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Espiritismo Moderno en Cuba
Su establecimiento en el país: una polémica todavía abierta
Autores: Dr. C Jorge Domingo Ortega Suárez giordanobruno021600@yahoo.es , Rigoberto González García.

 

Sobre los derechos de los autores de la obra:

Maribeth Peters, Register of Copyrights of the Library of United States Congress Copyrights Office, wrote:
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Introducción.

 

La elaboración conceptual-metodológica acerca de la presencia del espiritismo y su investigación en Cuba, dista aún de ser un proceso acabado y es necesario aportar acerca del particular. La historia, la historia de la teoría y la teoría de este asunto son inseparables en el momento actual de su estudio, que demanda un enfoque abierto, multidisciplinario de estos ejes transversales:

 

- Aspectos teóricos y metodológicos acerca de la conceptualización del espiritismo (incluida la propia de la división lógica del mismo en sus variantes fundamentales: espiritismo de origen anglosajón y espiritismo promovido por Allan Kardec).

- El análisis etno-filosófico del espiritismo.

- Posibilidades y resultados de la recepción del espiritismo y su relación con el desarrollo de las condiciones histórico-sociales del territorio dado. 

Afiche del Séptimo Congreso Espírita Mundial (2013)

 

En cuanto a su valor práctico, es recomendable como fuente para estudios etnológicos diversos en el país, si se tiene en cuenta la profunda interdependencia que entre sí guardan todos los componentes del etnos cubano. Habida cuenta de la similitud relativa de tales componentes en los diversos etnos de los pueblos latinoamericanos, este trabajo pudiera servir de marco de referencia teórico y metodológico para todo aquel que así lo considere menester.

 

La redacción del mismo es didáctica, en aras de la esperada asequibilidad y accesibilidad de la que precisan los textos, cuando la intención es que sea útil para el mayor número de personas posible, como expresión del deseo de ayudar, de vocación de servicio hacia los demás. Luego entonces, el valor práctico se amplía con la finalidad instructivo-ilustrativa para todos los interesados en estos temas.   

 

En lo tocante a la estructura que ordena su contenido, se informa que este se dedica a explicar su llegada a Cuba y al debate de cuál de sus tendencias principales, la anglosajona o la francesa, prevaleció en el país y cómo se integró al componente religioso del etnos cubano.

 

Este artículo fue reelaborado – corregido y ampliado – a partir de un capítulo originado en la obra conjunta de Rigoberto González García y el autor propio autor; que se editó por vez primera en 1993. Los autores agradecen en grado sumo toda crítica constructiva a los errores, limitaciones, omisiones y excesos en que puedan haber incurrido. Aceptan también con humildad y respeto cualquier sugerencia que se derive de esas críticas. Es la única vía efectiva para develar las deficiencias, insuficiencias, omisiones y excesos y mejorar lo que se ha hecho.

 

Desarrollo

 

I. El componente religioso del etnos cubano como escenario.

 

La cruz llegó con los españoles al desembarcar aquí éstos, en 1492. La Iglesia Católica se afianzó en el poder como una fuerte institución vinculada orgánicamente al Estado en los dominios de España. En los casos de esferas como la educación y la censura de los mass media, por ejemplo, el monopolio eclesiástico sobre ellas llegó a ser absoluto.

 

En el año 1869, la población de Cuba era de un 1 399 811 habitantes[1], y estaba compuesta por inmigrantes españoles, (andaluces, castellanos, leoneses, navarros, vascos, asturianos, gallegos, catalanes, etc.); criollos hijos de españoles; negros de nación, (nacidos en Afrecha), y negros y mulatos criollos. Había también inmigrantes - voluntarios o forzados - de otras nacionalidades, en muy escaso número. 

Sobre las creencias religiosas en el país, se apunta que, a mediados del siglo XIX, la Iglesia Católica mantenía su condición de institución religiosa oficial establecida. Para cumplir su cometido, se realizaba el culto básico, (observancia de los siete sacramentos), los cultos especiales dedicados a Cristo, María y los Santos, "...que daban lugar al ciclo anual de días festivos y conmemoraciones, las fiestas de Santos Patrones de los pueblos y de las ciudades, las grandes y pequeñas peregrinaciones, las representaciones dramáticas populares, las historias pías y las historias milagrosas"[2].

 

Pero en realidad, el creyente cubano no practicaba un catolicismo consecuente. Esto se debió a varias razones, históricamente condicionadas:

 

1. Las Guerras de Reconquista en la España de fines del siglo XV garantizaron el despojo de territorios ibéricos a los árabes, quienes los habían tenido ocupados por 777 años. Es de destacar que estos últimos, estereotipados como demonios con cimitarras por los españoles, en realidad eran como norma mucho más tolerantes que los cristianos, pues aceptaron de buen grado en muchas zonas geográficas abarcadas por el expansionismo musulmán -incluida la del sur de España objeto de esa larga ocupación mora- la profesión de cultos no islámicos, exigiendo sólo el pago de una capitación como impuesto para legalizar su práctica.

 

Es por eso que, en la parte meridional española bajo el dominio moruno, pudieron vivir en paz muchas comunidades: la árabe, la judía, la zíngara trashumante y otras. Conviviendo en vecindad relativa árabes y judíos, pudieron crear todo el esplendor de la conocida etapa de Al-Andalus, la cual alcanzó su clímax en los siglos XI y XII.

Resumiendo, se creó durante siglos una tradición de tolerancia en todos los órdenes, en esa zona de España, que favoreció el libre desempeño material y espiritual de las comunidades mencionadas.

2. A la Reconquista le fue más fácil en las batallas para expulsar a los moros que en la lucha de las ideas. La conversión al cristianismo en esa parte de España fue forzosa en extremo. La represión contra los "marranos", por ejemplo, fue evidentemente cruel, a pesar de ser éstos ya conversos[3].

3. América fue la válvula de escape de todo el conglomerado humano que, rechazado política y religiosamente en España y oriundo básicamente de su parte sur, emigró por conducto de las exclusivas Casas de Contratación de Sevilla y de Cádiz hacia el Nuevo Mundo. Estas personas garantizaron así: - Huir de la molesta y peligrosa discriminación agresiva de la Corona e Iglesia españolas. Como es sabido, el Tribunal del Santo Oficio actuante en Cuba tenía su sede en Santo Domingo, por lo que sus posibilidades represivas estaban menguadas por la distancia y las dificultades de transporte y comunicación entre Cuba y la isla de La Española. - Hacer fortuna fácil en esta parte del planeta. Con este propósito vinieron - en gran número - hasta sacerdotes[4].

Por todo lo anterior:

1. El interés evangelizador de los sacerdotes establecidos en Cuba nunca estuvo en primer plano, entre los que de ellos emigraron al Nuevo Mundo en los tiempos de la conquista y primeras etapas de la colonización, fundamentalmente. Esto se sedimentó en la mentalidad y conducta del clero y en la de los asistentes - en muchos casos formalmente - a los cultos.

2. Buena parte de la masa emigrante era - por lo ya apuntado - obviamente descreída en lo tocante al catolicismo oficial, por lo que engrosaron las filas de los llamados creyentes vacilantes. El mosaico de creencias "paganas" de esa masa condicionó, sincréticamente, la aparición de una religiosidad sui géneris en la que - al lado y por debajo de lo estrictamente doctrinal católico - coexistía la religiosidad popular española, (integrada por la sincretización de viejas creencias visigodas, árabes, judías, etc.), con elementos básicos de un catolicismo superficialmente asimilado a desgana y diversos cultos de origen africano también sincretizados entre sí.

Incluso, en un momento histórico dado, hasta la máxima autoridad de la Iglesia Católica en el país, el P. Agustín Morell y Santa Cruz -Obispo de Cuba- dejó en su testamento la voluntad de ser objeto de exequias fúnebres a la usanza judía[5]. La Iglesia Católica, por todo lo anterior, no pudo hacer nunca en Cuba una labor evangelizadora extendida y fuerte que afianzase lo doctrinal. Su influencia real se limitó durante siglos prácticamente a la clase económicamente dominante y al sector urbano[6].

De acuerdo con la inferencia lógica de estos antecedentes, a mediados del Siglo XIX - época de llegada del espiritismo a Cuba - la Iglesia Católica ejercía oficialmente el monopolio espiritual en el país, pero esa prerrogativa no era absolutamente correspondiente con la realidad, pues muchos de los creyentes cubanos no eran católicos consecuentes. Esto facilitó la entrada de las creencias espíritas a territorio cubano.  

Ahora, se expondrán los criterios de los autores, concisamente, acerca de cómo fueron la llegada y la acogida de tales creencias.

Juan Luis Martín, en su obra "Ecue, Changó y Yemayá" afirma que el espiritismo fue "...importado en nuestro país en 1856"[7]. Si sólo un año antes Kardec había iniciado en Francia la reinterpretación y sistematización del espiritismo, todo parece indicar que este autor alude a la posible entrada del espiritismo en Cuba y no a la del espiritismo.

 

Sin embargo, el espiritismo supuestamente llegado a Cuba desde Norteamérica no gozó de popularidad ni ganó la extensión en territorio cubano que después sí fueron atributos del espiritismo kardeciano. En realidad, todo parece indicar que el espiritismo anglosajón languideció y desapareció definitivamente, en Cuba, con rapidez.

 

Hay una interrogante obvia, relacionada con la causa de que por qué el espiritismo anglosajón, es decir, debe explicarse la aceptación de uno y el rechazo del otro. Un referente para esa explicación puede estar relacionado con la capacidad que puedan tener ambos de acceder a la correlación de los elementos religiosos de los componentes del etnos cubano.

 

La razón fundamental de la rápida y cálida aceptación del kardeciano es que la variante de Kardec claramente admite la posibilidad y necesidad de la reencarnación del alma, post mortem, lo cual es afín con los fundamentos tradicionales de los cultos africanos y de la religiosidad popular española, presentes con decisiva fuerza en el etnos cubano.

 

Las cifras ofrecidas por Sosa de Quesada son obviamente exageradas, pues una parte tan grande de la población cubana como la que él informa, no llegó a convertirse en espiritista. Esa exageración, no obstante, denota que realmente hubo un auge del espiritismo en el país como para impresionar de ese modo a este autor.

 

Por otro lado, la sincretización espírita con el componente africano del etnos cubano quizás lo haya llevado a confundirlos, concibiéndolos como el mismo tipo de práctica y eso explique las elevadas cifras que él ofreció. Lydia Cabrera afirmó el gran nivel de sincretización entre ellos, lo cual hace justificable la posible confusión de Sosa de Quesada[8].

 

La creencia en el reencarnacionismo es tan fuerte y extendida entre las etnias africanas, que esto es evidente no sólo para los etnoantropólogos sino para un amplio espectro de la comunidad científica internacional.

 

Ha sido precisamente un bioquímico, Stuart Edelstein, Director del Instituto de Bioquímica de la Universidad de Ginebra, quien ha dado la clave científico natural de la explicación del carácter extraordinariamente acendrado que la creencia en la reencarnación del alma ha tenido especialmente en los africanos que han poblado los territorios de la actual Nigeria; país que es el más poblado de Afrecha con más de 80 millones de habitantes y una densidad de 400 habitantes por km².

 

Edelstein estudió la drepanocitosis - también llamada anemia falciforme - denominada así por la forma de hoz que asumen las células tras la mutación que sufre la hemoglobina en los glóbulos rojos. Es un padecimiento grave, mundialmente extendido e incurable. En Occidente hay paliativos relativamente eficaces para combatirlo pero en África los que lo padecen mueren antes de terminar la infancia. Nigeria es el país donde la anemia falciforme está más difundida, (el 25% de la población de esa nación es portadora), y uno de cada 64 nacimientos hereda gens mutados de ambos progenitores.

 

Edelstein investigó el curso de ese padecimiento en los igbos - gran etnia nigeriana - y sus estudios le obligaron a incursionar -con un enfoque teórico y metodológico holístico- en Genética, Etnología, Lingüística, Heurística Religiosa, entre otras especialidades.

 

En Nigeria la muerte es siempre atribuida etiológicamente a problemas del alma, sea cual fuere su causa real. Los nigerianos han tipologizado siete posibles causas principales de muerte, desde la más feliz hasta la más terrible, provocadas por la acción de espíritus negativos. Dentro de esta última causa hay un tipo especial de muerte de niños cuyo nombre traducido es, aproximadamente, "(los) que van y vienen" o "(los) que retornan".

 

Según esta creencia, los niños así denominados lo son por ser nacidos después de una serie de hermanos mayores muertos de drepanocitosis. A esos niños se les reconoce portadores del espíritu maligno que ha ido malogrando a sus hermanos precedentes y por ello son objeto incluso de mutilación ritual -promovida por sus padres - de la última falange del dedo meñique de la mano izquierda, para que al tratar de reencarnarse en esos niños el tal espíritu se desoriente, no reconozca al niño - por haber sido mutilado del modo descrito - y siga otro camino. Esta práctica ritual suele hacerse cuando el niño sospechoso de encarnar tenga aproximadamente dos años de edad, sospecha que se funda en los resultados del oráculo que averiguó al nacer ese niño cuál espíritu de antepasado reencarnó en él.

 

En Camerún y Senegal, entre otras naciones africanas, se corta ritualmente un trocito del cartílago de la oreja a esos niños con el mismo fin, según develó Edelstein citando a los "Annales du Museé du Congo Belga" de 1910, en los que se lee con respecto a una región de Zaire, que en ella se cree frecuentemente que un niño asume de manera sorprendente una encarnación precedente y cuando nace deforme se tiende a reconocer en él la reencarnación de una persona muerta recientemente y que sufrirá de las mismas deformaciones.

 

Edelstein también investigó el asunto en los bantúes e incluso se basó para ello en las indagaciones previas hechas al respecto en la década de los 20' de este siglo por C. W. Hobley. Este último descubrió que en Kenia al niño que nace deformado no es apartado de los normales sino que se le considera la reencarnación de un individuo afectado por el mismo mal, razón por la que se le da el nombre propio de ese individuo fallecido.

 

Según Edelstein, los testimonios resumidos por él le permiten concluir en que, presumiblemente, los bantúes tienen ese mismo tipo de creencias pero que éstas no alcanzan en ellos el mismo nivel de complejidad que en Afrecha Occidental, donde - como ya se ha expuesto aquí - se considera abiertamente como una necesidad mutilar ritualmente para influir en la reencarnación[9].

 

En Cuba entraron por concepto de la trata de africanos esclavizados, un número aproximado de trescientas etnias, a juzgar por los cálculos de López (1985). Un punto de engarce entre tales cultos y el espiritismo es que en todo el elemento religioso del componente africano integrado en el etnos cubano, desde las deidades mayores más veneradas hasta el más humilde espíritu, tienen un denominador común de origen como rasero: son muertos. Son sorprendentes las coincidencias en tal sentido, entre las creencias reencarnacionistas del espiritismo y de los aludidos cultos populares cubanos.

 

Al igual que para los kardecianos, en estos cultos (especialmente en aquellos que predomina la raíz étnica nigeriana de los yoruba) cuando un individuo dado cumple en su vida terrenal las misiones que como ser encarnado le fueron asignadas, en primer lugar y, en segundo, si por ello y en su honor se le hacen correctamente las honras fúnebres ritualmente prescriptas; ese individuo alcanzará la condición de "ku", (o espíritu de mucha luz en su equivalente espiritista), y su recompensa será reencarnar posteriormente en seres que estén a la altura de su elevada espiritualidad. Si no alcanza tal condición por no cumplir los dos requisitos esenciales aludidos en el párrafo precedente, la muerte sólo será el paso del alma de ese individuo a la condición de "ba" o espíritu errante, oscuro, reencarnable en materia negativa o digna de serlo, como norma.

 

Del mismo modo que entre los espiritistas la luz no se alcanza sino después de un proceso de purificación, hay estadios en que en calidad de elementos mediadores, se encuentran entre las condiciones de "ba" y de "ku" reconocidas por los yorubá. En orden ascendente, éstas son:

-Odeaiye (correspondiente al mundo terrenal).

-Ode isa (correspondiente al mundo de los muertos).

-Odeorun (correspondiente al mundo de los dioses).

 

El "ku" se alcanza en el Odeorun, tras vencer múltiples obstáculos y labores filantrópicas de creciente complejidad y esfuerzo, garantes de la obtención de esa bienaventuranza final, luminosa.

 

Salvando las diferencias de nomenclatura y otras menores relacionadas con vías, métodos, procedimientos y materiales a emplear ritualmente en el culto, cualquier espiritista kardeciano suscribiría todo esto como parte esencial de sus fundamentos doctrinales; en primer término.

