Los cuentos de Roberto Fontanarrosa |
AL
HABLAR DEL escritor argentino Roberto Fontanarrosa (Rosario, 1944) se debe
superar cierto malentendido: el de considerarlo un humorista y dibujante
que escribe cuentos y novelas. Más allá de sus afamados hijos de tinta
china (el Inodoro Pereyra y Boogie, el aceitoso, los más mentados) y más
allá de lo que él mismo pueda llegar a decir de su persona, Fontanarrosa
es —y desde hace muchos años— uno de los grandes escritores
argentinos. Su importancia en la literatura argentina es confirmada con La
mesa de los galanes y otros cuentos, su décimo libro de narrativa,
tras seis libros de relatos anteriores y tres novelas. La mesa de los
galanes está estructurado de la misma manera que los volúmenes
precedentes: una veintena de
cuentos de disímil tamaño con cierto crescendo humorístico hacia los últimos
relatos. No se
puede decir que Fontanarrosa
haya sido un autor maltratado o ignorado por la crítica. Sus libros
suelen ser comentados con benevolencia y, a lo sumo se le reprocha ser
desparejo en cuanto a la calidad de los cuentos (combinar los buenos con
otros de menor nivel). Pero nunca se termina de tomar en serio su trabajo
como escritor; tal vez por provenir del mundo de la historieta o porque ha
puesto en el centro de su poética al humor. Desde
los tiempos de Aristóteles, la comedia ocupa un lugar menor dentro de la
literatura. Aquellos autores que decidieron manifestarse a partir de la
risa, se resignan a uno o dos escalones debajo de sus colegas
"serios". Tal parece ser el caso de Fontanarrosa;
el árbol del humorismo no deja ver a cierta crítica (especialmente la crítica
universitaria de Buenos Aires, generadora de "tendencias" y
modas) el frondoso bosque de la narrativa que tiene sustento en el manejo
del diálogo, en la efectividad de la trama y en la rica utilización del
lenguaje coloquial. TODOS
LOS CUENTOS.
Resulta
muy difícil, con el tiempo, recordar en qué libro de Fontanarrosa se ha
leído determinado cuento. Su narrativa
mantiene algunas constantes
que se repiten de libro en libro y que constituyen elementos fundamentales
de su arte; las historias narradas en la mesa de un bar, la reconstrucción
de hechos históricos inexistentes, el fútbol, Rosario (ciudad en la que
vive desde siempre) y la parodia de géneros: el policial, la novela
social, el texto científico, etc. Cada
nuevo libro se constituye, en realidad, como parte de su único gran libro
que es el conjunto de su obra y del que La
mesa de los galanes es,
por ahora,
la última entrega. Fontanarrosa no abandona nunca el tono humorístico.
Su especialidad es moverse en todos los tonos de la
risa: desde la
sonrisa que despiertan los políticos
corruptos de "Periodismo investigativo", a la carcajada
descontrolada que se genera en el
climax de algunas
historias. Entre los cuentos de "carcajada" que incluye La
mesa de los galanes, hay por lo menos dos que se encuentran entre lo
mejor que ha escrito Fontanarrosa en sus diez libros: "Medieval
Times" (un rosarino en Disneyworld al que se le despierta un agresivo
odio al "estilo de vida norteamericano" en medio de un
particular restaurant) y "¿Qué quieres tú de mí?" (una
especie de Guerra del cerdo de Bioy Casares pero en clave musical,
con un final salvaje y sangriento que Tarantino no desecharía). Fontanarrosa
suele insistir en que su mayor interés, hoy por hoy, se lo despierta el fútbol.
Sus cuentos "futboleros" tienen a su vez varias vertientes, el fútbol
amateur de los veteranos, el fútbol de las ligas menores de los pueblos
del interior argentino (recreando mitos y tradiciones como la del hombre
lobo futbolista) y los grandes partidos que tienen como protagonista al clásico
de su ciudad: Rosario Central-Newells Oíd Boys. En
La mesa de los galanes uno de los relatos más logrados es "La
observación de los pájaros" un cuento que tiene como marco ese clásico
rosarino. Aquí el talento de Fontanarrosa está más allá de lo que se
le suele reconocer: en "La observación..." casi no hay humor,
la trama es inexistente y todo el relato se limita a las reflexiones que
hace un hincha rosarino que no quiere saber cómo va el partido. Es un
clima chejoviano en un mundo de pasiones futboleras. HISTORIAS
Y MENTIRAS. La
marca de Fontanarrosa está dada por sus "cuentos de bar":
historias que transcurren o son relatadas nuevamente en las mesas de algún
boliche. A esta clasificación pertenece toda la serie de La mesa de
los galanes, historias de amor y desamor de un grupo de cuarentañeros
que pasan sus tardes y noches hablando sentados alrededor de una mesa.
Hablan de mujeres y de fútbol. Alardean de sus victorias de seducción o
se descubren víctimas de la infidelidad. En
esa mesa de bar cuyos integrantes han ido —de libro en libro—
aumentando de edad junto al autor, los personajes se muestran en toda su
ambigua dimensión. Son
existencias en constante tensión entre lo trascendental y la más
absoluta insignificancia. Esta tensión da a los relatos una dimensión
dramática (o de "comedia amarga") que no siempre se tiene en
cuenta. Fontanarrosa
maneja en esos diálogos, con increíble facilidad, un registro coloquial
que supera largamente lo que se podría denominar como
"pintoresquismo rosarino" para instituirse en una de las
manifestaciones más ricas del lenguaje argentino. Muchos de sus relatos
recurren al mismo procedimiento de escritura: una persona le cuenta a otra
algún episodio. Otro
procedimiento suyo es la mistificación. Es casi imposible encontrar un
dato certero en sus cuentos históricos. La mentira desopilante y no la
recreación es el alma de sus cuentos históricos. Pero si de mentir se
trata, "Tío Facundo" se lleva todos los premios. Se trata de un
cuento donde el género policial y el costumbrismo son parodiados con
delicado encanto y es muy probable que nunca se haya mentido tanto en la
literatura argentina como en este relato: una Rosario mítica donde los
deshielos del Paraná conviven con marineros malayos, indios charrúas, túneles
secretos y un investigador privado que descubre huellas dactilares en la
piel de una prostituta. Mal
que les pese a algunos críticos partidarios del decoro y las buenas
costumbres, Fontanarrosa marca otro ritmo a una narrativa argentina
acosada por su intrascendencia, su repetición, su falta de atrevimiento,
y su insustancial prolijidad. LA MESA DE LOS GALANES, de Roberto Fontanarrosa. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1995. Distribuye Gussi. 334 págs. |
Sergio Olguín
El País Cultural Nº 325
26 de enero 1996
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