Universidad de La Habana |
CESBH |
Centro
de Estudios de Salud y Bienestar Humano |
Vejez y envejecimiento |
“El
sentido que los seres humanos atribuyen a su vida y su total sistema de
valores, son los que definen el significado y el valor de la vejez. En
contraposición, es la manera como una sociedad se comporta hacia los
ancianos, como se descubre la verdad desnuda y muy frecuentemente oculta
de sus principios y aspiraciones” Simone
de Beauvoir La
vejez es un concepto cultural relacionado con las formas de parentesco, la
economía, el nivel de salud, determinados modelos de conducta, las
creencias religiosas, la marginación, la moral, la política, el grado de
independencia para cubrir las necesidades básicas e instrumentales de la
vida cotidiana y otros ámbitos culturales y sociales. Actualmente se
habla de la vejez en términos de potencialidad. Podemos resumir entonces
que se trata de un constructor cultural que tiene como eje central al
envejecimiento y las maneras de asumir este. Por
otra parte, el envejecimiento se define como un proceso sobre todo
individual donde intervienen factores como la herencia genética, el
estado de salud, el status socio-económico, las influencias sociales de
la educación y la ocupación ejercida, las diferencias por cohorte, la
personalidad (Lehr 1990). Sin embargo, en los últimos años ha tomado
fuerza como definición el envejecimiento social. En él convergen
puntos de vista teóricos, filosóficos y políticos
Tiene
un componente objetivo dado
por la utilización del
potencial intelectual, emocional y creador del hombre y otro subjetivo
dado por la mayor satisfacción de los individuos, por el grado de
realización de sus aspiraciones personales. Este término
puede ser confundido con otro que ha tenido más difusión: envejecimiento
demográfico. Este último consiste
en
un cambio en la estructura por edades o, en otras
palabras,
en el mayor o menor peso de unas edades respecto a otras en el conjunto de
la
población.
Generalmente se traduce en un aumento del porcentaje de personas de edad
avanzada,
aunque resulta más correcto como indicador utilizar el aumento de
promedio de
edad.
Este
concepto en ocasiones no es el más adecuado pues para hablar de ancianos.
Previamente
hay que definir cuál es la edad en la que termina la vida adulta y
empieza la vejez,
con
lo cual se introduce un corte arbitrario en un proceso, el de envejecer,
que es continuo en
la
vida de las personas (nadie se acuesta un día siendo adulto y se levanta
al día siguiente
siendo
viejo). También es importante destacar que una misma edad no tiene los
mismos
efectos
en todas las personas, ya que como se señaló con anterioridad, las
diferencias individuales son definitorias. Las
tendencias actuales hacia una menor fecundidad y una mayor esperanza de
vida han impactado sobre el envejecimiento poblacional, constituyendo uno
de los retos más importantes para las sociedades modernas si estas no son
capaces de brindar soluciones adecuadas a las consecuencias que del mismo
se derivan. Actualmente el 15% de los cubanos excede de los 60 años y se
estima que para el 2015 más del 20% de la población del país este
representada por este grupo.[1] Esta
situación es el resultado lógico de la evolución sociodemográfica del
país, pero por la rapidez y magnitud que alcanza, hacen que el
envejecimiento poblacional sea identificado como uno de los aspectos más
relevantes a considerar dentro de las estrategias para el desarrollo
socioeconómico del país. Sería
entonces prudente preguntarse que significado tiene en Cuba envejecer.
Como nación, somos herederos de la tradición judeo-cristiana en la que
el anciano tiene un papel central y aglutinador en la familia. Los
importantes cambios socioeconómicos que hemos sufrido en las últimas décadas
han trastocado esta realidad. La familia ha disminuido de tamaño (son
menos hijos para asumir responsabilidades), se ha visto hacinada (para
nadie es un secreto la desesperada situación en que se encuentra el fondo
habitacional) y su poder adquisitivo ha disminuido considerablemente.
Estos elementos, ligados a un proceso de asimilación de patrones
culturales extranjeros que llevamos viviendo hace algunos años, han
contribuido a crear una realidad bastante compleja para los ancianos
cubanos y sus familias en este momento. La dirección del país ha
intentado garantizar un “envejecimiento satisfactorio” pero los
esfuerzos aún no suplen las necesidades. El
primer programa de atención integral al adulto mayor surge en 1974,
teniendo dentro de sus propósitos fundamentales el desarrollo de la
Geriatría como especialidad. En
1995 se inicia el “Programa de Atención al Adulto Mayor” el cual se
sustenta en la atención comunitaria, hospitalaria y demás instituciones
de salud. Su objetivo es brindar una atención integral a la población de
la tercera edad, para satisfacer sus necesidades de salud cada vez más
crecientes, dado al comportamiento del envejecimiento poblacional. Este promulga el envejecimiento como parte integrante y natural de la
vida. La forma en que envejecemos y vivimos este proceso, nuestra salud y
capacidad funcional, dependen no sólo de nuestra estructura genética,
sino también (y de manera importante) de lo que hemos hecho durante
nuestra vida; del tipo de cosas con las que nos hemos encontrado a lo
largo de ella; de cómo y dónde hemos vivido nuestra vida. La duración
de la vida se define como la capacidad de supervivencia máxima de una
especie en particular. En los seres humanos, se cree que la duración de
la vida es de entre 110 y 115 años (Matteson 1988). Los
derechos que forman los pilares básicos de la protección social son,
entre otros: el derecho a la jubilación con unos ingresos suficientes
para tener una existencia segura y digna; el acceso a unos cuidados de
salud y socio-sanitarios que garanticen la autonomía personal y la
calidad de vida; la inclusión social; la integración efectiva en la
sociedad. El gobierno asume en gran parte
la responsabilidad del equilibrio entre auto-cuidados, sistemas de soporte
informal y cuidados profesionales, así como la atención de larga duración,
la cual debe contemplar un amplio abanico de servicios comunitarios,
sociales y de salud. Para lograr este
objetivo sus acciones tanto asistenciales, docentes e investigativas estarán
dirigidas, fundamentalmente, a cambiar estilos de vida para tratar de
lograr que las personas lleguen a la vejez con las óptimas capacidades
funcionales posibles. Podemos
concluir entonces que la extensión de la vida humana impone una nueva
visión en la atención del anciano: autosuficiencia, independencia económica,
y desarrollo individual. Esto supone un reto tanto para la familia como
para los decidores en materia económica y de salud. En mi opinión, deben
estructurarse profundos cambios en la manera de asumir el envejecimiento
poblacional y social en nuestro país. Las
principales recomendaciones estarían avocadas a:
Anticipar
y abordar, las consecuencias en salud, sociales y económicas. Reestructuración
profunda de los servicios sociales y de salud.
Educación
y capacitación de la población general, el personal especializado y el
mismo adulto mayor. Nota: [1] La transición demográfica en Cuba. Curso No. 2 Mόdulo Envejecimiento Poblacional. Maestría Longevidad Satisfactoria [CD-ROM] La Habana; 2005. |
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