 

En segundo, tales coincidencias -según los autores de este trabajo- no son sorprendentes si se investiga en el sustrato místico del espiritismo kardeciano, algunas de cuyas fuentes básicas están en la concepción esotérica del mundo de los antiguos egipcios. Esas fuentes han sido multisecularmente también básicas para muchos pueblos africanos, incluidos algunos subsaharianos. Desde el punto de vista etnolingüístico, a guisa de ejemplo, no son casuales las semejanzas del "ku" de los yorubá como corrupción - apenas perceptible - del "khu" egipcio original, semánticamente análogos ambos por demás.

 

Por último, en Cuba los creyentes de los mencionados cultos no practican con los niños esas mutilaciones descritas, pero cuando sospechan que un niño es un supuesto portador de un espíritu maligno que afecta al resto de sus hermanos se le denomina por ello abikú y, en ocasiones, se les somete a castigos corporales que en realidad van dirigidos a ese supuesto espíritu con la finalidad de amedrentarlo, obligarlo a salir del cuerpo del niño dado y disuadirlo así de sus malévolos planes. Los autores consideran estos elementos suficientes para ilustrar al lector sobre el particular[10].

 

El esclarecimiento de que la variante realmente asimilada por los cubanos es la kardeciana y no la espiritualista llegada vía Norteamérica, es de suma importancia a juicio de los autores. Los siguientes elementos lo argumentan:

 

1. No hay lógica en el abordaje de un asunto sin el estudio previo de la historia y de la historia de la teoría de ese asunto. Luego entonces, no se puede estudiar científicamente el fenómeno espiritista en el país, sin investigar previamente como llegó y se estableció en él y sin valorar los aportes de autores que -en distintos momentos históricos y desde diferentes tendencias de pensamiento- profundizaron acerca de cómo tuvo lugar ese proceso.

 

2. El sincretismo de la fe en los fenómenos espíritos con diversos elementos delos componentes del etnos cubano, sólo es posible estudiarlo a partir de la determinación de cuál de las variantes espíritas es la más proclive a ese proceso de sincretización. Por eso los autores han insistido al respecto, discrepando con otros especialistas que han restado a este problema concreto la importancia que se merece[11]

 

Los autores parten de la hipótesis de que el que se asentó con fuerza y se sincretizó en territorio cubano fue el espiritismo, mientras que el espiritismo no pudo establecerse firmemente en Cuba porque carecía del rasgo mencionado de la creencia en la reencarnación del alma.

 

Espiritistas que han sido historiadores del espiritismo en Cuba reconocen que el definitivamente establecido en Cuba fue el kardeciano y que el itinerario de su llegada fue Francia-España-Cuba. Se requiere consultar a Paz Basulto, quien sobre este particular enfatizó en que:

"De la América sajona el oleaje espiritista, no pasa directamente a América Latina como geográficamente debió haber sido. Da un salto enorme, cruza los océanos, cae en Inglaterra, se latiniza en Francia, arriba a España...y regresa, casi desconocido al Nuevo Mundo, ...incluidas las Antillas....Allan Kardec lo ha puesto tan desconocido para los propios padres de la criatura, nuestros hermanos espiritistas del Norte Americano (sic), que ha llegado a introducirle la idea reencarnacionista que en el espiritismo de los países anglosajones no existió nunca ni existe, y que ha sido siempre uno de los problemas máximos para la unificación organizativa del movimiento espiritista mundial" [12]. Hay que evitar, no obstante, las absolutizaciones y dedicar la atención debida a lo esencial en este caso: el aspecto etnológico del asunto. Es un principio de los autores de este trabajo no adherirse férreamente nunca un criterio - como lo hizo Paz Basulto - sino esforzarse en demostrar teóricamente el valor lógico mayor de uno de los criterios que sobre un particular se emitan. Los autores del presente trabajo, a través del contenido del texto que ofrecen, se esfuerzan por dejar debidamente demostrada la validez del que ellos defienden: el de que en Cuba prevaleció el espiritismo kardeciano.

 

Las condiciones histórico-concretas y las oportunidades de entrada a Cuba del espiritismo y del espiritismo fueron iguales. En la medida que avanzaba el siglo XIX se incrementó notablemente la presencia de extranjeros en el país pues, además de los que aspiraban a asentarse como propietarios, arribaron muchos por solicitud de sus servicios científicos y técnico-tecnológicos.

 

Desde que Francisco de Arango y Parreño trajo a Cuba e instaló en un ingenio azucarero suyo de Jaruco, en 1796, la primera máquina de vapor (que se rompió rápidamente por la impericia de sus improvisados e ineptos operarios cubanos), se puso de manifiesto la necesidad de importar personal calificado para operar las nuevas técnicas que se iban adquiriendo. Durante muchos años, verbigracia, hasta los mecánicos y maquinistas del ferrocarril hubo que traerlos a Cuba del exterior, desde que este medio de transporte se introdujo en el país paulatinamente, desde 1837.

 

Es sabido que los hacendados cubanos - o extranjeros radicados en Cuba - hicieron ordenadamente el montaje paulatino de la técnica de la industria azucarera, es decir, en el mismo orden racional de su funcionamiento tecnológico en el proceso productivo. Si a eso se le añade que la capacitación de los residentes en el país fue mínima por la desidia de las autoridades coloniales, entonces, durante muchos años, fue necesaria la presencia activa y numerosa de operarios y especialistas extranjeros para laborar en cada etapa de la producción de la mencionada industria, con talento suficiente para evitar que la desigualdad del desarrollo inversionista en cada una de esas etapas, trastornase la fluidez tecnológica necesaria en un proceso de producción continua como el de la fabricación de azúcar[13].

