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Lenin y su obra  “Materialismo y Empiriocriticismo”

(Aproximación a su hermenéutica analógica discursiva)

Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo

Vladimir Ilich Lenin

“Materialismo y empiriocriticismo”. Notas críticas sobre una filosofía reaccionaria[1] (1908), constituye una de las obras filosóficas más relevantes de la producción teórica de Vladimir Ilich Lenin. En ella, además de defender y dar cuenta del  marxismo, como filosofía revolucionaria  de la praxis, pone de manifiesto un momento esencial de su evolución filosófica[2], así como la razón - sensibilidad hermenéutica partidista que  guía y encauza su discurso epistemológico escrutador.

“Toda una serie de escritores que pretenden ser marxistas – enfatiza Lenin en el prólogo a la primera edición de esta obra - han emprendido este año en nuestro país una verdadera campaña contra la filosofía del marxismo, “(…) nuestros valientes paladines , quienes se remiten  orgullosamente a la “teoría contemporánea del conocimiento”, a la “filosofía contemporánea” (o al “positivismo contemporáneo”), a la “filosofía de las Ciencias Naturales Contemporáneas” e incluso a la “filosofía de las Ciencias Naturales del siglo XX”, dan por refutado el  materialismo. Apoyándose en todas estas supuestamente novísimas doctrinas, nuestros destructores del materialismo dialéctico llegan intrépidamente hasta el fideísmo neto (…) De hecho, abjuración completa del materialismo dialéctico, es decir, del marxismo. De palabra, subterfugios sin fin, intentos de eludir el fondo de la cuestión, de encubrir su apostasía y colocar en el lugar del materialismo en general a uno cualquiera de los materialistas, negativa rotunda a hacer un análisis directo de las innumerables

declaraciones materialistas de Marx y Engels. Es una verdadera “rebelión de rodillas», según la justa expresión de un marxista Es el revisionismo filosófico típico, pues los revisionistas son los únicos que han adquirido triste fama por haber abandonado las concepciones fundamentales del marxismo y mostrarse timoratos o incapaces para, en forma franca, directa, decidida y clara, «liquidar cuentas» con los puntos de vista abandonados. Cuando los ortodoxos han tenido que manifestarse contra ciertas concepciones anticuadas de Marx (como, por ejemplo, Mehring respecto a ciertas tesis históricas), lo han hecho siempre con tanta precisión y de forma tan detallada, que nadie ha encontrado jamás en sus trabajos la menor ambigüedad.

Por cierto, en los Ensayos «sobre» la filosofía del marxismo hay una frase que se parece a la verdad. Esta frase, de Lunacharski, dice: «Nosotros (es decir, evidentemente, todos los colaboradores de los Ensayos) puede ser que no atinemos, pero buscamos» (pág. 161). En el libro que ofrezco a la atención del lector intentaré demostrar con toda amplitud que la primera parte de esta frase contiene una verdad absoluta y la segunda una verdad relativa. Por el momento me limitaré a hacer notar que si nuestros filósofos no hablaran en nombre del marxismo, sino en el de algunos marxistas «que buscan», testimoniarían un mayor respeto a sí mismos y al marxismo.

Por lo que se refiere a mí, también soy, en filosofía, “uno que busca”. En estos apuntes me he propuesto dar con la causa que ha hecho desbarrar a esas gentes que ofrecen, bajo el nombre de marxismo, algo increíblemente caótico, confuso y reaccionario”[3].

Sus aprehensiones hermenéuticas[4] materialistas dialécticas continúan creadoramente la línea marxista: el discurso interpretativo sigue la lógica especial del objeto especial y las diferencias específicas[5]. No pierde los referentes ontológicos[6] como hacen los que “revisan” el marxismo con fines  ideológicos destructivos. Es un marxista que busca…, pero con espíritu de partido y aferrado a la praxis como criterio objetivo de certeza y verdad.

Como el campo de batalla ideológico, metodológico y práctico de los “revisionistas” se ejerce fundamentalmente desde la epistemología, la obra de Lenin Materialismo y empiriocriticismo, y sus respectivas interpretaciones textuales, toman un cauce predominantemente epistemológico, pero con ricas implicaciones filosóficas múltiples que penetran de modo integrador, prácticamente todos los campos de la filosofía.

