiencia, independencia económica, y desarrollo individual. Esto supone un reto tanto para la familia como para los decidores en materia económica y de salud. En mi opinión, deben estructurarse profundos cambios en la manera de asumir el envejecimiento poblacional y social en nuestro país.

Las principales recomendaciones estarían avocadas a:

Anticipar y abordar, las consecuencias en salud, sociales y económicas.

 Reestructuración profunda de los servicios sociales y de salud.

Educación y capacitación de la población general, el personal especializado y el mismo adulto mayor.

Nota:

[1] La transición demográfica en Cuba. Curso No. 2 Mόdulo Envejecimiento Poblacional. Maestría Longevidad Satisfactoria [CD-ROM] La Habana; 2005.

Victoria de la Caridad Ribot Reyes

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