 

La parte mecánica de ese proceso productivo contó con personal mayoritariamente norteamericano y la química, con especialistas franceses[14], procedentes, respectivamente, del país que fue el escenario del surgimiento del espiritismo moderno y del que fue cuna del espiritismo. Por tanto, es muy probable la llegada a Cuba (con iguales opciones de influir en la población) del espiritismo o del espiritismo por esas vías (norteamericana o francesa).

 

A pesar del esfuerzo investigativo de los autores de este trabajo, ellos no han podido detectar probatoriamente en esos dos grandes grupos de especialistas (fundamentalmente integrados por norteamericanos y franceses), a creyentes que hayan sido introductores en la Cuba de mediados del siglo XIX, del espiritismo anglosajón y del kardeciano. Las dificultades para esa detección por parte de los autores, según estos puede deberse a las siguientes causas, asociadas entre sí:

 

1).- El monopolio eclesiástico católico oficial en materia de profesión de fe, no permitía las prácticas espiritualistas y espiritistas en el país. Lo extranjeros practicantes - si los hubo - debieron ejercitar su vocación espírita en medio de gran reserva.

 

2).- Los motivos confesionales y de conciencia han sido siempre asunto muy delicado para los autócratas y ese monopolio siempre se encargó de vigilar a los extranjeros mientras éstos, por su parte, sabían que violar lo establecido podía significar la pérdida de un contrato laboral ventajoso en territorio cubano. Esa vigilancia en Cuba se hizo muy especial en relación con los norteamericanos después de la Guerra de Secesión y ya lo era con respecto a los franceses desde la Revolución de 1789, por razones harto conocidas que sería prolijo enumerar aquí. Las expulsiones de numerosos extranjeros, (algunos de ellos masones), en la primera mitad del siglo XIX, acusados de fomentar y organizar secretamente conspiraciones contra el poder colonial, fueron avisos de lo que ese poder (del cual el catolicismo oficial era aliado) haría con los súbditos de otras naciones que no se ajustasen a las normas del Gobierno Español para el país.

 

De todos modos, los autores se adscriben a la distributividad de los términos del juicio de que "la ausencia de la evidencia no es evidencia de la ausencia" y señalan la necesidad de seguir investigando sobre el particular.

 

Hay otro aspecto a esclarecer y es el siguiente:

 

Se puede oponer la objeción de que el espiritismo tampoco conservó una unidad doctrinal absoluta, pues algunos seguidores de Kardec tuvieron criterios propios dignos de atención. En consecuencia, pudo haber llegado a Cuba el ideario de algunos kardecianos, autores de modificaciones a la ortodoxia de su maestro, y no el original de Kardec. Sin embargo, la posición de los autores sobre el particular es que, si bien el espiritismo kardeciano no es absolutamente homogéneo, jamás ha corrido el peligro de enfrentar disensiones de alcance cismático en su seno y los criterios propios de los seguidores de Kardec nunca atentaron seriamente contra la esencia doctrinal de su maestro[15]. Luego entonces, si alguna modificación del discurso de Kardec penetró en Cuba, esa modificación era portadora de todos modos de lo esencial del ideario kardeciano, aunque fuese parcialmente.

 

Hasta aquí, las consideraciones de los autores en torno al asunto de la determinación de la procedencia del tipo de creencia espírita que se practica en el país y que se ha sincretizado en él, lo cual es un factor básico que permite investigar científicamente los elementos confesionales y de creencias, propios de los componentes del etnos cubano.

 

Hipotéticamente al menos, ya se expuso ese criterio acerca de esa procedencia. Ahora hace falta esclarecer cómo fue recibida la variante de creencia espírita que prevaleció, insertándose en el componente religioso del etnos cubano. 

 

En primer lugar, el espiritismo siempre ha ofrecido grandes ventajas a los que necesitan resolver problemas existenciales a corto plazo y acreditan en la vía religiosa, por la facultad de dar respuesta instantánea (sea cual fuere) a los mismos, así como participación sensorial del creyente en un proceso no exento se catarsis, en primer lugar. A esto se le añade la ya también aludida apatía relativa de la población residente en Cuba hacia el catolicismo, tanto en lo doctrinal como en lo práctico, en segundo lugar y; en tercero, la propia Iglesia conocía del auge del anticlericalismo en las masas populares del país, (sobre todo después que asumió la posición política abiertamente pro-española desde los comienzos de la Guerra de los Diez Años), que se mantendría durante todo el proceso de liberación nacional en el siglo XIX.  No es ocioso recordar que desde 1869, los sacerdotes (españoles en su abrumadora mayoría) reunieron en Cuba millones de pesetas vendiendo riquezas de sus templos, para cooperar con el ejército peninsular[16]. Según Emilio Roig de Leuchsenring, hubo proliferación de bendiciones a las tropas que iban a luchar contra los patriotas; cesión de las iglesias en calidad de fortines, cuarteles y para atalayar desde sus campanarios a los patriotas mambises; colectas de fondos y socorros, aprovisionamientos en dinero y en especie para las tropas peninsulares y para sus aliados, (los así llamados "voluntarios"), así como denuncia y persecución de los conspiradores y simpatizantes de la causa independentista[17].

 

Los factores arriba mencionados favorecieron a las creencias que pugnaban por ganarse un lugar en la conciencia social de los cubanos, incluido dentro de ellas el espiritismo, que gozaba de esos atractivos que provocaron que la Iglesia Católica asumiese una posición agresiva contra él, al temer ella como institución, que se menoscabasen sus prerrogativas en tanto representante institucional de la religión oficial de Cuba en aquel tiempo. "En este propio período histórico, el clero habanero estimó necesario levantar su voz para combatir las creencias espíritas, las cuales comenzaban a tomar auge de una manera organizada. Con ese fin, dictó una Instrucción Pastoral en contra de las prácticas espíritas y proclamó que éstas se presentan como "simple entrenamiento, como juego de física descriptiva" y son verdaderas prácticas supersticiosas del paganismo..."[18].

