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Las ciudades, otra baja colateral de la guerra moderna
Linet Perera Negrin
linetp@granma.cu

 
 

Precisamente, muchos arquitectos, escritores e historiadores crearon un término para identificar este fenómeno: urbicidio. Una palabra, quizás desconocida para muchos, pero que refleja cómo las urbes forman parte del campo de batalla y no pueden ya ser consideradas refugios seguros durante las guerras o enfrentamientos

El progresivo perfeccionamiento de la tecnología de guerra ha hecho que los conflictos bélicos se vuelvan cada vez más peligrosos no solo para las personas, sino también para las ciudades. Estas últimas, en la mayoría de los casos, se convierten en el centro de  las estrategias militares. Si a ello sumamos que en la actualidad se desarrollan en el mundo varios conflictos, tendremos como resultado territorios totalmente devastados.

El ataque aéreo con bombarderos, cazas o drones, además de la incursión de fuerzas terrestres, ha amplificado el poder destructivo de las acciones dirigidas contra las ciudades.

Asimismo, la infraestructura urbanística queda en ruinas y se pierden los sistemas de organización existentes antes del comienzo de las guerras con la eliminación del acceso normal a los alimentos, las medicinas, el agua o los servicios básicos para la población, sin olvidar el riesgo enorme que representa para la vida de sus habitantes.

Precisamente, muchos arquitectos, escritores e historiadores crearon un término para identificar este fenómeno: urbicidio. Una palabra, quizás desconocida para muchos, pero que refleja cómo las urbes forman parte del campo de batalla y no pueden ya ser consideradas refugios seguros durante las guerras o enfrentamientos.

La palabra proviene del latín, urbs, ciudad y caedere, cortar, asesinar. El término fue utilizado por primera vez por el autor Michael Moorcock en 1963.

Más tarde otros especialistas lo emplearon en la década de los 60 al abordar la reestructuración urbana en esos años en los Estados Unidos

Aunque, no es hasta la década de los 90, a raíz de la destrucción de Sarajevo en la guerra de Bosnia entre 1992 y 1995, cuando el término adquiere un uso más común.

Desde ese momento, la palabra urbicidio entró en el vocabulario para indicar lo que se define como una estrategia anticiudad que caracteriza a las nuevas guerras, y que sirve para explicar las acciones violentas y destructivas para dañar la infraestructura.

Alrededor del mundo abundan los lugares destruidos por la guerra, los enfrentamientos entre grupos o las luchas internas. Sin embargo, muchos analistas coinciden en que Beirut, Homs y Palestina son ejemplos donde las huellas son más visibles. 

BEIRUT 

Beirut, la capital del Líbano, fue víctima del urbicidio en dos periodos. Primero, durante la guerra civil de 1975-1991 en el Líbano, cuando gran parte de sus edificios fueron asolados.  Además de la destrucción de la zona de la capital, el conflicto mató a 200 mil personas.

Ser considerada objetivo de guerra en aquel tiempo provocó la pérdida de inmuebles de servicios sociales básicos; hoteles famosos como el  Kantari, Ayn el Mreisse y Minet el Hosn; símbolos culturales y el Museo y la Biblioteca Nacional.

Años más tarde, en el 2006, unos bombardeos israelíes vuelven a colocar a Beirut como centro de los ataques reduciéndola a ruinas. Las imágenes de aquella época revelaron barrios y edificios fantasmas, calles en llamas, inmensos cráteres, inmuebles aplastados y casas demolidas.

Al final solo quedó un país con sus principales infraestructuras bajo escombros, provocando el desplazamiento de sus habitantes. 

Homs 

Tras la firma de un acuerdo entre el Ejército sirio y los rebeldes, luego de meses de ataques, de bombas, de enfrentamientos entre ambos bandos y cientos de muertos, miles de sirios regresaron a Homs para encontrarse una ciudad perdida bajo los escombros.

El conflicto cobró la vida de nueve mil personas y cerca de 30 mil  buscaron refugio en otros países.

