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Los civilizados burros de la zona de guerra
por Diego Enrique Osorno

A unos cinco kilómetros del Palacio Municipal de Monterrey, levantado sobre la Macroplaza que presume Nuevo León en sus postales turísticas, está la antigua colonia Independencia, la que más ha padecido la guerra que libran en la ciudad las bandas del narcotráfico aliadas con ciertos sectores gubernamentales.

Miles de casas construidas por sus propios habitantes están encaramadas en un cerro, y los soldados y marinos acantonados en Nuevo León evitan subir con regularidad a recorrer esta barriada que para ellos es un territorio demasiado incierto. Los policías locales se animan aún menos a una aventura de este tipo.

Favela, el término carioca para nombrar territorios perdidos, cada vez se emplea más para describir lo que es la Independencia. Ante la situación imperante, a principios de 2010, compañías proveedoras de alimentos y de otros insumos domésticos prohibieron a sus repartidores incursionar en dicha área.

Para evitar el aislamiento total y la escasez, algunos oficios del pasado, nunca desaparecidos del todo, han resurgido con fuerza. Uno de ellos es el de los hombres que suben cosas a la colonia en el lomo de sus mulas o burros.

Durante un recorrido por la zona platiqué hace no mucho con Martín G., un hombre de 53 años, que es uno de los burreros que recorren esta zona de guerra burlando —sin estar él consciente de ello— la segregación a la que históricamente ha sido condenada la gente de este barrio.

- ¿Cómo empezó a trabajar de burrero?

- Acarreando agua.

- ¿Cuántos burros tiene?

- Tengo éste y otro, pero aquél lo estoy enseñando apenas.

- ¿Cómo se prepara un burro para que ande por estas calles?

- Es que estos son para… ¡Eaaah! (le grita al burro)... Son para el trabajo más pesado. Pero bueno, éste no es burro…

- ¿Qué es?

- Es una mezcla de mula con burro.

- ¿Y qué diferencia hay?

- Estos son más fuertes y menos dóciles para enseñar.

- Con razón éste se ve más corpulento...

- Sí, éste es más fuerte y a éste no se le puede pegar todo el tiempo. Estos no necesitan golpes, trabajan solos. Y estos duran más tiempo que los burros.

- ¿Trabaja todos los días con ellos?

- No, es que yo trabajaba en una fábrica pero me operaron de una hernia y pues así duré un tiempo sin trabajar, hasta que me regalaron un burro y pude trabajar en esto de nuevo.

- ¿Y sí hay trabajo pese a como están las cosas?

- No, ahorita ya no como antes, pero sí hay. Ahorita en todo el día nada más hice un viaje de cerveza que me pidieron allá arriba. Ese es el único viaje que he hecho.

- ¿Y qué tal las cargas de despensa o de materiales de construcción?

- Ah, para construcción sí, de material, pero ya no sale como antes.

- ¿Por qué será?

- Pues porque ahorita mucha gente se anda yendo, mucha gente se anda yendo a causa de la guerra que está pasando. Y ahorita, pues ahorita trabajo casi no hay.

- ¿Usted por qué no se va también?

- Si pudiera a lo mejor sí. ¿Pero de qué vivo en otra parte?

 

****


- ¿Y qué le da de comer a este burro?

- Ahorita ya fui a traer hojas. Sí comen, comen más que uno. Están come y come.

- ¿Y ahorita adonde va?

- Le estoy haciendo un viaje a una señora. Yo vivo aquí, hasta el último escalón. Nomás que fui a traer pastura para los burros, pero una señora me había dicho que le llevara un viaje, ahorita. Le voy a llevar dos costales, por diez pesos.

- Es muy poquito.

- Cinco pesos cada uno. ¿Qué vamos a hacerle? Si no hacemos esto nos morimos de hambre, o peor, le entramos a otras cosas y nos morimos de plomo.

****

- ¿Qué es lo que más sube al cerro?

- Cerveza. Los camiones vienen dos veces por semana, y a veces tres. Vamos en los burros para subir los cartones hasta acá arriba.

- ¿Por qué no suben?

- No les gusta subir. Les da miedo.

- ¿Y a dónde lleva la cerveza?

- Allá arriba hay unos depósitos. Yo la dejo ahí.

- De todas las cosas que suben, ¿qué es por lo que cobra más?

- La varilla.

- ¿Cuánto?

- Si son diez varillas son cincuenta pesos.

- ¿Y el burro aguanta?, ¿no debe descansar unos días?

- No, los burros no descansan mucho.

- ¿No?

- No lo sienten.

- ¿Cómo se llama este burro?

- Camila.

- ¿Por qué Camila?

- Las nietas le pusieron así. ¡Camila, Camila!, le dijeron un día y así se le quedó.

- El otro burro se ve muy raro.

Es que es un burro alto. Hay varios así. Es porque están cruzados con mula. Pero lo que más hay es puro burro chaparro y son burros muy buenos, muy civilizados.

***

Al concluir mi plática con Martín devaneé: ¿Qué pensarán los burros de la Independencia sobre la barbarie que les toca ver en la ciudad?

Columna Historias de Nadie publicada en Milenio Diario de Monterrey el 26 de enero de 2011

Diego Enrique Osorno - Historias de Nadie
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26 de enero de 2011
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