 

Ya se han expresado criterios en este trabajo acerca de la posición de la Iglesia Católica como representante institucional de la religión oficial en Cuba durante cuatrocientos años, en relación con las creencias de tipo espiritualista. Por su importancia, la actitud del catolicismo con respecto al asentamiento de la profesión espírita en territorio cubano ha sido necesario abordarla. A los detalles importantes de cómo impactó el espiritismo en contra de la religión oficial y en la población de Cuba, se dedicará el resto del inciso.

 

La Iglesia Católica no pudo evitar el auge del espiritismo, expresado en la favorable recepción que tuvo éste entre los cubanos. Como creencia, el "carácter directo" de la "comunicación" con lo sobrenatural lo hizo popular. Con respecto a los creyentes cubanos, poco evangelizados, escasamente devotos y sí de proceder muy práctico en lo tocante a la invocación utilitaria de lo divino; el catolicismo exhibió asociadas tres de sus grandes limitaciones:

 

1. El carácter mediato de la "solución" - si la hay - a la petición del creyente, abrumado por promesas y sacrificios como garantes posibles de esa solución anhelada y siempre temporalmente diferida.

 

2. La Iglesia como único elemento mediador autorizado en la comunicación con lo divino, lo cual hace también mediata y condicionada la rogatoria dada -según se apuntó anteriormente -, atenuándose así el atractivo de la afectividad que es propia de la invocación de la presunta presencia de lo divino.

 

3. El uso del latín como única lengua de culto. Como es sabido, las lenguas vernáculas sólo fueron autorizadas para oficiar por acuerdo del Concilio Ecuménico Vaticano II, clausurado en 1965. La sugestión tiene a la palabra como su vehículo básico. Entonces, si el culto se efectuaba con gran número de feligreses no hablantes de esa lengua y con el sacerdote de espaldas al público, el proceso afectivo-catártico resultaba muy escaso de matices sugestivos e influencia motivacional en la feligresía. Por otra parte, el espiritismo, exento de esas limitaciones, fue considerado como "científico", "comprobable" y "eficaz", por muchos cubanos. "Comprobable" ya que, por ejemplo, en una sesión espiritista se podía establecer "contacto directo" con el espíritu de un familiar y en las consultas espiritistas atalayar premonitoriamente el devenir, saber si se era objeto de maleficios, etc. La "eficacia", estaba dada en la inmediatez de la solución deseada de los asuntos y la "cientificidad" era la resultante no sólo de la tradicional autoproclamación de "científico", por parte del espiritismo, sino además porque la "comprobabilidad" y la "eficacia" asociadas así lo sugerían. Además de la condena pública de las creencias espíritas por los mass media a su servicio, el catolicismo oficial arremetió contra el espiritismo haciendo uso para ello de las prerrogativas que legalmente tenía, sobre todo en la función registral del Derecho Civil, prohibiendo terminantemente la inscripción legal de asociaciones espíritas en el Registro Civil. Este proceder hacía ilegales todas las prácticas espíritas, pues sus promotores no estaban protegidos por ley alguna. 

 

A fines de los 80' del siglo XIX, como reflejo del proceso de institucionalización civil promovido por el auge del liberalismo en España, pudo regir en Cuba el nuevo Código Civil Español de 1887, así como la Ley de Asociaciones, que entró en vigor desde el 7 de julio de 1888. También, en ese mismo proceso, pasó al poder del Estado la función registral en 1889 (vigente desde 1890). Sólo gracias a esos cambios fue que, utilizando todavía nomenclatura encubridora, los espiritistas empezaron a registrar legalmente sus primeras asociaciones como de “estudios psicológicos” o de “instrucción y recreo”. La necesidad de estas de no develar aún sus objetivos, fines y prácticas se debió al hecho de que sólo la oficialización de esos cambios institucionales no garantizaban con rapidez la aparición de cambios de concepciones (como regla muy estereotipadas cuando de asuntos confesionales se trata) en los encargados de ejercer el poder y la función registral.

 

El aparato estatal colonial, consideraba proscrito prácticamente todo intento de asociación de ciudadanos, actitud alimentada por la suspicacia contra las asociaciones esotéricas, sobre todo las masónicas, cuyas sedes sociales fueron aprovechadas por algunos grupos de sus miembros para conspirar contra España, desde antes de la Guerra de los Diez Años.

 

El catolicismo en Cuba, por ser aliado multisecular del poder colonial, era la religión de los miembros del aludido aparato que ejercía ese poder en el país. Esto condicionó que a pesar de los cambios institucionales y legales mencionados, la Iglesia Católica siguió influyendo decisivamente en la toma de decisiones de la política en el territorio cubano y siguió ostentando su privilegiada condición de representante de la religión oficial. 

 

De todos modos, en virtud de sus ventajas y valores doctrinales intrínsecos ya aludidos, el espiritismo pudo imponer su presencia, expandirse y sincretizarse en Cuba. Los detalles de este proceso complejo, contradictorio y difícil se expondrán en el artículo subsiguiente.


Conclusiones.

1. El espiritismo, en tanto reinterpretación doctrinal por Allan Kardec del espiritismo, está más preparado que éste para adaptarse -e incluso sincretizarse- con las creencias populares tradicionalmente establecidas en numerosos países, incluidas las de Cuba. 

