El concepto trabajo y sus mediaciones en la “Crítica al Programa de Gotha”.
(Aproximación hermenéutica con sentido cultural y clasista)

Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Universidad “José Martí” de Latinoamérica
rigobertopp3@yahoo.com.mx

El concepto trabajo es asumido por Marx, en los inicios de su formación filosófica, principalmente, a través de la Fenomenología del Espíritu de Hegel, como proceso de autocreación del hombre, y de  los economistas clásicos ingleses, como base  de las  riquezas. Estas premisas teóricas devienen cauces hermenéuticos que en su progresiva evolución superará, con la revelación de nuevas determinaciones y condicionamientos y en los marcos de una concepción sistémico – compleja del hombre y la sociedad.

Ya en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, aún bajo cierta influencia de Feuerbach y Hegel, y todavía expresando sus ideas mediante un discurso abstracto, da pasos firmes que anuncian los gérmenes de cambios profundos. Así, en torno a la Economía política burguesa dirá: “La economía política parte del hecho de la propiedad privada, pero no nos la explica. Expresa en fórmulas generales y abstractas el proceso material a través del cual la propiedad privada pasa en la realidad, y estas fórmulas las toma como leyes. No penetra estas leyes: es decir, no demuestra cómo surgen de la naturaleza misma de la propiedad privada. La economía política no descubre las fuentes de la división entre trabajo y capital, y entre éste y la tierra. Cuando, por ejemplo, define la relación entre salario y beneficio, considera que la causa última es el interés de los capitalistas; es decir, da por sentado lo que se supone ha de demostrar”[1].

La crítica, aunque aún carece de sólidos fundamentos, es capaz de dar cuenta de un hecho empíricamente visible: la economía política no explica la esencia de la propiedad privada y los efectos que trae para el trabajador: la alienación de la actividad y la actividad de la alienación,  que engendra el trabajo enajenado, en las condiciones de existencia de la propiedad privada.

“Por consiguiente, - señala Marx - ahora debemos aprehender la relación esencial entre la propiedad privada, la codicia, y la separación entre trabajo, capital y propiedad territorial; entre cambio y competencia, valor y devaluación del hombre, monopolio y competencia, etc.; la relación entre toda esta enajenación y el sistema del dinero (...) Nosotros partimos de un hecho económico real.

El obrero se hace más pobre mientras mayor riqueza produce, mientras más aumenta su producción en poderío y extensión. El obrero se convierte en mercancía y más barata a medida que crea más mercancías. El valor creciente del mundo de las cosas determina la recta proporción de la devaluación del mundo de los hombres. El trabajo no sólo produce mercancías: se produce a sí mismo y al obrero como mercancías; y lo hace en la proporción en que produce las mercancías en general”[2]

El gran humanista de los Manuscritos…, aún discurre con visos especulativos. El concepto enajenación ya enfocado como trabajo enajenado en determinadas condiciones históricas, por la carga polisémica que lleva en sí le permite abrir caminos todavía inciertos, pero tomando partido por  los pobres de la tierra y oponiendo a la propiedad privada, la revolución comunista. Al mismo tiempo, reconoce que en los marcos de la enajenación general, el capitalista hace con el obrero lo que éste no puede hacer con él. La lógica especial del objeto especial y las diferencias específicas, núcleo teórico de su futuro método y que un año antes como destello de luz, exigía en la crítica a Hegel, ya empieza, aún como chispazo interrogativo, a dar sus frutos. “¿Cómo podría enfrentar el obrero el producto de su actividad como un extraño, si no fuera que en el momento mismo de la producción se enajena de sí mismo? Después de todo, el producto es el resumen de la actividad, de la producción. Si entonces el producto del trabajo es la alienación, la producción misma debe ser una alienación activa, la alienación de la actividad, la actividad de la alienación. En la enajenación del objeto del trabajo, está sólo resumida la enajenación, la alienación, en la actividad del trabajo mismo”[3] Lo más importante de las aprehensiones del joven Marx, es la determinación, aunque todavía débilmente explicada, que la enajenación del obrero hay que buscarla en la relación capital – trabajo. Sencillamente, es “(…) la relación del obrero con el trabajo, con el producto de su trabajo y con el no trabajador, y la relación del no trabajador con el obrero y con el producto de su trabajo”[4] del cual se apropia en beneficio del capital que acumula a costa de la explotación del obrero.

