Bienvenida al mundo real

(Cuento para ser entendido como un vídeo musical)

Tania Pagés Palma

Take these broken wings 
And learn to fly again 
And learn to live so free
(Broken Wings)
Mr Mister
Welcome to the real world

Soñaba con la canción de Mr Mister. Se me aparecía a diario aquella águila del vídeo que planeaba por toda una ciudad y la sombra cubría transeúntes y casas y hasta hacía giros en las montañas.  Era una especie de alma escapada que jugaba con las vueltas de la libertad. Soñaba con escaparme. Reducirme a plumas y vuelos y ser lejos de allí, de lo negado y lo enteramente absoluto. Simplemente estaba cansada. Tenía veintimuchos y estaba muy cansada. Las ilusiones se habían impreso en hojas de revistas con páginas de muchos colores. Y sólo las hojeaba, una y otra vez, para luego devolverlas; ni siquiera podían ser mías.

 

Un día las alas se hicieron robustas y gracias a muchos empeños crucé aquel océano y me posé en la ciudad llena de colores, revistas propias y encanto de multitudes. Descansé de los NO absolutos.  Matices de mil formas de gente encontraba cuando repasaba las esquinas una vez que me agotaba del nido.  Encontré unos no distintos. Un miedo a perder los colores de la revista, la tranquilidad de lo básico. Tenía miedo de cansarme de los vuelcos presionados y sobre todo, estaba cansada de sentirme solamente allí, sin nada más que esperar a que se enganchara un día luego del otro. Una  familia con un par de hijos primorosos, una casa impoluta en la que no necesitaba más que ocuparme de pensar, de invalidar el sentimiento de incomunicación y de lejanía que se hartaba de mis razonamientos desmadejados. ¿Cuándo podré concentrarme en mí? El tener demasiada tranquilidad se convierte en una jaula dorada con unos pedacitos de acero doblados que recapacitan cualquier intención de desbandada. Simplemente atrapada en lo que debía ser correcto, en lo que podían soñar aquellas otras águilas   que se quedaron detrás del océano, imaginando lo hermoso de un arcoiris vibrante al que nunca encontraban el final. Pero descubrí una red, una red universal que con simples teclas se acercaban miles de palabras, fotos de curiosos y gente atrapada en sus silencios, a veces tanto como yo. La pantalla se iluminó con sus ojos de playa y la sonrisa indescriptible. Salté de mi posición con sólo verle aparecer, casi increíble pero indudablemente cierto. En el otro confín del mundo, a un montón de horas de océano había uno más que como yo que buscaba saber, liberarse. Nos burlamos de los no habituales y cada día el rito de sentarse y descubrir las palabras nos hacía evolucionar un paso más adelante en la cadena de la comunicación. Ya no importaba saber si su imagen estaba realmente cargada de colores de moda o si su nombre era de un cómic o de ciencia ficción. No importaba nada más que leerlo a diario, aprehender sus mensajes en mi memoria y esperar el acercamiento del día posterior. Sólo podía imaginar sus manos en un continuo movimiento frente a una pantalla y sentir mi misma alegría en cada una de sus palabras. Estaba feliz. Podía ser escuchada y aún en mi encierro habitual de las costumbres me sentía libre. La jaula de oro se hacía invisible y el acero un ridículo algodón. Podía volar. Luego de tantos no podía volar. Es una sensación que te hace grande, el mundo aparece pequeño y nada puede atarte a tu rincón. Sí, el águila de Mr Mister.

 

Siempre hay un no aunque no sea temporada, solía decir un amigo. Demasiado bueno para durar, dicen mil conocidos más. El verde no es sólo un color de primavera, la inseguridad tiene un tomo agrio además. Las ventanas se hacen irrespirables, irreparables, irresistibles. Las palabras, malheridas, melancólicas, moribundas. Hasta que aparece un NO profundo que concluye todo en un “buena suerte” de despedida. Y te quedas en un vacío rebosante de lágrimas, sin comprender, sin explicarle a tu alma rota el sentido de este suicidio inesperado de tu esperanza. Pero te levantas. Vuelves a mirar el brillo de tu jaula, tu familia y casa impoluta; encierras nuevamente tus ideas de libertad apagada y sigues caminando al futuro como cualquier otro que pasa la calle y no puede descubrir tu interior. Sigues llena de pensamientos con signos de interrogación y te preguntas si esto es algo que llaman destino a repetición o karma. Una simple frase o respuesta. “Welcome to the real world”. Sí, otra vez, Mr Mister.

Tania Pagés Palma

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