La agudeza hermenéutica analógica de sus aprehensiones, dan cuenta que estamos en presencia de un interpretador de ciencia  y con conciencia política de partido, en defensa de una teoría que representa los intereses de las grandes masas: la filosofía marxista. Su discurso es analógico, porque no pierde los referentes ontológicos históricos y culturales reales, y sabe buscar en la historia misma, las raíces gnoseológicas y cosmovisivas que avalan el discurso “revisionista” de sus contrincantes. Hay una constante búsqueda de las fuentes que nutren sus “novedosos” subterfugios: el idealismo subjetivo de Berkeley y Hume, alimentado por la visión agnóstica kantiana de la incognoscibilidad de la “cosa en sí.” Búsqueda, cuyos resultados, con excelente síntesis dan conclusión al libro Materialismo y Empiriocriticismo: “El marxista – escribe Lenin - debe enfocar el empiriocriticismo desde cuatro puntos de vista.

En primer lugar, y sobre todo, es necesario comparar las bases teóricas de esta filosofía con las del materialismo dialéctico. Esta comparación, a la cual hemos dedicado nuestros tres primeros capítulos, demuestra, en toda la serie de cuestiones referentes a la gnoseología, el carácter reaccionario a carta cabal del empiriocriticismo, que encubre con nuevos subterfugios, terminajos presuntuosos y sutilezas los viejos errores del idealismo y del agnosticismo. Sólo por una absoluta ignorancia de lo que es el materialismo filosófico en general y el método dialéctico de Marx y Engels se puede uno permitir hablar de la «unión» del empiriocriticismo con el marxismo.

En segundo lugar, es necesario definir el lugar del empirocriticismo como de minúscula escuelucha de filósofos profesionales entre las otras escuelas filosóficas contemporáneas. Partiendo de Kant, tanto Mach como Avenarius no han ido hacia el materialismo, sino en sentido opuesto, hacia Hume y Berkeley. Imaginando que «depura la experiencia» en general, Avenarius no ha hecho en realidad más, que depurar el agnosticismo, desembarazándolo del kantismo. Toda la escuela de Mach y Avenarius, estrechamente unida a una de las escuelas idealistas más reaccionarias, la de los llamados inmanentistas, tiende, de un modo cada vez más definido, al idealismo.

En tercer lugar, es preciso tener en cuenta la ligazón indudable del machismo con una escuela determinada dentro de una de las ramas de las Ciencias Naturales contemporáneas. La inmensa mayoría de los naturalistas, tanto en general como, en particular, los de dicha rama especial, a saber: de la Física, se sitúan invariablemente al lado del materialismo. Una minoría de los nuevos físicos, bajo la influencia del desquiciamiento de las viejas teorías por los grandes descubrimientos de los últimos años, bajo la influencia de la crisis de la Física moderna, que tan patentemente ha hecho resaltar la relatividad de nuestros conocimientos, ha caído, por no conocer la dialéctica, a través del relativismo en el idealismo. El idealismo físico actualmente en boga es un capricho tan reaccionario y tan efímero como el idealismo fisiológico que no hace mucho estaba de moda.

En cuarto lugar, detrás del escolasticismo gnoseológico del empiriocriticismo no se puede menos de ver la lucha de los partidos en la filosofía, lucha que expresa, en última instancia, las tendencias y la ideología de las clases enemigas dentro de la sociedad moderna. La filosofía contemporánea es tan partidista como la filosofía de hace dos mil años. En realidad, una realidad tapada con nuevos rótulos doctocharlatanescos o con una mediocre imparcialidad política, los partidos en lucha son el materialismo y el idealismo. El idealismo no es más que una forma acendrada, refinada, del fideísmo, que apresta todas sus armas, dispone de muy vastas organizaciones y sigue influyendo sin cesar en las masas, haciendo que redunde en su provecho la menor vacilación del pensamiento filosófico. El papel objetivo, de clase, del empiriocriticismo se reduce por completo a servir a los fideístas en su lucha contra el materialismo en general y contra el materialismo histórico en particular”[7].

La hermenéutica analógica de Lenin demuestra cómo existen dos líneas esenciales en filosofía: el materialismo y el idealismo, en dependencia  de la relación que se establezca entre el conocimiento del sujeto y la realidad que conoce: “Las dos líneas fundamentales de las concepciones filosóficas – enfatiza Lenin - quedan aquí consignadas con la rectitud, la claridad y la precisión que distinguen a los filósofos clásicos de los modernos inventores de “nuevos” sistemas. Materialismo es reconocer la existencia de los “objetos en sí” o fuera de la mente; las ideas y las sensaciones son copias o reflejos de estos objetos. La doctrina opuesta (el idealismo) afirma que los objetos no existen “fuera de la mente”; los objetos son “combinaciones de sensaciones.”[8]

Si ciertamente, en general, todas las hermenéuticas analógicas, en tanto sus interpretaciones parten de referentes ontológicos, de una forma u otra se dirigen consciente o inconscientemente al materialismo, pues derivan sus interpretaciones  de los objetos, de las cosas, existen diferencias sustanciales que determinan distintas versiones que oscilan entre las más radicales (clasista, partidista) y las más moderadas (que exigen términos medios, mesura interpretativa). Todas las versiones tratan de esquivar el relativismo que conduce al subjetivismo, el equivocismo en la aprehensión de la verdad, pero con discurso textuales diferentes mediados por sus visiones cosmovisivas y epistemológicas.