2. El espiritismo, por la importancia que otorga a las impresiones sensoriales del sujeto, lo accesible de su doctrina y las posibilidades de sincretizarse por su comunidad de rasgos con los componentes aborigen, africano, cristiano especialmente el católico popularmente interpretado-, ha devenido importante elemento integrativo de todo etnos que posea, en diferente modo y proporción, la totalidad o algunos de los componentes mencionados. 

 

3. En Cuba, el espiritismo se ha sincretizado y se ha manifestado en relación directa con su capacidad de insertarse al etnos del país pero, concretamente, en vínculo esencial con los elementos religiosos de los componentes mencionados de ese etnos, ya establecidos antes en cada zona específica del territorio nacional y en diferente modo y proporción. 

 

Referencias y notas.

 

[1] Estimado de población de Cuba en 1869, dato aportado por la Dra. Hortensia Pichardo en la obra "Documentos para la Historia de Cuba", tomo I, p. 367 y tomado, a su vez, del libro "Cuba desde 1850 a 1873", de Carlos Sedano y Cruzat, pp. 152-153.

[2] Guanche, Jesús; "Procesos etnoculturales de Cuba", p. 41. A propósito, la elevada cantidad de días feriados al año por concepto de festividades religiosas conspiró siempre contra el volumen de la producción material en Cuba colonial aunque el desmesurado asueto oficialmente respaldado e institucionalmente impuesto siempre fue bien recibido por la mayoría de la población. 

[3] No hay dos historiadores de la Inquisición Española que ofrezcan las mismas cifras de procesos, condenas de cárcel y de otros tipos, (incluidas las ejecuciones). Pero todos ofrecen las cifras de muertes por estos conceptos en el orden de los miles -de 8 a 10 mil- y coinciden en que el pogromo contra los no cristianos y conversos forzosos encabezó muchos sumarios. Destacóse Don Tomás de Torquemada, el tristemente    protagonista célebre de este sangriento capítulo de la Historia de España.

[4] En su "Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar", Fernando Ortiz hizo una acertada valoración de la incidencia de la inmigración española en Cuba en los procesos etnoculturales del país en este período histórico.

[5] Se recomienda la consulta del prólogo de la obra "La visita eclesiástica", del P. Agustín Morell y Santa Cruz, pp. XXIII-XXVIII, escrita en el siglo XVII. A propósito, el propio Morell y Santa Cruz, (quien levantó el primer Censo de Población, Viviendas y Propiedad en Cuba, del cual esta obra suya citada es la Memoria), mintió deliberadamente en los datos censales ofrecidos por él, minimizándolos, para lograr así que la Corona española no se sintiese estimulada a incrementar los impuestos que ella recaudaba en Cuba. Morell dedica, además, especial atención en ese libro al análisis de la presunta posesión de una esclava del pueblo de Remedios por legiones de espíritus demoníacos y a la exhortación de los sacerdotes del lugar, a los habitantes de ese pueblo, a que lo abandonasen y así evitar que se extendiese a los demás pobladores esa supuesta posesión satánica. En realidad, no había tal filantropía enesos sacerdotes hacia sus feligreses, pues los curas de la zona (en contubernio con otros propietarios laicos) tenían propiedades de terrenos en el hato de Santa Clara que deseaban vender con buenas ganancias. La "posesión demoníaca" no era más que el pretexto para asustar a los incautos vecinos de Remedios y que se sintiesen compulsados a comprar tierras en el mencionado hato y se mudasen para el referido hato. Como puede apreciarse, en estos sacerdotes había mucho más interés económico y sentido práctico que devoción por su sagrado ministerio. Fernando Ortiz dedicó una obra suya "Historia de una pelea cubana contra los demonios", bibliográficamente recomendada aquí, a este momento histórico del país. La reseña del estos hechos por parte de los autores tiene una intención ilustrativa acerca de cómo el catolicismo en   Cuba, en calidad de institución y doctrina religiosas con más de cuatro siglos de prerrogativas oficiales, vio así resentida la mayor influencia que pudo haber tenido en la población de Cuba, habida cuenta de que sucesos y conductas como los aquí relatados fueron la norma y no las excepciones. 

[6] Los propios católicos lo han reconocido autocríticamente. Un ejemplo de ello lo aporta José Zapata en su conferencia "Aspectos positivos y aspectos negativos del catolicismo social cubano", la cual introduce al "Catálogo de las obras sociales católicas en Cuba", confeccionado en 1953.

[7] Martín, Juan Luis; "Ecue, Changó y Yemayá", p. 55.

[8] Sosa de Quesada, Alfonso; "La Patria y la Vida", p. 239; Lydia Cabrera en su obra "El Monte", p. 42

[9] Se recomienda al lector la lectura del informe completo de la investigación de Edelstein, titulado "Thesickledcell", publicado en 1986; así como el libro de C. W. Hobley, los textos aquí bibliográficamente asentados de los investigadores Rafael López Valdés y Joel James Figarola y, en especial, el de Lázaro Vidal, en el que se esclarece como tiene lugar la ascensión del espíritu desde "ba" hasta "ku", según la tradición de los yorubá.

[10] Esta es una fundamentación de la opinión que los autores de este trabajo han hecho suya en relación con el aspecto de la determinación de cuál es la variante del espiritismo moderno prevaleciente en Cuba.

[11] Los autores del presente trabajo desearían que el resto de los colegas que se dedican a estudiar el tema (entre ellos, los del Departamento de Estudios Socio-Religiosos de la Academia de Ciencias de Cuba); le diesen más importancia a este asunto por su esencialidad intrínseca. Al final, tanto la variante anglosajona como la francesa del espiritismo entraron a Cuba. González García incluso develó para la ciencia el dato sobre la primacía del francés, en entrar a suelo cubano, al rescatar un olvidado artículo de la espiritista española Amalia Domingo Soler que ilustra acerca de ese asunto. Lo interesante se enfoca en la prevalencia del francés y de su sincresis con los elementos religiosos del componente africano del etnos de Cuba. Se recomienda al lector consultar el libro "La Religión en la Cultura", p. 129. 

[12] Paz Basulto, S.; op. cit., p. 60.

[13] Los criterios acerca de que la incidencia de gran número de extranjeros en la población de Cuba hacía necesarias las investigaciones sobre la influencia en ellos del clima y las enfermedades a que se exponían, (así como las que ellos traían como peligro para los cubanos), están dentro de las razones que, a juicio del iniciador del movimiento científico en Cuba, el Dr. Tomás Romay (1764-1849), le motivaban a solicitar la autorización para fundar la Academia de Ciencias de Cuba al Rey Fernando VII, en carta dirigida a éste el 11 de mayo de 1826, una fecha en la que todavía no se había invertido el grueso de la técnica fabril ni había tenido lugar la introducción del ferrocarril y, sin embargo, ya la presencia extranjera era tan numerosa como parar justificar la aludida autorización. Se recomienda la consulta de la "Historia Abreviada de la Academia de Ciencias de Cuba", de Le Roy Cassá.

[14] La creación de una cátedra de Química en Cuba, con la finalidad expresa de que ella estudiase toda aplicación posible de la Química a la agricultura y, sobre todo, al perfeccionamiento del azúcar como producto terminal de la industria que la produce, era un anhelo de los fundadores de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) que -según el ilustre sabio cubano José de la Luz y Caballero quien también fuera Presidente de la SEAP- data de 1794. Fue en 1837 que la Junta Real de Fomento dio el visto bueno para la creación de esa Cátedra y fueron necesarios otros ocho años para que -gracias fundamentalmente a los esfuerzos de Nicolás J. Gutiérrez- se fundase la Cátedra Especial de Física y Química aplicadas a la industria y la agricultura. En total, 51 años demoró hacerse realidad una institución tan necesaria. Tres años más tuvo que bregar la SEAP para que se crease el Instituto de Investigaciones Químicas con J. L. Casaseca al frente, un científico español reclamado por los hacendados azucareros de Cuba para que dirigiese esa institución.Se recomienda al lector la consulta de las obras "Panorama de la Ciencia en Cuba" al comienzo de la Guerra de los Diez Años", en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, año 59, número 3,1968, de José López Sánchez; "Don José de la Luz y Caballero en la Sociedad Económica", de Arístides Agramonte en la Revista Bimestre Cubana, volumen XXVII, número 2, julio-diciembre de 1930; y "Breve reseña del origen y desarrollo de la Química en Cuba" de Luis F. Le Roy Gálvez, febrero de 1954; fundamentalmente.

La gran demora de la creación de las instituciones dedicadas al estudio de las aplicaciones de la Química en la agricultura e industria del azúcar, así como el precario presupuesto que se designó por el gobierno colonial para su funcionamiento, eran síntomas de la desidia de tal gobierno en relación con el desarrollo económico de Cuba, a favor de otras prioridades. No hubo apenas inversión económica oficialmente respaldada para formar científicos cubanos, en la rama de la Química aplicada a la producción azucarera. Se prefirió contratar químicos franceses, que arribaron a Cuba con esa tarea y permanecieron bastante tiempo en el país en esa labor.

Por otra parte, la explotación del transporte ferrocarrilero cubano data de 1837, con la inauguración del tramo de 32 km de La Habana a Bejucal. Es sabido que Cuba fue uno de los primeros países del mundo en tener ese servicio, que fue habilitado gracias al entusiasmo e inversión económica de los hacendados azucareros para hacer expedito el trasiego de las cajas de azúcar, desde los lugares de producción hasta los puertos de embarque para su exportación. No hubo tampoco intención del gobierno colonial de invertir en la formación de los recursos humanos nativos que garantizasen la funcionalidad de la parte técnico-operacional del ferrocarril. En consecuencia, para cubrir los puestos de trabajo desde los más calificados de maquinista hasta el humilde de fogonero, se hizo traer a norteamericanos durante un período largo.En consecuencia, hubo en el país abundante cantidad de ciudadanos extranjeros residentes en Cuba, en la misma época en que surgieron y desarrollaron las aludidas variantes fundamentales de espiritismo, provenientes de las dos naciones – Francia y EE.UU. - que fueron cunas de una y otra, algunos de los cuales se presume que puedan haber traído y divulgado en Cuba sus creencias espíritas. 

[15] El propio Camilo Flammarion, reputado como uno de los seguidores heterodoxos y más polémicos de Allan Kardec, reclamó el honor de despedir el duelo de éste, argumentando su petición con referencias a sus muestras de infinito respeto al maestro Kardec y a su doctrina. Ese honor que se le concedió automáticamente.

[16] Iosif Grigulevich en "La Iglesia Católica y el Movimiento de Liberación en América Latina", p. 265, abunda sobre el particular.

[17] Roig de Leuchsenring, Emilio.- "La Iglesia Católica contra la Independencia de Cuba", pp. 15-53.

[18] Consultar conferencia "Sobre el Espiritismo", p. 89.


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por Jorge Domingo Ortega Suárez y Rigoberto González García
giordanobruno021600@yahoo.es
Dr. en Ciencias Filosóficas, Máster en Ciencias de la Educación Superior,
Profesor Titular de la Universidad José Martí de Latinoamérica, Monterrey, Nuevo León, México

 

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