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De repente en lo profundo del bosque. 
Literatura excepcional. 
Amoz Oz, escritor judío, brillante. 
Reseña ensayística Dr. Oswaldo Paz y Miño Jaramillo

Os habíamos dicho al inicio de esta temporada 2010 que en este año seríamos más cosmopolitas en las lecturas. Por ello hoy traemos una verdadera joya de bolsillo: De repente en lo profundo del bosque, publicada por Ediciones Siruela, escrita con magia por Amoz Oz, autor judío nacido en la siempre misteriosa y sagrada por tres religiones Jerusalén.

Adentrarse en las 150 páginas que son el corpus de este cuento maravilloso será para vosotros, como ha sido para mí, un viaje inolvidable, una aventura, que a ratos me ha encogido el alma.

La obra es quizá premonitoria y dolorosa, advierte de un pueblo perdido en un bosque, que bien le podríamos nosotros llamar Yasuní, del que ha desaparecido todo tipo de vida silvestre animal, “por una especie de extraña maldición”.

Llevan culpa en el terrible hecho, unos seres irascibles, huecos de corazón y llenos de intereses mezquinos.

Tragedia natural que se convirtió en misterio, que se ocultó por vergüenza, que los mayores evitaban contar a los niños, las verdaderas víctimas de los malos quehaceres de los adultos y de los políticos ególatras.

Un bosque que se había quedado en las afueras de Dios en el que se perdieron todos los lenguajes y donde de la noche a la mañana reinaba el silencio. El mal se dejaba ver en su plena oscuridad. Nadie con dos centímetros de sesera se atrevía a salir caídas las sombras. El diablo de las montañas, encumbrado en el poder, en la serranía, dominaba sin control.

Todos los seres humanos evitaban contagiarse de una rara peste identificada como ‘relinchitis’, sobrevivían mientras perdían sus memorias en la enfermedad del olvido.

Los árboles eran testigos de que morían en el tiempo las palabras dichas en idiomas comprensibles sólo para aquellos capaces de disfrutar del asombro. Los lectores que eso puedan, quedan invitados a dialogar en: ‘perres’, ‘gatí’ y en ‘caballol’; en ‘grillol’, ‘palomán’ y ‘ranés’; en, ‘abejino’, ‘pecí’ y ‘cabrés’. “No me resultó difícil, porque en las lenguas de los animales hay muchas menos palabras que en las lenguas de las personas, y solo tienen tiempo presente, no existe pasado, ni futuro, y solo tienen verbos, sustantivos e interjecciones y nada más” Pág. 115.

De repente en lo profundo del bosque los niños emprenden en averiguaciones, en estallidos de inconformidad, en reclamos justísimos, en cuestionamientos. Han de dar con la verdad. Han de romper dogmas, con eso que es irracionalidad del pensamiento impuesto por sus mayores.

Maya y Mati encarnan desde la literatura de Amoz Oz a los jóvenes del planeta que se preocupan por la Tierra, ya que es la nave en la que navegamos todos por el Universo. Somos pasajeros de ella y más allá de las diferencias, que son pocas, los seres vivos tenemos semejanzas en la diversidad.

Literatura para compartir sin duda con los chicos de la casa. Para leérsela a los críos iniciáticamente con infatigable amor y para incluirla en su biblioteca. Y aquí, entre amigos, Oswaldo José, mi nieto, ya cuenta con su ejemplar.

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Autorizado por el autor
27 de Diciembre de 2009

Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

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