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PAZ
Dr. Oswaldo Paz y Miño

Reseña de

'Memorias de mis putas tristes' y 'El atravesado'

De la mano de escritores colombianos, de hechuras inigualables llegamos. De la 'Vitrina de los Libros' hemos extraído dos, que en realidad son tres: de Gabriel García Márquez 'Memoria de mis putas tristes', novela de sexo casi virtual y puridad surrealista. Y de Andrés Caicedo (1951-1977) su biografía y un relato bravo: 'El Atravesado'. Obras para el deleite de los bibliófilos, editadas por el Grupo Editorial Norma, marca de buenas lecturas. Las recomendamos a pie juntillas. Sin más, hay que leerlas. Sentirá lector que esta página, ahora, tiene olor a café y a guayaba. Que Colombia escribe y que lo hace bien.

Que tan bella tierra nos es tan cercana, por alegre y por sus dolores. Que estamos de vida y que estamos de muerte. Que por lo tanto, los contrastes, como en el ajedrez están presentes. Que por la una vertiente se aspira a hembras, a orgasmos imposibles y por la otra, sí que huele a sangre. Y que se transpira violencia. Literatura citadina. Que manejamos libros trazados en las esquinas de miedo de ciudades desiguales como las nuestras. Recorridos letrados por los barrios de 'tolerancia' a los noventa años con García Márquez, y aires que suenan a cortes de puñal y de bulla cruel. Presencia de pandillas. Facturas que recibe la sociedad por inhumana, expuestas por Andrés Caicedo. 'Memoria de mis putas tristes' es 'Sexo cultural'. Sudores. Angustias. Vergüenzas y frustraciones. Pistas sobre que, el intentar follar, cuando ya no se puede porque se han consumido las fuerzas y solo quedan las ganas, puede resultar un acto de amor impensado. Conversaciones marcadas por la soledad, en las que intervienen las damas de la noche. Las putas, que más que nada saben escuchar. Recuentos. Amores intocables. Relaciones intimas con la mirada. "No había escapatoria. Entré en el cuarto con el corazón desquiciado, y vi a la niña dormida, desnuda, desamparada en la enorme cama de alquiler como la parió su madre. Yacía de medio lado, de cara a la puerta, alumbrada desde el plafondo por una luz intensa que no perdonaba detalle. Me senté a contemplarla desde el borde de la cama con un hechizo en los cinco sentidos. Estaba ensopada en un sudor fosforescente a pesar del ventilador, y el calor se volvería insoportable a medida que pasaba la noche. Pero ni los trapos ni los afeites alcanzaban a disimular su carácter, la nariz altiva, las cejas encontradas, los labios intensos. Pensé: Un tierno toro de lidia." Pág. 29. Repasos de imprenta epidérmica. Recuerdos de logotipos. Olor a plomo. Como huele la vejez para algunos que creen que nunca les alcanzara la edad, sin reparar que la juventud es muy corta. Material que revive a los viejos cajistas. Esos magos, puntales de los periódicos, que armaban las páginas y las noticias letra por letra. De punta a punta. Llagados las manos de tinta, escuchando de fondo la sinfonía de trueno que tocaba la gran rotativa. Vivir para contarlo. Privilegio de unos cuantos. De García Márquez por ejemplo. "Ofuscado, le entregué la nota al jefe de redacción y le dije que lo dicho antes era una broma. La ansiedad me duraba todavía aquella noche cuando desenvolvía las cuelgas en mi casa. Los linotipistas desacertaron con una cafetera eléctrica igual a las tres que tenía de cumpleaños anteriores. Los tipógrafos me dieron una autorización para recoger un gato angora en el criadero municipal. La gerencia me dio una bonificación simbólica. Las secretarías me regalaron tres calzoncillos de seda con huellas de besos estampados, y una tarjeta en la que se ofrecían para quitármelos." Pág. 46. Y a éste comentario ahora se le escurren las lágrimas suicidas y los olores a séconal, desde las letras de Andrés Caicedo. Desde las improntas jóvenes de su desespero añejo. Ese, que le impuso matarse a tiempo, cuando él lo resolvió.

En CARA Y CRUZ colección de ida y vuelta. De anverso y reverso, viene empaquetados dos libros en uno, tremendos. Contundentes. Literatura en las dos vías, hacia arriba y hacia abajo. Biografía y relato, que en Caicedo también es biografía. Por donde se abra el libro se podrá leer. No importa del lado o pose que se escoja. Dos obras, ante usted sí, porque la vida como la vivió Andrés Caicedo es una obra consumada y 'El Atravesado', una página de esa vida, compartida en creación literaria. "NO SE OÍA NI LA MÚSICA NI LA GENTE cuando yo llegué, ni la puerta estaba abierta. Me había engominado el pelo. Toqué a la puerta. O mejor recuerdo cuentos de gente que decide morir, que fijan la hora de morir, que escriben bien grande con su sangre, Llegó la hora de morir en una pared blanquísima de la iglesia La Merced que cantando un bugalú triste dan su espera a que el primer transeúnte de la mañana los encuentre, y que al menos tenga buena memoria para que recuerde lo que vio y hable de él, que invente sin decir mentiras." Pág. 40. "CARA" 'El Atravesado' -cara-; Andrés Caicedo- Cruz-, es un volumen que sumando de lado y lado tira más de cien paginas, escritas por el caleño más caleño de todos. Un radical que puso siempre la carne en el asador y que vivió como predicó. Que se apuntó a vivir hasta los veinte y cinco años y dijo basta. Un jovencito que vibraba letras, que no perdió un minuto y vivió a tope y escribió raudo, audaz, valiente, y genial. Un iluminado transgresor. Cineasta, admirador de Buñuel, Polansky, Hitchcock. Cultor de la música y seguidor de Mick Jagger, Brian Jones y otros pesados del rock. Creador de teatro. Oveja negra para algunos hipócritas. Brillante luz extinguida prematuramente para otros, como el que suscribe. "A Andrés le atraían las historias de jovencitos, angelitos incapaces de volar, empantanados en sus propias películas personales. Andrés tartamudeaba al hablar, lo subrayaba para no tener que hablar con mucha gente, para alejar a los demás, para escribir, escribir y escribir; se ganó varios premios que premiaban su precoz talento; no sobrevivió a Cali su calabozo; Andrés se mató un 4 de marzo;( 60 pastillas de séconal ) de acuerdo a la versión de quien estuvo con él, el día de su muerte, sus ultimas palabras fueron: "se me estalla la cabeza"."Andrés ya no se ríe; ya no se peina esa belleza de pelo que tenía." Pág.19-CRUZ-

A los que se rasgan las vestiduras La vida está hecha de todo el continente y el contenido de los dos magníficos libros que consignamos esta semana. Un poco de cada quien y sus andanzas resumen los capítulos. Los que se rasgan las vestiduras, o las que hacen lo mismo, normalmente tienen más que averiguar en sus interiores antes que apostillar al prójimo. Quienes combatieron a Andrés Caicedo cuando vivía, no lograron opacarlo en la muerte. Los que intolerantes que acometieron contra García Márquez por sus 'putas tristes' aguardaran haciendo cola la entrada al cielo. Eso creen.Mientras, usted, lector, disfrútelas, en las ciento nueve paginas que hablan de ellas y de su magia.

Las grandes plumas y el sexo: Giovanni Bocaccio, autor de 'El Decamerón' escribió historias muy ingeniosas, divertidas y atrevidas, que aún sonrojan a algunos. Wilhelmine Shroeder-Devrient, escritora alemana,que escandalizó con sus 'Memorias de una cantante alemana'. El marqués de Sade, por supuesto: 'La historia de Justine quizá sea la más compacta y ordenada. De Restif de la Bretonne, 'El pie de Mignonne', es ejemplo de una novela deliciosamente fetichista. Los trópicos de Henry Miller, el de Capricornio y el de Cáncer, escandalizaron a los pacatos de los '60.

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Autorizado por el autor
Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

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