Meditación y poesía

Cristina Pizarro

1. Preliminares

El propósito de esta ponencia es seguir indagando en la concepción poética y acerca de los estadíos del proceso creador.

Me aventuro a expresar que se podría delinear un parangón entre los estados de meditación y los de la creación, ya que se podrían establecer algunas coincidencias con la contemplación que permite una observación sensorial y reflexiva para dar a luz una obra.

Asimismo mi postura se inscribe dentro de un marco macrosocial en donde hallamos signos devastadores como las secuelas del odio y de las guerras: el dolor frente al sufrimiento, el hambre, la pauperización.

En un mundo de incertidumbre, miedos y angustias se hace imprescindible contribuir con actos de una ética humanista, productiva, inteligente, es decir, que incluya nuestros aspectos emocionales y racionales, entendiendo que son las dos cara de la misma moneda , y en especial de un corazón que siente y un cuerpo que escucha.

2. Felicidad y búsqueda de la verdad

El logro de la felicidad es el objetivo del ser humano y la búsqueda de la verdad está estrechamente unida a este propósito.

Considero que la meditación produce en las personas una auténtica dicha y me atrevo a hipotetizar que ese estado de plenitud es experimentado también por el poeta en el momento del proceso de su creación.

Soslayo que las prácticas espirituales y las prácticas escriturales no son visiones contrapuestas del mundo, sino enfoques diferentes que apuntan hacia el mismo fin. Mientras que la esencia de las prácticas espirituales, por ejemplo en los monjes budistas, consiste en la investigación de la realidad, la escritura dispone de sus propios métodos acerca de las estructuras del lenguaje y la significación del vasto universo de las palabras para llevar a cabo su consecución.

El diálogo entre la escritura poética y la meditación es una interacción bidireccional, puesto que los escritores podemos servirnos de los descubrimientos realizados por la ciencia para esclarecer nuestra comprensión del mundo en el que vivimos, mientras que las ciencias cognitivas, por su parte, también podrían aprovechar algunas de las comprensiones proporcionadas por la poesía.

Acuerdo con el Dalai Lama, en sostener que “  la ciencia ha acabado convirtiéndose en una de los factores fundamentales del desarrollo humano y planetario del mundo moderno, y las innovaciones realizadas por la ciencia y la técnica han dado origen aun considerable progreso material. Pero al igual  que ocurría con las religiones del pasado, la ciencia no posee todas las respuestas. Por ello, la búsqueda del progreso material a expensas de la satisfacción proporcionada por el desarrollo interno acaba desterrando los valores éticos de nuestra vida. Y ésta es una situación que, considerada a largo plazo, genera infelicidad porque no deja lugar a la justicia y la honestidad en el corazón del ser humano, algo que comienza afectando a los más débiles y genera una gran desigualdad y el consiguiente resentimiento que acaba afectando negativamente a todo el mundo.

El extraordinario impacto  de la ciencia en nuestra sociedad otorga a la religión y a la espiritualidad un papel privilegiado para recordarnos nuestra humanidad. Y, en este sentido, será necesario compensar el progreso material y científico con la responsabilidad que dimana del desarrollo interno.”(Dalai Lama, 2002)

Hace varias décadas que propongo a mis discípulos lo siguiente: “Cuanto más evolucionen la ciencia y la técnica, más necesitamos fortalecer nuestra esencial condición humana.” En mi caso particular, el camino elegido es el de la creación poética con todas sus resonancias.

Sabemos que el odio genera violencia y la falta de discernimiento entorpece la mente y el corazón. El antídoto a estos venenos se basa en el amor, la reflexión y el diálogo que se hallan presentes en el proceso de creación y asimismo en la adecuada recepción constructiva de la obra de arte.

Los principios básicos de una alfabetización emocional estarían apoyados en la búsqueda de equilibrio y de la paz interior teniendo en cuenta que:

* El humanitarismo es esencial para resolver problemas globales

* El amor es el pilar de la paz mundial

* Cada sujeto tiene la responsabilidad de configurar las instituciones en beneficio de las necesidades de la humanidad.

3. Valor de la meditación

Es importante tomar como punto de partida el valor de la meditación como herramienta de la mente y su importancia a la hora de encauzar nuestro desarrollo espiritual, para propiciar el gozo, el sosiego y el amor.

Es preciso determinar que la meditación incluye varios estados meditativos muy definidos y concretos. Existe una amplia variedad de formas de entrenamiento de la mente, cada una de las prácticas meditativas concretas pone en marcha determinadas estrategias atencionales, cognitivas y afectivas.

El budismo dispone de una amplia variedad de técnicas meditativas: la visualización, la concentración en un punto, el estado de apertura, la meditación de la vacuidad, la compasión y la devoción.

La visualización consiste en la elaboración detallada y precisa de la imagen de una deidad budista. En ese proceso uno va creando finalmente la imagen completa hasta que es capaz de mantener en su mente de un modo claro y distinto. Para ello se usan los thangkas tibetanos, telas con representaciones de deidades, que son figuras muy complejas.

La concentración-una técnica meditativa que consiste centrar la atención e un solo objeto- tal vez sea la más básica y universal de todas las prácticas meditativas y aparece, de una forma u otra, en todas las tradiciones espirituales. Para centrar la atención en un punto es preciso dejar de lado los innumerables pensamientos y deseos que revolotean por la mente y operan a modo de distracciones.

El cultivo de la concentración es el método que el budismo tibetano-y también muchos otros sistemas-recomienda a los principiantes, una especie de requisito fundamental para seguir avanzando. Bien podríamos decir, en este sentido, que la concentración es la forma básica de adiestramiento de la mente y que pose muchas aplicaciones fuera del campo de la espiritualidad.

El estado de apertura es un estado despojado de pensamientos en el que la mente permanece abierta, inmensa y consciente, sin ningún tipo de actividad mental intencional. Se trata de una presencia de presencia abierta y sin distracciones en la que la mente no se centra en nada. Tal vez, en ese estado, aparezcan algunos pensamientos débiles, pero no se articulan en largas cadenas, sino que simplemente acaban desvaneciéndose.

La meditación de la vacuidad consiste en cultivar la certeza y la confianza profunda de que no hay nada que pueda desestabilizar la mente, un estado decidido, firme e incuestionable en el que, ocurra lo que ocurra”no existe nada que ganar ni nada que perder”

En la meditación devocional la atención en el maestro desempeña un papel fundamental, donde el discípulo evoca mentalmente una profunda sensación de gratitud hacia sus maestros y, sobre todo, hacia las cualidades que éstos encarnan.

La meditación de la compasión se centra en la bondad del maestro. Para generar el amor y la compasión es imprescindible evocar el sufrimiento y alcanzar la felicidad. A ello precisamente apunta la idea de permitir que sólo haya amor y compasión en la mente de todos los seres, tanto amigos como seres queridos, desconocidos y hasta enemigos. Se trata de generar una cualidad amorosa de compasión sin objeto que no excluya a nadie y de permitir que acabe impregnando la totalidad de nuestra mente.

4. Meditación y poesía

A modo de ejemplo, intentaré trazar algunas características que intuyo están asociadas al proceso creador.

El estado de apertura se correspondería con la chispa (eros) que genera la necesidad de crear algo, desde un plano onírico o inconsciente.

La concentración en un punto sería la capacidad de detener la actividad mental para fijarla en un punto de atención, por ejemplo, la actividad lingüística, el oficio con la palabra, las estructuras sintácticas y de pensamiento.

La visualización se asocia a la evocación, la memoria, el pensamiento en escenas, la representación y la simbolización.

La vacuidad se pone de manifiesto en la entrega total con el acto de escritura.

La devoción se patentiza en la admiración a los maestros a través de la lectura.

La compasión sería la aptitud de irradiar amor y compasión a la humanidad.

Si bien consideramos que meditación y poesía se definen por una singularidad propia de cada una de ellas, me importa destacar que las similitudes se deben rastrear en el interior de cada estado-como si tratáramos de hallar un equivalente debajo de la piel-.

Me parece oportuno señalar que mientras en la meditación no hay producto, en la poesía, desde lo etimológico, estamos aludiendo a un hacer.

5. Hacia un corpus testimonial

Es muy difícil determinar cuál es el estado meditativo por el que se está atravesando y cuáles actividades mentales se ponen en marcha en cada una.