Por supuesto, la teoría del trabajo en Marx, y su aprehensión hermenéutica, no se queda en los Manuscritos… Avanza con inusitada rapidez en los años subsiguientes y como parte inseparable de la concepción materialista de la historia. Las Tesis sobre Feuerbach epigramáticamente delinean su gran descubrimiento, al exigir abordar la realidad subjetivamente, y considerar la vida esencialmente práctica. La Ideología Alemana, al comprender la conciencia como ser consciente, y el ser de los hombres como un producto de su vida real y práctica, para concluir la idea esencial que el ser determina la conciencia, así como definir la sociedad como la interacción práctica  - teórica de los hombres, sobre la base de la producción de los bienes materiales, y determinar el movimiento social como un proceso complejo dimanante de la relación contradictoria entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción para producir el cambio revolucionario y fundar el devenir de la sociedad sobre nuevas bases. Sin estas mediaciones centrales resulta imposible una teoría racional  del trabajo. Teoría que encontrará nuevas determinaciones sobre la base de sus estudios profundos de la economía política, cuyos primeros resultados se concretan en Miseria de la filosofía con la crítica a la metafísica proudoniana, que desvirtúa la teoría del valor de Ricardo, fundando una teoría del valor constituido irreal , ficticia y al margen de los intereses del proletariado. Según Marx, y coincidiendo con las ideas de Engels[5], expuestas  en Esbozo de la crítica de la Economía política, de los Anales Franco – Alemanes y en La situación de la clase obrera en Inglaterra: “El trabajo, siendo él mismo mercancía, se mide como tal por el tiempo de trabajo que hace falta para producir el trabajo – mercancía. ¿Y qué hace falta para producir el trabajo – mercancía? Justamente el tiempo de trabajo que se invierte en la producción de los objetos indispensables para el mantenimiento incesante del trabajo, es decir, para dar al trabajador la posibilidad de vivir y de propagar su especie. El precio natural del trabajo no es otra cosa que el mínimo de salario”[6]. En Miseria de la Filosofía, Marx criticando a Proudhon, y a la Economía política burguesa adelanta muchas tesis que desarrollará en El Capital. Con razón Lenin califica Miseria de la Filosofía como la primera obra madura de Marx. Madurez que permite a él y a Engels un año después publicar el Manifiesto del partido comunista, que con sentido clasista, sobre la base de la contradicción capital – trabajo, burguesía – proletariado, se sientan las bases para el cambio revolucionario, es decir, que el manifiesto comunista deviene programa científico de lucha.

Programa científico de lucha que encontrará nuevos fundamentos en los trabajos preparatorios  de El capital, y por supuesto, en la monumental obra El capital, tomando como punto de partida la mercancía, en sus múltiples mediaciones, donde el trabajo resulta su determinación central en la búsqueda del gran descubrimiento: la plusvalía, que junto a la concepción materialista de la historia, constituyen, según Engels los dos grandes aportaciones de Marx, y por supuesto, de él también.

La aprehensión hermenéutica de Marx, con sentido clasista, y desde las posiciones del proletariado, penetra con profundidad en la realidad social capitalista, y con una visión científica, libre de prejuicios burgueses y pequeño burgueses, es capaz de ir más lejos que los economistas clásicos y los teóricos anarquistas y reformistas, que pretendían hacer cambios sin revolucionar las bases del sistema capitalista. Por eso su método parte de premisas nuevas: “Examino el sistema de la economía burguesa – escribe Marx – por el orden siguiente: capital, propiedad de la tierra, trabajo asalariado; estado, comercio exterior, mercado mundial…”[7]

Se trata de una investigación, cuyos resultados coronan toda una vida consagrada a un oficio y a una misión: La revolución comunista.

En el período de 1848-1871, la teoría filosófica marxista, vinculada estrechamente a la práctica y sintetizando los nuevos acontecimientos, se desarrolla.

