Amigos protectores de Letras-Uruguay

El Río Almendares y la creación de la ciudad más importante de Cuba
Carlos Pildain Alfonso 
carlos.pildain@gmail.com
 

1.Un poco de historia

2.El Bosque de La Habana

3.El río

4. Influencia del río en la expansión de La Habana

5. Vento y río Cristal como el río cambia el nombre

 

Es una recopilación de datos históricos y de interés general que muestran la importancia del Río Almendares en la fundación de la actual Ciudad de La Habana, Capital de Cuba.  

El origen del nombre del río Almendares proviene de un Obispo nombrado Almendaris que había llegado a Cuba gravemente enfermo y lo llevaron a residir al lugar conocido hoy Puentes Grandes, bañado por el río La Chorrera, así llamado por unas pequeñas cascadas o caídas de agua allí existente.

Este antiguo río La Chorrera tomo el nombre de río Almendares por la permanencia del obispo de mareas en las márgenes de dicha corriente fluvial Juventud Rebelde (domingo 21-3-2004).

El habanero se olvida a menudo del Almendares. El vedado nunca lo reconoció como parte suya. Sin embargo, ese río es uno de los símbolos de la ciudad de la Habana y parte entrañable de su identidad.

El Almendares ha sido vital para la Habana cuando la villa primitiva salió de la costa sur  y vino a la del norte, encontró asiento en sus inmediaciones juntamente en la chorrera.

El río fue uno de los caminos hacia el interior de la campiña habanera y en sus inmediaciones proliferaron vegas de tabaco, haciendas y cortes en madera, ingenios azucareros y otras industrias que contribuyeron  a fomentar las riquezas de la Habana de ayer y de anteayer. Dio su agua a la ciudad.

Desde el Almendares llegó el agua gracias a la Zanja Real que empezó a construirse en 1566 y se terminó en 1592, en sus comienzos la obra estuvo a cargo de Francisco de Calona maestro mayor de la Fortaleza de la Real Fuerza pero a partir de 1589 la construcción se confió al ingeniero romano Juan Bautista Antonelli, el mismo de los  castillos del Morro y de la Punta y a su sobrino, el también ingeniero Cristóbal de la Roda.

El agua corría desde el sitio donde se represaba hasta lo que después fue la Plaza de la Catedral. Pasaba cerca del camino de San Antonio Chiquito y al pie de la Loma de Arostegui – Castillo del Príncipe, seguía por la Calle Zanja hasta Villanueva y por la calle Dragones hasta Monserrate buscaba la esquina de Teniente Rey y Compostela y luego las esquinas de Obispo y Habana y O`Reilly y Aguiar y llegaba al Callejón del ahorro donde los vecinos la tomaban del boquerón abierto en un muro.

La Zanja descargaba 70 000 m cúbicos de agua diarios y de ellos 20 000 eran los que recibía la ciudad pues el resto quedaba en el camino para el regadío de los campos adyacentes.

Durante 243 años (1592-1835) fue la Zanja Real el único acueducto que abasteció a la Ciudad de La Habana y todavía está en uso, trayendo agua para regadío y fines industriales, por lo que lleva más de 370 años de servicio a la ciudad. Escribía el Historiador Emilio Roig en  1964.  

Un poco de historia

En 1926 el entonces presidente de la república coronel Laredo Brú pensó cercar a orillas del Amendares, unos terrenos para dedicarlos a levantar en ellos el bosque que el rango y las necesidades de la Habana  demandaban. Los terrenos escogidos por el presidente pertenecían a cinco propietarios, los señores: Miguel Kohly, José López Serrano, Antonio Soto Castellano y las señoras viudas de Mendoza y de Kohly. Se iniciaron los trámites de expropiación forzosa, y en tanto, el Estado pasó a ser propietario una cantidad en concepto de alquiler de los terrenos pendiente de expropiación. Considerándolos ya suyos abrió carreteras, construyó puentes, levantó edificaciones, una ermita entre ellos, trazó veredas para caballos… Una vez terminadas las obras en el Bosque, este fue abierto al público.

