Relación entre “Espergesia” (César Vallejo), “Estanco” (Fernando Pessoa) 

y “Borges y Yo” (Jorge Luis Borges) en cuanto la dualidad entre hombre y poeta.
Nicolás Parra

Quizás sea un poco ardua la elaboración de este proyecto, sin embargo mi carácter ambicioso no me deja renunciar ante la posibilidad de encontrar una serie de similitudes contundentes que sustenten la posibilidad de que estos tres poetas, por mas de que sus obras son diametralmente distintas, se identificaban con una preocupación que los llevo a cada uno a escribir unos versos con la finalidad de comprender sin distorsión alguna la dualidad entre hombre y poeta.

Tal vez este tema ha sido frecuentado por numerosos poetas que veo innecesario nombrar, pues prefiero detenerme en estos tres autores y especialmente en esos poemas que abarcan en gran parte la cuestión que nos incumbe.

Para comenzar a establecer la relación entre hombre y poeta veo pertinente examinar, minuciosamente los dos términos, pues esta comprensión será una herramienta fundamental para el análisis que haremos a continuación.

Pues bien, primero que nada quiero iniciar esta búsqueda con una afirmación de gran utilidad, ésta consiste en que todos los hombres tenemos el instinto innato de poetas[1], sin embargo muchos nos conformamos en caminar por la vida sin el más mínimo interés de transformarla[2], de justificarla o de explicarla, simplemente nos dejamos llevar de un lado para otro como un rebaño[3] que no tiene la mas mínima determinación de si mismo.

Menos mal hay artistas, específicamente poetas que no se conforman en pasar su existencia en una corriente, sino todo lo contrario estos poetas son los encargados de justificar ese mundo que los rodea y del que hacen parte.

No obstante por más superiores que sean estos seres no dejan de ser hombres, y su condición humana les impone límites que los encasilla a la hora de definir a partir de lo particular temas esenciales. Sin embargo, su cualidad de poetas los impulsa a que estos límites sean traspasables en lo posible.

El lenguaje que utilizan no es el mecanizado, lleno de formalismos y redundancias, sino un lenguaje que a partir de lo particular, generaliza lo que transmite, pues el poeta tiene la capacidad de sentir universalmente. El hombre común particulariza todo: sentimientos, sensaciones, mundo, pensamientos, etc. En cambio el poeta representa lo humano en su totalidad, y se aparta por completo de las concepciones triviales del rebaño, como por ejemplo mantener ficciones, cuya única función es negar la realidad y opacar la existencia humana.

Pero, ¿por qué sostienen esto? Esta interrogante ha sido a lo largo de la historia una discusión complicada, sin embargo hay quienes argumentan que el principal motivo, es porque el hombre desconoce su naturaleza, es decir abandona su talante creador para sumergirse en un mundo ficticio.

Ahora detengámonos en los tres poemas que citamos y analicémoslos separadamente, pues lo considero pertinente para comprender las visiones de los autores frente a esta dualidad, que al parecer ellos padecen.

En “Borges y Yo” se ve desde el titulo una diferencia, un distanciamiento, entre el hombre subjetivo (el hombre común) y Borges como personaje público, símbolo de la literatura universal y sobre todo: poeta. Sin embargo, al leer todo el texto se podrá afirmar que apenas se termina la labor del individuo cotidiano, empieza el comprometedor trabajo del poeta.

Aunque veo pertinente mirar a fondo este tema, para así validar o no, esta aserción. Como primera medida Borges muestra al hombre como un individuo común y corriente “…Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente…”[4], con gustos y pasiones que no explota ni explora, simplemente hacen parte de su vida y ya. Este hombre dice: “…yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica…”[5].

Es esencial que exista el subjetivismo, el hombre común, pues ese es un elemento vital para la creación del poeta, quizás porque es un intermediario entre el poeta y el mundo. Además el poeta y su obra justifican al individuo cotidiano, no obstante argumenta Borges con la siguiente frase, que lo rescatable que ha escrito el otro, no le pertenece a ninguno, sino a la humanidad. “…ha logrado ciertas paginas validas, pero esas paginas no me pueden salvar, quizás porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro…”[6].

 ¿Le corresponde a la humanidad? ¿Qué implica esto? El poeta logra desprenderse del subjetivismo por más de que sus obras nazcan a partir de este, por lo que deduciremos que tiene la capacidad de expresarse en términos universales, convirtiendo así las preocupaciones borgianas en desasosiegos de la humanidad.

“…Hace años yo traté de liberarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas…”[7]. Acá el hombre es el que idea las cosas, es decir gracias a su percepción constante de la realidad es capaz de inventar, sin embargo es el poeta el que materializa estas ideas, es el poeta el que con sus versos une esas dos esferas (sujeto-objeto) y le da valor a la existencia.

Al concluir el texto con la frase: “…No sé cuál de los dos escribe esta página…”, deja más que claro la imposibilidad de distinguir cuándo terminan los límites del hombre y cuando inician los del poeta, en otras palabras sería, cuál es la línea donde se cruza el mundo objetivo y el mundo subjetivo. Esta línea la describe Pessoa en su poema de “Estanco” como la calle que divide su ventana con la tabaquería, luego examinaremos esto detalladamente.

Volviendo a Borges, encontré una entrevista[8] en la que le preguntaron lo siguiente: usted dice que al otro es a quién le suceden las cosas, con cuál Borges converso ahora?

Borges contesto serenamente: “Esa es una pregunta de tipo metafísico… yo diría que soy continuamente cada uno de ellos, yo soy los dos, el uno necesita del otro, pero yo pensaba sobre todo en la diferencia entre el hombre íntimo y el poeta que siempre y de algún modo es un hombre público, no, yo no sé si yo me parezco a esa imagen pública, a la imagen que yo doy de mis libros, posiblemente yo sea bastante distinto, posiblemente mi retórica me traicione…”.  

Continuemos ahora con “Espergesia” con el que deja claro Vallejo su condición de poeta y hombre simultáneamente. Desde el titulo se puede suponer que es una búsqueda del origen tanto del hombre como del poeta, pues “Espergesia” es la unión de dos palabras: esperma y génesis.  “Yo nací un día que Dios estuvo enfermo…”[9] esta frase simplemente lo deja a uno atónito, perplejo y sin embargo lo invita a reflexionar sobre el nacimiento.

Pero ¿A qué tipo de nacimiento se refiere Vallejo? ¿Qué simboliza la figura de Dios en este poema? Este Dios es Vallejo, pero también es el Dios que creó a Vallejo, por lo tanto se puede interpretar de dos maneras distintas, es decir Vallejo como Dios creador de su obra y el Dios en si como inventor de Vallejo. Por eso al estar enfermo este Ser se humaniza y queda en el mismo plano del hombre.

Hay un texto de Borges que veo imprescindible citar, ya que abarca este tema con gran elocuencia. “Everything and Nothing” [10] cuyo tema principal también es la dualidad entre hombre y poeta: “…La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: “Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo”.

La voz de Dios le contestó desde un torbellino: “Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos y nadie…”.

Es preciso decir que Shakespeare y Dios tienen una similitud trascendental, pues los dos se justifican por lo que crean y no por lo que son. De ahí que el poeta existe si su obra perdura, de lo contrario será una ceniza más en el polvo.

Otro aspecto que me gustaría analizar es el adjetivo “enfermo” que le atribuye al Dios, ¿Por qué enfermo? ¿Qué relación tiene esto con nuestras distintas interpretaciones? La enfermedad es una causa del sufrimiento, por lo tanto podemos afirmar que la obra vallejiana se construye a partir del dolor que padecía su creador, de igual manera podemos insinuar que al estar Dios enfermo sus creaciones (el mundo y los hombres) son productos del sufrimiento, por consiguiente estarán fuertemente ligados a esta sensación.

En sus versos Vallejo dice que de él saben poco, mejor dicho saben lo banal, lo cotidiano: “…Todos saben que vivo, que mastico…”[11], pero lo que no saben es que “…Hay un vació en mi aire metafísico que nadie ha de palpar…”[12]

Este vació del que Vallejo habla solo podrá llenarlo su obra, y deja claro que entre el mundo metafísico y la realidad hay un gran abismo. Tal vez la única forma de juntar esos dos mundos es materializando la metafísica, de igual manera debería ocurrir con la obra, pues ésta es la que justifica no solo al poeta sino al hombre y los vuelven a los dos uno.

Sin embargo esta obra necesita de un lector para subsistir, para que tenga validez, por eso las ansias de Vallejo para que lo oigan “…Hermano, escucha, escucha…Bueno. Y que no me vaya sin llevar diciembres, sin dejar eneros.”[13] ¿Llevar diciembres, dejar eneros?

Es evidente que los eneros representan las cosas incidas o las ideas no concretadas, en cambio los diciembres son los finales o las obras terminadas. Si suponemos que los eneros le pertenecen a Vallejo como hombre que percibe, que idea, pero que no concreta estas ideas, por lo tanto él tendrá que llevárselos a la muerte, pero lo que logró materializar en condición de poeta lo dejara en la tierra con el anhelo de alcanzar la inmortalidad.

Vallejo concluye el poema con estos versos: “…Y no saben que el Misterio sintetiza…que él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a las Lindes…”[14] El misterio del que habla Vallejo es la poesía que une la realidad, para así darle sentido a la vida. Es esta disciplina la que pronostica el portal de los límites particulares hasta los universales.

En conclusión tanto Vallejo como su obra son dos productos que terminan siendo inherentes y cómplices mutuos. También deja clara su visión frente a la dualidad de poeta y hombre.  

Quise terminar con Pessoa no solo por preferencias personales, sino porque considero que es el autor que deja más clara la diferencia entre hombre y poeta.

Además nos contextualiza en un cuadro que representa en su totalidad el mundo metafísico, el real y el abismo que los separa.

En las dos primeras estrofas Pessoa habla como el hombre común, el que tiene todos los sueños del mundo, el que es como uno más del montón: “…Ventanas de mi cuarto, del cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe quien es (y si supiesen quien es, ¿qué sabrían?...”[15]

Al igual que Vallejo, Pessoa sabe que la gente que no lo conoce solo sabrían lo trivial de él. Este hombre del que habla Pessoa, se esconde en su mundo, en su subjetividad y gracias a la ventana de su “cuarto” tiene la posibilidad de contemplar la realidad.

Sin embargo en la tercera estrofa nos comienza a hablar como poeta, pues es ahí donde se despoja de toda la realidad “…Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morir, y no tuviese más hermandad con las cosas que una despedida…”[16], pero poco a poco se va dando cuenta que él es un hombre dividido, es un poeta y un hombre al mismo tiempo, tiene en sí la realidad subjetiva (hombre) y la realidad objetiva (poeta): “…Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo al Estanco (…) como cosa real por fuera, y a la sensación (…) como cosa real por dentro…”[17]

 Para Pessoa esas dos realidades se complementan, pues es a partir de su condición de hombre es que tiene contacto con la realidad, pero es el poeta el objetiva esas ideas, esas percepciones y las generaliza. Por eso dice, que el hombre sueña conquistar el mundo, no obstante es el poeta el que lo conquista, pues es éste el que materializa, el que vuelve tangible la realidad, uniendo así las dos esferas: su cuarto y el estanco.

Pessoa se siente como “…Mi corazón es un cubo vació…”[18], Vallejo también tiene un sentimiento similar: “…el claustro de un silencio…”[19]. Esta relación es interesante, pues acá los dos hablan sobre la condición del poeta antes de escribir, y sustentan que después ese vació y ese silencio, hablará con pasión desmesurada.

En la siguiente frase Pessoa expone que una de las más grandes diferencias entre poeta y hombre, es que el hombre es el que siente, el que ama, el que sufre, pero el poeta por más de que no vive eso logra crear la realidad de todas esas sensación: “…puede que nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni creído (porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso)…”[20]

Es ahí donde comprendemos que el poeta es un Ser alejado de la realidad, pero gracias a ser hombre antes que poeta logra conectarse con el mundo que lo rodea y ahí radica la magia de la poesía.