Para Lenin (materialista dialéctico) lo ideal es expresión – refleja de lo material mediado por la praxis. Tesis que recorre toda la obra Materialismo y Empiriocriticismo, con extraordinaria radicalidad, en tanto el escenario contextual lo exige, pues está sometiendo a crítica una filosofía que no sólo descalifica y denigra injustamente al marxismo, sino que está influyendo en la intelectualidad y en las grandes masas (pueblo). De ahí, la excelente síntesis desplegada en sus conclusiones gnoseológicas, a saber:

1) Existen cosas independientemente de nuestra conciencia, independientemente de nuestra sensación, fuera de nosotros (…)

2) No existe, ni puede existir absolutamente, ninguna diferencia de principio entre el fenómeno y la cosa en sí. Existe simplemente diferencia entre lo que es conocido y lo que aún no es conocido. En cuanto a las invenciones filosóficas acerca de la existencia de límites especiales entre lo uno y lo otro, acerca de que la cosa en sí está situada en el “trasmundo” de los fenómenos (Kant), o que se puede levantar una barrera filosófica entre nosotros y el problema del mundo ignoto aún en tal o cual aspecto, pero existente fuera de nosotros (Hume), todo eso son meras sandeces (…)

3) En la teoría del conocimiento, como en todos los otros dominios de la ciencia, hay que razonar con dialéctica, o sea, no suponer jamás que nuestro conocimiento es acabado e inmutable, sino indagar de qué manera el conocimiento  nace de la ignorancia, de qué manera el conocimiento incompleto e inexacto llega a ser más completo y más exacto.”[9]

Se trata de una hermenéutica dialéctica analógica, que continuando al Marxismo, sigue la lógica especial del objeto especial, las diferencias específicas, sin obviar el contexto en sus determinaciones y condicionamientos (mediaciones varias), particularmente las bases gnoseológicas y clasistas en que se funda la filosofía empiriocriticista y otras de sus versiones idealizantes.  No se niega el abordaje subjetivo de la realidad, que es lo que precisamente hace Lenin, pero desde las posiciones del marxismo. Se opone rotundamente y sin ambages al subjetivismo machista, en tanto desvirtúa la realidad interpretada. En fin, exige partir de los referentes ontológicos con sentido dialéctico, sin olvidar la historia y la cultura.

Naturalmente, ya anunciamos que existen otras visiones hermenéuticas analógicas contemporáneas, en oposición al sesgo relativista (subjetivista) que han tomado algunas tendencias filosóficas contemporáneas, particularmente la línea desarrollada por el filósofo mexicano Mauricio Beuchot. Según Beuchot, “(…) si con Peirce decimos que el acto interpretativo consta de un signo, un objeto y un interpretante (no exactamente el intérprete, sino algo que ocurre en él), tenemos que aceptar que lo que se presenta al intérprete primero tiene carácter de objeto y después de signo; pero es un objeto diferenciado, sólo en una reflexión posterior será real o ideal. Eso lo determinará el interpretante, en una especie de ontohermenéutica, que despliega la virtualidad ontológica de la interpretación misma.

El interpretante y el objeto parecen coincidir con lo que Frege denominaba sentido y referencia. El sentido, que es lo que captamos con la mente al conocer una expresión, conduce a la referencia, que es la realidad representada[10]. Dado su carácter de mediador, es inevitable que el sentido nos conduzca a la pregunta por la referencia; y eso nos conduce ya a la pregunta ontológica.

Y, ya que el signo es también un objeto, el texto nos remitirá a su carácter ontológico, de objeto, de ser. El signo como objeto nos remite al signo como signo, pero el signo como signo vuelve a remitirnos al signo como objeto, y allí la pregunta ontológica se vuelve ineludible[11]. Sólo entendiendo al signo como objeto podremos entenderlo como signo, y eso nos lanza a la ontología, a la metafísica. La hermenéutica nos conduce a la ontología o metafísica, y a una hermenéutica analógica sólo puede acompañarla y fundamentarla una ontología o metafísica analógica también. La analogía nos hace llegar a la metafísica, porque nos hace abordar no sólo el sentido de un signo, o el sentido de un texto, sino también el sentido del ser”[12].

