De fantasmas y de cartas 
Enrique Novick

Tal vez más tarde haya una inteligencia que reduzca mi fantasma al estado de lugar común...
El Gato negro - Edgar Allan Poe

Querida amiga: 

Sonríe, si puedes: la única duda que me acompañó al escribir esta carta fue sobre la actual vigencia de su encabezamiento. Sucede con bastante frecuencia que toda razón dura, formal se ve jaqueada por melancólicos recuerdos, como hiedra en su vano intento de humanizar una torre solitaria, bajo la cual su piedra permanece obcecada, dolorosamente intacta. Más bien considéralo un impulso, un lapsus sentimental. Cuando la recibas, por supuesto, escrita por mí tiempo atrás, y que algunos metros cúbicos de tierra y gramilla sobre mi cadáver, me han impedido llevar personalmente hasta el correo para tu conocimiento; como así también hacer lo propio con una copia debidamente autenticada hasta un despacho de Tribunales -no habrás olvidado que fui hombre de derecho a ultranza- insisto, estará siendo leída con mucho interés por el Señor Juez de Instrucción en lo Penal de turno que instruya en la causa; o, tal vez, lo encuentre ya librando los oficios y autos de detención que correspondan, con una bonita carátula que reza: "Doble homicidio calificado con agravante de vínculo" ¿Qué causa y qué diablos de oficios? Te preguntarás, sin duda, con esa bendita inocencia que te hacía tan querible. ¡Vaya frágil memoria la tuya! Debieras refrescarla apoyando tu frente en mi lápida. Es un servicio póstumo el que te ofrezco: discreto y sin cargo alguno. Pues bien, no te esfuerces demasiado. Se trata de los relativos a mi muerte reciente y a la más lejana de tu primer esposo. Por otra parte, el único punto de coincidencia que logramos alcanzar ambos ex aequo merced a tu solícita actitud. ¿Lo recuerdas, por fin? Cuando planeaste graciosamente eliminar a tu ex marido» mi desdichado antecesor (conste que ésta es sólo una manera de decir, puesto que en ello fui cómplice involuntario) supuse con todo fundamento que esa misma pasión morbosa que te impulsó a cometer el crimen, te llevaría algún día a repetir la historia, pero en esa aciaga ocasión en contra de mi persona. No resultará novedad para ti: siempre he sido meticuloso en extremo y el desorden me enfermaba hasta la exasperación. Precisamente fue esa peculiar característica de mi temperamento la que me llevó a conservar algunas notas que te comprometen, y viejos casetes de conversaciones que ya ni recuerdo, pero cuya lectura y audición, en cambio, resultarán mucho más provechosas e ilustrativas para el magistrado que instruya en la causa de que te hablé. Ut Supra, En suma, entre las disposiciones generales que ante mi eventual y dudosa causa de muerte manejará a discreción mi secretaria, figura dicha entrega en mano y dentro del término más perentorio. Como ves; toda una reacción en cadena perfectamente calculada y fríamente puesta en ejecución. Ergo, es probable que a estas horas, muchos periodistas estén ya golpeando a tu puerta, junto a fastidiosos vecinos, presionando al portero de tu edificio a fin de sonsacarle más información. Dramatizando la ya existente. Cubriendo los baches con su fantasía. Tú les conoces bien. Reconozco mi absoluta responsabilidad sobre el particular. Como asiduo lector de periódicos y televidente, tuve la peregrina idea de hacerles llegar también a ellos una copia de todo ese material. Por una vez pretendo ser el protagonista indiscutido de una noticia de tal envergadura; su productor natura!, ¿Podrás perdonar a mi ego esta postrer, suprema debilidad? Por último, una copia de la presente carta será enviada por mi diligente secretaria a un interesante certamen literario sobre "cartas de amor"' que organiza anualmente una Fundación local. Podrás objetar que aquélla no reviste, precisamente, ese carácter, n¡ siquiera un perfil ortodoxo a la manera inefable de un Cyrano, Lo acepto de buen grado, pero deberás a tu vez admitir que las acepciones del término "amor" son tan amplias y elípticas, que bien pueden abonar lo correcto de mi inquietud o, si lo prefieres, de mis veleidades artísticas; por lo que la presente constituye también una declaración de amor, pero, en esta ocasión, a la verdad y en todas sus prístinas extensión y consecuencias. Decía Sócrates (o, al menos, se le atribuye) "Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad" Quizá fue por eso que la cicuta le supo menos amarga. Convendrás conmigo que cuando la condesa D'Agoult le envía a Franz List junto con una simple carta un pote de pomada para los sabañones, satisface con ello un puro acto de amor; reñido quizá, con formas más exquisitas de expresarle, pero no por ello, menos trascendente. Resguardar el equilibrio físico de su amante equivalía también a resguardar el equilibrio emocional de su corazón junto a respuestas concomitantes, en beneficio de una posteridad melómana e incondicional. El amor suele tener tantas y tan inquietantes facetas... No dejes de atender la puerta y el teléfono. Ante la solicitud periodística, escoge una fotografía de ambos de aquellos tiempos en que con tonta despreocupación jugábamos a ser felices. Mucho he meditado sobre la finalidad primordial de esta nota, con relación al recuerdo de otras más placenteras que hoy mi memoria rescata con melancólica perseverancia. Finalmente concluyo por asociar la misma con una locución latina que en la antigüedad se colocaba puntualmente en las iglesias, sobre sus relojes y con referencia al valor relativo de sus horas: "VULNERANT OMNES, ULTIMA NECAT", "Todas hieren, la última mata.."

Enrique Novick

Ir a índice de América

Ir a índice de Novick, Enrique

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio