Texto
de Silvia Noemí Pastrana leído por su autora en la presentación del
poemario “Propaga” (Libros del Empedrado, título nº 13, Buenos
Aires, la Argentina, marzo 2001) de Rolando Revagliatti, en el marco del
Café Literario – Cultural “Último Infierno”, organizado por APOA
Asociación de Poetas Argentinos, el 10 de mayo de 2001 en el “Bar del
Viejo Hotel” de la ciudad de Buenos Aires. “Propaga”,
el libro del que hoy hablamos, bien podría llamarse “propaganda”,
aunque en esta suerte de acotación no tan cinematográfica, el hombre y
la vida conviven con la imagen de la realidad. Comparándolo con los
libros anteriores de Rolando Revagliatti, éste, toma imágenes y difunde
un pensamiento, a veces irónico y cruel, y otras veces, lleno de
cuestionamientos. Dividiría el libro en dos instancias: la primera, que
gira alrededor de la cabeza: “En mi cabeza / dura / sagrada / allí
metido // de pies a cabeza”, dice, como empezando con la trama tentativa
del sueño. El hombre con insomnio aprende a “volar” abrazado al
“robot”, a la bruja o la cábala, o a la oscuridad que lo hace pared
de su propia condenada existencia. Y quién es el poeta sino un hombre con
insomnio que toma a su cabeza, no sólo como para adquirir conocimiento
sino como la voz de su conciencia. La segunda parte se aparta de los
actores de ficción para transformarse en el primer actor de su película,
el yo poético que pone en evidencia al poeta “como actor de su
cuerpo”. En su poema “Desde la platea”, la voz de la ficción
contempla, él contempla: “Voces / los personajes // Timbres de las
voces / las circunstancias // Y unas butacas // donde los espectadores /
se maquillan”. El primer actor no se maquilla, se descarna, quiere
exonerarse de la tragedia que ironiza, se convierte en un mundo
minimalista, porque, quién podría escaparle a una metamorfosis con forma
de paloma o gato o perro para exaltar el otro yo, parcialmente escondido,
que no se declara ni vencedor ni vencido. “Propaga” es el rostro en el espejo, una pared que puede rajarse, un “Crear o reventar”, tal como finaliza su “Añoranza”; es un llegar e irse poéticamente, “Es quien será / -ese personaje secundario- / cadáver en un par de horas /”, pero ese personaje secundario no se relega, ocupa el centro del escenario e igual que el poeta, “Ya se desangra”. |
Silvia Noemí Pastrana
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