Obra poética I de Julia de Burgos

Obra poética I, de Julia de Burgos (Edición de la Discreta, 2008),
por Augusto Munaro

Cuando el 6 de julio de 1953, Julia de Burgos se desplomaba en una acera neoyorquina, falleciendo momentos después en un modesto hospital en el suburbio de Harlem; la poeta puertorriqueña llevaba más de una década sin publicar un poema. El alcoholismo y una seguidilla de frustraciones personales, la habían hundido en una profunda soledad y depresión. Murió a los 39 años, dejando tres apasionados poemarios como muestra de su incuestionable talento y originalidad: Poema en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencilla (1939) y su póstuma El mar y tú (1954), esta última, bajo el influjo de los chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda.

A pesar de haber encarnado un destino trágico, Julia de Burgos ha permanecido siempre fiel a dos principios. Vivir con pasión y ser partidaria acérrima de la autonomía de Puerto Rico, desarrollando como consecuencia, una activa labor a favor del partido independentista, que la llevó, entre otras cosas, a  pronunciar discursos en diversos centros culturales en países como Cuba y Norteamérica, convirtiéndose con el tiempo, en una de las figuras culturales centrales no sólo en su Puerto Rico natal, sino también entre la población hispana inmigrante en los Estados Unidos.

Como todo idealista, sus días estuvieron colmados de obstáculos. Al haber nacido mujer, mulata y pobre, debió padecer amargos condicionamientos. “El aire se va salando/ con la sal de tantas lágrimas./ El agua del río huele/  a un millón de puñaladas”. Privaciones que se dejan traslucir esporádicamente en versos que aluden la subversión de ciertos valores, a cambio de una ética de mayor libertad. No obstante, y a pesar de los prejuicios y discriminación reinantes en su época, el tiempo se encargó de fortalecer sus poemas "Río grande de Loiza", "Poema para mi muerte", "Yo misma fui mi ruta", "Alba de mi silencio" y "Alta mar y gaviota", textos que solía leer, en ocasiones, en la radio.

A casi sesenta años de su deceso, se acaba de editar por primera vez en España, la Obra poética I (Ediciones de la Discreta). La edición se compone de dos volúmenes: este primero (que incluye los tres libros de la autora, dos estudios introductorios, datos biográficos, una bibliografía esencial y fotografías inéditas) y un segundo, previsto para mediados de 2009. La presente publicación a cargo de Juan Varela-Portas de Orduña, además de ser un significativo rescate cultural, propone desmitificar la figura de la poeta, a través de dos conspicuos trabajos preliminares de Iris M. Zavala e Ivette López Jiménez.

La poesía de Julia de Burgos, de matriz apasionada, vindica la pureza de un intenso y expresivo sensualismo femenino. Razón por la cual es lícito sugerir tangencias de su voz con las apuestas líricas de Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y Alfonsina Storni. Una poética que se erige a través de imágenes sugestivas, privilegiando los hondos estados emotivos con una límpida sencillez de sentimientos. “Soy una amanecida del amor…/ En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos/ y muchos sueños blancos, y emociones aladas.” (“Amanecida”). Una nueva oportunidad para volver a sentir una voz que jamás cae en la trivialidad, sin dejar de ser fresca, límpida y muy legible.