 Independientemente que no se aborde con énfasis la sensación y la aprehensión del objeto mismo como reflejo, copia, etc., se ubica como referente ontológico. Naturalmente, hay diferencias hermenéuticas discursivas. “No cabe duda de que la imagen nunca puede igualar enteramente al modelo; pero una cosa es la imagen y otra el símbolo, el signo convencional. La imagen supone necesariamente e inevitablemente la realidad objetiva de lo que “se refleja.”[13]

La razones de Lenin en la crítica concreta que hace al idealismo simbólico de Helmholtz tiene razón, pero al mismo tiempo, Beuchot no niega el papel de la imagen. Todo lo contrario, lo defiende, pero sin absolutizaciones. “La hermenéutica que yo propongo es, como he dicho, además de analógica, icónica. Esto significa que se vincula con aquel tipo de signo que algunos llaman icono y otros símbolo. Icono le llama Charles Sanders Peirce y es la acepción que le doy aquí. El icono abarca otros tres tipos de signo: imagen, diagrama y metáfora[14]. Es la analogía, que abarca lo que se acerca a la univocidad, como la imagen, lo que oscila entre la univocidad y la equivocidad, como el diagrama, y lo que se acerca a la equivocidad, como la metáfora, pero sin caer en dicha equivocidad. Con eso, la iconicidada-analogicidad permite encontrar la discursividad cercana a lo unívoco donde ésta se requiere, de manera axiomática o casi, y obliga a un tipo de significatividad de tipo apegado al modelo, como la que tiene la imagen icónica, aunque no sea mera copia. Permite además una interpretación que no se queda en la estructura discursiva aparente o superficial de un texto, sino que avanza a su estructura profunda, por la semejanza de relaciones, como en el diagrama, y no sólo con el modelo de la imagen, que, en su modalidad excesiva de copia[15], fue el que privilegió el positivismo”[16]. Naturalmente, no es el caso de Lenin, independientemente que en esta etapa de su evolución estuviera también bajo la  influencia de Feuerbach[17], pero conocía las Tesis sobre Feuerbach de Marx, y por supuesto, su materialismo es dialéctico. El vínculo entre lo material y lo ideal lo concibe como un proceso dialéctico, mediado por la praxis, siguiendo el espíritu del marxismo.

Sin embargo, en los Cuadernos Filosóficos sus ideas al respecto se profundizan, en la medida que siguiendo el marxismo creador realiza un estudio minucioso de la Ciencia de la  Lógica de Hegel. En este momento, en el discernimiento de Lenin, la conciencia no sólo “refleja” el mundo, sino que lo crea, mediada por la práctica  para  satisfacer sus necesidades crecientes. No se trata de otro Lenin, sino de la continuidad filosófica de Materialismo y Empiriocriticismo, donde asume con más detenimiento la subjetividad humana para imprimir nuevas cualidades a su hermenéutica analógica, y con ello, al discurso filosófico en que se encauza la interpretación. La necesidad de abordar la realidad subjetivamente, en la praxis (Tesis sobre Feuerbach) y su visión de la conciencia como ser consciente, y el ser de los hombres como producto de su vida real y práctica (La Ideología Alemana de Marx y Engels, que no conoció Lenin, pues se publicó después de su muerte) están presentes en todo su quehacer filosófico, político, y cultural.

Materialismo y Empiriocriticismo hizo mucho en su contexto, en su momento, pero dijo más…Por eso su hermenéutica sigue trascendiendo. Los problemas epistemológicos y filosóficos  planteados ante Lenin, tres años después de la revolución rusa de 1905, la lucha ideológica a que se enfrentaba, el desarrollo y crisis de paradigmas en las ciencias, y otras determinaciones socioculturales, en los momentos actuales de una forma u otra se repiten y despliegan con fuerza. Y en otro contexto, en pleno siglo XXI, la hermenéutica analógica marxista y no marxista, con sentido realista y práctico, también toma conciencia  de los problemas que acarrean  las posiciones subjetivistas y objetivistas, así como la forma de garantizar la analogía interpretativa con la realidad.

En esta dirección cobra destacado relieve la hermenéutica analógica icónica desarrollada por Mauricio Beuchot. “La hermenéutica analógica – escribe el filósofo mexicano- puede servir, entre otras cosas, para analizar comprensiva y críticamente algunos temas de la filosofía de la postmodernidad, en la cual la hermenéutica ha llegado a tener un lugar preponderante .La postmodernidad ha hecho tomar muy en cuenta temas tales como la crisis de la epistemología, el rechazo del humanismo, el predominio de la técnica y la comunicación, la precariedad de la ontología y la muerte del sujeto, así como el retorno de la religión y de la mística. Es preciso no simplificar demasiado las distintas corrientes y pensadores; además, hay que atender a las lecciones positivas y a las aportaciones aprovechables que da el pensamiento postmoderno; pero es necesario hacer, sobre todo, una crítica de varias inconsistencias y hasta frivolidades de sus propuestas.

