'Delirio', una novela de locura cuerda
De Laura Restrepo. Una novela estupenda

Derechos de autor de la reseña ensayística Oswaldo Paz y Miño J
opymj2008@gmail.com

El 23 de febrero de 2004, se otorgó el Premio Alfaguara de Novela, a la escritora colombiana Laura Restrepo, mismo que le fuera entregado en celebración de gala el 20 de abril pasado. Hispanoamérica también fue triunfadora en el año 2003, con la deliciosa novela "El Diablo Guardián" del Mexicano Xavier Velasco. La afamada casa Editora contó para este año, con la presencia de José Saramago. Escritor maravilloso y uno de aquellos que, ahora en vida, constituyen Patrimonio Cultural del Humanidad, quien las ofició de Presidente del Jurado, lo que sin duda, le ha dado mayor brillo al logro de la autora nacida en ese país tan cercano y entrañable para nosotros y para este comentarista en particular. Colombia, parió a Laura Restrepo hace 53 años. En 1950, y ha sido ella de su país, una representante de altísimos quilates en los más variados y complejos escenarios. Quizá, su misión como negociadora de paz entre el gobierno y la guerrilla del M.19, dejó en su espíritu y en su mente una profunda huella, de la que surge una denuncia llamada "DELIRIO" que hoy compartimos, para que terminen las crónicas de muerte escritas día a día con la sangre de las víctimas de una desgastadora y fratricida confrontación que lleva ya más de 40 años y que no tiene visos de solución en el corto plazo.

"DELIRIO" es un retrato, en blanco y negro, y nunca mejor dicho de la realidad colombiana contemporánea ,o de cualquiera de nuestros países a los que los poderosos del mundo, han motejado como subdesarrollados o en vías de desarrollo. Si habríamos de ponerle rostros o caras a las novelas. La de esta, es adusta, meditabunda, de las que tienen las manos como soporte, mientras las cavilaciones nos invaden y los sentimientos construyen posiciones cada vez menos conciliables entre aquellos que lo tiene todo y aquellos que por todo, tienen nada. 

Un trabajo de trescientas cuarenta y dos páginas, enmarcado en el día a día del ciudadano común, de las familias, que luchan por no desbarrancarse en todos los aspectos, ante una situación económica solo imaginable para los campos de concentración. Y es que eso, ahora mismo, son nuestros países pobres. Grandes prisiones, para los que poco o nada tienen. El Estado, el principal carcelero. Los custodios del mantenimiento del status y de los intereses de los poderosos y cómplices de la merma de las libertades de las mayorías, están sentados en las cúrules legislativas o en los solios presidenciales a los que llegaron, mintiendo, por su habilidad para el engaño, seduciendo con demagogia, ramplona y mayor audacia a los pueblos, que anhelan cambios, tales como: que se les rebaje el hambre y el dolor del frío; la angustia de la

enfermedad, y la esclavitud a la que someten los dogmas, si esos que prometen como recompensa a tanta miseria, mejor vida, después de la muerte. Como si las llagas que deja la pobreza en la piel de los niños y el dolor de las infectadas epidermis se aplacasen con las jaculatorias que surgen desde las bocas de aquellos que teniéndolo todo después de salir del rito dominical con sus mejores galas, le suben las persianas de sus coches a los pobres que les llegan a vender un dulce, que bien les quitaría el sabor amargo de las inconciencia. Pero. 

Un trabajo de trescientas cuarenta y dos páginas, enmarcado en el día a día del ciudadano común, de las familias, que luchan por no desbarrancarse en todos los aspectos, ante una situación económica solo imaginable para los campos de concentración. Y es que eso, ahora mismo, son nuestros países pobres. Grandes prisiones, para los que poco o nada tienen. El Estado, el principal carcelero. Los custodios del mantenimiento del status y de los intereses de los poderosos y cómplices de la merma de las libertades de las mayorías, están sentados en las cúrules legislativas o en los solios presidenciales a los que llegaron, mintiendo, por su habilidad para el engaño, seduciendo con demagogia, ramplona y mayor audacia a los pueblos, que anhelan cambios, tales como: que se les rebaje el hambre y el dolor del frío; la angustia de la enfermedad, y la esclavitud a la que someten los dogmas, si esos que prometen como recompensa a tanta miseria, mejor vida, después de la muerte. Como si las llagas que deja la pobreza en la piel de los niños y el dolor de las infectadas epidermis se aplacasen con las jaculatorias que surgen desde las bocas de aquellos que teniéndolo todo después de salir del rito dominical con sus mejores galas, le suben las persianas de sus coches a los pobres que les llegan a vender un dulce, que bien les quitaría el sabor amargo de las inconciencia. Pero. 

"No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista." 

"¿Qué pasa madre? No pasa nada. ¿Entonces podemos salir ya y sentarnos en el asiento? No, quédense allá abajo. Mi madre quiere protegernos, de algo, de alguien, me doy cuenta de eso, sé que alrededor de nosotros ocurren cosas que ella puede ver y yo no. Son los leprosos, ¿No es cierto madre? Como se te ocurre, valiente disparate. ¿Se escaparon de Agua de Dios y ya están acá? Mi madre me ordena que no diga tonterías porque asusto a mi hermanito. ¡Pero si ya está asustado y está llorando! Yo sé que han sido los leprosos aunque más tarde, ya en casa, por la noche cuando todo ha pasado, mi padre me repite mil veces que lo de hoy en la calle ha sido una protesta de los estudiantes contra el gobierno. No importa lo que me digan, yo no les creo. Mi padre intentó explicarme que mi madre no quería que mi hermanito y yo nos impresionáramos y que por eso ha impedido que viéramos a los estudiantes que pasaban corriendo y sangrando por entre los automóviles con las cabezas rotas a culatazos". Pág. 140. 