En el desarrollo de la filosofía marxista la obra económica de Marx que culmina con El capital, permitió que la concepción materialista de la historia de hipótesis deviniera teoría científicamente fundamentada. El descubrimiento de la plusvalía, piedra angular de la teoría económica de Marx, reveló la esencia de la explotación capitalista y sirvió de fundamento para demostrar el carácter histórico condicional de la sociedad capitalista.

El modelo teórico que resume y refleja en Forma lógica el contenido de la teoría del valor, Marx lo deduce de la realidad y la práctica social. Fija la atención en la práctica productiva y el fenómeno general del cambio que tiene lugar en la unidad contradictoria capital-trabajo. En el análisis, Marx parte de la mercancía como concepto-célula límite más abstracto, presente en el cambio, como dice Lenin, cotidianamente y millones de veces. El partir de un concepto tan abstracto, le da el carácter eminentemente deductivo a la teoría. Además, la mercancía encierra embrionariamente todas las contradicciones del capitalismo. La estructura lógica de El capital y el sistema categorial que lo resume tiene por base el método dialéctico-materialista, el cual exige deducir las categorías de la realidad, en tanto son sus expresiones-reflejas, mediadas por práctica. Este sistema teórico y su consecución puede expresarse así:

M…V… D… C… P…AC

El trabajo media las categorías de mercancía y valor, ya que es el fundamento del valor de la mercancía que se manifiesta en el acto del cambio. Las mercancías antes de ser usadas como valores de uso tienen que ser realizadas como valores,  porque tienen que enfrentarse en el acto del cambio. Esta contradicción está dada por el doble carácter del trabajo materializado en la mercancía.

Trabajo privado

 

Trabajo social

Concreto

Trabajo

Abstracto

Valor de uso

Mercancía

Valor

Sobre la base del doble carácter del trabajo se erige todo el monumento de la Economía Política.

Por lo tanto, la esencia de la mercancía es el valor, y la sustancia de éste, el trabajo, por eso, el doble carácter de la mercancía está determinado por el doble carácter del trabajo, en tanto fundamento del valor.

El valor en su desarrollo histórico, condicionado por la práctica social, se ha manifestado de distintas formas hasta llegar a la forma dinero como equivalente universal. El dinero es una mercancía, pero, además de su valor de uso natural, determinado por sus propiedades, adquiere en el proceso de cambio un valor de uso social. Al surgir el dinero, la fase del cambio se descompone en dos: M—D y D—M; en la primera fórmula la mercancía se realiza como valor y en la segundo corno valor de uso.

Ahora bien, ¿cómo se convierte el dinero en capital? En la producción mercantil simple la fórmula es M—D—M, en la capitalista es D—M—D. Este problema se resuelve dentro y fuera del proceso de circulación. El capitalista compra la mercancía fuerza de trabajo, capaz de crear valores de uso superior a ella. Es un proceso de valorización. Es el mismo valor de la fuerza de trabajo que se valoriza (sustantivación del valor), o sea, el capitalista paga el valor de la fuerza de trabajo y el obrero trabaja una jornada entera, dando lugar a un p!ustrabajo (tiempo de trabajo adicional), del cual se apropia el capitalista (plusvalía).

Siguiendo la lógica de Marx, se observa que en la fórmula D—M—D el dinero se convierte en capital, por cuanto la suma inicial desembolsada se autocrecienta por la plusvalía que se obtiene. Es un valor que se valoriza, se autocrecienta.  El capital es una relación social, entre los hombres, a través del trabajo. Marx, empleando el procedimiento de análisis, estudia el capital con los elementos que lo integran: capital constante y capital variable. El primero lo integran los medios de producción, y el segundo la fuerza de trabajo; esta parte es la que produce la plusvalía, pues el primero se transfiere a los productos. Ya hasta aquí Marx ha analizado la plusvalía en su aspecto cualitativo, determinando la fuente que la produce; ahora pasa al análisis cuantitativo, para así demostrar el grado de explotación a que se somete el obrero; así, penetrando en la esencia de la plusvalía yendo a sus determinaciones más profundas aborda la cuota de plusvalía y el tempo de trabajo excedente y el adicional, categorías que reflejan la explotación en sus aspectos cuantitativos. Después analiza las distintas formas de plusvalías, etcétera.