Para ello se deben examinar, dentro de su marco o contexto, las líneas principales de la postmodernidad con algunos de sus representantes más connotados. Asimismo, hablar del imperio de la hermenéutica, principalmente con Foucault, Derrida y Vattimo. Examinar la crisis postmoderna de la epistemología, y tratar de hacer una propuesta: la hermenéutica analógica como alternativa de solución. Igual atención reclaman el neoconservadurismo y la antropología filosófica de la época tecnológica. Abordar un punto específico y muy importante de la época tecnológica: la cultura de la comunicación en esa postmodernidad llamada neoconservadora. Pero también atender a fenómenos un tanto sorprendentes, como el neoaristotelismo y el comunitarismo postmodernos”[18].

Hay una intención bien relevante que nos recuerda la lucha teórica y práctica de Lenin contra el idealismo subjetivo relativista y nihilista del empiriocriticismo y otras manifestaciones cercanas que niegan la objetividad de la realidad que sirve de fundamento al conocimiento y al saber en general.

“Se impone, pues, el acceso a un modelo analógico de la hermenéutica, pues la hermenéutica ha oscilado entre la univocidad del cientificismo moderno y la equivocidad del relativismo postmoderno. Le hace falta una dimensión analógica, abierta a considerar varias propuestas de verdad interpretativa, de interpretaciones válidas, pero dentro de ciertos límites que se pueden precisar de manera suficiente. De esta forma se evitará tanto el univocismo de una sola interpretación verdadera como el equivocismo de todas o por lo menos demasiadas interpretaciones como válidas y complementarias, a pesar de que estamos viendo su palpable confrontación y conflicto[19]. Todo ello, me parece, serán cosas provechosas que podrá darnos un modelo analógico de la hermenéutica, como respuesta al reto de los tiempos más recientes, tanto en contra del univocismo (objetivismo)[20] que caracterizó a la modernidad como en contra del equivocismo (subjetivismo)[21] que se manifiesta en el relativismo postmoderno.”[22]

La hermenéutica de Mauricio Beuchot, sorprendida ante el cauce subjetivista u objetivista que ha tomado la filosofía contemporánea, reacciona[23]. Propone un modelo analógico icónico asido a la realidad (ontología), capaz de frenar principalmente al relativismo interpretativo conducente al escepticismo[24] y otras consecuencias nefastas de orden epistemológico. “No creo que sea válido, enfatiza Beuchot, el escepticismo de algunos que ya no aceptan nada como objetivo, y hacen toda interpretación completamente relativa a la subjetividad del intérprete. Hay que luchar por la objetividad para la hermenéutica, a pesar de que haya que reconocer la injerencia de la subjetividad. Ciertamente no se puede obtener una lectura de un texto completamente unívoca y como una copia de la que originalmente quiso el autor; pero ello no autoriza para caer en una lectura completamente equívoca y desdibujada. Algo se puede alcanzar, a saber, una lectura intermedia, que no carezca de objetividad, pero que tampoco tenga pretensiones desmedidas. Ahora que muchos, en las ciencias humanas, renuncian a la objetividad y se entregan a la lectura subjetiva[25], desentendida y despreocupada, yo quisiera defender aún la objetividad, aunque sea de una manera moderada. Una defensa módica pero suficiente.”[26]

La hermenéutica de Lenin, fundada en una posición de partido, al margen del academicismo, no puede ser moderada, módica y de extrema tolerancia. Es una hermenéutica analógica radical, cuya crítica  va a las raíces, porque en el acto mismo del conocimiento interpretativo y de la comprensión está en juego la existencia misma de un ideal, de una utopía realista en función de los intereses de las grandes masas. Naturalmente esto no descalifica el discurso analógico de Beuchot. Todo lo contrario, si se opone al objetivismo y al subjetivismo, bienvenido sea. Pero se trata de una oposición contextuada y mediada por un sinnúmero de características que la cualifican  como tal, y la diferencia radicalmente de una hermenéutica de partido, comprometida con el destino de un proyecto emancipador.