Homs sufrió masivos bombardeos y el entorno urbano fue violentamente atacado, como el barrio de Baba Amr, “completamente devastado”, según describió Valerie Amos, secretaria general adjunta de Asuntos Humanitarios de la ONU.

Human Rights Watch denunció la devastación generalizada con la publicación de imágenes satelitales en las que se observan 640 edificios con daños visibles.

La realidad era penosa: edificios públicos, hospitales y viviendas  perdidos, así como otros lugares donde solo quedaron paredes marcadas por señales de impacto de artillería. 

PALESTINA 

Quizás uno de los ejemplos más evidentes es el caso de Palestina, bajo el asedio continuo de Israel, los ataques de diferentes grupos y la constante represión contra los palestinos por parte del gobierno israelí.

Para Stuart Reigeluth, miembro del Consejo para las Relaciones Europeo-Palestinas (CEPR), “la mayor destrucción de áreas urbanas ha tenido lugar en la Franja de Gaza”. Esto ha dejado barrios enteros en ruinas, como Izbet Abd Raboo, en la parte oriental de la ciudad de Gaza.

Reigeluth  agregó que Israel ha atacado también grandes zonas agrícolas. Además ha desalojado  casas de familias y edificios de las áreas urbanas de Cisjordania y Jerusalén.

Durante la invasión de  Nablús, Ramalah y Hebrón se paralizaron sistemáticamente los suministros, las comunicaciones, los hospitales y otras infraestructuras mediante la utilización de políticas de urbicidio.

Según el Comité Israelí Contra la Demolición de Casas (ICAHD), aproximadamente 2 mil hogares fueron destruidos en Jerusalén desde 1967, y 20 mil órdenes de demolición están pendientes de ejecución.

“La mayor devastación de las áreas urbanas continúa siendo la ocurrida en la nakba (catástrofe) de 1947-1949, en la que alrededor de 450 pueblos palestinos fueron literalmente eliminados de la tierra por explosivos y excavadoras”, añadió.

Finalmente, Reigeluth explicó que “el urbicidio en Palestina ha sido gradual y constante, a menudo pasado por alto por la rápida urbanización de las colonias israelíes en su lugar”. 

NUEVA ORLEANS 

Aunque es cierto que urbicidio es un concepto asociado a las consecuencias de las guerras, en la actualidad el término ha sido empleado también para definir lo que pueden causar políticas de gobierno incorrectas  en un centro poblacional cuando se juntan otro tipo de factores, en este caso naturales.

Si las afectaciones causadas en Nueva Orleans por el huracán Katrina, en agosto de 2005, no es en sí un urbicidio, la acción del gobierno y la magnitud de este evento natural llevó a esta urbe estadounidense a una ruina casi total.

Todos los barrios sufrieron los embates del huracán que dejaron las casas y edificios bajo el agua, sin electricidad, servicios, ni comunicaciones.

Miles de viviendas fueron devastadas,  mientras cientos de personas quedaban a la deriva en albergues o centros a los cuales tuvieron que acudir.

Sin embargo, a pesar de todo el caos que genera el urbicidio para las miles de personas que, además de ser víctimas de las guerras, tienen que sufrir la destrucción de sus hogares, de su entorno, no  existe referencia a este término en el Derecho Internacional y humanitario.

Algunos teóricos proponen que el urbicidio es ilegal desde que es entendido como la destrucción de espacios urbanos y entornos humanos, ya que existen leyes que abordan los derechos a una vivienda adecuada, el derecho a la vida y la privacidad, a la integridad psíquica y la libertad de movimiento.

Mientras, otros lo comparan con el genocidio al entender que al destruir las casas de las personas se destruye también a estas.

El urbicidio es, además, la eliminación de las condiciones y características de la vida de la población con consecuencias que permanecen aun cuando termina la guerra.

Linet Perera Negrin
linetp@granma.cu


Publicado, originalmente, en Granma http://www.granma.cu/ el 27 de junio de 2014

Link: http://www.granma.cu/mundo/2014-06-27/las-ciudades-otra-baja-colateral-de-la-guerra-moderna
 

Gentileza de Movimiento de Bases Torrijistas [MOBAT] mobatorr@gmail.com

 

 

 

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