Marx ha examinado el proceso de producción como un acto aislado, para así demostrar la explotación capitalista (apropiación de la plusvalía) pero esto es una abstracción, pues en ninguna formación económica social el proceso de producción se da como un acto aislado, es un proceso que se repite constantemente, pues todo proceso de producción es de reproducción. De este modo, Marx pasa a la acumulación capitalista, a la conversión de la plusvalía en capital, proceso que lleva a la transformación de la ley de la producción mercantil en ley de apropiación capitalista. Este proceso dialéctico lo caracteriza así:

“Antes, hubimos de estudiar cómo brota la plusvalía del capital, ahora investiguemos, cómo nace el capital de la plusvalía.”[8] Aquí Marx analiza la reproducción simple y la reproducción ampliada. Demuestra que en la primera, el capital desembolsado se transforma en capital acumulado sólo por el valor, el producto excedente está compuesto sólo por artículos de consumo para el capitalista. Así, si del valor total del producto elaborado compuesto por C—V—P, extraemos la P para el consumo individual del capitalista, sólo quedará para invertir de nuevo (C—V). En la reproducción ampliada la plusvalía se convierte en capital. Aquí, producto del excedente, “encierra ya elementos materiales de un nuevo capital”. En la reproducción simple el capital inicial se regenera, cambia su fuente, porque se ha convertido en plusvalía capitalizada, pero su cantidad se mantiene constante; en la reproducción ampliada al capital inicial se le agregan nuevos capitales, se reproduce en forma ampliada. La plusvalía se transforma en capital variable y constante, y una parte pasa al consumo del capitalista.

Este proceso, Marx lo concreta más al pasar al análisis de la ley general de la acumulación capitalista. Demuestra que el obrero no sólo produce plusvalía, sino también capital incrementado.

El objeto esencial de la investigación, el propio Marx lo anuncia: “Estudiaremos en este capítulo la influencia que el incremento del capital ejerce sobre Ia suerte de la clase obrera. El factor más importante en esta investigación, es la composición del capital y los cambios experimentados por ella en el transcurso del proceso de acumulación.”[9] Aborda el capital como proceso cualitativo que conlleva transformaciones en su propia estructura. En el proceso de acumulación demuestra cómo aumenta la superpoblación relativa o ejército de reserva. Introduce la categoría de composición orgánica del capital, de cuya expresión emana la agudización de la contradicción capital - trabajo.

En el discurso teórico de Marx, se observa que constantemente desciende a la historia empírica del objeto para así nutrirse del contenido necesario para continuar el ascenso teórico. Con la tendencia histórica de la acumulación capitalista, culmina la teoría económica de Marx, ley según la cual las propias condiciones de la acumulación capitalista traen aparejada su negación: la emancipación obrera.

Sin lugar a dudas, en la teoría económica de Marx se transparenta en toda su magnitud la comprensión dialéctico materialista de la unidad dialéctica teoría-práctica, la relativa independencia de la teoría en su proceso de aprehensión de la realidad concreta, así como su discernimiento hermenéutico desde las posiciones y los intereses de las grandes masas, portadoras del progreso. Por eso sus indagaciones resultan objetivas.

Esta comprensión dialéctica y compleja de la sociedad capitalista, y el descubrimiento de la verdadera esencia de la explotación de la clase obrera hacen más concreta aún su teoría del trabajo y sus varias mediaciones, determinaciones y condicionamientos. De ahí que en la Crítica al Programa de Gotha esté en condiciones de dejar sin efectos los presupuestos teóricos y prácticos  lasalleanos, que más que abogar por el cambio revolucionario, se afanan en mantener  el status quo capitalista, en perjuicio del proletariado.

La aprehensión crítica hermenéutica  de Marx, posee una extraordinaria riqueza conceptual y metodológica, pues no  capta los sentidos del objeto investigado, a partir de una visión reformista que deje intactas las bases de la explotación capitalista, sino que desde posiciones revolucionarias aboga por la transformación radical de las condiciones existentes.

Si en Miseria de la Filosofía deja sin efectos las tesis reaccionarias y pequeño burguesas de la Filosofía de la miseria del anarquista Proudhon, en la Crítica al programa de Gotha, estigmatiza  el reformismo lassalleano contenido e impregnado en el Programa del Partido obrero alemán.

