Gaudí.
De Mario Lacruz 
Una novela. Un homenaje a los viejos. 
Comentario: Oswaldo Paz y Miño J.

La novela de Mario Lacruz, escritor catalán, nacido en 1929, que este domingo compartimos literalmente salió del armario. De forma surrealista. Allí junto a otros textos, se la encontró en Mayo del cabalístico año 2000, en el que falleció, cumpliendo 70 años, por culpa de un aneurisma fulminante, este grande de las letras. No por casualidad, sino porque se habían juntado los silencios y las campanas tocaban duelo, aparecieron casi un metro y medio en vertical, trabajos inéditos del prolífico Lacruz, como pidiendo oxígeno y sobre todo luz. Sí porque el escritor así lo había querido. Porque había llegado la hora de poner a prueba a todos. Porque él los mantuvo ocultos, hasta el instante preciso. Eh ahí la razón de su secreto. Él dejaría parte de su arte para ser abierto a modo de testamento. El año 1971, apareció el que todos presumirían sería su último libro."

 

El ayudante del Verdugo" de la Casa Plaza y Janes de la que fue editor. Como también lo fue de Seix Barral y Argos Vergara.

 

"Ignoro si ha dejado obra póstuma. Lo que me consta es que como escritor y editor legó obra suficiente y estoy convencido de que mentalmente no dejó de escribir nunca, aunque de vez en cuando pudiera haber temido que otros estaban escribiendo en su lugar lo que él sólo podía editar". Manuel Vázquez Montalbán. Diario el País. 15 mayo 2000.-

"Gaudí. Una novela".

 

Originalmente escrita en inglés. Es un encuentro de personalidades similares, provocado por el escritor desde su interior. Un libro, en el que los protagonistas más allá de las pautas del que lo ha escrito, son dos: El escritor mismo y el personaje. Son La Cruz y Gaudí, individuos geniales, excéntricos, herméticos, difíciles de trato, intimistas, inabordables, severos, egoístas, exotéricos, los que en doscientas veinte y tres páginas, de una coqueta presentación de Ediciones B, se ponen en evidencia el uno ante el otro, y viceversa, para deleite de los voyeurs de las buenas letras. Una biografía deleitante. Casi sonora. Quizá porque en ella se dice mucho de las campanas. De esas que siendo tubulares suenan mejor. De aquellas que tocan a tiempo cuando se nos arrima el amor. O de las que suenan llorosas, cuando nos consume el dolor. Campanas que enseñan y aprenden. Que con la edad se consumen. Que doblan sabias por viejas. Que suenan a sinfonía, por añejas.

"­¿Sabía usted que las campanas dan su mejor sonido poco antes de resquebrajarse? Eso debe darnos ejemplo a los viejos. Y usted, Martinell, márchese ya, No debe perder ni un minuto. Están contados. Pág. 208.

Campanas que lejos de oír están aquellos que ahora, en este país, ignoran y se burlan, de los reclamos de los viejos, de los jubilados. Si, de ésos, todos maestros, de la lucha por la vida. De ésos, que a brazo partido y molidos por la misma pobreza de ahora, pero con menos años, le dieron a este ingrato país sus mejores momentos, en las fábricas, en las carreteras, en las minas, en los ferrocarriles, en los medios de comunicación, en los estancos, en los teléfonos, en el magisterio, en la construcción, en el deporte, en el transporte, en cualquier trabajo honesto, con el que llevaron la poca comida que les era posible a sus hogares. Si, de estos sabios, hombres y mujeres de la tierra que nos parió, ahora se mofan unos cuantos súper funcionarios, de ésos, que se enfundan millones de dólares a lo largo de su vida productiva, por tener la corona de dorados burócratas, de kikuyos atorrantes y mezquinos, que cuando de cobrar sus sueldos millonarios, que ni sumados por decenas, los infames pagos que reciben los jubilados se igualarían, no reclamaron como dicen ahora, en beneficio de la patria. No, no lo hicieron, porque los jugosos sueldos que reciben y recibieron antes, eran para ellos, solamente para unos cuantos, que constituyen una casta, pero que descastados son, cuando arremeten, contra los que jamás debieron agredir, los ancianos, los abuelos. El estado, ha traicionado a los jubilados siempre. El grito heroico de los que ahora están en pie de lucha, debe tomarse en cuenta en todos los estratos sociales. Los viejos están dando el ejemplo de que los males, no pueden durar por toda la vida. Los jóvenes y los maduros, habremos de mirar, en los valerosos abuelos que enfrentan ahora a un grupo de insensibles e inhumanos seres, como, con coraje, dignidad y resolución se puede hacer historia y construir el futuro. Si, el futuro de los próximos viejos, que seremos nosotros, que quizás nos beneficiemos de la lucha de los valientes luchadores, ancianos de julio del 2004.

