La Basílica del Voto Nacional
El templo que nos permite tocar el cielo 

(primera parte)
Dr. Oswaldo Paz y Miño 

Quienes desde hace 108 años, más o menos, habitaron en Quito y crecieron con la Basílica, vieron como se convirtió, y ella por todos, en un icono de la ciudad, ubicado en un lugar excepcional y a la vez símbolo de la tenacidad, aunque muestra material de la despreocupación oficial, esto es de los Gobiernos de turno y de las administraciones municipales. Será por que esta allí siempre, para los que vivimos en la Capital, que su presencia familiar, la ha ubicado en una parte de la memoria cercana al olvido.

Está mirando a Quito, vigilándola, como protegiéndola, a poca distancia de su hermanas mayores construidas en la Colonia; pero, no por ello puede ser considerada la Cenicienta, como parece se la mira por parte de las entidades encargadas del Patrimonio Cultural de la Nación y de la administración municipal de Quito. Y es que una obra de tal magnitud con proyección eterna, construida literalmente piedra por piedra, levantada día a día, por alrededor de ciento ocho años, que por los cuatro costados es una obra de arte descomunal, magnífica, de arquitectura lítica, armada como un rompecabezas que busca el firmamento, camino a poner al hombre en contacto con Dios, no puede, no debe vivir la agonía a la que la han sometido los causantes del imposible olvido que hasta el día de hoy vive el Templo más importante del Ecuador: LA BASÍLICA DEL VOTO NACIONAL.

Inoperancias ingratitudes

Hay mucho por hacer aún, si bien a ojos vista parecería concluida su construcción. Ella es testigo fiel de la historia contemporánea, del esfuerzo, de la fe, del coraje, de las buenas y las malas intenciones y acciones de y también de la ingratitud y de la inoperancia de políticos oportunistas.

La vida de este Templo se la vamos a contar, aspirando a que usted lector se conmueva y tan pronto su tiempo le conceda la oportunidad, la visite, recorra su inmesura, su sobriedad, su soledad sonora, sus torres, que son el último paso para tocar las manos de Dios.

La historia de la Basílica esta vinculada a otra, bellísima y humana, la de los Padres Misioneros Oblatos del Amor Divino al Corazón de Jesús y de María, la única Congregación de Sacerdotes nacida en el Ecuador, fundada por un excepcional y visionario ser humano, Julio María Matovelle.

Personaje de resoluciones, cristiano practicante, místico, Sacerdote Diocesano, hijo expósito, o sea abandonado y recogido en una casa de beneficencia, abogado, legislador. Fue a Matovelle, a quien se le ocurrió homenajear al Mariscal Antonio José de Sucre, denominado con su nombre a nuestra desaparecida moneda.

A las puertas del Templo

El Vicario General de la Orden, el Segundo en la Cadena de Mando, es nuestro anfitrión: el Padre Rodríguez, quien ejerce como Párroco y Administrador del Convento, del Templo del Liceo Matovelle, cuyo lema es 'Educación En Valores', nos conduce hacia la Casa Generalicia "Virgilio Maldonado", en la que viven.
Junto a la Construcción más antigua de la Basílica, existe una pequeña Capilla privada, en la que se recogen a orar, casa adentro y lejos del Gran Templo, los jerarcas de la Orden y los seminaristas. Al llegar a la puerta, y con un fugaz rayo de luz que ilumina el ambiente, de frente y dentro de portentoso marco de pan de oro, encontramos el Cuadro del Corazón de Jesús, la obra original, la imagen con la cual se realizó la Consagración del Ecuador al Corazón de Jesús, allá por el año de 1874, un 25 de Marzo.

Esta pintura impresionante, tiene como custodios a dos corazones, los órganos mismos, que reposan en sendos recipientes de cristal. Estos, que latieron tanto, se refugian dentro de unas pequeñas urnas. Al costado derecho, y no será por casualidad, está el de Don Gabriel García Moreno y a la izquierda el de Monseñor Checa y Barba. En la arqueta en la que se muestra tal y cual el Corazón del Ex Presidente, se pueden observar varias notas, escritas a mano, una de ellas le dice:"Don Gabriel, Usted está más cerca de Dios, pida por nosotros".

Austeridad

La privada ermita en lo que es su único altar, muestra los signos de Alfa y Omega, en estilo mudéjar, también en pan de oro.

En el caminar por los senderos Oblatos hemos atestiguado su absoluta austeridad. Viven en pequeñas celdas, con apenas un catre, un mueble en el que reposan los libros, una silla, para dejar reposar la ropa y punto, no se necesita más.

No podía faltar el sitio dedicado al saber, EL TEMPLO SAPIENTAE: La Biblioteca.

Resuenan los pasos, y la Sala Capitular de este Convento Oblato nos permite acceder. En este recinto se juntan cada seis años, los ilustres y sabios Padres, para elegir las autoridades que comandaran la Orden. Decoradas están las paredes de cuadros de retratos, pero uno destaca, con luz y derecho propio, porque se lo ganó en vida. Es el Padre Jesús Rigoberto Correa Vázquez, sacerdote de origen Cañari, quien le dedicó toda su vida a la construcción de la BASILICA DEL VOTO NACIONAL, gracias a él, la Basílica está como hoy la vemos, desde su muerte hace casi cinco años, el Templo sobrevive. De eso ya comentaremos más adelante.

Sinfonía de olvidos

Un piano deteriorado "Collard" Ingles, se ha quedado mudo, esta apeado en el camino, de un corredor, sin teclas, descansa mutilado, sin voz, solo muestra la bella madera que hacen su esqueleto. El Padre Rodríguez solo levanta las cejas. El mensaje es claro: ¿qué se puede hacer, que ellos no hayan hecho ya? Nos cuenta que en el Convento de la Basílica, existen como cuatro mil obras de arte, de varias épocas, que no están inventariadas. 

Magnificencias

La BASÍLICA, nos espera para contarnos ella su historia, su dolor y sus alegrías, para mostrarse plena, para decirnos que es única, la más grande del Ecuador, la que nos cubre a todos, la de todas las provincias, la de los actos y del olvido oficial. Hemos llegado, nos infunde respeto. Una maravillosa puerta nos recibe. ¿Pasamos..?
LA BASÍLICA según el concepto general es un edificio de antecedentes romanos de grandes dimensiones, generalmente construido sobre una planta rectangular, que se transmitió a la arquitectura cristiana. Ésta transformó su planta para convertirla en una Cruz Latina, y la adoptó como forma habitual para sus templos.
La construcción de la nuestra, tiene rasgos generales propios. Se planificó, en los inicios, construirla en la zona de la Iglesia de El Belén, el año 1884. Pero, estudios geológicos preliminares determinaron que allí el suelo no era apto para soportar monumento tan grandioso, de tanta envergadura. Como que el destino elegía lugares más altos, privilegiados, para ubicar la plataforma desde la cual los Quiteños atisbamos las puertas del cosmos.

Contra plagas y desastres

El Arzobispo de Quito, José Ignacio Ordóñez, con fecha 20 de febrero de 1890, propone comprar los terrenos de la familia Hurtado, vecina de la loma de San Juan, por ser estos mucho más estables y sólidos, capaces de contrarrestar a los temibles terremotos ecuatorianos -los naturales y los políticos-. Los terrenos fueron adjudicados por decreto constitucional, del Congreso de la República del Ecuador en Julio de 1890. De allí en adelante se localizaría al Templo en lo que hoy son las calles Venezuela y Carchi. En pleno corazón geográfico de la ciudad. Esto la convertiría luego, en el mirador privilegiado de Quito. Único e irrepetible.
Desde las alturas de sus torres se puede observar por los cuatro puntos cardinales la vida y milagros, los contrastes sociales del Quito de antes, de hoy y de siempre.

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Publicado en el diario La Hora, Quito, Ecuador (2002)

Autorizado por el autor
La Hora

Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

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