Pido el derecho a morir

por Vincent Humbert 

Comentario : Oswaldo Paz y Miño J

El derecho a morir, cada ser es dueño de su cuerpo 

Un tomo aleccionador que deben leer los políticos irresponsables, autoritarios, intolerantes y demagogos que autorizan a descalificados para que concedan licencias de manejo.

Pido el derecho a morir, un grito liberador.

Marie Humbert junto a su hijo en el hospital. Se comunicaban por el tacto. Así 'deletreó' Vincent su necesidad de morir.

La muerte ha golpeado a las puertas del Vaticano. Se ha marchado para siempre un hombre integró, cabal. Uno que vivió tal y como predicó. Ese será su mayor legado. Vivió y murió en su Ley. Juan Pablo II. Nuestro respeto quede expresado.

Y de la muerte, que nos llega a todos, tarde o temprano, trata el duro, triste y tierno volumen, que 'La Vitrina de los Libros' os ha traído para esta semana. De la muerte sí, como derecho. De la muerte sí, como necesidad vital. De la muerte sí, como opción inaplazable. Como compromiso ineludible. Como deuda por cobrar. Como demostración sublime de amor. Como pacto de paz. La muerte, como anhelo de vida. Como escape de la cárcel. La muerte, como gesto de amistad. La muerte, como derecho humano. La muerte, como bálsamo a las heridas que impiden una vida digna, autónoma. La muerte, como cesación definitiva al escarnio del dolor físico. La muerte, como juramento de vida. La encrucijada de una madre ante la demanda de muerte de un hijo que sufre in extremis. Una tragedia total. La madre, literalmente es la que sube o baja el pulgar. Es ella, la que reinventa el alfabeto y la que ha de resolver por pedido de su hijo: si parir es el mismo acto de amor que matar.

PIDO EL DERECHO A MORIR, es la conmovedora historia de Vincent Humbert "dictada por él de forma digital" al periodista Fréderic Veille. Un reclame que consta, en ciento cuarenta páginas que se leen con el entrecejo apretado y el alma en vilo. Un testimonio conmovedor, dicho en primera persona. La bitácora de un joven que el 3 de febrero de 2003, cumplía 22 años y que vio rota su existencia por la sin razón, de un infeliz e irresponsable accidente de tránsito. Uno de esos que, todos los días, por todos los confines del mundo, sangran, desgarran, mutilan y sumen en el dolor, a tantas y tantas familias. Uno de esos tantos, absurdos instantes, que son siempre tragedias, horror y espanto. Un tomo de lecciones para aquellos irresponsables que apuestan a todo con el pie en el acelerador de sus autos. Para esos, que a sabiendas se juegan su vida y la de los demás, al comando de buses, busetas y camiones, arrasando con lo que les cruza en el camino, por llegar segundos antes, a un destino, que a veces no cumplen, o que por el contrario truncan a otros seres, a los que les toman por asalto a coche armado, la vida. El libro, advierte a los mocetones que por trechos de adrenalina, de vanidad, de virilidad insensata y sustentada y alcahueteada en el alcohol y otras drogas criminalmente publicitadas se divierten, poniendo en riesgo su única vida y la de otros como ellos. El libro, es una denuncia a los inmorales de los gremios del volante, que extienden licencias de conducir a troche y moche, por unos cuantos mal ganados denarios, permitiendo con ello que los vehículos de transporte sean verdaderas armas ofensivas, contra las que, los ciudadanos de a pie, nada podemos hacer, solo rogar porque nunca uno de esos acorazados con patente, se cruce en nuestras vías o en las de los nuestros y nos corte de raíz. "Cuando veía a mis colegas bebiendo por las noches, coger el volante y circular a toda velocidad, siempre les decía: "Estáis chiflados, un día os mataréis". Eso también me irrita. Nunca he conducido en exceso de velocidad. Siempre he llevado el cinturón. No bebía si sabía que tenía que conducir y de golpe, un camión, una carretera demasiado estrecha que tomaba cada día para ir al parque de los bomberos, y el accidente, ese jodido accidente que me ha traído aquí mientras ellos siguen haciendo estupideces y tiene coches que circulan a doscientos por hora. Y cuando van bebidos, juegan a ser acróbatas, circulan rápido, demasiado rápido, a tumba abierta. Sólo que a menudo la tumba es para los demás. ¿Dónde está la justicia en todo esto? (Pág. 29).Y el Tema central es recurrente en la historia humana. 

