Ida Vitale, fiel a su nombre

por Vicente Quirarte

 

El pasado 31 de agosto, en la ciudad de Monterrey, Ida Vitale recibió el Premio Internacional Alfonso Reyes en el Palacio de Gobierno de Nuevo León. Uruguaya de nacimiento, mexicana por vocación, su poesía, sus traducciones y ensayos la hacen parte esencial de nuestra cultura escrita. El galardón concedido anualmente por la Sociedad Internacional Alfonsina se honra con su nombre, como lo desarrollan en sus textos Felipe Garrido y Vicente Quirarte, quienes en la ceremonia citada hicieron uso de la palabra.

Un premio literario pertenece a todos. Toca las fibras de cada uno que intenta hacer del lenguaje objeto central de su existencia. El gozo es aún mayor cuando el premio se concede a la poesía, demostración de que los vocablos esenciales vulneran la armadura de la indiferencia, la ignorancia y la acumulación desmedida. La poeta Ida Vitale nos congrega de manera unánime porque en sus poemas breves, ceñidos y absolutos consuma el milagro de que el lenguaje sea nuestro patrimonio mayor.

Llegada a México a causa de la intolerancia que puede devenir en pesadilla, Ida se convirtió junto con su compañero de viaje, el también poeta Enrique Fierro, en una presencia imprescindible, necesaria y fructífera. El estudiante que aún no se acercaba a los poemas de Ida Vitale tuvo oportunidad de disfrutar sus luces al leer sus traducciones de libros fundacionales de Gastón Bachelard. Quien los trasladaba a nuestra lengua era una poeta, consciente de la responsabilidad de cada frase, cada concepto, cada iluminación. A su sabia entrega se debe igualmente la transcreación del libro de Mario Praz, esencial para comprender el Romanticismo como una gran transformación de la conciencia que halló en Ida Vitale cauce para seguir ejerciendo la libertad de pensamiento y el continuo aprendizaje como una forma de expresarlo. Bajo el título El ABC de Byobu, Ida Vitale ha ensamblado una voz y un personaje perteneciente tanto a la estirpe del momieur Teste de Paul Valéry como a la de los personajes lúcidamente alucinados de Italo Calvino.

Amar es combatir, dijo para siempre Octavio Paz, quien supo comprender y apreciar desde el primer instante el talento y la sensibilidad de Ida Vitale. Su poesía es una rebelión constante contra el silencio. Cualquier poeta la intenta. No todos triunfan, y menos con una poesía donde la resistencia es tan callada como tenaz, tan presente como evasiva de la alta voz. Ida combate con pertinacia y agudeza. Acudo a sus palabras:

Magia sobre las ruinas

como anillo secreto.

El silencio, el exilio:

                        astucias negativas.

Pero que el silencio

se adscriba a la palabra.

Cuando el poeta ejerce la prosa, corre el peligro de acercarse a un lirismo prescindible de su obra en verso. No es el caso de Ida Vitale. Bajo el título Léxico de afinidades, construyó uno de los libros imprescindibles de nuestra lengua. Retrato de poeta con el mundo que la rodea, indagación de los misterios a través de la memoria personal, el ensayo breve, el poema en prosa, el aforismo, el verso recortado, sus palabras no son retórica sino sustancia pura. Su inventario del mundo ilumina y transforma su propia búsqueda, su curiosidad nunca satisfecha.

Se ha repetido varias veces lo que el propio Alfonso Reyes dijo de sí al autonombrarse “hijo menor de la palabra”. El poeta escribe con escasos y elegidos elementos. Como dijo otro clásico, pone las mejores palabras en el mejor orden posible. Esa labor de Ida Vitale la ha llevado a desnudar cada vez más el lenguaje y, con esa pureza, contribuir a dignificarlo y enriquecerlo. Lo demuestran poemas tan escuetos como rotundos de su libro Mellay criba, al mismo tiempo una poética de su trabajo total: la realidad nos desgasta de manera implacable; la palabra limpia de impurezas pero deja un obstáculo que al no dejarnos respirar a plenitud nos obliga a volver a intentar la aventura de transformar lo sentido en palabras cuya obligación es no permitir que se las lleve el viento.