Una sociedad devaluada por los tenedores de la moneda. Una trampa en la que el Estado es cómplice de los actos inhumanos que cada día en nombre de su crecimiento se cometen . Eso, ataca esta dura novela, que coquetea con la extraña sabiduría que tienen los seres como Agustina, quien para asombro y penar de su marido, Aguilar, ha enloquecido completamente y sin previo aviso y sin causa aparente. Ella, la loca de esta novela, es de Esos hombres y mujeres que guardan sus fascinantes secretos en lo más profundo de su mente. En los vericuetos energéticos del cerebro, que son inexpugnables, extraños, místicos, asombrosos. Esos caminos que solo conoce Dios y que tienen expresiones infinitas. Ella, Agustina, sabe, en sus vaivenes mentales que los locos, son más auténticos, más puros. En su estado hacen lo que tienen que hacer y punto.

"Y es que el rostro de mi mujer ha cambiado desde que está enferma, para utilizar una expresión que en estos días le he oído atribuirse a sí misma. Añoro su mirada burletera de niña echada a perder, ésa que tanto me perturbó la primera vez que la vi, a la salida del cine club, y que me llevó a soltarle una frase muy proleto que de no haber sido ingenuo no habría pronunciado, Tienes unos ojos enormes de niño famélico, le dije dándole pie a que ironizara durante una semana entera, pero a fin de cuentas la frase no era tan desacertada y por momentos vuelve a tenerlos, vuelve a tener los ojos de niño famélico, porque cuando mira sin verme siento que ya no le quedan pestañas, ni retina, ni iris, ni párpados y que en cambio solo le queda el hambre; un hambre feroz que no puede ser saciada. A Agustina, mi bella Agustina, la envuelve un frío que es la marca de la distancia, la puerta blindada de ese delirio que ni la deja salir, ni me permite entrar". Pág. 112. 

No hay seres más frontales, resueltos y directos que los llamados locos. Son todos fantásticos y respetables. Todos sus actos que resultan definitivos, tienen marca propia. La locura. La sinceridad para lo considerado bueno y para lo sentido malo. Para todo, los dichos que sean locos, son seres de admiración y de ellos, viene bien dicho, de las locuras de amar, de odiar, de pensar, de escribir, de cantar, de pintar, de matar, de sufrir, de mostrar o esconder, lo que cada cual tiene como secreto, y que tanto confunde y amedrenta a los cuerdos, respecto de los locos. Su hermetismo a toda prueba. Por ello, en esta novela, la locura es un desafío. Un grito de guerra. Una alarma contra el desamor y la rutina. Contra las vidas que aparentan. Contra aquellos que olvidan que al final se ajustan las cuentas. Contra los que se creen invulnerables desde el poder económico, político o militar. Sean Estados o personas. Contra todos ellos, que sufren la más peligrosa de las locuras, que es la de creer que siempre van a vivir, que eternamente van a dominar o someter. Que el tiempo, no les pasara factura. Que sus maldades y perversiones no los reflejaran tarde o temprano.  

"El Bichi bajó por las escaleras despidiendo ráfagas de luz, le dice Agustina a Aguilar, el hermano menor volvía hacia nosotros iridiscente, purificado en el dolor, blandiendo en su mano derecha las llaves de la destrucción. ¿Te refieres a las fotos de la tía? Sí Aguilar me refiero a eso mismo, el Bichi se vino con ellas en alto y yo alcancé a gritarle con mi voz interna, la que no se oye pero resuena, le grité dentro de mí con toda mi fuerza de mi poder ausente No hagas eso, hermano, recuerda el Juramento, recuerda la Advertencia, si las muestras, si ellos las ven, pierden su valor, si las revelas, se desvanecen mis poderes como el agua entre las manos porque son poderes ocultos y la luz los derrite, te repito la Advertencia, las llaves de la destrucción sólo resplandecen e infunden terror mientras permanecen ocultas, me derrotas si me revelas y ante mi derrota ya nadie podría protegerte de la mano del Padre". Pág. 254.

Este manuscrito puede alterar su cordura. Si esto significa que romperá su conformidad con las cosas que nos pasan, la autora Laura Restrepo, su ya premiada obra "Delirio" y el comentarista que suscribe, habremos cumplido con lo que nos toca. Léalo. Dicen que: "De poeta y de loco todos tenemos un poco".

 

Conversatorios en Casa de América - Laura Restrepo  27 feb 2015

Un programa de entrevistas a personajes de reconocido prestigio que pretende profundizar en la riqueza y la diversidad de las sociedades latinoamericanas.

Entrevista a la escritora Laura Restrepo.

 

Laura Restrepo

 

Días de Gloria: Laura restrepo

 

Hablando de mujeres y traiciones con Laura Restrepo

 

Dr. Oswaldo Paz y Miño
opymj2008@gmail.com

Texto publicado en Diario La Hora

Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002

Autorizado por el autor
La Hora

Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

Círculos Google: https://plus.google.com/u/0/+CarlosEchinopeLetrasUruguay

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Paz y Miño, Oswaldo

Ir a página inicio

Ir a índice de autores