Si bien es posible realizar investigaciones en el campo de la neurociencia para conocer la activad del cerebro mediante la resonancia magnética nuclear y el electroencefalograma, mi propósito sólo es indagar en las experiencias  en el proceso creador de algunas personas que, según  mi opinión, exhiben ciertas cualidades humanas.

De la misma manera que en la dimensión artística del autor se van trasuntando cambios, modificaciones en virtud del porvenir, también en el efecto estético, percibido por el receptor de la obras se podrían vislumbrar transformaciones que lo inciten a transitar un camino de felicidad y plenitud.

Las cualidades de los sujetos serían las siguientes:

·Personas que emanan una sensación de bondad, una cualidad que los demás pueden llegar a advertir. Y no se trata de una cualidad difusa o de un aura afectuosa, sino que es un reflejo claro del verdadero estado de la persona. No se corresponde en absoluto con el criterio del carisma. Son personas que evidencian una transparencia entre la vida pública y la vida personal.

·La segunda de esas cualidades es la falta de interés personal, ya que las personas “extraordinarias”muestran una gran despreocupación por el status, la fama y el ego. Son personas a las que no les preocupa el reconocimiento de su posición o de su importancia. Su falta de egoísmo es psicológicamente muy notable.

·La tercera cualidad es una presencia personal que los demás encuentran nutricia. Son personas con las que los demás quieren estar porque con ellos se sienten a gusto, aunque no sepan explicar bien por qué.

·Por último, los individuos extraordinarios poseen una asombrada capacidad de atención y de concentración

Estimo oportuno reflexionar acerca de lo siguiente:

Si la meditación provoca cambios muy reales en el cerebro y en el cuerpo de los practicantes provocando un estado de dicha plena, ¿de qué manera la creación poética produce en el ser la felicidad?

6. Testimonios

Cris querida :

He leído con atención y una alegría saltarina dentro  ..., esto que has escrito sobre : MEDITACIÓN Y POESÍA. Es evidente tu formación, tu experiencia, tu intuición y tu innato ser curioso y agudo, creativo y pleno de bondad en este "ensayo" con fundamentos, con hipótesis, y con tus cuatro puntos finales.

     Los talentos que trajiste... fluyen.

     Gracias por compartirme todo esto.

En cuanto a  mi propia reflexión sobre  lo que me ocurre con la creación poética..., no puedo ser tan clara y fundamentada, como lo sos vos.

Me cuesta explicarlo... Haré el intento.

La meditación, para mí, se abreva en la vida misma, sentida como una flor abriéndose permanentemente, sin descartar su muerte y su renacer, como así también  en lecturas y vivencias a través de otros medios y de algunas personas, sobre Oriente y Occidente  Sé que la meditación ha sido uno de los ejes fundamentales (inmutable y mutable siempre) en cuanto a mi experiencia con la creación poética.

Estoy de acuerdo con Cristina Pizarro en cuanto a que "el logro de la felicidad es el objetivo del ser humano y la búsqueda de la verdad está estrechamente unida a este propósito." Y con  su consideración de que "la meditación produce en las personas una auténtica dicha", como  con su hipótesis de que "ese estado de plenitud es experimentado también por el poeta en el momento del proceso de su creación".  Desde la niñez o preadolescencia..., escribo y medito. Pero no son dos "acciones"... ( como  modo de decirlo de alguna manera..)  que vayan siempre juntas o seguidas. Es decir, a veces una desencadena a la otra o viceversa, en lo inmediato. Otras veces, no. Sin embargo, estoy convencida de que, en mi caso, la creación poética, con su expresión estética y metafísica, tiene mucho que ver con  ese estado de plenitud espiritual, de  comunión con los demás y con uno mismo, con lo percibido por los sentidos  y  más allá de ellos y con el sentirse Uno con el Cosmos, y el Todo en uno, con el  experimentar la indescriptible paz y fortaleza en la Luz Divina, de ella en mí . De Dios en un sentido amplio y muy profundo.