En Lenin, se trata de la oposición de la hermenéutica analógica dialéctico – materialista a la hermenéutica idealista subjetivista y relativista que servía de fundamento al proyecto político reaccionario y contrarrevolucionario de los enemigos del proletariado. Es una hermenéutica que sin abandonar a la ciencia, está en función de un proyecto político, y  por lo mismo deviene política de la táctica del momento actual (contextual) en defensa de principios e ideas. Por eso no cabe la mesura, la moderación. Es una lucha de ideas, donde se está defendiendo la filosofía marxista y la existencia misma. Y la hermenéutica, ya en función de un programa científico de lucha, implica nuevas mediaciones (determinaciones y condicionamientos) en pos de las necesidades e intereses del momento. Además, Lenin está consciente que los fundamentos de esa lucha descansan en presupuesto de orden cosmovisivo y epistemológico, con sus respectivas implicaciones metodológicas y prácticas. “Pero no puede permitirse de ningún modo- enfatiza Lenin - confundir, como hacen los machistas, la doctrina sobre esta o la otra estructura de la materia con la categoría gnoseológica, confundir la cuestión de las nuevas propiedades de los nuevos tipos de la materia (de los electrones, por ejemplo) con la vieja cuestión de la teoría del conocimiento, con la cuestión de los  orígenes de nuestro conocimiento, de la existencia de la  verdad objetiva, etc. Mach, nos dicen, «ha descubierto los elementos del mundo: lo rojo, lo verde, lo duro, lo blando, lo sonoro, lo largo, etc. Y nosotros preguntamos: ¿la realidad objetiva es o no dada al hombre, cuando  ve lo rojo, siente lo duro, etc.?

Esta vieja, antiquísima cuestión filosófica ha sido embrollada por Mach. Si no es dada,  cae uno inevitablemente con Mach en el subjetivismo y en el agnosticismo; cae merecidamente en los brazos de los inmanentistas, es decir, de los Ménshikov de la filosofía. Si es dada, se precisa un concepto filosófico para esta realidad objetiva, y este concepto existe desde hace tiempo, hace muchísimo tiempo, este concepto es precisamente el de materia. La materia es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada y reflejada por nuestras sensaciones y existente independientemente de ellas.”[27]

El método dialéctico materialista, con su respectiva asunción de la realidad subjetivamente, implica una interpretación textual con actitud de sospecha, de sutileza y penetración. Por eso hay constante remisión a la historia, a la cultura, a las tradiciones, a los intereses que median las distintas visiones del problema.  Todo un diálogo que fusiona e integra  horizontes  en búsqueda de la verdad, y su terrenalidad, en la praxis.

La hermenéutica de Lenin no es univocista (objetivista) como a veces se le intenta atribuir, independientemente que en su diálogo crítico hay momentos que puedan dar esa impresión. No se puede olvidar que la crítica se enfila contra el subjetivismo, y en tal acto, hay que darle prioridad al momento objetivo. Pero su propio discurso, afincado en la praxis, vincula en unidad dialéctica lo objetivo y lo subjetivo, lo absoluto y lo relativo, y otras dicotomías abstractas, propias de la racionalidad moderna.  Lo que se concreta en la asunción de la relación materia – conciencia, al mostrar el carácter relativo de su oposición. Tesis que será ampliada y enriquecida en sus Cuadernos filosóficos.

Es indudable el valor teórico,  metodológico y práctico de la obra de Lenin “Materialismo y Empiriocriticismo”. A un centenario de su nacimiento, continúa trascendiendo y alumbrando caminos. No importa que hayan cambiado los escenarios y contextos. Los nuevos desarrollos de la ciencia, la filosofía y la praxis, si ciertamente conducen a nuevas miradas, los fundamentos esenciales en que se funda la obra tienen plena vigencia y actualidad. Y sobre todo su hermenéutica crítica comprometida con el destino del hombre en cuerpo y alma, deviene paradigma encauzador de nuevos horizontes, en tiempos que claman por grandes ideas para construir un mundo mejor.

Notas: 

[1] Lenin escribió el libro Materialismo y empirocriticismo en el período de la historia de Rusia en que la autocracia zarista, luego de aplastar la revolución de los años 1905-1907, implantó en el país un atroz terrorismo policíaco y en que la reacción se desbocó en todas las esferas de la vida de la sociedad. «Abatimiento, desmoralización, escisiones, dispersión, apostasías, pornografía en vez de política. Reforzamiento de la tendencia al idealismo filosófico, misticismo como disfraz de un estado de espíritu contrarrevolucionario». Así caracterizó Lenin la situación en el país después de la derrota de la primera revolución rusa (Obras, 4a ed. en ruso, t. 31, pág. 11). La justificación ideológica de la contrarrevolución y el resurgimiento del misticismo religioso imprimieron  su huella en la ciencia, en la literatura y en el arte. En la filosofía predominaban las formas de idealismo más reaccionarias, que negaban la regularidad del desarrollo de la naturaleza y la sociedad y la posibilidad de conocer las leyes objetivas que lo regulan. (Nota de la editorial, en Lenin, V. I. Materialismo y empiriocriticismo. Editorial  Progreso, Moscú ,S/f. p. 5)

[2]Posteriormente, como es lógico,  las concepciones filosóficas marxistas de Lenin sobre la dialéctica se  profundizaron. Esto se pone de manifiesto en los Cuadernos filosóficos, entre otros trabajos que expresan mayor sistematización y complejidad de sus aprehensiones.

