Intelectuales y
revolución en Argentina: Walsh, Conti, Urondo |
Resumen:
Abstract: Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Francisco Urondo pertenecen a la misma generación. El primero nace en 1927 en Choele Choel, Río Negro. El segundo, en 1925, en Chacabuco, provincia de Buenos Aires. El tercero, en 1930, en la capital de Santa Fe. Juan Gelman, en su artículo "Urondo, Walsh, Conti: la clara dignidad", expresa el tipo de opción revolucionaria de los tres cuando dice que pasados los cuarenta optaron por la lucha armada, cuando ya tenían una vida hecha y una fama como intelectuales. Afirma: "No lo hicieron atacados por alguna erisipela 'revolucionaria'; sabían perfectamente lo que arriesgaban, la vida y, lo peor, todos los alrededores amados de esa vida. Los empujaba el ansia de poner fin a la indignidad de la Argentina. Porque esa indignidad impuesta ensuciaba su clara dignidad."[1] Sus muertes son también semejantes: Walsh es secuestrado el 25 de marzo de 1977, al día siguiente de haber distribuido la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Conti es secuestrado en mayo de 1976. Había escrito en latín frente a su escritorio: "Este es mi lugar de combate y de aquí no me voy". Urondo muere en combate, en Mendoza en mayo de 1976. En esos momentos Walsh y Urondo eran militantes de la organización Montoneros y Conti del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Sus recorridos ideológicos son diversos y, a la vez, elocuentes de las variadas opciones político-revolucionarias que se van construyendo en el proceso histórico, desde la década de 1950 hasta el despliegue del terrorismo de Estado, sistematizado a partir del 24 de marzo de 1976. |
Rodolfo Walsh |
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Walsh, casi como paradigma del proceso vivido por amplios sectores de
clase media, comienza a ver la posibilidad de la revolución y a
acercarse al pensamiento marxista, bajo la influencia de la revolución
cubana. Como intelectual, participa en Prensa Latina con Jorge Masetti y
en Casa de las Américas. Durante la década de 1960, alterna su vida
entre Argentina y Cuba. Trabaja como periodista en la revista Panorama y
publica los libros Los Oficios Terrestres (1965) y Un Kilo de oro
(1967). Ese año, escribe, también, dos obras de teatro: La Granada y La
Batalla. En 1968, va a dirigir el Semanario de la CGT de los Argentinos,
la central obrera antiburocrática cuyo Secretario General es Raimundo
Ongaro, que se enfrentaba con la CGT de Augusto Timoteo Vandor.
Precisamente, en ¿Quién mató a Rosendo? (1968-1969), Walsh denuncia las
relaciones de la burocracia sindical con el resto del aparato del
Estado: la justicia, el Ministerio de Trabajo, la prensa y las
patronales. El trabajo se publicó por entregas en el Semanario CGT, en
1968 y, en 1969, como libro. El fracaso de la CGT alternativa
-perseguida e ¿legalizada por la dictadura de Onganía y traicionada por
el propio Perón, quién la había alentado- radicaliza las posiciones de
sus militantes más activos. Estos tenían vinculaciones con las FAP
(Fuerzas Armadas Peronistas), creadas en 1968, por lo que se suman a
ellas y fundan además un partido: el Peronismo de Base, al que se
integra Walsh. Consideran que ya no es posible la lucha revolucionaria
en el marco de las instituciones existentes y que la vía armada es una
necesidad, entendida como una actitud defensiva y vinculada al trabajo
en los frentes de masas, en particular barriales y obreros. |
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Haroldo Conti |
En 1971, viaja a Cuba y, con posterioridad, se incorpora al PRT.
Reivindica su participación en el FAS (Frente Antiimperialista por el
Socialismo) junto a Roberto Santoro y Humberto Constantini, en su
artículo "Compartir las luchas del pueblo" (1974), en la revista Crisis.
Cuando Conti recibe el premio Casa de las Américas, por su novela
Mascará, en 1975, es un militante del PRT marxista guevarista cristiano
y existencialista. No obstante, considera su compromiso con la
revolución como un imperativo categórico que debe ser asumido por todos
los intelectuales en América Latina. Sostiene que ha llegado la hora de
dejar de hablar de gusto. Asimismo, en el terreno estético, se define
por la más absoluta libertad para la creación. Dice que no aceptará
ninguna "consigna de partido". Seguramente, se refería a la práctica de
los partidos comunistas de orientar hacia una determinada concepción
estética: el realismo socialista, con todas sus variantes. |
Francisco Urondo |
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En 1970, Urondo, invitado por su hija Claudia, se incorpora a las FAR
(Fuerzas Armadas Revolucionarias), que ha avanzado en una síntesis entre
guevarismo, peronismo y lucha armada. A su vez, se evidencia allí una
clara presencia en la formación del marxismo althusseriano, sobre todo,
en el caso de su más destacado dirigente, Carlos Olmedo. Esta
organización político-militar reflexionará mucho respecto de la
importancia de los intelectuales para el éxito del proceso
revolucionario. Olmedo, en su debate con el PRT, argumenta que la
revolución es un problema de los intelectuales y, que éstos, son
superados permanentemente por los sucesos revolucionarios. Considera,
asimismo, que los intelectuales no tienen que proletarizarse, sino
adoptar el punto de vista de la clase trabajadora. Lo importante,
explica, no es la extracción de clase sino la inclusión.
[2]
Baschetti, Roberto: Rodolfo Walsh, vivo,
Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1994, p. 154.
[4] Baschetti, Roberto: op. cit., p. 70. |
Nilda Susana Redondo
Publicado, originalmente, en Razón y
Revolución, nº 15, Buenos Aires, 1er. semestre de 2006, pp. 31-41.
Editado por el editor de Letras Uruguay
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