Esto último sucedió exactamente el 10 de Octubre de 1937. No pasó mucho tiempo sin que el bello y sano rincón se colmara de gente que iba allí a pasear o a merendar bajo la fresca sombra de los árboles. Pero esto no iba a durar mucho tiempo, los sucesivos gobiernos fueron abandonando el Bosque de la Habana a su suerte como si la suerte que le hubiera deparado el Presidente Laredo Brú fuera la de dar nuevo valor a aquellos terrenos para luego devolverlos a sus propietarios. Primero faltó la vigilancia adecuada en aquellos lugares como para forzar a las personas decentes a no frecuentar el Bosque. Luego el expediente de expropiación forzosa se extravió en no se sabe que oficina del Estado o cuando menos alguien tuvo la suficiente influencia para que sus trámites se dilataran meses y años.

El gobierno dejó de pagar los alquileres a los propietarios de los terrenos que constituyen el Bosque, estos presentaron la oportuna reclamación ante los Tribunales de Justicia, y se ordenó la restitución del Bosque de la Habana a sus legítimos propietarios. Hubiera sido para estos un excelente negocio, habían entregado al estado cubano unos terrenos incultos poblados de maleza, pura manigua y tras estar cobrando los pertinentes alquileres durante unos años, recibían los mismos terrenos surcados de carreteras, caminos y un puente, con varias edificaciones; un total de más de un millón  de pesos invertidos en mejorar aquellas tierras que el Estado hubiera podido rescatar para él, es decir para el pueblo cubano por unos trescientos mil pesos, que era lo que debía pagarse por estos terrenos al acuerdo con el amurallamiento que de los mismos habían hecho sus propietarios. Lo que se dice, un estupendo negocio.

Pocos días después de la sentencia de los tribunales, el Bosque comenzó a dejar de ser de la Habana para volver a ser de los señores Castellanos, Kohly, etc. Montones de piedras obstruyeron las carreteras construidas por el Estado, cartelones prohibiendo el paso cerraron sus caminos “cerrando el paso en cumplimento de la resolución judicial”. O aquel otro tan pintoresco en su revolucionaria ortografía que debieran sonrojar a sus propietarios “Residencia privada. Se prohíbe pasar”.

Hasta la ermita, cuya imagen de la Virgen de la Caridad fue donada por la señora de Laredo Brú, ha sido cercada por el propietario Kohly, que de esta manera se quedó con la capillita y con la imagen.  

El Bosque de La Habana.

La idea de construir un gran parque a orillas del Almendares se manejó por primera vez en 1912. La iniciativa la lanzó el publicista Carlos de Velasco en su en su revista Cuba contemporánea. Esa sugerencia no cayó en el vacío y cuando afines de los años 20 el Presidente Machado invitó a Cuba a Jean Claude Nicolás Forestier,  entonces conservador de los Parques de París, a fin que luciera las recomendaciones pertinentes para dotar a la Habana de una apariencia moderna y profesional, el urbanista francés concibió la creación de un Gran Parque Nacional que tendría el Almendares y el verde de sus inmediaciones como protagonistas esenciales.

El ambicioso proyecto de Forestier se asentaría sobre más 2010 hectáreas y sus límites aproximados eran el Cementerio de Colón, el Vedado y el Reparto Coolí, al norte el río Orengo, al sur el Jockey Club y las costaneras del Almendares, al este y al oeste los repartos Arday, Los Pinos, Miraflores y La Víbora. Nada se avanzó en esto hasta 1936 cuando la sociedad de Amigos de la ciudad inició una fuerte campaña a favor del Bosque de La Habana, con menos extensión  que el del urbanista francés pero que tal vez sería de todas formas el mayor parque del mundo, pues  se extendía a ambas márgenes del Almendares desde la desembocadura hasta los manantiales de vento. Abarcaría desde detrás del Cementerio, todo lo que es Nuevo Vedado y llegaría a los terrenos que ocupa la Plaza de la Revolución donde estaba entonces la Ermita de los catalanes.

Aunque los trabajos se iniciaron el 1937 impulsados por un decreto del Presidente Laredo Bru, poco se hizo y el gigantesco proyecto se dedujo a algo más de 100 hectáreas.  Cuando triunfa la Revolución la margen derecha del río se había convertido ya en una gran zona residencial y daba espacio a importantes edificios públicos. Resultaba imposible entonces la ejecución del Bosque de La Habana, pero aún así  el gobierno revolucionario se empeñó en 1960 en la creación del Parque Almendares.

Abarcaría una larga faja de la rivera oeste del río, desde la desembocadura hasta los Jardines de la Tropical con merenderos un parque infantil e instalaciones sencillas al aire libre concentrado todo en lo fundamental bajo el puente, que une el Vedado con Marianao y que se construyó en 1909 y se remodeló en los años 40.

Los solares

Frente al Parque Almendares fueron adquiridos por Lorenzo S. Sarmón.