[3] Lenin. V. I. Prólogo a Materialismo y  Empiriocritismo. Editorial Progreso, Moscú, S/F, pp. 15 – 16.

[4] En el acto hermenéutico hay un texto, un autor y un intérprete. El texto puede ser de varias clases: escrito,  hablado y actuado (o plasmado en otros materiales, y aun se ha tomado como texto el puramente pensado). Precisamente la sutileza interpretativa o hermenéutica consiste en captar la intencionalidad significativa del autor, a pesar de la injerencia de la intencionalidad del intérprete. El intérprete pone en juego un proceso que comienza con la pregunta interpretativa frente al texto; sigue con el juicio interpretativo del intérprete, juicio que suele ser primero hipotético y luego categórico; y se pasa de hipotético a categórico mediante una argumentación que sigue una inferencia hipotético-deductiva, o retroductiva, o abductiva. En todo caso, la argumentación interpretativa sirve para convencer a los otros miembros de la comunidad o tradición hermenéutica acerca de la interpretación que se ha hecho. Beuchot, M. Perfiles de la hermenéutica. En del propio autor “Tratado de hermenéutica analógica UNAM, México, 1997, p. 16

[5] El discernimiento aprehensivo del discurso hermenéutico analógico e icónico comprometido y concreto, sin minusvalorar el valor creativo del lenguaje, no hace del mismo centro especulativo, frente a la mediación dialéctica del concepto, que se engendra en la propia historia de la realidad  asumida por el ser humano, como acto práctico y teórico a la vez, y donde confluyen muchas aristas interpretativas, necesarias para  captar la esencia del texto, y sobre todo, al hombre  mismo, en su toma de decisiones responsables. Es una hermenéutica analógica icónica del sujeto, que no separa la riqueza expresiva del lenguaje literario,  del compromiso social, es decir, el  oficio  de la misión del hombre.

[6] Debido a la crisis de fundamentos que se alega en la filosofía reciente, se ha pensado que la hermenéutica no puede tener fundamentación en la ontología. O se le da sólo una fundamentación ontológica muy débil, por considerar que la ontología ha sido afectada por el sesgo hermenéutico que ha tenido en la actualidad. Esto se ve en la ontología hermenéutica que plantea Gadamer, y en la ontología débil que para ella propone Vattimo. En todo caso, es un proceso de desontologización de la hermenéutica. Ciertamente la hermeneutización de la ontología ha sido muy benéfica para esta última, pues le ha restado pretensiones; pero ello no autoriza para llegar a la desontologización de la hermenéutica misma. Por eso se impone una reontologización de la hermenéutica” (ibídem, p. 1)

[7] Lenin, V. I.. Materialismo y Empiriocriticismo. Editorial Progreso, Moscú, S/F  pp. 372 – 373.

[8] Ibídem,  p.21.

[9] Ibídem, p. 102.

[10] Nótese la coincidencia con Lenin, cuando éste critica a la teoría de los símbolos.

[11]Estas aserciones de Beuchot, sirven al mismo tiempo para refutar la teoría idealista subjetiva de los símbolos o jeroglíficos de Helmholtz, que con tanta razón criticó Lenin en Materialismo y Empiriocriticismo.  Ver Lenin,  V. I. Materialismo y Empiriocriticismo. Editorial Progreso, Moscú, S/F, pp. 241 – 248.

[12] Perfiles de la hermenéutica. Resumen del texto publicado originalmente en: Mauricio Beuchot. Tratado de hermenéutica analógica, México: UNAM, 1997. Esta edición digital, 20 de noviembre de 2000, pp. 3 – 4.

[13] Lenin,  V. I. Materialismo y Empiriocriticismo. Editorial Progreso, Moscú, S/F,  pp. 244 – 245..

[14] El subrayado es mío. R. P.

[15] El subrayado es mío. R. P.

[16]Perfiles de la hermenéutica. Resumen del texto publicado originalmente en: Mauricio Beuchot. Tratado de hermenéutica analógica, México: UNAM, 1997. Esta edición digital, 20 de noviembre de 2000,  pp.  5- 6.