Las palabras se van alineando en versos..., como al dictado de una voz interna no consciente, en muchas oportunidades. Y me ocurre que al leer lo escrito lo siento  y "comprendo" más con el "corazón que con la "mente",. o con ambos al mismo tiempo - aunque no sea una expresión "ajustada" a lo que los especialistas que estudian este proceso usarían.  Hay una necesidad de darlo, de compartirlo, de entregarlo a los demás. Hay algo como urgente  por un lado y de paz gozosa que busca no quedarse en el "ego" humano, que me impulsa a expresarme poéticamente y a "compartirlo". Soy consciente de que "el amor y la compasión " ( budista, cristiana, universal...) son , en mi caso, en mi experiencia con la creación poética, alfa y omega en ese proceso de sentir la vida como una flor abriéndose permanentemente en el eterno misterio de los ciclos y de la experiencia del instante. De sentir el latido diferente del tiempo como seres humanos.

Cecilia Glanzmann  (02 - 03- 2005)

Querida Cristina

Te envío unas líneas sobre lo que me despertó tu escrito sobre Meditación y Poesía. Valoro enormemente tu capacidad y tu don de gente.

Espero tus comentarios

Un beso grande

Graciela Licciardi

Algunos Pareceres

El que se precie de gozar en el placer no puede pasar por alto la propuesta a la que nos lleva Cristina Pizarro sobre Meditación y Poesía. Nos podemos preguntar aquellos que, precisamente, tenemos la dicha de poder escribir, cuánto de meditación y cuánto de acción hay en nuestro quehacer espiritual, en el momento de la creación poética. Las observaciones que nos formula Cristina son harto interesantes porque en ellas nos plantea esa interacción entre ambas y entonces quisiera dar mi parecer como poeta,  desde lo meramente intuitivo que me motivó el artículo de Cristina, talentosa poeta y trabajadora incansable, siempre buceando en los vericuetos intrincados de la mente y el espíritu. Cuando Cristina habla del desarrollo interno lo llevo a lo espiritual y luego éste al desarrollo en la creación escritural donde siempre, e indefectiblemente, a mi parecer, hubo un trabajo previo, e interior, en estado de suspensión, diría yo, ya que hubo que elevarse a estadios superiores para desprenderse de la chatura del consumismo, de la diaria maldad, del hartazgo personal o tal vez de los embates psicológicos a los que somos sometidos constantemente. El poeta entonces resiste a este cúmulo de cuestiones, comienza esa “alfabetización emocional” como bien lo llama Cristina, término que me impactó mucho y con ese “dar”, esa humanización, ese concientizarse con el dolor del hombre, comienza su creación. Cuando Cristina nos señala las diferentes técnicas de meditación como lo son la visualización, la concentración en un punto, el estado de apertura, la meditación de la vacuidad, la compasión y la devoción, a mi modo de ver como poeta, comencé a hacer un parangón con estos temas y reflexionaba lo siguiente:

¿ Acaso en el momento de concebir un poema no visualizamos primero aquello que luego volcaremos en el papel? ¿ no centramos nuestra atención en el objeto-palabra que ha de ser utilizada, dado que hay una elección suscinta y concienzuda de cada una de ellas?. No olvidemos que la poesía es síntesis pura.

También me preguntaba: ¿los poetas, no nos dejamos fluir en ese estado de apertura que nos lleva a sentirnos libres, sin nada que ganar ni nada que perder como nos citaba Cristina?

¿Y acaso, no nos gozamos con quienes fueron nuestros maestros en las letras?

Y seguían fluyendo las preguntas: ¿en el momento de la creación poética, no surge el amor compasivo con que nos relacionamos con el mundo y lo expresamos en la palabra escrita a modo de zanjar las diferencias que nos producen dolor? ¿ y esto, entonces, a los poetas no nos hace más felices?

La propuesta de Cristina Pizarro me movilizó grandemente y me adhiero a sus afirmaciones porque sé que ellas están respaldadas por el gran amor con que imprime todo lo que emprende: poética, literaria y sobre todo a nivel humanístico.

Graciela Licciardi

Sí, por supuesto que me quiero sumar, fundamentalmente porque descubro en tu ponencia un trabajo de un nivel académico y, sobre todo humano -cosa que admiramos en vos los que te conocemos- excepcional.

Sería maravilloso poder llegar o "rozar" siquiera esa profundidad emocional que transforma la poesía en texto mágico, muchas veces balsámico, otras en eficiente revelador de las miserias humanas que no son pocas, por cierto, y a las que todos estamos sometidos.

Graciela Bucci

Cristina Pizarro
Buenos Aires, 24 de febrero de 2004

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