En una página de su Oración del 9 de febrero, Alfonso Reyes evoca uno de sus viajes a esta ciudad, a la que ha llegado de noche. Continúa: “Al despertar a la mañana siguiente... ya tenía en el alma un vago resabio de tristeza como si costara un esfuerzo volver a empezar la vida en el nuevo día. Entonces el mecanismo ya montado funcionó solo, en busca de mi equilibrio”. Un ser en apariencia tan alegre como el citado Byobu de Ida Vitale también tiene esos instantes de zozobra y acude a dos armas poderosas para vencer al enemigo agazapado: la lectura que fortalece y el humor que blinda. Ambos la mantienen en su poderosa actividad, e Ida Vitale llega hasta nosotros para renovar los plenos poderes de la palabra. Todo retrato es una profesión de fe. El que externa del poeta Álvaro Mutis puede ser el de ella misma: “Bienaventurados hay que dan vida con su espíritu a un mundo que sin ellos no existiría y sacan de esa capacidad su mayor fascinación”.

Ida Vitale. El nombre bajo el cual firmó sus primeras palabras la signó para siempre. Imposible no ser poeta ni mantener la lealtad a semejantes enunciados. Ida es un nombre de origen alemán proveniente de la antigua raíz idh, que significa trabajo. Vitale es confirmación de la contagiosa energía que la poeta nos brinda a todos. En el momento en que se hace entrega de este premio, el Taller Ditoria monta, plomo a plomo, letra a letra, las palabras de Ida Vitale. Celebremos la aparición de su libro inédito en una imprenta que se enorgullece de practicar el arte de la tipografía, así como Ida Vitale nos concede el orgullo de practicar el oficio de hacer más puras las palabras de la tribu. Su lealtad a la poesía, su lucha por mantener la armonía entre las palabras y las cosas la han hecho para fortuna nuestra, milagrosamente longeva.

Montevideo. Palabra que aparece de manera intermitente en la poesía de Ida Vitale, siempre como realidad latente, herida abierta en digno silencio. “Una ciudad es un lenguaje con sus diferentes niveles. Existe un lenguaje profundo, por eso mismo secreto e intransmisible de uno a otro ser, que sólo se ejercita entre la urbe y cada uno de ellos. De ahí que haya en realidad tantos lenguajes como habitantes hay. Después está el otro, el superficial, que por serlo se expresa mejor en una superficie, en los muros”. Hoy que Ida Vitale se encuentra en esta ciudad de Monterrey, me complace que le dé la bienvenida secreta esa otra ciudad, la de los muros que no son superficiales sino buscan penetrar la piel del otro. “Por favor, lea poesía”, pregona uno de los muros a la entrada de esta ciudad, obra de alguno de los comandos o del propio poeta regiomontano Armando Alanís, que lleva la palabra a los muros y hace del verso latigueante el recordatorio de la plenitud a la que debemos aspirar.

Gracias demos a Ida Vitale por hermanar a nuestras urbes, por hacerlas, como quería otro poeta iluminado —qué auténtico poeta no lo es- espléndidas ciudades a las que entraremos armados de una ardiente paciencia. Gracias demos a la existencia de Ida Vitale por su lección de vida y de creación, en ella una sola y ejemplar actividad.

Premio Internacional Alfonso Reyes 2014 // Parte 1 de 2

8 sept 2015
Develación de la placa conmemorativa del Premio Internacional Alfonso Reyes 2014, conferido a la poeta uruguaya Ida Vitale.

Premio Internacional Alfonso Reyes 2014 // Parte 2 de 2

Develación de la placa conmemorativa del Premio Internacional Alfonso Reyes 2014, conferido a la poeta uruguaya Ida Vitale.

por Vicente Quirarte


Publicado, originalmente, en: Revista de la Universidad de México  140 / artículos / Octubre de 2015

Revista de la Universidad de México es una publicación editada por la Universidad Nacional Autónoma de México

Link del texto: https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/71be2357-15eb-4aec-b24a-79dfc219a4b9/ida-vitale-fiel-a-su-nombre

 

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