[17] Nótese las diferencias existentes en los Cuadernos filosóficos.

[18] Ibídem, p. 7.

[19] “Pero la empresa no es larga, es equilibrada, proporcional, analógica, porque se debe llegar (en la línea de las tesis de Marx sobre Feuerbach) a la interpretación (transformadora) de nuestras instituciones fundamentales” (Beuchot, M. Hermenéutica y sociedad en Gianni Vattimo. Http:// serbal.pntec.mec.es/ A Parte Rei)

[20] El sinónimo entre paréntesis es mío. R. P.

[21] El sinónimo entre paréntesis es mío. R. P.

[22] Perfiles de la hermenéutica. Resumen del texto publicado originalmente en: Mauricio Beuchot. Tratado de hermenéutica analógica, México: UNAM, 1997. Esta edición digital, 20 de noviembre de 2000, p. 10.

[23]Crisis de la razón. Crisis de sentido y de valores. Así se ha marcado nuestro tiempo, ahora designado como crisis postmoderna. øCómo sacar lección y moraleja de esta postmodernidad, sin incurrir en el relativismo que muchos de sus seguidores exhiben? øCómo evadir la cerrazón del positivismo sin caer en el desorden anárquico de muchos epistemólogos nuevos? Esta preocupación ha deparado el surgimiento de la hermenéutica analógica æ expuesta detalladamente en mis trabajos Posmodernidad, hermenéutica y analogía (1996); Tratado de hermenéutica analógica (1997); y Perfiles esenciales de la hermenéutica (1998)æ , que trata de ponerse en el límite entre el univocismo positivista y el equivocismo relativista. Esa hermenéutica (aunque igual podría ser una pragmática) quiere ser una respuesta a la crisis en la que nos debatimos hoy en día, sobre todo en las ciencias humanas” (Beuchot, Mauricio, Hermenéutica analógica y crisis de la modernidad< [Publicado originalmente en Universidad de México (Revista de la UNAM), 567-568 (abril-mayo, 1998): 13. Edición de Nora María Matamoros Franco]
http://ensayo.rom.uga.edu/antologia/XXA/beuchot/beuchot2.htm).

[24]La hermenéutica analógica es, primeramente, un intento de ampliar el margen de las interpretaciones sin perder los límites; de abrir la verdad textual, esto es, la de las posibles lecturas de un texto, sin que se pierda la posibilidad de que haya una jerarquía de acercamientos a una verdad delimitada o delimitable. Es un intento de respuesta a esa tensión que se vive ahora entre la hermenéutica de tendencia univocista, propia de la línea positivista, y la hermenéutica equivocista de línea relativista, ahora postmoderna. La tendencia univocista, representada por muchas actitudes cientificistas, se ha mostrado en intentos de un lenguaje perfecto, de una ciencia unificada, etc. Todo ello se ha puesto en grave crisis; brota, pues, la necesidad de revisarlo y de mitigarlo. Dentro de la misma filosofía analítica se ha visto esa matización, en pensadores como Chisholm, Putnam y otros. Pero dentro de esa misma corriente de pensamiento ha habido reacciones excesivas, como la de Davidson y, más claramente, Rorty, quien ha renegado de la epistemología analítica, y ha caído en un escepticismo que se me antoja muy grave.

Como introyección de esa crisis, pero por otros caminos distintos, el pensamiento postmoderno ha llegado a un escepticismo parecido, y a veces más grande, ya en franco camino del nihilismo. Eso ha provocado que se sienta un clima de desengaño de la filosofía. Esto se puede encontrar en la tensión que señala el filósofo cubano-estadounidense Ernesto Sosa entre lo que él llama la filosofía risueña y la filosofía en serio”. Ibídem,  p. 1)

[25] Por supuesto, debía decir subjetivista, pues toda lectura, en tanto realizada por un sujeto, es subjetiva. No se pueden identificar ambos términos. Una cosa es lo subjetivo, y otra, su hiperbolización,  la absolutización de lo subjetivo, es decir, el subjetivismo.

[26] Perfiles de la hermenéutica. Resumen del texto publicado originalmente en: Mauricio Beuchot. Tratado de hermenéutica analógica, México: UNAM, 1997. Esta edición digital, 20 de noviembre de 2000,  pp.  3- 4.

[27] Lenin,  V. I. Materialismo y Empiriocriticismo. Editorial Progreso, Moscú, S/F,  pp. 130 – 131.

 

Dr. Rigoberto Pupo Pupo
Gentileza, para Letras-Uruguay, del autor

 

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