En este año que acaba de terminar ( 1921) se realizaron ventas por valor de 250 000 pesos en nuestros repartos Altura del Río Almendares, Buen Retiro, etc.

Compradores

El Señor Conde del Rivero, Señor Álvaro Ledón, Señor Octavio Arocha y muchos más. Casi todos estos compradores se encontraban construyendo sus casas.

En la hermosa esquina formada por la Ave. De la Paz y América se levantará la magnífica residencia, estilo vazco del Señor Conde del Rivero y cuyo inicio será en la presente quincena… diario de La Marina 13 de Febrero de 1922.

Pasado Vento y Río Cristal, llegamos a una zona industrial donde el río cobra mayor importancia desde el punto de vista económico pues da lugar  a numerosas  industrias que surgieron en sus márgenes, aprovechando sus aguas algunas veces para generar corriente y otras para utilizarlas en las propias industrias.

En 1847 se estableció  en la  zona de Puentes Grandes, junto al río, La Papelera Cubana, que utilizaba sus aguas en la fábrica.

En 1888 se levanto junto al Almendares la cervecería la Tropical que aprovechaba las aguas del río en la confección del producto. Mucho después y bajo las mismas características surgió la Polar. Las dos cervecerías empleaban exclusivamente, el agua que les venía directamente de los acueductos de Vento y Marianao.

Pasado el puente de la calle 23 y hacía el mar nos encontramos con los astilleros y las areneras.  

El Puente

El Puente del Río Almendares fue construido por los señores Champion y Pascual.

Al acto de recepción asistieron el gobernador general Aubert,  los señores consejeros, el secretario del gobierno Sr. Barreras, el gobernador Sr. Ernesto  López y Balaguer  y los ingenieros de las provincias, los contratistas  de la obra, representantes de la prensa, numeroso público que se felicitaba por la mejora que para el tránsito representa el puente.

Las obras de construcción del puente empezaron el 1ro de diciembre de 1908 y terminaron el 15 de julio de 1910.El ingeniero autor del proyecto fue Mr. Barclay de New Cork; los contratistas fueron los Sres. Champion y Pascual de está ciudad.

El costo de la  ejecución  material del puente $ 217 106.88.

Dimensiones largo 703 pies(214, 27m)ancho ,total 44 pies y 6 pulgadas(13,56m)

Por este puente existió el proyecto de una doble vía de tranvías que enlazaría La Habana con Columbia, Mariano y Puentes  Grandes.Por parte del Gobierno  Provincial han intervenido en los trabajos y teniendo la supervisión de los mismos, los ingenieros, Sres. Francisco Franquiz, Director de Obras Públicas provinciales y el Sr. J. A. Cosculluela, ingeniero auxiliar del departamento.

Hasta entonces el cruce por el río era muy engorroso, pues era un puente colgante que consistía en un pasaje de tablas de un metro de ancho, por donde pasan los peatones “ en medio de una impresinante tembladera”.  El llamado “bongo” servía para transportar de un lado a otro los coches y otros carruajes.  Es apreciable las ventajas que ofrecía para toda la región cuya única vía de comunicación Este-Oeste eran los Puentes Grandes.  

El río

Los habaneros que a diario cruzaban el puente de 23 sobre el Almendares  y miran displicentemente a uno y otro lado del mismo quizás no piensen en el conjunto de actividades, trabajos y luchas que se han desarrollado alrededor del río en sus cuatro siglos de historia cubana.

Fue Pánfilo de Narváez y su equipo los primeros europeos que vieron el río Almendares, en aquellos lejanos días de comienzo de siglo XVI.

Los ríos han sido por lo general asentamiento de las primeras comunidades humanas. La China junto al Yang-Tsé, Egipto junto al Nilo, la India junto al Ganges. Grandes ciudades como París, Buenos Aires, New  Cork,  Londres  se fundaron junto al río o  a lugares cercanos a ellos. Si el asentamiento se hacia junto a una bahía se escogía  aquella que no tuviese muy lejano el río, porque este sería, no solo la fuente de aprovisionamiento de agua, sino también el vehículo de penetración al interior de la región.

El emplazamiento de la Habana en la costa Norte es un ejemplo de ese proceso. Ya sabemos  como esta se estableció primeramente al  Sur, en la desembocadura de un río que aún no se ha podido determinar cual fue, aunque se sabe que tuvo lugar en la zona comprendida entre Rosario y Batabanó.  De este lugar por lo malsano la población se traslado a una hacienda que tenía el colono Juan Rojas junto al Almendares, donde se había establecido un grupo de españoles con sus indios encomendados.

