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Guerrero Lira, Cristián.

1817. DE MENDOZA A CHACABUCO

Santiago de Chile: Ejército de Chile. Corporación Conservación y Difusión del Patrimonio Histórico y Militar. Universidad Bernardo O’Higgins

2016

267 páginas.

 

Por: Jorge G. Paredes M.

(Profesor en Historia y Geografía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Cristián Guerrero Lira es un notable historiador chileno especializado en temas de la etapa separatista hispanoamericana. De ideas amplias que trasciende, en lo que esto es posible, los enfoques nacionalistas en torno al proceso independentista hispanoamericano, especialmente cuando se trata de figuras paradigmáticas (San Martín, O'Higgins, Carrera, etc.) tratando de hacer hablar a los documentos sin dejarse ganar por las simpatías y/o pasiones que también, de una otra manera afectan el trabajo de los historiadores, distorsionando los hechos.

“1817. De Mendoza a Chacabuco” (2016), un sólido y minucioso trabajo de 267 páginas, que por su estilo ágil y muy cuidadoso se lee con deleite y uno va reconstruyendo esa tarea titánica que fue la preparación del ejército libertador, casi como si estuviéramos reviviendo lo que parecía imposible y que se hizo realidad gracias, fundamentalmente, a la decisión de San Martín de hacerlo tal. Allí encontramos relatos de cómo fue esa preparación que muchas veces es pasada por alto. Si titánica fue la tarea de la preparación, el llevarlo a cabo fue descomunal. Asombra la minuciosidad de la preparación y por ende la realización siguiendo minuciosos planes de campaña. Desde la selección de los pasos a emplear para atravesar los Andes chileno-argentinos, la travesía propiamente dicha y, por supuesto, la primera conclusión de ella, que es la batalla de Chacabuco.

El libro consta de una introducción y nueve capítulos: Buenos Aires, Lima y Santiago, La cordillera de los Andes: escenario de posibles operaciones militare (1800-1816), Las rutas de la invasión, Formación del ejército de los Andes, La defensa realista, Cronología de las operaciones, Combates del cruce de los Andes (enero – marzo de 1817), La batalla de Chacabuco y Después de Chacabuco. Después de cada capítulo existe una valiosísima selección de ilustraciones, mapas, croquis, cuadros pictóricos, etc. En el capítulo “Cronología de los operaciones”, para una mejor comprensión del cruce de los Andes, el autor expone separadamente, por columna –en sentido norte-sur--, y cronológicamente, los detalles de ella, tratando de entregar a los lectores una visión global del trayecto andino de esta fuerza expedicionaria. Esta minuciosa cronología  (día a día entre el del 18 de enero y el 12 de febrero) resulta de una utilidad valiosísima

Para los peruanos, Cristián Guerrero nos es ampliamente conocido tanto por sus artículos publicados en diversas revistas como por capítulos de libros en torno a la historia peruana, trabajos entre los cuales podemos señalar: “La propaganda monarquista en el gobierno de San Martín en el Perú. La Sociedad Patriótica de Lima”, “Ahora soy un simple particular. Vida de O’Higgins en el Perú” (2016), "Consideraciones Sobre los Planes Militares del Virrey Fernando de Abascal". Capítulo del libro El Lazo de Los Andes. Diálogos Cruzados Sobre las Campañas de la Independencia: de Argentinos y Chilenos, Civiles y Militares (1810-1830). (2007) y  "De las Reformas Borbónicas a la Formación del Estado en Perú y Chile". Capítulo del libro Perú-Chile / Chile-Perú. 1820-1920. Desarrollos Políticos, Económicos y Sociales. (2005-2006), (pp, 25-48), en coautoría con la historiadora peruana Scarlett O’Phelan.


Para concluir esta reseña, transcribo los seis primeros párrafos de la introducción del libro:

“La historiografía relativa a la independencia se ha alejado considerablemente de las temáticas de índole militar que le fueron tan características durante el siglo XIX.

Involucrados en el proceso de definición de los elementos identitarios nacionales, los historiadores de esa centuria tuvieron en ellas un campo propicio para construir imágenes heroicas que eran presentadas como el resumen de la idiosincrasia nacional y, en consecuencia, remarcaron una serie de conductas tales como el cumplimiento del deber, el arrojo y la valentía, entre otras, las que fueron consideradas como parte integrante, cuando no definitoria, de una forma de ser nacional. Las mismas eran presentadas a la sociedad como paradigmas con la esperanza de que en futuros conflictos armados, o en otras situaciones de apremio, los chilenos obraran de igual forma que sus héroes.

Por otra parte la guerra de independencia fue, historiográficamente hablando, considerada como un elemento de unión. Se le definió como conflicto entre “patriotas”, –un vocablo que hace alusión a un sentimiento de pertenencia y arraigo al suelo patrio que se compartía con otros–, y “españoles” o “realistas”, términos que erróneamente empleados como equivalentes, aludían a cuestiones muy distintas como la nacionalidad y una opción política determinada.

Al contar con un enemigo, naturalmente se reforzaba la identificación colectiva. El realista (“godo”, “sarraceno”, “matucho” o el término que se empleara), era el contrario, el oponente, el otro, necesariamente distinto del nosotros. Por ello no resulta extraño que en los relatos del conflicto en cuestión, salvo contadas excepciones, las virtudes y la heroicidad estén normalmente ausentes en el bando realista.

Esta visión estereotipada se ha perpetuado en la memoria histórica nacional como asimismo en la historiografía y en la enseñanza de la historia patria. La guerra, entonces, fue dibujada en blanco y negro, retratando a buenos y malos –dependiendo esto del resultado del conflicto–, y como uno de ellos resultó vencedor, sus razones, justificaciones y procedimientos pasaron a ser los valederos y permanentes.

Como se trataba de construir una imagen nacional, el enemigo resultó ser un elemento al que no se prestó mayor atención. Sus posiciones políticas fueron simplemente descritas como continuistas del régimen monárquico, y sus adeptos como defensores de un orden que pretendía mantener operativo determinado sistema social, económico, cultural y político que claramente marcaba diferencias y centraba los beneficios en uno de los polos de la relación hispano-americana” (p. 10)..

 

Jorge G. Paredes M. 
jgparedesm@gmail.com
Lima-Perú - Marzo
2017

 

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