A través de un discurso con filo, comprometido con la causa de la clase obrera, Marx muestra  en las Glosas marginales al Programa del Partido Alemán que “(…) aún prescindiendo  de la canonización de los artículos de fe de Lassalle, el programa no vale nada”[10] No vale nada, porque  sus principios no responden a los intereses de la clase obrera y más que encauzarse a la solución  de  sus problemas, devienen “defensores de todo orden social existente”[11]

Así, en la Crítica al programa de Gotha, Marx, sobre la base de su  cultura filosófica, económica, política y su toma de partido por la clase proletaria está en condiciones de ejercer la crítica en toda su profundidad y concreción.

  El concepto trabajo y sus mediaciones constituirán un tema recurrente del discernimiento de Marx. Ante la tesis: “El trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura, y como el trabajo útil sólo es posible dentro de la sociedad y a través de ella, todos los miembros de la sociedad tienen igual derecho a percibir el fruto íntegro del trabajo”[12], la respuesta aguda de Marx, a la primera tesis objeto de crítica, no se hace esperar: “Primera parte del párrafo – acota Marx-: “El trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura”.

“El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (que son los que verdaderamente integran la riqueza material), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre – enfatiza Marx, fuerza de trabajo. Esa frase se encuentra en todos los silabarios y sólo es cierta si se sobreentiende que el trabajo se efectúa con los correspondientes objetos e instrumentos. Pero un programa socialista no debe permitir que tales tópicos burgueses silencien aquellas condiciones sin las cuales no tienen ningún sentido. Por cuanto el hombre se sitúa de antemano como propietario frente a la naturaleza, primera fuente de todos los medios y objetos de trabajo, y la trata como posesión suya, por tanto su trabajo se convierte en fuente de valores de uso, y, por consiguiente, en fuente de riqueza. Los burgueses tienen razones muy fundadas para atribuir al trabajo una fuerza creadora sobrenatural; pues precisamente del hecho de que el trabajo está condicionado por la naturaleza se deduce que el hombre que no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo, tiene que ser, necesariamente, en todo estado social y de civilización, esclavo de otros hombres, de aquellos que se han adueñado de las condiciones materiales de trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir, más que con su permiso.

Pero dejemos la tesis tal como está o mejor dicho, - continúa Marx- tal como viene renqueando. ¿Qué conclusión habría debido sacarse de ella? Evidentemente, ésta:

“Como el trabajo es la fuente de toda riqueza, nadie en la sociedad puede adquirir riqueza que no sea producto del trabajo. Si, por tanto, no trabaja él mismo, es que vive del trabajo ajeno y adquiere también su cultura a costa del trabajo de otros”.

En vez de esto, se añade a la primera oración una segunda mediante la locución copulativa “y como”, para deducir de ella, y no de la primera, la conclusión.

Segunda parte del párrafo: “El trabajo útil sólo es posible dentro de la sociedad y a través de ella”.

Según la primera tesis, el trabajo era la fuente de toda riqueza y de toda cultura, es decir, que sin trabajo, no era posible tampoco la existencia de una sociedad. Ahora, nos enteramos, por el contrario, de que sin la sociedad no puede existir el trabajo “útil”.

Del mismo modo hubiera podido decirse que el trabajo inútil e incluso perjudicial a la comunidad, sólo puede convertirse en rama industrial dentro de la sociedad, que sólo dentro de la sociedad se puede vivir del ocio, etc., etc.; en una palabra, copiar aquí a todo Rousseau.

¿Y qué es trabajo “útil”? No puede ser más que uno: el trabajo que consigue el efecto útil propuesto. Un salvaje —y el hombre es un salvaje desde el momento en que deja de ser mono— que mata a un animal de una pedrada, que amontona frutos, etc., ejecuta un trabajo “útil”.

Tercero. Conclusión: “Y como el trabajo útil sólo es posible dentro de la sociedad y a través de ella, todos los miembros de la sociedad tienen igual derecho a percibir el fruto íntegro del trabajo”.

¡Hermosa conclusión! Si el trabajo útil sólo es posible dentro de la sociedad y a través de ella, el fruto del trabajo pertenecerá a la sociedad, y el trabajador individual sólo percibirá la parte que no sea necesaria para sostener la “condición” del trabajo, que es la sociedad.