LA EUTANASIA. Asunto conflictivo y lleno de tabúes. Razones, legales y "morales" y/o religiosas se esgrimen para negarla. Muchas de ellas, solo son fobias e hipocresías, sostenidas en el desamparo particular que la muerte provoca en cada uno de los individuos censores del DERECHO A MORIR. Posiciones inaceptables de legisladores caducos y dogmáticos, de todos los colores y religiones, que alargan agonías ajenas con sadismo cruel. Insensibles burócratas, del cuerpo y del espíritu , que no viven la realidad de pasarse la vida adheridos a una cama, en el hospital, o en la casa, si es que hay la suerte, de tales refugios. Estos indolentes vetan el tema y hasta el debate, del DERECHO A MORIR, de otros, con argumentos absolutamente cuestionables. Sí, lo prohíben, porque no son ellos, sino otros los que vegetan sobre un catre, los que dependen para todo, de la buena, o mala voluntad de agnados y cognados, cuando estos existen.

LA EUTANASIA en toda su necesidad. En toda su complejidad. En la actualidad real. Una historia rotunda y dolorosa, PIDO EL DERECHO A MORIR, que parece ficción, novela, pero es vida pura, y a flor de piel, escrita casi en clave Morse por Vicent Humbert, desde su lecho de agonía. Una versión en directo, al amparo de la literatura, de los dolores graves que también vivió en su particular tragedia, Ramón San Pedro, recogidos estos y denunciados con genialidad -que no gustó, y asustó, a disimulados censores y a fanáticos religiosos, - por Javier Bardem, en la magnífica película MAR ADENTRO del Director Español Alejandro Amenabar. Sufrimientos. Impedimentos totales. Esfuerzos inútiles. ¿Para que alargar existencias? ¿Quién, que no sea el interesado, debe resolver sobre vivir o no vivir, si ha resuelto ejercer su DERECHO A LA MUERTE.?" 

Y ¿Cómo no emocionarse por el caso de ese joven de veinte años, tetrapléjico, mudo, ciego, que, como último recurso, escribió una carta al Presidente de la República de Francia ? Reconocer ese derecho sería, efectivamente, la solución. En otros países de Europa hay una mayor movilización en relación con este tema, en particular en los Países Bajos, que toleran esta práctica desde 1977.

En abril se convirtieron en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia con la condición de que algunos "criterios de minuciosidad" fueran respetados con autoridad. Esos criterios estipulan que el paciente debe estar afectado por "sufrimientos insoportables e incurables" y que, sobre todo, debe haber formulado su deseo de poner fin a sus días." (Pág. 114).

PIDO EL DERECHO A MORIR, es un libro de Editorial Integral, que no puede estar inmóvil en las estanterías de las buenas librerías. Ha de tener efectos. Ha de compartirse, como desde aquí lo hacemos. Ha de proclamarse, porque es uno que se atreve, que no calla. Es un trazado lleno de esfuerzos sobre humanos, tallado desde la invalidez total de un joven que intentaba despegarse de la adolescencia para aprender a ser adulto. Un libro provocador, sugerente, que no se puede eludir. La muerte nos circunda. Nos vigila. Y porque nadie nos ha referido de cerca sobre sus medidas, al menos, nos ahueca el alma. Pero también nos seduce. Vicent Humbert, encontró en ella, a una amiga, a la que por sí mismo no podía llegar. Que en trances iguales a los de este valeroso joven normando nunca nos toque estar, lector amigo. Sería preferible, morir.

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en Diario La Hora - 2005

Autorizado por el autor
La Hora

Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

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