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“El Buen León” - Breve cercanía a una traducción de una fábula heminguayana
Lic. Carlos A. Peón Casas
pastoralc@arzcamaguey.co.cu

 
 

La gran producción cuentística de Ernest Hemingway,  tiene la larga data de un sinnúmero de creaciones de tal signo, la mayoría de las cuales se articulan en su libro de 1938: “The Fifth Column and the First Forty-Nine Stories” que Charles Scribner hizo aparecer en su primera edición neoyorquina de tal año. Pero evidentemente, no son las únicas. Esta colección de relatos cortos, se vio prontamente engrandecida por un grupo de otras narraciones, posteriores a esta fecha, y que no fueron añadidas a la colección ya citada. Opuesto a la re-edición de aquella recopilación de historias, que en realidad, completaba la de otras tres iniciáticas que vieron la luz antes de 1938[1]; Hemingway aumentó la impronta de aquellas consideradas  de corto aliento, pero de trascendencia vital, dejándolas sólo en la presentación que algunas revistas asumieron, y otros casos, totalmente inéditas, hasta que  fueran dadas a la luz, al ser revisada su extensísima papelería.

Los relatos “The Faithful Bull” y “The Good Lion”[2], pertenecen a la hornada de aquellas historias recogidas por publicaciones literarias primordialmente norteamericanas. Ambas aparecieron publicadas en la revista Holiday, en  Marzo de 1951. Justamente por su contenido, pasan a la posteridad de su obra, como dos pequeñas fábulas, dedicadas a los hijos de un amigo. Precisamente de  este último relato mencionado versa esta proximidad, que acompaña mi  personal versión traslaticia de ese relato corto, o fábula heminguayana, como el lector guste considerar.

“The Good Lion”, relato al que hemos traducido al español, con toda la literalidad posible como “El buen león”,  no conoció ningún otro intento traslaticio  al español, pues la muy completa recopilación de cuentos cortos de Luis de Caralt en 1960, no la incluyó en su momento. Eso le constituye, sin dudas, un carácter de novedad, principalmente porque se trata, —a nuestro humilde ver—, de un texto necesario para aprehender en toda su magnitud la cuentítica del dios de bronce de la literatura Norteamérica.

Tal proximidad es, una primera y humilde versión al idioma de Cervantes, al menos al interior de Cuba, a la que confiamos el espíritu de este texto, originalmente escrito en Inglés, y que  tiene, a pesar de su supuesto destino infantil, una profundidad difícilmente abarcable por la mentalidad de los pequeños destinatarios de la historia. Más bien, se trata de una muy  estupenda reflexión sobre aristas de altísimo contenido humano que un Hemingway que ya pasaba de los cincuenta, no tiene a menos compartir desde sus más preciosas experiencias existenciales.

Asumida en tal contexto, esta narración que al decir de algunos críticos como el propio Carlos Baker  se consideraría “obra menor”[3], tiene a su haber muchas más razones para ser consideradas en cuerda de un respeto que enaltezca su tremendo sentido. Y aunque estas presentes notas no pretendan, asumir el reto de demostrar sus valores intrínsecos y extrínsecos, si sirven ya como un pertinente llamado de atención a lo que en una segura y próxima cercanía si abordaría con más detalles.

Por ahora el lector disfrutará de esta verdadera pieza maestra de un Hemingway, que por la misma fecha en que la hace pública, se encuentra inmerso en la escritura de su gran obra: “El Viejo y el mar”, justamente en un período de los más creativos de su carrera, en el que promediaba, según lo apunta Baker, “hasta mil palabras por día”.[4] Esta narración que hoy presentamos lleva el peso de, una impronta creativa que la sitúa sin dudas, en la siempre sugerente marea de ese grande maestro de la narrativa de todos los tiempos que es sin dudas Ernest Hemingway.

Notas:

[1] Las colecciones de  relatos cortos de Hemingway  que aparecen en tres ediciones anteriores a 1938,  son: “Three stories and ten poems” (1923);  “Men Without Women” (1927) y  “Winner Take Nothing” (1933)

[2] Estos relatos aparecen junto a otros publicados en libros o revistas con posteridad a “The First Forty-nine” en  la obra: “The Complete Short Stories of Ernest Hemingway”. The Finca Vigía Edition. First Scribner Paperback Fiction edition 1998. Esta completísima recopilación de la cuentística de Ernest Hemingway va precedida por un prólogo que firman los hijos del autor: John, Patrick y Gregory.

[3] A Life Story. Carlos Baker. Charles Scribner’s Sons, Nueva York, 1969. P.492.

[4] Ibid. P. 489. Citamos textualmente a Baker quien dice que “Hemingway escribe como un bulldozer, promediando mil palabras por día por más de dieciséis días”

 

por Lic. Carlos A. Peón Casas
pastoralc@arzcamaguey.co.cu

 

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