En realidad, esa tesis la han hecho valer en todos los tiempos los defensores de todo orden social existente. En primer lugar, vienen las pretensiones del Gobierno y de todo lo que va pegado a él, pues el Gobierno es el órgano de la sociedad para el mantenimiento del orden social; detrás de él, vienen las distintas clases de propiedad privada, con sus pretensiones respectivas, pues las distintas clases de propiedad privada son las bases de la sociedad, etc. Como vemos, a estas frases hueras se les puede dar las vueltas y los giros que se quiera.

La primera y la segunda parte del párrafo sólo guardarían una cierta relación lógica redactándolas de la siguiente manera:

“El trabajo sólo es fuente de riqueza y de cultura como trabajo social”, o, lo que es lo mismo, “dentro de la sociedad y a través de ella”.

Esta tesis es, indiscutiblemente, exacta, pues aunque el trabajo del individuo aislado (presuponiendo sus condiciones materiales) también puede crear valores de uso, no puede crear ni riqueza ni cultura.

Pero, igualmente indiscutible es esta otra tesis:

”En la medida en que el trabajo se desarrolla socialmente, convirtiéndose así en fuente de riqueza y de cultura, se desarrollan también la pobreza y el desamparo del obrero, y la riqueza y la cultura de los que no trabajan.

Esta es la ley de toda la historia, hasta hoy. Así, pues, en vez de los tópicos acostumbrados sobre “el trabajo” y “la sociedad”, lo que procedía era señalar concretamente cómo, en la actual sociedad capitalista, se dan ya, al fin, las condiciones materiales, etc., que permiten y obligan a los obreros a romper esa maldición social.

Pero de hecho, todo ese párrafo, que es falso lo mismo en cuanto a estilo que en cuanto a contenido, no tiene más finalidad que la de inscribir como consigna en lo alto de la bandera del partido el tópico lassalleano del “fruto íntegro del trabajo”. Volveré más adelante sobre esto del “fruto del trabajo”, el “derecho igual”, etc., ya que la misma cosa se repite luego en forma algo diferente.

 “En la sociedad actual, reproduce Marx la segunda tesis del programa,  los medios de trabajo son monopolio de la clase capitalista; el estado de dependencia de la clase obrera que de esto se deriva es la causa de la miseria y de la esclavitud en todas sus formas”.

Así, “corregida”, esta tesis, explica Marx,  tomada de los Estatutos de la Internacional, es falsa.

En la sociedad actual – argumente - los medios de trabajo son monopolio de los propietarios de tierras (el monopolio de la propiedad del suelo es, incluso, la base del monopolio del capital) y de los capitalistas. Los Estatutos de la Internacional no mencionan, en el pasaje correspondiente, ni una ni otra clase de monopolistas. Hablan de “los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir, de las fuentes de vida”. Esta adición: “fuentes de vida”, señala claramente que el suelo está comprendido entre los medios de trabajo.

Esta enmienda se introdujo porque Lassalle, por motivos que hoy son ya de todos conocidos, sólo atacaba a la clase capitalista, y no a los propietarios de tierras. En Inglaterra, la mayoría de las veces el capitalista no es siquiera propietario del suelo sobre el que se levanta su fábrica.

“La emancipación del trabajo- tercera tesis sometida a crítica  por Marx-  exige que los medios de trabajo se eleven a patrimonio común de la sociedad y que todo el trabajo sea regulado colectivamente, con un reparto equitativo del fruto del trabajo”.

Donde dice – enfatiza Marx-  “que los medios de trabajo se eleven a patrimonio común”, debería decir, indudablemente, “se conviertan en patrimonio común”. Pero esto sólo de pasada”[13].

Lo más importante, en la lógica discursiva de Marx, es que su hermenéutica, además de ser compleja, integradora, contextualizada y no reduccionista, establece diferencias ante un discurso solapado que no responde a los intereses reales del partido de los obreros. Un discurso comprometido con la reforma, y estéril para producir cambios, en fin, huérfano de ideas, porque sus ideas son otras..., incluso, como bien muestra Marx, suplantando conceptos económicos concretos. Por eso pregunta Marx ¿Qué es reparto equitativo? ¿No afirman los burgueses que el reparto actual es “equitativo”?... ¿No se forjan también los sectarios socialistas las más variadas ideas acerca del reparto “equitativo”? Las preguntas mismas dan la clave de la solución del problema: ¿Acaso las relaciones económicas son reguladas por los conceptos jurídicos?”, [14] se pregunta Marx.

