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Lo temerario de un acicate a la sensualidad
Luis Carlos Mussó

Largo es el camino de los espíritus que asumen el trabajo con la palabra.  Largo, dificultoso y lleno de obstáculos.  Así, asistimos a la última entrega lírica de Khira Martínez Rivadeneira.  Labor ambiciosa, de fraseo sostenido, con aplicaciones lúdicas (por ejemplo, la disposición arbitraria de las grafías sobre la página en blanco) que fueron en su momento ligadas al caligrama.  También se aplica en la aliteración y sus logros sonoros.

 

La sexualidad es la única odisea/ que puede ser vivida con legitimidad.  Desde esta premisa hallada entre los versos del libro, descubrimos un viaje de resonancias épicas a través de las experiencias de vida y de lectura.  Entonces, el mundo de la naturaleza se abre paso al mismo tiempo que repican a muerto los aires de su destrucción por parte del humano, es decir, de la cultura.  Y está, para brindar su contexto, la exuberancia de la región amazónica, llena de sorpresas, de sonidos y de ecos.  Los excesos en ciertos instantes de la adjetivación deberían adjudicarse, quizá a esa abundancia referida.

 

Se aventura el hablante lírico a explorar su propio linaje, sentimos un viaje interno que corre paralelo a otro, más visible para nuestras lecturas.  Dentro de los riesgos que asume, esta poesía de tono rico, desenfadado, colérico a veces, lleva en ciertos instantes a posibilidades sugestivas que aguzan la ironía y la reivindicación de los primeros habitantes de estas tierras.  Punza desde dentro; anuncia con sus alegatos realidades mejores –allí, la subversión que se le pide a toda poesía de ley-.  Con un pie en lo coloquial y otro en tonos distintos, se despliega una organización de versos que representa eficacia y seguridad.

 

Devuélveme el asombro, nos dice con desparpajo esta voz poderosa.  Sin temor para los temas –la inclusión de un meditado espacio para distintas aristas del amor físico, y también de la homosexualidad- y declarándose lectora de voces como Bukowsky, desbroza una tupida selva donde las desnudeces: propia y ajena van perdiendo sus máscaras una a una.  Conociendo que todo tema es poetizable, ingresa al lenguaje de los registros especiales de aromas y sus implicaciones, y  que es uno de los momentos descollantes del conjunto.  Pero también al de otras lenguas y al de otras formas de habla –como el castellano de Cuba-, lo que confiere riqueza al texto.  

 

Convertirse en objeto del deseo del otro es una de las metas de gran parte de la raza humana.  La visión del entorno, del cuerpo de la mujer ha sido extensamente tomado como tema del poema.  Pero cuando es la mujer la que avista, nombra, sugiere, posee con su palabra al interlocutor amoroso, al cuerpo que tiene enfrente, ha habido múltiples reacciones, no siempre de anuencia.  Se ha querido ver un monotemático encuentro de la mujer con la sexualidad –la suya, la ajena, la compartida-, debido a que la represión había sesgado su discurso.  Mas, leyendo atrevidas propuestas se siente la refrescante (y al mismo tiempo sofocante) brisa de este ulular de figuras, quiebres, giros y cadenas de metáforas que integran el poemario de Martínez.

 

Hay definición y lucidez en este largo poema de Khira Martínez Rivadeneira; y en el multívoco semántico está la herramienta que crea la ambigüedad.  Cierra este extenso poema una especie de destrucción de su propia palabra o de su propio registro de habla –ese modo de habla trascendente que es el poema-:  alusión a lo que se está gestando en realidad no está donde el lector cree hallarlo, sino que se halla fuera de su lugar lógico, propicio, idóneo (quizá el mensaje de este texto está en otra parte y constantemente está burlándose de nosotros  con pistas que al fin devienen para el placer de lectura, para el placer de sensualidad, para el placer de lo lúdico).  Quiere decir esto que la ambición del poemario lo lleva al afán de trascender su condición de simple libro de poemas.  Lo que abona a favor de esta voz que se afana por luchar contra el vacío, desde su propia perspectiva y con las armas que el lenguaje le ha provisto.

Luis Carlos Mussó

Prólogo de Afrodisíaco para temerarios, de Khira Martínez

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