Idea del hombre y la historia en la Utopía de Tomás Moro

por Lucinda Nava Alegría

Facultad de Filosofía y Letras

 

La Utopia de Tomás Moro es, a no dudar, una obra de tal profundidad, que trasciende tanto la circunstancia histórica en que se originó, como el propósito declarado con que su autor la concibió: dar la imagen de un estado modelo que sirviese de ejemplo a las naciones de su época.

¿En qué radicará la vigencia de Utopia, sabiendo como sabemos que un abismo temporal separa nuestra circunstancia de la que vivió Moro; y cuando dicho "estado modelo” en un sentido utilitario ya no nos puede interesar?

Creo que la razón de tan maravillosa pervivencia estriba en que el libro refleja la capacidad que el hombre tiene de concebir estructuras para el mundo que le rodea, de imaginar un orden en su circunstancia; capacidad que hace de cada hombre de todas las épocas un utópico, y de lo utópico la característica de ser hombre. Esta vitalidad y actualidad que encuentro en la obra, fue el motivo que me impulsó a su estudio, y es en última instancia la justificación de este ensayo.

Ya que en el plano de dar explicaciones me encuentro, quiero dar otra, y es la que se refiere a cómo está enfocado el tema. En este caso el análisis tuvo que condicionarse a la naturaleza del objeto de estudio, por lo siguiente. La primera evidencia que nos ofrece la lectura de Utopia, es la de que la idea de Moro sobre el hombre y el devenir histórico está fincada sobre graves contradicciones.

Esta primera conclusión planteaba dos posibilidades a seguir; o se trataba de reducir las contradicciones existentes para poder encontrar una imagen coherente del hombre y de la historia en Moro; o bien, se aceptaba plenamente el contradictorio de estas entidades.

El segundo camino me pareció el único posible, porque reducir la contradicción implicaba en primer lugar una valoración dudosa de la obra, ya que se trataría de probar que parte de las proposiciones de Moro sobre el hombre y la historia era falsa, y que otra parte era verdadera. Esto conduciría a una abstracción de la realidad de la obra en torno a la supuesta “parte verdadera” de ella; operación que culminaría con la negación absoluta de la obra, en vista de que Utopía es una totalidad orgánica, donde negando una parte se niega el todo.

Así pues, mi propósito será el enfoque de la obra desde un punto de vista total y no parcial, aceptando su carácter contradictorio, sin tratar de reducirlo y menos pasarlo por alto; sino por el contrario, quedándome en él y haciéndolo fundamento de mi análisis.

Puestas las cosas así, mi objetivo concreto será mostrar, más que demostrar, que la idea que Moro tiene del hombre y de la historia es contradictoria, y explica por qué tiene que ser así.

Moro parte de una concepción dual de la realidad, que para él se patentiza en el enfrentamiento de dos entidades constitutivas que son: el hombre y la historia; entendida esta última en el sentido de universo hecho por el hombre (gobiernos, leyes, sociedades, etcétera).

En Utopia, Moro intenta establecer la relación que haga de estas dos entidades una integración. Pero, el a priori del cual parte (el enfrentamiento) lo llevará exactamente a un objetivo contrario al que se propone. Una constante dualidad contradictoria perseguirá la obra de Moro, desde su forma, en cuanto a libro sobre Utopía; hasta el fondo, en cuanto a Utopía misma.

Analicemos en primer término la estructura de la obra en cuanto a su aspecto externo o formal. Esta estructura a primera vista se nos presenta dual; son dos libros los que la constituyen; el primero es una especie de introducción, en la cual narra Moro cómo conoció a Rafael Hitlodeo y la conversación que sostuvo con él y Pedro Egidio, previa al relato que Rafael hizo sobre la república de los utópicos. El segundo libro es el relato propiamente dicho, en el cual sólo interviene Rafael.

Por otra parte son dos las narraciones de Rafael. Una que se refiere a lo que vio y conoció durante su estancia en Inglaterra, y otra donde relata sus experiencias en otro país: el de Utopía.

Por lo tanto en el libro están presentes dos realidades: por un lado está la Inglaterra de Moro, y por el otro Utopía. Moro valora dichas realidades, y lo hace desde un punto de vista ético; una es buena (Utopía), la otra es mala (Inglaterra). Dos serán, por lo tanto, sus actitudes frente a estas dos realidades; ante Inglaterra se torna crítico, frente a Utopía es un panegirista.

Estas realidades son contradictorias, pues representan posiciones opuestas frente a las mismas cosas. Por un lado está lo positivo encarnado por las instituciones y forma de vida de los utópicos, y por el otro está lo negativo representado por las instituciones y forma de vida de los ingleses.

La contradicción que opone a dichas realidades se explica al ver que son distintas; sus naturalezas son diferentes. La realidad que critica Moro es un mundo concreto, un mundo que existió, es la Inglaterra .. no mucho después del desastre en que la guerra civil de los ingleses occidentales contra su rey terminó con la deplorable ruina de los sublevados[1]. Se trata pues de una realidad histórica. Frente a esta realidad se encuentra Utopía. ¿Qué es Utopía?

Utopía no existe; no tiene tiempo, ni lugar: “... ni a él, ni a nosotros —dice Moro— se nos ocurrió preguntarle, ni a él decirnos en qué parte de aquel nuevo mundo está situada Utopía”. Si la situación temporal y espacial de Utopía no es mencionada, es porque este tipo de relaciones no le conciernen, no le son necesarias o esenciales.

Utopía no cambia, fue producto de un proceso llamémosle histórico, pero en el momento en que se habla de ella, o sea en el momento en que se la concibe, es la representación de lo estático (incluso antes de su consolidación definitiva no se llamaba Utopía). Los niños en Utopía van a la escuela para aprender a conservar el Estado. El número de miembros de una familia es invariable, el número de familias dentro de una ciudad debe permanecer fijo, el número de templos siempre debe de ser de trece, etcétera.

Utopía es absoluta: “Os he descrito con la mayor veracidad posible, el modo ser de un Estado al que considero no sólo el mejor sino el único digno a justo título de tal nombre.” Utopía en este sentido rebasa el plano de las comparaciones, es un modelo, por eso no sólo es el mejor, sino el único.

Si Utopía no tiene tiempo, ni lugar; si es una realidad estática; si está concebida en términos absolutos ¿qué otra cosa puede ser si no una idea?

¿Qué acaso no lo dice el mismo Moro al preguntar con ingenioso artificio —que nada tiene de juego— por Rafael? ¿Qué si era marino?, pregunta Moro, y se contesta a sí mismo a través de Pedro Egidio. “Muy al contrario, te equivocaste de medio a medio, ese hombre ha navegado en efecto, pero no como Palinuro, sino como Ulises, o mejor aún como Platón.” Rafael en efecto no ha viajado por la realidad, ni siquiera por el mundo de la fantasía, lo ha hecho exactamente por el mundo de las ideas. Su recorrido es puramente mental, el mundo que visitó, los hombres que conoció y que describe son ideas.

Rafael Hitlodeo el personaje que representa al verdadero Moro; ya que el autor se desdobla a sí mismo, en la obra hay un Moro que narra lo que otro Moro (Rafael Hitlodeo) concibió. Las circunstancias bajo las cuales es escrita Utopia no eran propicias para que las críticas se hicieran en primera persona.

Queda establecido pues, que el ser de Utopía es ideal, preguntémonos ahora idea ¿de qué? “Os he descrito con la mayor veracidad posible el modo de ser de un Estado al que considero no sólo el mejor sino el único digno a justo título de tal nombre.”

Definida Utopía como la idea del mejor, del único estado posible, volvamos a nuestro punto de partida que era el enfrentamiento de esta realidad con la otra, que lejos de ser idea es existencia concreta y por lo tanto histórica. Veamos pues cómo se relacionan dichas realidades. En nuestro análisis mencionamos que la actitud que asume Moro frente a la realidad existente era de crítica. Critica una situación que le parece negativa; pero al criticarla parte de que existe. Luego no por negativa deja de ser.

En cambio su actitud frente a la realidad ideal (Utopía) es de apología, porque este estado es para él el positivo; pero al revés del otro no por positivo existe, no por positivo es. Utopía no es, de acuerdo, pero sin embargo tiene una razón de ser; su presencia se justifica como un modelo a seguir por el ser existente. Por eso es que Moro la escribe, por eso Rafael abandona Utopía de la que nunca se hubiera marchado a no ser por su deseo de dar a conocer aquel mundo Utopía por lo tanto es el deber ser del ser.

Estos dos planos contradictorios, inseparables, apoyados uno en el otro, son los que viven en la obra de Moro y dan el tono tanto a su idea del hombre, como a la de la historia. Un plano explica al otro, sin el deber ser no tendría objeto el ser y sin el ser no existiría el deber ser.

Utopía como deber ser es concebida por Moro en términos absolutamente universales; no es un simple remedio para los males concretos de Inglaterra, sino que es una posibilidad de salvación universal. Los males de Inglaterra son simplemente su salida natural hacia el universo de lo humano, son su perspectiva, su circunstancia pero no su límite y es por eso que Moro puede decir: “Mucho celebro que una forma de Estado que yo desearía para la humanidad entera, les haya al menos cabido en suerte a los utópicos.”

La idea del hombre que encontramos en la Utopía de Moro tiene que estar afectada por esta cosmovisión dual que hemos analizado. Si la realidad se le presenta a Moro dividida en dos planos, también su imagen del hombre será dual: hay un ser del hombre y un deber ser del mismo; pero, así como dijimos en abstracto que el plano del deber ser no puede existir por sí solo, sino únicamente como imagen positiva del ser; del mismo modo el deber ser del hombre o sea el utópico, no tiene una esencia peculiar, su esencia está tomada del ser humano. El utópico por lo tanto es un hombre, nada más que un hombre ideal. La diferencia entre el hombre ideal y el hombre real está en la manera como utiliza su esencia.

Pero vayamos por partes y expliquemos en primer término en qué consiste esta esencia común al hombre real y al hombre ideal. Hemos visto que Moro asume ante la realidad existente una actitud de crítica, porque esta realidad es para él negativa. En efecto, los vicios de la sociedad en que vivió vienen a convertirse para él en las características esenciales de la realidad histórica; pero como el intento de Moro no se agota en la crítica, sino que trata de encontrar el remedio a estos males, se ve obligado a buscar la causa de los mismos. La causa del vicio social sólo puede radicar o venir de dos únicos sitios; de la circunstancia histórica, o del individuo mismo.

En efecto, ambas posibilidades están presentes en la mente de Moro, o lo que es lo mismo en su obra. Por una parte está la idea de que el hombre se inclina al mal por naturaleza; y por otra parte está la idea de que el medio histórico negativo es lo que encauza al hombre hacia el vicio. Moro desde su perspectiva cristiano-renacentista no puede aceptar que el hombre sea por naturaleza malo (aunque la posibilidad esté presente), y en un acto de fe acepta que el medio es lo que condiciona la conducta del hombre. “Tal encarecimiento de la vida da lugar, en efecto, a que cada cual despida el mayor número de servidores; y yo te pregunto: ¿A dónde los envían sino a mendigar y robar?

Partiendo de que para Moro el medio es lo que determina al hombre, se sigue como consecuencia el que la esencia de éste sea necesariamente relativa; puesto que siempre dependerá de algún condicionante.

Por otra parte en la obra se hace constante referencia a la capacidad que el hombre tiene de cambiar su circunstancia histórica y hacerla propicia para el desarrollo de las virtudes. Si Moro no hubiera tenido fe en esto, jamás habría escrito Utopia, jamás habría postulado la posibilidad de un deber ser.

Moro al tratar de definir lo que el hombre es, acaba presentando una imagen dual y contradictoria de éste. En la obra está presente por un lado el hombre como ser determinado por la historia, y por otra parte también está presente la idea del hombre como determinador del medio histórico.

De esta idea contradictoria que Moro tiene del hombre, se seguirá la idea que tenga de la realidad histórica. Ya que ante un hombre relativo esta realidad será absoluta, mientras que ante un hombre con la capacidad de determinarla, acabará siendo relativa: .. que lo que no pueda transformarse en bueno sea lo menos malo posible, pues no es hacedero que todo sea bueno a menos que la humanidad lo sea, cosa que no espero hasta dentro de algunos años”. Su idea de la historia acabará siendo también contradictoria.

Hemos dicho que para Moro el hombre ideal y la realidad ideal participan de la misma esencia que el hombre histórico y la realidad histórica; sólo que en el caso de los objetos ideales esta esencia se presentará en su dimensión positiva.

Así pues en el terreno del deber ser el problema para Moro será, definir si la excelencia de este plano se debe a que el utópico es bueno por naturaleza, o que la bondad de éste depende de las condiciones peculiares de la realidad ideal denominada Utopía.

La contradicción que afecta el ser del hombre, se proyecta a su deber ser, y así en la obra se encuentra presente la idea de que el hombre ideal determina su medio ideal; la narración está llena de referencias a la capacidad que el utópico tiene de determinar su medio desde la geografía hasta el concepto de valor.

Pero, también está presente la idea de que es la circunstancia la que determina las acciones del utópico: .. mas el hecho de estar cada uno bajo la mirada de los demás oblígales a un diario trabajo y a un honesto reposo.” Póngase lo anterior en términos negativos, y quedará de la siguiente manera; si no existiera el condicionante de la vigilancia mutua, el utópico no se entregaría ni al diario trabajo, ni al honesto reposo.

Estas posibilidades contradictorias en la obra de Moro, revelan una concepción de la realidad tradicional en la cultura de Occidente. Moro nos presenta al hombre, tanto histórico como ideal, como un ser que modifica su circunstancia pero que no puede trascenderla; la determina, crea leyes, instituciones, etcétera, pero a su vez es determinado por sus propias creaciones. Este círculo vicioso nos remite a una imagen dual y agónica del hombre, que dividido en una parte natural y otra moral vive la lucha irreconciliable que sostiene la parte moral por delimitar a su contraria; la bestia y el ángel, el espíritu y la materia se le revelan a Moro.

Moro postula su obra como una unidad conceptual, por lo tanto la estructura contradictoria que hemos venido analizando, aunque presente siempre, tiene que estar negada por el propio Moro. Este intento de unidad por encima de la contradicción que encuentra en las cosas, es lo que lleva a Moro a inventar Utopía.

Para comprender esto tendremos que ver cuáles son las diferencias entre el utópico y el hombre; porque aunque ambos tienen la misma esencia, no hay que olvidar que el utópico es lo que esa esencia debe ser.

En Utopía, lejos de lo que ocurre en el mundo real, el hombre y la realidad última y más profunda, que es la Naturaleza marchan de acuerdo. "Afirman los utópicos que la naturaleza misma nos prescribe una vida agradable, es decir el placer como meta de todas nuestras acciones.”

Así pues, la virtud y como consecuencia la felicidad del utópico se reduce a vivir conforme a la naturaleza. Frente a este hombre ideal se encuentra el real, el histórico; de quien se deduce por su estado no virtuoso, que no vive conforme a la naturaleza. Si en el mundo ideal la virtud y la felicidad son una misma cosa, en el mundo histórico no ocurre lo mismo: “Hay en efecto, muchas cosas que aunque no posean en sí atractivo alguno, sino por el contrario mucho de amargura y perversidad, el placer de las malas pasiones no sólo las reputa por deleites supremos, sino que las incluye entre las causas esenciales de la vida."

El mundo real, se le presenta a Moro angustiosamente relativo, es un mundo donde lo bueno puede ser malo, el vicio virtud, el dolor placer. El mundo histórico es el sitio donde las cosas y los valores no pueden ser independientes del hombre y su subjetividad.

Moro como hombre de su época, y como hombre de fe, está imposibilitado para aceptar un concepto relativo de la realidad. Se rebela contra lo que es, porque eso que describe es lo que ocurre en el plano del ser, para postular en cambio lo siguiente: “Mas así como el juicio alterado por la enfermedad o la costumbre no puede cambiar la naturaleza de las demás cosas, tampoco puede hacerlo con la del placer.”

Moro para huir de un relativismo que se le impone divide la realidad en dos planos; siguiendo un modelo platónico postula dos mundos. En el mundo ideal están la verdadera verdad, la verdadera belleza, el verdadero placer; ese mundo es Utopía. En el mundo real los hombres creen poseer la verdad, la belleza, la virtud, pero sólo juegan con apariencias deformes de estos valores. Esta es la razón última de la estructura dual de la obra de Moro, para salvar su fe en un mundo de valores trascendentes, acaba sacrificando el mundo real, el mundo histórico.

La necesidad o esencia de Utopía es ser una posibilidad de realización para el mundo histórico, pues si no su razón de ser sería nula. Pero esta realización es al mismo tiempo la negación del mundo histórico. El hombre al alcanzar Utopía deja de ser para convertirse en lo que debe ser, y con ello perder su esencia histórica. Utopía es el mundo donde 110 hay nada que cambiar, donde las cosas y los valores existen en sí y por sí independientes del hombre concreto y de su contexto histórico. Es la meta-historia.

Notas:

[1] Moro, Tomás. Utopia, en Utopias del Renacimiento. México, Fondo de Cultura Económica, 1956 (todos los textos entre comillas fueron tomados de esta obra).

500 años de la publicación de UTOPÍA de Tomás Moro - Parte 1

Acto conmemorativo del quinto centenario de la publicación de UTOPÍA de Tomás Moro

 

500 años de la publicación de UTOPÍA de Tomás Moro - Parte 2

Acto conmemorativo del quinto centenario de la publicación de UTOPÍA de Tomás Moro

por Lucinda Nava Alegría

Facultad de Filosofía y Letras

Originalmente publicado en la Revista "Punto de partida" http://www.puntodepartida.unam.mx/ Nº 14 Agosto / setiembre, 1969

Dirección de Literatura de la UNAM

Link del texto:  http://www.puntodepartida.unam.mx/images/stories/pdf/pp14/14-nava.pdf

 

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