Después la habana paso definitivamente al este de la Bahía de Carenas. La Bahía presentaba la ventaja de la cercanía a las costas de tierra firme y por estar en ese camino fue pronto lugar de llegada de las flotas y galeones que iban para España. Pero el río estaba cerca de ahí por las leguas de distancia. Todo esto sucedió alrededor de 1519-1520.

Origen y curso del río

El Almendares comenzó a formarse hace alrededor de doce millones de años, según cálculos y estudios de geólogos y profesores cubanos y extranjeros; el río tiene una extensión de 38km y se origina principalmente en las lomas de Tapaste, sobre todo en la Peregrina y la del Gallo de las que  bajan numerosos arroyos y cañadas que dan inicio a un caudal. El curso del río es de Este a Oeste y corre a lo largo del gran sinclinal que se encuentra casi al centro y un poco al norte de la provincia de La Habana. Al llegar a la zona de Vento  se dirige al Norte para desaguar al Oeste de la Bahía de la Habana. Las rocas de la cuenca son calizas correspondientes al período geológico del Pos-Mioceno.

El río se  encuentra en la etapa de la madurez, como lo demuestra los meandros de su cauce, que se puede observar perfectamente en la zona de Managua a Calabazar. Lo mismo puede comprobarse en el tramo de la antigua cervecería Polar en la desembocadura.

Hay algunas partes del río que se han rejuvenecido recomenzando una etapa de mayor actividad en sus aguas y en que la erosión vertical se hace más notable. Este “rejuvenecimiento” es producto del levantamiento de los estragos rocosos de la región por movimientos tectónicos que tuvieron lugar en etapas geológicas anteriores.

En los planos aluviales formados por  inundaciones en que el material terreo se ha ido acumulando por milenios, hay algún doblamiento. Son agentes que han vivido del río, realizando diferentes labores de pesca, siembra y transporte. La zona en que está enclavado el Parque Almendares es precisamente un gran plano fluvial formado por deposición.

Debajo de la Cuenca del Almendares hay un gran caudal de agua  subterránea que corre también de Este a Oeste, se mueve formando numerosos raudales. Está agua es de gran calidad  y su temperatura media es de 25.5 C es constante lo que demuestra que no recibe filtraciones de aguas superficiales garantizando su pureza. Algunos manantiales que existen en la zona de Calabazar proceden de estas aguas subterráneas.  

Influencia del río en la expansión de La Habana

 

En los primeros tiempos del doblamiento de la habana del SXVI, la Habana se fue expansionando hacia la campiña siguiendo la línea del Almendares. El río facilito el desarrollo de las estancias, huertos, vegas, y también de los primeros trapiches de aguas alrededor de 1560-1570. Por eso una de las más antiguas zonas azucareras de Cuba es está región del Almendares.  El central Manuel Martínez  Prieto (antiguo Toledo) es un resto de aquel proceso.

Calabazar de la Habana es un pueblo cuyo origen también está ligado al río y surgió en ese proceso expansivo de que hemos hablado. En la segunda mitad del SXVI aproximadamente, se establecieron en esa región unas casas para baño a donde solía acudir la gente de la Habana durante el verano, huyendo del calor y del barullo de la ciudad ya en dicha época existía, sin embargo, una hacienda con ese nombre.

Calabazar surge, en aquellos días como una especie de estación de verano. En el año 98 el pueblo de  Calabazar contaba con  cerca de 8000 habitantes dos fábricas de tejidos, una de papel, cuatro tejares y una cooperativa de pequeños fabricantes de calzado.

Grandes zonas de las márgenes del río se dedican a la siembra de hortalizas. Los labriegos regaban las plantas extrayendo, de unas zanjas artificiales del Almendares que llegaba hasta ellos por medio de bombeo. En la Habana primitiva los habitantes tenían una gran escasez de agua pues está había que traerla en barriles del río o almacenar las procedentes de las lluvias en grandes aljibes.

La necesidad del aprovisionamiento de agua para los buques anclados en la bahía y la carencia del líquido para los habitantes de la ciudad determino que el Cabildo de diciembre de 1962 acordase convocar a los vecinos para la construcción de una zanja. Al principio sacaron la obra a subasta y los primeros trabajos fueron realizados por particulares, pero después fue terminado oficialmente por el gobierno de Juan Tejeda en ese mismo año. Para llevar a cabo dicha obra se levanto una represa que detenía la corriente del río haciendo subir el agua en el cauce y vertiéndola en la zanja. Las crónicas de la época decían que el agua era “bastante gruesa, pero curada de vasijas de madera o barro se hacia delgada y buena”.  

Vento y río Cristal como el río cambia el nombre

Inmediatamente después de Calabazar lo más interesante es la zona de vento donde el río comienza su recorrido hacía el norte, en busca del mar. Ahí se encuentran manantiales de finísimas aguas dichas aguas se almacenan  en la famosa Taza de Vento y es conducida después por gravedad a través de canales y de gruesa tubería hasta la ciudad. Este es el famoso Acueducto de Albear, construido por el ingeniero Fransisoc  de Albear y cuyas obras fueron terminadas definitivamente en 1893. El acueducto es una notable obra de Ingeniería Hidráulica. Impresiona sobre manera la solides y fortaleza de la construcción. El canal y los gruesos tubos conductores cruzan por debajo del río a través de un amplio túnel. Parte de la Habana aún se surte de está agua. Un poco más allá de Vento está Río Cristal un antiguo restaurante campestre construido en un viejo barracón de esclavos y que fue  totalmente remozado y embellecido.

En la zona de Loma de Tierra  los vecinos al río le llaman Jicotea y en la región de Managua los vecinos de la localidad afirman  que  el río que se contempla era la Chorrera pues el Almendares “queda para allá”, es decir en la Habana.  Esto hace recordar que el nombre de Casiguaguas que eran como lo llamaban nuestros aborígenes, Alejandro de Humbolt  en su obra “Ensayo Político sobre la Isla de Cuba” lo denomina “Río Almendares” o “Chorrera”

En viaje hacia el mar

Ya al final de la desembocadura y como una antigua reliquia existe un fuertecillo que todos los habaneros conocen como la “Chorrera”, fue construido en los tiempos del gobernador Álvaro de Luna por temor a un ataque  de la escuadra Holandesa. El pequeño fuerte tiene 80 pies cuadrados de base y cuarenta de altura y en esa época estaba artillado con 11 cañones; seis podían disparar desde una altura de 20 pies y cinco lo hacían desde la parte de arriba. Está rodeado de un foso y se penetra en el a través de un puente levadizo su verdadero nombre es el de Santa Dorotea de de Luna.

Al final de su viaje hacia el mar, el río es una gran belleza y se desliza suavemente. Es también la zona más urbanizada  la ciudad lo ha ido abrazando armoniosamente en su crecimiento.

De aquel fuerte y caudaloso Chorrera como decían nuestros primeros cronistas queda el apacible y pintoresco Almendares cargado de la larga  historia habanera. Ha sido a través del tiempo, como un mudo testigo de grandes cambios sociales, desde los duros días de la colonia y la esclavitud hasta el feliz presente.

En 1544 el gobernador de la Isla, Juan Dávila, pedía autorización al rey de España para llevar las aguas de La Chorrera hasta la naciente ciudad. Luego de 33 años se terminaba la Zanja Real, considerada el más antiguo acueducto de América Latina, aunque no es hasta 1592 que el ingeniero Juan Bautista de Antonelli, famoso constructor del Morro, completa la represa del Husillo para encauzar las aguas por esa zanja que abastecería a La Habana durante 243 años. Otros cuatro acueductos se sumarían para satisfacer las necesidades de expansión y desarrollo urbanos: el Fernando VII y el de Vento, construidos en 1835 y 1859 respectivamente; el del puente de Calabazar y la nombrada Nueva Taza de Vento, que empezó a prestar servicios en 1926.

Durante todo ese tiempo las márgenes del río fueron deforestadas para construir fábricas y embalses. Así, la industria que creció a su sombra, se convirtió en su sombra. La sociedad pagó al Almendares haciéndolo casi irrespirable. De sus márgenes se tomaron muestras de bambú para el bombillo incandescente de Edison, uno de los más trascendentales sucesos de la ciencia moderna.   

Autor:

Lic. Carlos Pildain Alfonso

carlos.pildain@gmail.com  

Fecha de nacimiento 1977

Licenciado en  Psicología en la Universidad de La Habana, Consultor Empresarial y Publicista. 

País de residencia: Estados Unidos de América.

Cuba, Ciudad de La Habana  

Ir a índice de América

Ir a índice de Pildain Alfonso, Carlos

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio