Crisálida
Cristina Pizarro 

A Edith Casinellizo

Cuentan las siemprevivas de mis cestos perfumados:

 

Despojada de esa muralla inexpugnable,

como una valquiria me arrojé al navío.

La orilla de mi cuerpo

hechizó a un marinero lascivo.

 

Dónde estará aquella boca salvaje

que cercenó los nubarrones de mi pecho aciago.

 

Las lanzas clamaron al mar.

El velamen  áureo floreció sobre las olas.

 

En la danza macabra,

irradié dones por el Gólgota.

Y escondida detrás de un guijarro tenebroso,

me sumergí  con prisa,

en una fuente de hidromiel.

Cristina Pizarro
De Jacarandaes en celo (2003)

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