Es que una sociedad fundada en la propiedad privada sobre los medios de producción, objetivamente trae consigo la desigualdad en la obtención del fruto (Producto) del trabajo. El reparto equitativo supone una sociedad, donde los medios de trabajo son patrimonio común. Sencillamente, responde Marx, haciendo uso de su racionalidad hermenéutica irónica: “Sin embargo, lo de “todos los miembros de la sociedad” y “el derecho igual” no son, manifiestamente, más que frases. Lo esencial del asunto está en que, en esta sociedad comunista, todo obrero debe obtener el “fruto íntegro del trabajo” lassalleano”[15]

Lassalle no comprende o no quiere comprender la imposibilidad objetiva que el obrero reciba el fruto íntegro de su trabajo. Con sólidos fundamentos Marx demuestra la irrealidad de tal aserción, pues en el proceso productivo, la distribución  de los resultados individuales está mediada por múltiples aspectos del proceso mismo: reposición de los medios de producción consumidos, ampliación de la producción, fondos de reservas, gastos generales de la administración, la satisfacción colectiva de las necesidades, fondos de sostenimiento de personas discapacitadas, etc., etc.” Sólo después de esto – afirma Marx – podemos a proceder  a la “distribución”, es decir, a lo único que, bajo la influencia de Lassalle y con una concepción estrecha, tiene presente el programa, es decir, a la parte de los medios de consumo que se reparte  entre los productores individuales de la colectividad”[16].

Los conceptos equidad, fruto íntegro del trabajo, como fruto del trabajo en general,  en el contexto de la sociedad capitalista, de corte lassalleano,  siguiendo la expresión de Marx, se “evaporan”, por su ineficacia teórica, metodológica y práctica, pues “De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base,  sino de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede”[17].  Por eso, el derecho burgués aún sigue vigente.

“En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir su bandera: ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según necesidades!”[18]. He ahí el por qué de la necesidad que medie  una fase de transición.

Pero la crítica no se reduce a esto, si bien son los aspectos medulares. Otras mediaciones, concomitantes con el concepto trabajo son objeto del discernimiento de la pupila crítica de Marx. Revela la inconsistencia teórica, según la cual todas las otras clases  no forman más que una masa reaccionaria, mostrando cómo  las capas medias, tal y como se expresa en el manifiesto comunista”se vuelven revolucionarias cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado”[19]. Igualmente a  la burguesía…”frente a los señores feudales y a las capas medias, empeñados, aquellos y éstas, en mantener posiciones sociales que fueron creadas por modos caducos de producción”[20] . Se opone a las tesis lassalleanas en torno a la abolición del salario y a la aplicación de la ley de bronce, a las tesis abstractas sobre la jornada normal de trabajo, a las restricciones del trabajo de la mujer y prohibición del trabajo infantil, la inspección por el Estado de la Industria en las fábricas, en los talleres y a domicilio, la reglamentación del trabajo en las prisiones, así como a la llamada ley eficaz de responsabilidad civil. En todas estas tesis no se deja esperar el discernimiento principista profundo del fundador de la teoría científica del comunismo, en estrecha unión con Federico Engels, quien en carta a Bebel de mayo de 1875 deja constancia de sus desacuerdos y expone y profundiza algunas tesis de Marx desarrolladas en la Crítica al Programa de Gotha.

Marx devela cómo Lassalle a pesar que domina perfectamente el contenido del manifiesto comunista, lo tergiversa en función de sus intereses, “para cohonestar su alianza con los adversarios absolutistas y feudales contra la burguesía”[21]. Igualmente se manifiesta su concepción estrecha del alcance y  lugar de la lucha de clases, en tanto movimiento nacional, por la forma, e internacional por el contenido y no a la inversa como lo entendía Lassalle

Aguijoneado por sus convicciones ideopolíticas comunistas y con la siempre compañía de Engels, Marx defiende la esencia del partido obrero, convencido que sin su incorporación en cuerpo y alma a la teoría revolucionaria y a la praxis social, resulta imposible dar cumplimiento a los objetivos propuestos.