Quizás le sucedió lo mismo que a Borges, es decir no sabe cual es el Pessoa-poeta y cual el Pessoa-hombre, ya que: “…Estaba borracho, no sabía ya vestir el disfraz que no me había quitado…”[21].

Pero, es gracias a la escritura, en particular a la poesía que el autor se sale del “rebaño” y logra, o por lo menos trata de sublimarse: “…y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime…”[22] 

Por ultimo quiero resaltar que el poeta como bien lo dijimos con Vallejo, busca un lector, pues de lo contrario su obra no tendría sentido y no perduraría.

Es el lector el que aterriza la obra del poeta, y la siente como si fuera suya. A partir de ahí se reconstruye el universo, es decir se justifica entre la relación de lo objetivo con lo subjetivo. “…Como por instinto divino Esteves se ha vuelto y me ha visto. Gesticula un saludo, le grito ¡Adiós, Esteves!, y el universo se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza…”[23]

Se podría decir que en efecto existe una relación entre estos tres poemas, pues los tres autores buscan la naturaleza del poeta y la del hombre.

Además concuerdan que la naturaleza del hombre es percibir, idear, estar en constante contacto con la realidad y el poeta despojado de la realidad la logra crear, justificar, reconstruir a partir de su condición de hombre. Como lo mencionamos al principio, Pessoa, Vallejo y Borges antes de ser poetas son hombres, y su naturaleza de hombres los encasilla en cuadro, que la única manera de salir de él, es apartándose de la realidad subjetiva y centrarse en la objetiva.

El poeta es una especie de Dios como vimos en Vallejo, pues no solo es el creador de una obra, sino que esa obra es la que justifica y plasma la humanidad como tal.

Sin embargo para que su creación tenga validez y perdure requiere de un individuo, de un lector que tenga contacto con ella y se la apropie como suya.

Es ahí (en ese contacto de sujeto-objeto) donde el abismo que separa al hombre del poeta, a la realidad objetiva de la subjetiva, a Borges del “Yo”, a la esperma de la génesis vallejiana, a los diciembres de los eneros, al cuarto pessoaiano del “Estanco”, en conclusión a las lindes de las Lindes; se elimina creando una complicidad mutua y reconstruyendo como dijo Pessoa el universo sin ideal ni esperanza.      

Bibliografía

Antología Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página 96-103.

Antología Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página 96-103.

Antología Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página 96-103.

El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Everything and Nothing) Alianza, Madrid, 1999. Página 52-55.

Los Heraldos Negros, César Vallejo, (Espergesia).

El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61.

Harold Alvarado Tenorio/Lecturas Dominicales El Tiempo, 18 de Octubre de 1981.

Referencias:

[1] Etimológicamente viene del término griego. poēsis que significaba creación.

[2] Transformación es una cualidad del poeta

[3] Nietzsche invento este término para describir como lo hombres fueron engañados ante la idea de la igualdad, sacrificando de paso la individualidad y justificando la mediocridad mas grande de los hombres.

[4] El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61.

[5] El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61.

[6] El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61.

[7] El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61.

[8] Harold Alvarado Tenorio/Lecturas Dominicales El Tiempo, 18 de Octubre de 1981.

[9] Los Heraldos Negros, César Vallejo, (Espergesia)

[10] El Hacedor, Jorge Luis Borges, (Everything and Nothing) Alianza, Madrid, 1999. Página 52-55. Este texto expone la situación de Shakespeare como hombre desconocido y poeta renombrado.

[11] [12] [13] [14] Los Heraldos Negros, César Vallejo, (Espergesia).

[15] [16] [17]  Antología Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página 96-103.

[18] Antología Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página 96-103.

[19] Los Heraldos Negros, César Vallejo, (Espergesia).

[20] [21] [22] [23] Antología Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página 96-103.

Nicolás Parra - Marzo del 2006

Publicación autorizada, para Letras-Uruguay, por parte del autor, el día 4 de febrero 2008

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