Volvemos a la estupenda literatura pura y dura de Paul Auster –después de algún tiempo de no tratar en público sus obras– un autor contemporáneo, clásico, que puede provocar adicciones.

Creemos a pecho descubierto y no callamos que ningún lector que se jacte o se precie como tal puede pasar por alto a este palabrista extraordinario, polémico, de culto, extravagante y raro como los de su especie. Nacido en Newark, el 3 de febrero de 1947, no vio la luz en la ‘Gran manzana’, como muchos afirman, pero sí que es vecino de esta y sus tintas, que sus palabras tienen ese aire cosmopolita y hondo, contagioso de vida, que se respira en el New York profundo, para lo bueno y para lo malo, en sus marginales calles y plazas, en el metro, en los teatros y museos, en las grandes y deprimidas avenidas, en sus colgantes puentes, en la ribera del río Hudson o en el Bronx.

Catálogo completo de obras trascendentales encontrará quien se inicie en la narrativa de Auster. Entre muchas otras destacadas y sin ningún rigor cronológico destacan en el inventario desde nuestro derechos y gustos: ‘Viajes por el Scriptorium’, ‘La noche del oráculo’, ‘Un hombre en la oscuridad’, ‘La trilogía de New York’, ‘La invención de la soledad’, ‘La habitación cerrada’, ‘El cuaderno rojo’, ‘Leviatán’, ‘Invisible’, ‘A salto de mata’ o ‘Aquí y ahora’.

La intencionada referencia inicial a la habitualidad de Auster en la ciudad capital del mundo nos permite enfocar a ‘El país de las últimas cosas’ en el laboratorio perfecto para crear una novela tan desnuda de hipocresía. Son 205 páginas publicadas en accesible edición booket de Editorial Planeta, que revelan desde la pluma del norteamericano, del ser humano, con descarnada realidad que parece ficción, los extremos más brutales, bizarros y míseros de sus acciones y pasiones.