Por otra parte, es necesario reconocer la profunda aprehensión hermenéutica con sentido clasista realizada por Marx en la Crítica al Programa de Gotha, pues si ciertamente, “toda lo que tiene una significación viva, no completamente inmediata y clara, es susceptible de interpretación. Y es donde se plantea la necesidad y vigencia de la hermenéutica”, hay que advertir que la revelación de sentidos y significaciones plurales de Marx es extraordinaria. Porque Marx, además de su alta sensibilidad humana y el magno elan cogitativo de su discurso, posee alma política comprometida con la clase del proletariado. Esto le permite seguir la lógica especial del objeto particular, sus diferencias específicas, y con ello, ver más lejos. Revelar esencias, donde para otros son simples apariencias, encontrar verdades encubiertas o negadas por malezas ideológicas, acercarse al ser sin quedarse en él, y en fin, soñar  para elevarse, siendo.

Su hermenéutica no sólo busca sentido en general para comprender y explicar, sino para cambiar revolucionariamente, porque se siente sujeto dentro de la tragedia humana y no fuera de ella. Su filosofía de la praxis, de la subjetividad, hizo mucho, dijo más y seguirá diciendo.

Notas:

[1] Marx, C. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Editorial Pueblo y Educación. La habana, 1975, p. 7º.

[2] Ibídem, p. 71.

[3] Ibídem, p. 74.

[4] Ibídem, p. 86.

[5]  Generalmente, se destaca sólo el impulso que dio Engels para que Marx se dedicara por entero al estudio de la Economía política, pero no se enfatizan sus aportaciones que el propio Marx reconoce, a partir de la etapa temprana de los Anales franco alemanes.

[6] Marx, C. Miseria de la Filosofía. Editorial progreso, Moscú, 1985, p.43.

[7] Marx, C. Contribución a la crítica de la economía política. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1975, p. 9. “Con este esbozo del curso de mis estudios en el terreno de la economía política he querido hacer ver únicamente que mis opiniones, de cualquier manera que se juzguen por otra parte, y aunque  concuerden tan poco con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos y concienzudos estudios. Y al umbral de la ciencia, como a la entrada del infierno, una obligación se impone:

Déjese aquí cuanto sea recelo

Mátese aquí cuanto sea vileza”.

( Dante, La Divina Comedia) (Ibídem, pp. 16 – 17.

[8] Marx, C. El capital. T. 1. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 525.

[9] Ibídem, p. 557.

[10] Marx, C. Carta a  A. W. Bracke, del 5 de mayo de 1875. Marx, Engels. Obras escogidas en un tomo. Editorial progreso, Moscú, p. 328.

[11] Marx, C. Glosas marginales al Programa del Partido obrero alemán. Obras escogidas en un tomo. Editorial progreso, Moscú, p. 330.

[12] Ibídem, p. 331.

[13] Ibídem, pp. 329 – 331.

[14] Ibídem, p. 332.

[15] Ibídem.

[16] Ibídem, p. 333.

[17] Ibídem.

[18] Ibídem, p. 335.

[19] Ibídem, p. 336.

[20] Ibídem.

[21] Ibídem, p. 337.

Programa 141 - Crítica del programa de Gotha (Marx)

Publicado el 3 nov. 2013

Estudiamos este texto de Marx de 1875.

Puedes descargarlo y leerlo:
http://www.marxists.org/espanol/m-e/1...

 

por Prof. Titular consultante Rigoberto Pupo Pupo
Doctor en Filosofía. Doctor en Ciencias.
Pedagogo destacado del siglo XX cubano
Premio Internacional al Mérito histórico, Sociedad de Historia, Geografía y Estadística, NL, 2013
Universidad de La Habana, Cuba
Universidad “José Martí” de Latinoamérica
Multiversidad Mundo Real “Edgar Morin”
rigobertopp3@yahoo.com.mx

 

Ver, además:

 

                      Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo en Letras Uruguay

 

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