 

"Ahí le dejo las radiografías que le hice el mes pasado.-¿Que voy a hacer con ellas?-¿Y qué quiere que haga yo? ­contestó el doctor, fingiendo irritación- Guárdelas. A lo mejor le sirven de inspiración. Gaudí estuvo a punto de sacar las radiografías, pero al oír la contestación del médico las dejó a un lado sin mirarlas.-Por cierto, doctor. Me parece que hoy no podré pagarle la visita. El médico hizo un brusco ademán.-Bah, bah! Mándeme mañana a mi casa lo que le he dicho y haremos un análisis. Después le recetaré. Adiós. El médico salió.-Que hombre tan bondadoso!- comento Gaudí-. Finge que se enfada conmigo y me riñe porque no me cuido lo suficiente. Cuando quiero irritarlo le digo que no puedo pagarle la visita. Nunca ha querido cobrarme y encima me ha dado dinero para el templo. Si tuviera muchos clientes como yo" Pág. 206.

 

Que alguien atienda a los jubilados. Que nadie celebre los pronunciamientos de un político que ha insinuado que fuera de la justicia se pueden resolver los problemas causados por el acto irreflexivo de un popular deportista. Ese criterio equivocado nos hace presumir que los arreglos surgen del poder del dinero, de los dólares que se pongan en la mesa para torcer la verdad. Que fiasco de político y que pena de deportista. Que mala referencia resultó para los jóvenes. Por ello reclamamos por los viejos. Nos unimos a su causa justa. Una causa de esas por las que Jesús, o el Che habrían optado. Una razón por la que el nacido en Belén los habría expulsado a latigazos del templo, o del palacio o del ministerio, a los que creen que nunca van a ser viejos. Quizás porque ya han asegurado su futuro. Suerte, que la mayoría en este país ni sueña. La novela, se adentra en las esquinas tristes, rebeldes, místicas, transgresoras, dinámicas y dramáticas del gran maestro de las líneas para arroparlo y proyectarlo en humana dimensión. El novelista se instala en el arquitecto y su pieza fundamental que trascenderá por los siglos de los siglos. Gaudí llegó a viejo. La letra G de su apellido quizá le ayudó Sí. Esta letra mística, no le habrá llegado por casualidad. Ella, traduce algunas de las significaciones de gran personalidad que le acompañaron en el mosaico que fue su existencia: Genio. Gran Arquitecto. Gnosis. Geometría. Sexto día. Creación del Hombre. Generación. Génesis. Principio constructor del Templo del Universo. Trascendente Liberador, todo un mensaje críptico tallado en su mayor obra. El Templo Expiatorio de la "Sagrada Familia". Que sería la razón de su vida. "

 

 -¿A mí, señor Gaudí?- Creo, que le debo una explicación. La señora de quien me habló, la hermana de aquel amigo mío que murió accidentalmente hace años. La amé mucho en mi juventud, aunque las circunstancias se interpusieron. Durante años y años me ha perseguido su recuerdo, como una obsesión; y al saber por usted que ella había hecho el donativo, decidir ir a visitarla. Pero cuando estuve cerca de su casa me pudo el deseo de marcharme sin verla. ¿sabe por qué? Porque me di cuenta de que estas piedras son toda mi vida y lo demás no importa. El que hace una obra grande y la ama no puede tener otro amor. Y así es en mi caso. No tengo fortuna, ni clientes, ni familia y casi todos mis amigos han muerto. Estoy solo, Martinell; solo con mi templo, que no veré terminado". Pág. 207.

 

Mario Lacruz y Antonio Gaudí, incorpóreos ahora, en su tiempo y espacio particulares construyeron cada uno su propio templo. Ellos entendieron de cerca la tarea de moldear la piedra bruta. Cada uno en propio trazado, hizo arte real con ella. El uno con la escuadra y el compás. El otro con el bolígrafo y la maquinilla de escribir. La integridad de dos seres humanos tallada en sus obras. Capítulos que no podemos perdernos.

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en Diario La Hora 

Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002

Autorizado por el autor
La Hora

Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

Ir a índice de América

Ir a índice de Paz y Miño, Oswaldo

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio