Enajenación y aprehensión cultural en tiempos de globalización neoliberal

Dr. Milvio Alexis Novoa Pérez.

La verdad de una filosofía se revela, cuando es capaz de ser autoconciencia teórico – práctica de una realidad concreta y contextualizada. Cuando su espíritu aprehensivo está en condiciones de seguir la lógica especial del objeto especial, en sus múltiples determinaciones y condicionamientos, como bien decía Marx.

Precisamente, el marxismo, como filosofía de la praxis y de la subjetividad humana, continúa dando cuenta y razón del momento actual en que vive la humanidad, así como los medios necesarios para transformarlo en beneficio del ser humano. Es una filosofía, que por expresar en “alma y cuerpo” las necesidades e intereses de las grandes masas, y fundar su visión del mundo en relación con el hombre sobre bases humanistas, encuentra siempre oídos receptivos para construir utopías realistas y concretarlas en la praxis. Por eso, los que han declarado su réquiem, imbuidos o entusiasmados por otras filosofías o nihilistamente negando toda filosofía, han sufrido la decepción de ver su renacer como el ave fénix, con más fuerzas que nunca para continuar la lucha.

La autenticidad del marxismo creador, como filosofía de la praxis, con su respectivo flexible aparato categorial, se determina, en gran medida por su sentido histórico - cultural y complejo. Una cosmovisión que hace de la actividad humana, encarnada en la cultura, el centro de sus discernimientos cognoscitivos, prácticos, valorativos y comunicativos, en la construcción del saber y la revelación de valores.

Las infinitas posibilidades hermenéuticas, heurísticas, y culturales, en general, que impregna a la filosofía marxista o son inmanentes a ella, y a su discurso expresivo, le otorgan un estatuto especial desde el punto de vista teórico – metodológico y práctico para explicar con razón suficiente, un problema que afecta a la humanidad: la necesaria aprehensión cultural y su antítesis destructivo: el proceso ininterrumpido de alienación en tiempos de globalización neoliberal.

Nadie desconoce el estado actual de la realidad social del mundo, los grandes problemas de la desigualdad social, la distribución del ingreso, la estructura salarial, las políticas laborales y de seguridad social, y la imposibilidad de realización humana en un mundo donde la enajenación merodea como “águila rapaz” y hace inaccesible toda aprehensión cultural. Abundan los tratados, ensayos, etc., que reflejan con suficiente objetividad tal realidad, aniquiladora del sentido de la vida y la rica espiritualidad de nuestros hombres “naturales”. Sin embargo, en mi criterio, aún se carece de un estudio que aprehenda el problema en su naturaleza cultural - holística y compleja, fundado en un enfoque hermenéutico - marxista del mundo actual, en estrecha relación con la resistencia identitaria y su antítesis: la enajenación progresiva que ahonda y profundiza con creces los impactos de la globalización neoliberal salvaje, particularmente en nuestra región. Se requiere, además, de una reforma en el pensamiento que transforme las estrategias educativas para formar un hombre con ciencia y con conciencia, capaz de vincular en unidad indisoluble los mundos del trabajo, de la escuela y de la vida, es decir, educar para la resistencia, con espíritu de raíz identitaria y espíritu universal.

 Por supuesto, en la concepción de la formación de la identidad no se puede perder de vista que es desacertado metodológicamente, en mi criterio, privilegiar lo autóctono en detrimento de lo general, o negar la huella de lo asimilado en dicho proceso, en función de determinar la originalidad o autenticidad de lo nuestro, o por el contrario, hiperbolizar lo exógeno menoscabando lo endógeno.

Este proceso de conformación identitario, vinculado estrechamente a la cultura de resistencia que se va forjando, aparece reflejado en el rico pensamiento latinoamericano de los siglos XIX y XX y actualmente emerge con fuerza en varios países latinoamericanos, particularmente Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador.

Con sentido cultural y complejo se aprehende la crítica y desesperante realidad social latinoamericana y caribeña, profundizada con la globalización neoliberal, que impone con fuerza pujante sus esquemas enajenantes de consumo, que separa los mundos del trabajo, de la vida y de la escuela para lograr sus objetivos. Un sistema coherentemente elaborado de dominación, sustentado en los medios de información y la comunicación, cuya misión es destruir las raíces identitarias para imponer su cultura sin resistencia y lucha, así como evitar los procesos integrativos de las naciones de la región e imponer los suyos, que no hacen más que afianzar la dominación, profundizar la enajenación, y con ello, evitar una aprehensión cultural auténtica que refleje realmente su mundo, haciendo más pobres a los pobres.

En esta investigación se muestra cómo a pesar de la fuerza de la globalización neoliberal hay signos palpables de nuevas posibles integraciones de los trabajadores con visiones plurales hacia la unidad, y de las naciones, en pos de la gran utopía Latinoamericana, soñada por Bolívar, Martí, y tantos otros. En nuestra región se van articulando nuevos sujetos con sus respectivos ideales políticos y utopías realistas, en defensa de la existencia humana planetaria. Nuevos actores que advienen del mundo de la pobreza o se identifican con ella, sin compromisos políticos ni relación alguna con las fuerzas reaccionarias tradicionales. Las necesidades engendran nuevos medios de lucha incluyentes y con la tolerancia necesaria para unir lo unible. Las sociedades civiles encauzan nuevos proyectos para la emancipación real, ante el nuevo orden de injusticia mundial impuesto. Conciencia de identidad, sentido de pertenencia y resistencia cultural dirán la última palabra, en una región que propone cambios y nuevos horizontes de sentido, en pos de su esencialidad como sujetos reales, y con derecho a construir su destino como hombre, mujer, pueblo, nación y región. Sencillamente, como enfatizaba Martí en “Nuestra América”, es la hora de acostarse con las armas de almohada, es decir, con las armas del juicio que vencen, a las otras, porque las trincheras de ideas, valen más que las de piedras.

En los tiempos que corren, la asunción crítica de la relación entre enajenación y aprehensión cultural en tiempos de Globalización Neoliberal, enfocada desde el prisma marxista, y con razón incluyente, resulta imprescindible, a partir de las posibilidades teóricas y prácticas que le son consustanciales. Sirve de guía teórico – metodológica para enfrentar la globalización neoliberal y revertir o atenuar sus nefastos efectos destructivos del ser esencial humano y la cultura de los pueblos en general. Naturalmente, parafraseando a Martí, se impone la conciencia de unidad como la plata en las raíces de los Andes. Hermosa metáfora analógica con atisbos y gérmenes que abren veredas, que no deben olvidarse en los recuentos históricos. Hay que asirse a las raíces para enfrentar con fuerza indetenible el poder y las acechanzas del capitalismo neoliberal y la globalización homónima que ha impuesto en detrimento de la emancipación cultural y social del hombre de nuestra región.

Este trabajo, además de sistematizar los estudios realizados en torno a la aprehensión cultural y su antítesis: la enajenación que mata la naturaleza cultural y humana del hombre, constituye un aporte de gran valía mostrar cómo en las condiciones actuales, el marxismo tiene mucho que decir, para hacer posible la toma de conciencia y revertir o atenuar el proceso de enajenación progresiva que tiene lugar con la Globalización neoliberal, así como sus impactos contra los procesos identitarios, pues la identidad humana, tanto individual como social, se funda en raíces culturales que el neoliberalismo globalizador se empeña en destruir.

Para ello, siguiendo una lógica que transita de lo general a lo particular, incluyendo los eslabones intermedios que la hacen compleja, como bien decía Engels, se desarrollan momentos esenciales del problema asumido, a saber:

1. El estudio del devenir histórico filosófico del concepto de enajenación pone de manifiesto que Marx, en un proceso de asimilación y creación dialéctica de sus fuentes antecesoras, particularmente de la Filosofía Clásica Alemana, siguiendo una lógica de continuidad y ruptura, revoluciona dicho concepto, hasta mostrar que en la sociedad capitalista tiene lugar un proceso progresivo de enajenación de la actividad y actividad de la alienación, pero al mismo tiempo muestra su carácter histórico condicionado, es decir, la posibilidad real de su superación. No identifica como Hegel y Feuerbach la enajenación con la objetivación, y con ello discierne la posibilidad real de la desalineación. Esta nueva visión de la enajenación derivada de su concepción de la praxis como actividad material adecuada a fines, como núcleo estructurador de la relación sujeto – objeto y sujeto – sujeto, y su consiguiente devenir idéntico, en su conversión recíproca, constituye un momento capital de la revolución que produce el marxismo en la historia de la filosofía, y que se concreta en su concepción que la vida es esencialmente práctica, que la conciencia es el ser consciente, y éste, un resultado de su vida real y práctica. Esto lo conduce, conjuntamente con Engels, a determinar que el ser social determina la conciencia social, y que en última instancia el factor económico, en sus mediaciones varias, se impone por necesidad como base generatriz de los procesos supraestructurales.

2. El concepto de enajenación en Marx se concreta en la comprensión materialista de la historia, y la esencial mediación de la categoría de la práctica. Esto permite ver a los hombres actuar, así como sus determinaciones y condicionamientos. En el devenir evolutivo del pensamiento de Marx acerca de la sociedad, el concepto de enajenación resulta esencial, coherentemente vinculado con los conceptos estructurales de la teoría materialista de la historia. Por eso hay que evitar los estructuralismos reduccionistas que desvirtúan la esencia del concepto, en la medida que lo analizan al margen de su proceso formativo real. El trabajo enajenado funciona aquí como punto de partida para explicar múltiples fenómenos: la pérdida de la esencia humana, la propiedad privada, la dominación del capitalista sobre el obrero, la degradación de este último, tanto en el plano objetivo como subjetivo dentro del capitalismo, y la necesidad de la emancipación práctica.

Debe destacarse el énfasis que se pone en el carácter objetivo de la enajenación y su condicionamiento económico común con la división en clases sociales opuestas. De igual forma, para la superación de la enajenación se señalan premisas prácticas más precisas que en los manuscritos: un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas y la agudización de las contradicciones sociales.

En la Ideología Alemana, la enajenación designa la pérdida del control sobre los productos creados por los propios hombres, como proceso objetivo. Los productos alcanzan una autonomía de sus creadores y se les aparecen como poder ajeno, determinado a su vez por un hecho económico. Así, el concepto enajenación se va concretando, ya integrado al desarrollo del aparato conceptual de la concepción materialista de la historia, en calidad de expresión - refleja de una relación social contradictoria entre los hombres en la sociedad capitalista, que ya no es reducible a la actitud subjetiva de un individuo hacia los productos de su trabajo. Es mucho más.

En El capital, se enriquece y concreta con nuevos conceptos, como teoría integral sobre el capitalismo y el trabajo en general y sus componentes reales propios de dicho sistema. Sobre la base de las nuevas categorías filosóficas y económicas reveladas, se explica el fetichismo de las mercancías como expresión más desarrollada de la enajenación en el capitalismo.

Marx no desecha el concepto enajenación, pero ya no aparece sólo analizado en la relación individual de un sujeto con su objeto de trabajo enajenado, sino de cómo el trabajo humano en el capitalismo, al tomar la forma de valor de cambio, se impersonaliza, se cosifica, se fetichiza hasta integrarse en mercancías, y éstas al cosificar las relaciones sociales entre los hombres las esconden, se pierden. El fetichismo de la mercancía funciona como un poder autónomo, objetivo - subjetivo y hostil que dimana de las propias cosas y escapa al control humano.

Ya Marx inserta, orgánicamente, el concepto de enajenación a su teoría total, con un sentido cultural más amplio, es decir, como un fenómeno histórico - cultural sujeto a las propias leyes del capitalismo, en la medida que las relaciones humanas se cosifican, hasta devaluarse la humanidad del hombre. Esto se relaciona, por supuesto, con la nueva visión de la esencia humana, que si antes la concebía en su connotación genérico – antropológica, ahora la comprende como el conjunto de las relaciones sociales, engendrado en procesos sociales reales, prácticos.

3. La aprehensión cultural es inmanente a la humanidad del hombre, y cuando ésta se pierde, el ser humano deja de ser sujeto, agente de su propia obra. Fuerzas extrañas lo dominan, lo enajenan de sus productos y resultados; en fin, de la cultura, en tanto determinación concreta de la actividad en sus aspectos: cognoscitivo, práctico, valorativo y comunicativo, y medida cualificadora de su ascensión humana.

4. La cultura es el alma del hombre, los pueblos y las naciones. Ella en sí misma constituye su ser esencial. Por eso cuando la globalización neoliberal logra la alienación identitaria, incluyendo su sentido de pertenencia, entonces la aprehensión cultural resulta quimérica y abstracta. Es igual que cuando a un árbol se le cortan las raíces. Cae por su propio peso, hasta finalmente, dejar de existir. Lo mismo le ocurre a los hombres, los pueblos y las naciones, bajo la fuerza bruta de la globalización neoliberal.

5. Es necesario afianzar la identidad, o construirla si las condiciones lo exigen. Un pueblo sin razón identitaria, es una masa gris, incapaz de crear y dar sentido a la existencia para bien de la nación. El consumismo hecho fetiche, como bien demuestra Marx, aliena la humanidad del hombre y lo convierte en un ser que sólo piensa en sí mismo, si es que ya es capaz de pensarse, como ser humano.

6. La identidad, fundada en la conciencia histórica, las tradiciones, la memoria histórica, la psicología social y expresada en posiciones ideológicas de contenido político- cultural, en los tiempos actuales, tiempos de globalización neoliberal, requiere de constante reactualización de la conciencia. Por ello es necesaria la existencia de sujetos o actores sociales, capaces de elaborar programas que guíen las acciones y señalen horizontes, ante un mundo que parece cerrarlos.

7. Esto posibilita la existencia real de una praxis emancipatoria que defienda el derecho a existir, y crea una conciencia de resistencia y de lucha ante la enajenación que trae consigo el poder y la fuerza del neoliberalismo globalizante.

8. Una conciencia ecosófica, capaz de salvar el Planeta Tierra, y con él a la humanidad, está dando señales perceptibles de existencia.

9. La educación, madre nutricia de los grandes cambios operados en la historia y la cultura, en congruencia con la nueva realidad y los desafíos a que se enfrenta, tiene mucho que decir y hacer. Para ello, siguiendo el espíritu contemporáneo, tiene que reformar el pensamiento y las mentalidades. Nuevas visiones exige la cultura, y nuevas formas de pensar la subjetividad. La filosofía de la praxis, está en condiciones de ser su autoconciencia teórico - cosmovisiva y práctica, en la construcción de nuevos paradigmas desalienadores.

10. El hombre y la humanidad, no se cruzan de brazos. Hay razones suficientes para resistir y luchar. La razón utópica realista, fundada en una práctica creadora que siga los latidos de la realidad, como certeramente señala Sánchez Vázquez, servirá de baluarte invencible ante la globalización neoliberal que mutila y mata el porvenir. Es posible un mundo mejor, donde se globalice la solidaridad, como ha señalado en reiteradas ocasiones Fidel, o una ética del género humano que sirva de base a una era planetaria, presente en la utopía de Edgar Morin. La fuerza de las ideas humanistas ya está vehiculando cambios. En nuestra América, nuevos sujetos y actores sociales abren caminos en pos de la integración y la unidad. El marxismo creador, plural, abierto a las nuevas señales de la práctica, tiene mucho que enseñar y hacer.

La proclamación del fin de la historia es una quimera ideológica de la razón instrumental y pragmática del capitalismo en crisis. Más que fin de la historia, el humanismo revolucionario cree en el inicio de una nueva historia, donde la aprehensión cultural devendrá realidad tangible, libre de la enajenación que destruye el ser esencial humano, el ecosistema y la cultura misma.

Dr. Milvio Alexis Novoa Pérez

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