En esta tierra habitado
por el humo que es caricia espesa detenida en el cristal del aire,
y por la rosa que es penumbra dormida en el espejo,
y por la piedra, que es señal
por lo que se reconocen pájaros y ángeles,
y por la lluvia, que es lágrima
inicial de los vientos,
y por la cereza, que es esperanza tendida sobre la castidad del mantel,

y por el vino, que es alegría
en la ventana del pobre y en la lámpara del preso

en sus hartazgos,
y par la amistad, que es raíz en cada árbol
Y en cada semilla que crece,

en esta tierra habitada
por lo energía del átomo, que es celeste trepidar

cuando mueve las ruedos de los trenes

y empuja los navíos
y es hontanar perpetuo en la llama del hogar,

y ascua que perfuma las páginas del libro,

en esta tierra habitada por la palabra humana:

por la palabra que humilla y persigue cada gota de sangre y de color,

y por la otra palabra
que proclama y erige la luz en cada puerta,

en esta tierra habitado por el eco de todas las palabras del hombre

he venido a crecer,
he venido a crecer con huesos y con alas,

con mi vestido fluvial e interplanetario,
donde te arpegian sonidos y leyendas de pretéritas guitarras.

He venido a crecer
y también a remontarme por el aire de mi sueño.
Y después de crecer y de soñar,

he venido a inaugurar preguntas

en el día v en la noche,
en la formula escrita y en la fórmula aún no enunciada,

en coda espectro solar

y también en cada interlunio,
preguntas ya dichos, repetidas, gastados por el uso, pero nuevas

en el ciclo de mi voz.

He venido a preguntar

en este tiempo,
en esta huella heredada de otras sombras,
quién soy, qué hago aquí,
qué represento paro ti que me miras sin saber

qué soy, y también poro ti
que me miras sin reconocerte en mi.

He venida a inquirir por la Verdad,

a inquirir con humildad,
pero también con el derecho que da lo humildad de preguntar
a subrayar si es preciso esa pregunta

can mi silencio definitivo.

He venido a iluminarme y también a iluminar,
a impregnarme de palomas y substancias y cielos imprevistos

a no permitir que nadie me olvide,

y también a tratar de no olvidar o nadie.

He venida o escuchar los ritmos
y cadencias que se desprenden y rebotan detrás de los objetos,

a tocar mi melodía con el trino de la aguja

y con la gota de agua,
y también a crear un preludio permanente entre el vuelo y el paisaje,

a dibujar en cada arista de rocío que florece

Una clave inédita de sol.

He venido a inclinar mi cabeza
ante el ángulo que forman dos manos unidas,
y también a decir
que existo porque amo,
y que amo porque quiero seguir existiendo,
y que todo aquel que ama salva no sólo su vida de una muerte cotidiana,
sino la de todo lo que muere

antes de tiempo.

Y he venido también a cantor,
a cantar una canción que traduje de eternidades ya olvidadas,

la canción que debe ser cantada cada día

aunque nadie la escuche.

Y he venido también
a pronunciar una sílabo mía, la silaba que ignoro aún,
pero que algún día vendrá a mi encuentro de entre el eco de todas las palabras
que habitan lo tierra.