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Bolívar, escritor ante el espejo de la crítica 
por Pablo Mora 
pablumbre@hotmail.com
 

La vida de Bolívar, su mejor obra

Definitivamente, habiendo bebido en la "fuente de la sabiduría de la acción", en cuanto poeta de la acción, la vida de Bolívar fue su mejor obra, una vida "poética" (poiética) en el sentido griego de la palabra. Con los más ínclitos matices, hipérboles, figuras, resplandores, su obra maestra fue su propia vida. Su sola obra, su sola acción conformada radicalmente dentro de una ética y una poiética, sin lugar a dudas.

Porque lo poético no reside sólo en la palabra: es una manera de actuar, un verdadero modus vivendi o faciendi, un verdadero modo de obrar, de vivir; una manera de estar en el mundo y convivir con los seres y las cosas. "Abarca lo psíquico, lo histórico, lo colectivo, lo imaginario".[1] "...Más que modo de conocimiento, la poesía es en primer lugar modo de vida - y de vida integral".[2] Lo poético no hace "diferencia entre vida, realidad, misterio, religión, ser, alma, poesía... Lo poético es la vivencia de todo eso, el sentir lo que las palabras tratan de decir... Nos expresamos siempre. Son tantas las formas. Viviendo, al soñar, reír, enmudecer, en una conversación...un gesto, una frase".[3] Una vida en plenitud es vida en poesía, en plan de creación. Puede vivirse de la poesía, para la poesía. Pero puede, como Bolívar, vivirse en poesía. Vivir la poesía. Vivir en creación. Puesto que una forma de definir la poesía es como "momento de gran liberación". (Mario Biondi). Liberación de sí mismo en aras de una liberación colectiva. Definitivamente, Bolívar fue un poeta. A tiempo completo. A flor de vida. A flor de patria. A flor de libertad perenne. Todo porque la libertad vive en la poesía misma. La poesía mide nuestra Libertad. Bolívar vivió en olor de poesía. Abierto al camino de la libertad por la poesía, en ella establece, funda su acción liberadora, subversiva. La poesía, en él, se convierte en verdadero instrumento de lucha, en consonancia con los deseos colectivos, con las aspiraciones colectivas de su hora.

León Felipe nos lo aclara y confirma: "El genio poético prometeico es aquella fuerza humana y esencial que, en los momentos fervorosos de la historia, puede levantar al hombre rápidamente de lo doméstico a lo épico,/ de lo contingente a lo esencial,/ de lo euclidiano a lo místico,/ de lo sórdido a lo limpiamente ético.

Tiene esta virtud en la hora de las grandes revoluciones humanas. De ordinario es una fuerza general, latente, pero aun dormida va ganando a los hombres y a los pueblos para las grandes metáforas, para los grandes transbordos de la historia. Suele existir como un símbolo y es comúnmente la conciencia de un grupo de hombres personificada en un héroe imaginario, nacional o universal."[4] ¿Quién entre nosotros, si no Bolívar, más capaz para el más grande transbordo de la dependencia y sumisión hacia las luces de la independencia, de la libertad?

"El poeta - nos dice León Felipe - no es aquel que juega habilidosamente con las pequeñas metáforas verbales, sino aquel a quien su genio prometeico despierto lo lleva a originar las grandes metáforas: sociales, humanas, históricas, siderales... Allí donde esté la imaginación ha de estar la voluntad en seguida: con la espada, con la carne, con la vida, con el sacrificio... con el heroísmo, con la muerte... La metáfora poética desemboca entonces en la gran metáfora social".[5] Y las dos: la poética y la social, tórnanse metáfora vital.

"Cuando el hombre doméstico, egoísta y tramposo, degrada el mundo y todo lo rebaja; cuando las cosas no son lo que deben ser, lo que pueden ser, concluye León Felipe, el mecanismo metafórico del poeta es el primer signo revolucionario".[6] Y cómo que si Bolívar fue en esto sabio. Y supo crecerse en las tribulaciones y adversidades. Frente a la enfermedad, en medio de traiciones, penurias y decepciones, siempre "el hombre de las dificultades". El del ¡Triunfar! de Pativilca.

No hay más que una hazaña en toda su hazaña revolucionaria: el trastrueque, el transbordo de un mundo a otro mundo, de un mundo ruin a un mundo noble: el de la esclavitud a la libertad. Aparentemente no es más que una hazaña poética, una metáfora... una hazaña revolucionaria. "Porque, ¿qué es una revolución más que una metáfora social?"[7] Y cómo que si Bolívar fue capaz de ir, lejos de la calma, entre fuego, espada y verbo, camino de la gloria, transbordando sueños. Porque "la gran curva revolucionaria del mundo la han trazado los grandes poetas...bajo la curva infinita de su vuelo".[8]

Si alguien puede escribir la palabra día en un día, la palabra semana en una semana, la palabra mes en un mes, la palabra año en un año, Bolívar escribió la palabra vida en una vida, la palabra gloria en una obra, en una admirable, esplendorosa vida.

Entre paréntesis, entendemos perfectamente, con Jakobson, que "el objeto de la ciencia literaria no es la literatura sino la literaturidad, es decir lo que hace de una obra dada una obra literaria". O como nos diría el chileno Juan O. Jofré la literariedad, es decir, la ficcionalidad. Esto es más que válido en el sentido estricto de la ciencia y crítica literarias. Mas en nuestro caso, mutatis mutandis, hemos querido enfocar la obra - vida de Bolívar como un texto "poético" en sí, per se, de alta carga estética, todo dentro de un lato sensu; dentro de una ficcionalidad vivencial o erlebnis.

Características del escritor venezolano

En Bolívar se dan todas las características del escritor venezolano, entre otras:

a/ Improvisación expresada en vida y obra.

b/ Falta de profesionalización del oficio.

c/ Gran rapidez verbal.

d/ Autodidactismo.

e/ Diversificación. Cultivo de diversos géneros y de diversas expresiones dentro de un mismo género.

f/ Atropellamiento.

g/ Idealismo, quijotismo.

h/ Mestizaje literario como producto de su internacionalismo. Influencia

evidente de otras literaturas.

i/ Oposición de tendencias. El escritor variable y contradictorio.

j/ Predominio de la naturaleza. Estilo tropical. Las fuerzas modeladoras de la naturaleza, parecen modelar también la expresión del espíritu.

k/ Literatura de contenido. El ejercicio literario lo entiende como una función social. Funcionalidad de la prosa. La literatura en función de algo.

l/ El divorcio entre la realidad y el sueño.

m/La conciencia crítica hacia la propia obra. El sentido cabal de la autocrítica.

n/ La Literatura como una razón fundamental de la existencia.

ñ/ La Literatura como producto de la circunstancia.

o/ El escritor convertido en hombre de acción.[9]

Libertador en literatura

Por tener un exquisito temperamento de artista, por la cultura adquirida, por la violencia de sus pasiones, por el vuelo de su pensar y porque se abandonó cuando escribía a su temperamento de escritor, Bolívar es, en punto a letras, lo más alto de su época en lengua de Castilla. Con Bolívar se realiza la revolución de independencia en las letras castellanas o, para no salir de casa, en las letras americanas. Fue también en literatura el Libertador.

Lo atestiguan sus cartas, donde recorre el diapasón de los afectos; sus proclamas, fulgurantes de poesía épica; sus discursos persuasivos, sus documentos, a menudo de una armonía admirable entre la sobriedad del estilo y la altitud mental. Cuando es pensador, como en el Congreso de Angostura, la expresión gana en profundidad lo que pierde en brillo... Conciso no siempre lo fue, sobre todo al principio...Lo que faltó siempre en su estilo y en su vida fue la serenidad, la placidez, la calma.[10]

Cuanto al Libertador, si emancipa con la violencia y con la espada así en lo moral como en lo político y en lo administrativo, emancipa también con la palabra insuperable en energía y en milagros de expresión, densamente original, transformadora y revolucionaria; pone sello de oro en la naciente literatura hispano-americana, e imprime a ésta rumbo nuevo, dilatado, fragante y luminoso.[11]

Como amigo de las letras (el Grande hombre), le debemos la creación de la literatura de la libertad, en la que ha dejado modelos inmortales de belleza artística, que son delicia de la lectura y tormento de la imitación... Con su obra, con su palabra y con su pluma, señaló rumbo definido a la sociedad, fijó las aspiraciones de nuestra raza, determinó las tendencias de nuestro esfuerzo... creó el nuevo ideal del arte sur-americano, que es la inspiración de nuestros bardos, el estro de nuestros escritores, el sueño de nuestros artistas.[12]

En los períodos de la Independencia y de la Unión Colombiana, puede decirse que el único estilo nuestro es el de Bolívar. Nutrido de filosofía política inglesa, lector asiduo de los literatos franceses, y propenso desde niño, gracias a las lecciones de su maestro Rodríguez, a pensar y a sentir por propia cuenta, el Libertador escribe sus discursos, proclamas y cartas en un lenguaje muy personal... siempre matizado con giros elegantes y armoniosos; y hasta en ocasiones... revela inclinación al aticismo, al gusto estético acendrado, aún tratándose de actos políticos . [13]

La elocuencia ardiente y pomposa de sus proclamas y arengas, las más vibrantes, sin duda, que hayan escuchado en suelo americano ejército y multitudes... literatura más natural y suelta, (la) de sus cartas.[14]

Sus cartas, la lectura de su vida

Bolívar es un gran escritor de lengua española, que se puede emparentar, lingüísticamente, con el Padre Feijoo o con Jovellanos. Desde sus cartas más íntimas hasta sus discursos y proclamas militares, es dueño y señor de todos los recursos expresivos de su lengua y la maneja como un bien propio.[15]

Pensar en él, asomarse a su vida, leerle una arenga, verlo deshecho y jadeante en una carta de amores, es como sentirse orlado de oro el pensamiento. Su ardor fue el de nuestra redención, su lenguaje fue el de nuestra naturaleza... Escribe, y es como cuando en lo alto de una cordillera se coge y cierra de súbito la tormenta, y es bruma y lobreguez el valle todo; y a tajos abre la luz celeste la cerrazón, y cuelgan de un lado y otro las nubes por los picos mientras en lo hondo luce el valle fresco con el primor de todos los colores.[16]

El Libertador, tal vez por su autoconciencia de hombre histórico, cuidose mucho de procurar en todos sus escritos un alto nivel de calidad expresiva; posesor de un lenguaje culto, por lo general apoyado en referencias a la historia, a la literatura, a la mitología, y a muchas otras disciplinas humanísticas; toda epístola de Bolívar lleva un pedazo de su historia personal, una carga existencial. Equivale la lectura de sus cartas a la lectura de su vida, de su biografía, la cual es casi la historia de la Emancipación. Escritas en una prosa ágil, elegante, en ellas con vehemencia transmite, o con pasión o con gracia - jamás de manera pesada o aburrida - la anécdota real, la vivencia, la información o el mensaje. Prosa muy distinta a la española del entorno cultural de entonces.[17]

Dotado de una imaginación ardiente de poeta de la acción, potente idealista,...en sus cartas, en la intimidad de sus pensamientos y de sus sentimientos, es donde el Libertador, al revés de la mayor parte de los héroes, nos parece más admirable y, desde luego, más amable... Por ellas sentimos correr el escalofrío de una grande alma emotiva, vibrante; conocemos las sensaciones de aquel temperamento; vemos cálidos torrentes donde se confunden efusiones de amistad, planes de guerra, meditaciones de repúblico.[18]

Su estilo está lleno, desde la aurora, de alas, de ojos y de fulguraciones; el idioma de Castilla asumió en la pluma del Libertador, desde el principio, actitudes nuevas, obtuvo sonoridades inauditas Su estilo se ha conservado tan fresco que parece de ayer. Aquel lenguaje fulgurante, lleno de cláusulas cortas, de ráfagas de odio, aquellas palabras de pasión, aquellas voces de apremio, aquellos gritos humanos, aquellos alaridos del patriotismo revelan al hombre nuevo, y que el espíritu de la revolución había encontrado, para anidar, la mente de un exaltado, y para difundirse, una gran voz y una gran pluma... Las imágenes salen a borbotones de su naturaleza de poeta... otras veces trae a cuento mitologías de una frialdad marmórea... Cuando graves pensamientos mueven su espíritu, cuando problemas sociales y políticos le obligan a escribir, entonces cambia la pluma relampagueante de las proclamas, el verbo encendido de los discursos, o la prosa confidencial y apasionada de las cartas, por el lenguaje nutrido, sobrio, austero, altísimo del Mensaje al Congreso de Angostura.

Posee, en grado eminente, la cualidad primordial en el hombre de pluma: la pasión, que colorea la frase y convierte la lava en púrpura y las escorias en montañas de piedra... Su imaginación es vivificante: de las cosas más mediocres saca él, para deslumbrar a sus pueblos, relámpagos de ilusión...Fuerte, brillante, personalísimo escritor, se abandona con muy buen acuerdo a su inspiración y no obedece ni sigue sino su propio temperamento. Su prosa es siempre rotunda; las imágenes, nuevas y osadas; el estilo, fogoso, volador.[19]

El de Bolívar era un estilo quijotesco, algo enfático, muy español, entre gongorino y conceptuoso, aunque con evidente influencia de los escritores franceses de fines del siglo XVIII.[20]

La palabra de Bolívar

Bolívar no fue nunca un escritor en el sentido ordinario de la palabra. Hombre entregado en la soledad al paciente y exaltado esfuerzo de poner en palabras sus pensamientos o sus sentimientos. Escribió, en discursos o cartas, sobre muy variados temas pero nunca como obra literaria, sino como parte inseparable de su acción y de su vasta empresa creadora. Era demasiado impaciente y temperamental para ponerse a la lenta y solitaria tarea de redondear frases sobre papel. Se expresaba normalmente con brío y espontaneidad y su expresión oral no debía ser diferente de lo que escribía o dictaba a los amanuenses... La mayor parte de su vida heroica la pasó en campañas largas, en campamentos o vivacs, de paso por ciudades, donde aprovechaba el escaso tiempo para dictar mensajes, proclamas o cartas. Acaso por esta misma causa, hay tan poca retórica y tono literario en sus escritos. Es su propia habla viviente, enérgica y precisa la que queda en esos escritos.

Esa expresión escrita, tan estrechamente ligada a la vida y a las circunstancias reales, es la que constituye su poderosa originalidad... No fue en un tiempo un escritor y un pensador y en otro distinto un hombre de acción. Pensamiento, acción y palabra están indisolublemente mezclados en él. Lo que expresa, forma parte intrínseca de lo que hace y se propone hacer. Tal vez por eso mismo su frase es tan vital y poderosa y logra tan sorprendente originalidad de expresión.

Su prosa está en abierto contraste con la literatura de su tiempo... (tiene un vigor, una flexibilidad, un ritmo vital, que no se encuentra en ningún prosista castellano de su tiempo). Ni en Feijoo, ni en Jovellanos hay nada parecido a la prosa de Bolívar. La inconfundible autenticidad de su expresión le viene de que su frase brota de una fuerte y motivada necesidad expresiva... su frase pertenece a otra especie excepcional. Faisán entre gallináceas, como ejemplo incomparable del don más alto de decir. Una expresión que nunca fue un ejercicio de literatura sino la traducción en palabras de un pensamiento original y de una acción vigorosa.

En las palabras que nos ha dejado escritas... está el Bolívar vivo que tenemos... Se exalta, se desespera, ordena, impetra , desnuda sus sentimientos, salta de las palabras el fondo incontenible de ira, de esperanza y de ternura. Todo él se nos devuelve del tiempo ido en esas palabras reveladoras. Su lengua fue uno de sus mayores dones y en ella nos sigue hablando de manera conmovedora y potente. Con una virtud de palabra que muy pocos hombres han poseído en la historia.[21]

Conciencia de estilo

Como se ve, de las diversas apreciaciones críticas sobre el estilo de Bolívar, se deduce él unánime. Su palabra no tuvo reposo. Fue un creador versátil que podía detenerse en la consulta del Diccionario de la Real Academia que llevaba consigo en su equipaje, o en las horas sin sueño, reflexivas. Pero también gustaba de soltar las riendas de la imaginación o del caballo.

Al galope o al paso, en las proclamas o en las cartas de amor, se trataba del mismo caballero.

Uno de los aspectos más importantes en la prosa del Libertador es la conciencia del estilo. Bolívar, escritor inspirado, es también cuidadoso escritor. Somete al criterio del prócer Manuel Palacio Fajardo el texto del Discurso de Angostura. Revisa y corrige su correspondencia. Acopia materiales bibliográficos. Es un escritor castizo pero no rehuye los recursos de otras lenguas.

Toda la obra de Bolívar es funcional. Está en función de algo, excepción hecha de Mi Delirio sobre el Chimborazo. Pero en su obra se observan dos niveles claramente diferenciados:

1/ Un asunto inmediato que es la respuesta que exige la circunstancia.

2/ Un nivel teórico-conceptual de valor permanente y trascendente.

Los dos niveles expresivos no siempre guardan este orden. Con igual frecuencia Bolívar plantea un tema general y después pasa a lo particular, o viceversa, aun en mismo documento.[22]

Tres Períodos

Considera Blanco Fombona que el estilo de Bolívar es un proceso; y divide su obra en tres períodos claramente diferenciados:

1/ De 1810 a 1824. Se caracteriza por el optimismo, por el crecer y creer, por el ascenso; "la pasión desbordada en su alma y la pasión de la libertad como una llama". La prosa es "encendida", "los adjetivos, las imágenes, salen borbotando de su pluma". Ve caer a Miranda, va adelante con la Campaña Admirable hasta el Paso de Los Andes y la Batalla de Carabobo. Aquí la Carta de Jamaica (1815), El Discurso de Angostura (1819), su Delirio sobre el Chimborazo (1822).

2/ 1824 a 1826. En esta etapa, depurado el lenguaje, Bolívar alcanza "la exaltación dionisíaca del triunfo, de la fuerza". Del triunfar y la plenitud.

Aquí las mayores victorias...apoteosis de pueblos enteros...entradas triunfales... el saludo de Choquehuanca...apogeo...gloria....La Carta a don Simón Rodríguez (1824), Cartas a Manuelita (1825), Célebre Elegía del Cuzco (1825 ).

3/ 1826-1830. Esta última etapa se caracteriza por el pesimismo que se va a apoderando de su espíritu. Hora del llorar, del desencanto, de la Última Proclama. "El estilo es arrebatado y doliente; se escuchan trenos de profeta hebraico; se ve el orgullo sangrando, los desengaños imperan. Asistimos al drama de un grande espíritu vencido por la vida, ya sin esperanzas, despechado, impotente".[23] Poco a poco se precipita la catástrofe. "La gloria se le había salido del cuerpo... Nunca hubiera creído que tanta gloria cupiera dentro de un zapato..." nos describe al General en su laberinto Gabriel García Márquez.

Primer Período

Mi delirio sobre el Chimborazo, obra de excepción en los escritos de Bolívar...la única obra escrita por Bolívar con una finalidad esencialmente poética... Ningún poeta del pesimismo, ni siquiera Leopardi... ha llegado a dar tan viva la idea o impresión de la pequeñez humana delante de lo infinito.[24]

Es evidente que el Deliro es una alegoría... El Delirio quedará como lo que es, como una excepción, como la única pieza de literatura literaria (sic) que escribió Bolívar, como una extraña creación poética. Como una ensoñación. Como un delirio.[25]

Mi Delirio sobre el Chimborazo... no es otra cosa que un poema. El único poema, propiamente, salido de las manos egregias. Lo es por su tema: la crisis ideológica que vivió el autor después de Carabobo. Lo es, de la misma manera, por su elaboración: lírica, en la primera parte, que canta la ascensión al Chimborazo; dramática en la segunda, que da solución simbolística, es decir, estética, al terrible, pavoroso drama aludido. Este poema, además, es una de las piezas representativas de nuestro primer romanticismo. Y es, por último, el primer poema en prosa con que cuentan nuestras letras. Con él ha entrado Bolívar, como rey por sus alcabalas, en todas las antologías... Y que tiene la singularidad de haberse inspirado en la vida y en la obra del propio autor. Es algo así como una autojustificación. El único poema que se conoce del Libertador.[26]

Segundo Período

Bolívar significa plenitud... La plenitud de la vida emerge de la prosa. La primera evidencia, la famosa carta que le dirige a su maestro Don Simón Rodríguez, desde Pativilca, el 19 de enero de 1824. Bolívar rebosa en optimismo. Confianza, satisfacción, orgullo telúrico, confianza en el porvenir... ¡Oh mi Maestro! Oh mi amigo! Oh mi Robinson... Una carta a Sucre del 26 de abril de 1825, desde Nasca, puede ser un modelo para el análisis de la expresión literaria bolivariana en este período... El Libertador escribe... con impecable corrección de estilo, sin virutas retóricas, con palabras pensadas, cuidadosas, en las que subyace, sin embargo, un ardor mitigado. Le escribe nada menos que a Sucre, su heredero, el que va a consolidar ambas glorias según su profecía política y humana, y no puede desbordarse en eclosiones espontáneas como lo hizo en la ruidosa carta a don Simón... Por los mismos días que el político escribe a Sucre, escribe a Manuelita Sáenz el enamorado...

En un breve intervalo de días el Libertador se siente atormentado amante.[27]

Bolívar creó tres obras con evidentes características de unidad estética: la Carta a Esteban Palacios, el final del Discurso de Angostura y Mi Delirio sobre el Chimborazo... la Carta a Esteban Palacios, llamada ‘la Elegía del Cuzco’ - obra maestra de Bolívar Poeta - ... fluye desde el comienzo hasta el final, a través de varias imágenes, la emoción de la muerte y de la resurrección, con el latido ininterrumpido de todos los organismos vivientes.[28]

Tercer Período

Allí están las cartas de los últimos tiempos. El estilo tan ágil, tan juvenil en las primeras, robusto y maduro en la plenitud, se torna ahora grave. Impresiona como los acordes profundos plenos de la emoción de la tristeza de ciertos andantes de las grandes sinfonías de Beethoven. Su voz adquiere la gravedad del tiempo y de la muerte: él se ve y nosotros lo vemos junto al sepulcro. Tienen estas epístolas una condición excepcional entre todas las del Libertador, la de estar desligadas del interés de la acción personal: en esos momentos el hombre de acción ya estaba muerto, ya al héroe sólo le quedaba cerebro para pensar; por fin lo había vencido, mas únicamente la proximidad de la muerte.[29]

Lo consume la agonía. El desengaño. Ya no existen los raptos entusiastas. En este año de 1830 escribe como quien llora con palabras. Se siente incomprendido y calumniado... Con las cartas que escribe en este año se compagina un calendario triste. Son hojas mustias. Palabras apagadas. Son acordes sombríos.[30]

El aura poética del Libertador

Bolívar poseyó aura completa. Mucho más que completa, múltiple... Con el aura erótica, con el aura política y con el aura heroica, a cual más impresionante, surge el aura poética. El Libertador fue, en punto a letras y antes y después que un verdadero escritor, esa cosa esbelta y creadora, penetradora y profunda siempre, siempre alta y casi inexplicable, que reconocemos como un verdadero poeta. Todo lo que tocó con la pluma tiene el temblor característico de poesía. Lo prueban sus obras capitales: El "Manifiesto de Cartagena" de 1812; la "Carta de Jamaica" de 1815; el "Discurso de Angostura" de 1819; y, sobre todo, "Mi Delirio sobre el Chimborazo" de 1823. Esta pieza es poema antológico: el primer poema en prosa que registra la historia de la literatura venezolana. El "Discurso de Angostura", para ser exactos, es, por partes iguales, ponencia jurídica y elaboración po-ética. Bien. Sin el aura poética que lo caracterizó, Bolívar no habría alcanzado, con ninguna de estas obras, ninguna trascendencia. El aura poética, en fin, nos explica, con claridad absoluta, los éxitos del hombre; y con estos, los éxitos del político; y con estos, los éxitos del héroe, uno y otro presentes, aquí y allá, en el Libertador. Su aura decisiva fue, aunque quienes lo rodearon no se percataron bien del fenómeno, nada más y nada menos que el aura poética.[31]

Bolívar

Libertador con la espada,
Libertador con el verbo,
El nos legó por acervo
La América libertada.
Toda patria esclavizada
por infame usurpador
tuvo en él su defensor.
Tanto que por tanta gloria
lo ha proclamado la historia
Bolívar Libertador.[32]

Bolívar

Destello si con la espada,
destello si con la pluma.
Todo en su genio fue suma
de poderes donde nada
faltó nunca, clarinada
de asombro sobre la historia.
Si luchaba, qué victoria,
si hablaba qué egregios dones.
Padre de cinco naciones,
ninguna como su gloria.[33]

Bolívar

Político, militar, héroe, soldado y poeta,
¡Y en todo grande! Como las tierras liberadas por él.
Por él, que no nació de patria alguna,
Sino que muchas patrias nacieron hijas de él.

Tenía la valentía del que lleva una espada;
Tenía la cortesía del que lleva una flor;
Y entrando a los salones arrojaba la espada,
Y entrando a los combates arrojaba la flor.

Los picos de los Andes no eran más a sus ojos
Que admirativos signos de sus nobles arrojos.
Fue un soldado poeta. Fue un poeta soldado.

Y cada pueblo libertado
Era una hazaña del poeta y era un poema del soldado.
... ¡Y fue crucificado![34]


A modo de Conclusión

Con Lubio Cardozo concluimos en que claramente se destacan, sobresalen, dos aspectos, dos rieles definitorios de la expresión verbal del Libertador: por una parte, todos coinciden en el análisis, con las contradicciones comprensibles, de poseer la escritura de Bolívar una estructura nueva, original, aportativa, diferente de la prosa española de su momento de marcado marmóreo perfil neoclasicista. La construcción de un lenguaje oral/escrito novedoso, originario desde América, revolucionario en medio del estatismo literario de su tiempo ocupado por el marmóreo estilo neoclásico. Y por otra parte, con el verbo bolivariano se logra la emancipación literaria de América. Hacer la independencia también del castellano literario de Hispanoamérica.

Así como Bello con su poesía americanista abrió nuevos rumbos a la poesía del Continente, y con su Gramática (1847) independizó la lengua por cuanto reveló al mundo las peculiaridades lingüísticas del Castellano de América con tanto derecho aquí como el Castellano de España, así también Bolívar independiza la escritura, la literatura, con su fulgurante, luminosa prosa magnífica. Los dos habían nacido en Venezuela, en Venezuela pues nació la independencia toda de Hispanoamérica.

La ruptura violenta con el sistema colonial español inspiró a Bolívar la creación de un lenguaje moderno identificado en su naturaleza con el más revolucionario sistema político de entonces, el republicanismo democrático. Era necesario establecer una diferencia expresiva y nutrirla con el espíritu del devenir del nuevo mundo surgido de las ruinas del colonialismo hispánico. Nacía, pues, en Bolívar un lenguaje original, fresco, inédito, con el que alcanza a liberar (literariamente) un Continente.

Al calor de la epopeya y de las armas, las letras resplandecieron, siendo capaz de conmover - poeta en fin - a los suyos y al mundo con su pluma, su vida o su palabra.

Llegó a decir Neruda: "Yo conocí a Bolívar una mañana larga en Madrid, en el Quinto Regimiento. Padre - le dije - eres o no eres? o quién eres? Y, mirando el Cuartel de la montaña, dijo: Despierto cada cien años cuando despierta el Pueblo". "Una de las cosas felices que me han ocurrido en la vida - dijo Jorge Luis Borges - es haber conocido a Don Quijote".[35] Ojalá cada venezolano pudiera decir: Yo conozco. Yo conocí a Bolívar: una de las cosas felices que me han ocurrido en la vida.

Éste, un resumen de los textos fundamentales donde se estudia un aspecto de la polifacética obra de Bolívar, su literatura. Un señalamiento esquemático de textos respectivos de los principales estudiosos de Bolívar Escritor, lo cual indudablemente merece una tesis más amplia de este rasgo tan vital y tan compenetrado con la acción libertaria, de este sorprendente menester del Libertador per se y del libertador de la escritura latinoamericana, como un aspecto necesario de reconocerse e incluirse dentro del complejo mundo de cosas nacidas al calor de la epopeya independentista.

Notas

[1] Mosca, Stefania: Ética, política y literatura. En: Papel Literarios, Diario El Nacional, domingo 07 de febrero de 1999; p.2.

[2] Perse, Saint-John: Canto para un equinoccio. Caracas, Monte Ávila Editores, 1991; p. 162.

[3] Cadenas, Rafael: Anotaciones. Caracas, Fundarte, 1963; pp. 83 y 93.

[4] Felipe, León: Prosas. Madrid, Alianza Editorial, 1981; pp 27-28. La voce antica della terra. Milano, Edizioni Accademia, 1973; pp. 152-158.

[5] Idem.

[6] Ibidem p. 29

[7] Idem.

[8] Ibidem. p. 26 y 31

[9] Subero, Efraín: Bolívar Escritor. Caracas, Cuadernos Lagoven, Serie Bicentenario, 1983; p.149.

[10] Blanco Fombona, R.: Bolívar Escritor. En: Miguel de Unamuno: Simón Bolívar Libertador, Buenos Aires, Editorial Las Novedades, Tomo II, 1944; pp. 35-36.

[11] Citado por Lubio Cardozo en Antología de la poesía venezolana en la Guerra de la Independencia. Mérida, Dirección de Cultura y Extensión, ULA, 1994; p. 15.

[12] Ibídem. P. 16.

[13] Idem.

[14] Subero, Efraín. Op. cit.; p. 42.

[15] Ibídem. P. 149.

[16] Martí, José: Nuestra América. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2ª. Edición, 1985; pp. 188-189.

[17] Cardozo, Lubio. Op., cit.; p. 15.

[18] Unamuno, Miguel de: Op.cit.; pp. 209-213.

[19] Ibídem. Pp. 30-51.

[20] Subero, Efraín.. Op.cit.; 42.

[21] Uslar Pietri, Arturo: Bolívar hoy. Caracas, Monte Ávila editores, 2ª. Edición. 1990; pp. 133-138.

[22] Subero, Efraín. Op. Cit..;pp. 43-47.

[23] Ibídem. p. 55

[24] Ibídem.. pp. 79-81.

[25] Idem.

[26] Paredes, Pedro Pablo: Perfil de Bolívar. Caracas, El Libro Menor, Academia de la Historia, 1981; pp. 36-37, 142.

[27] Subero, Efraín. Op. Cit.; pp. 85-98.

[28] Ibídem. P. 112.

[29] Ibídem. P. 125.

[30] Ibídem. P. 139.

[31] Paredes, Pedro Pablo. El aura poética del Libertador. En: Cartel, Diario La Nación, San Cristóbal, 23-09-95; ´p. A4.

[32] Jerez Valero, Elio. Bolívar. En: Poetas de América le cantan a Bolívar. Caracas, 2ª. Edición, Ediciones de la Presidencia de la República, 1983; p. 138.

[33] Paredes, Pedro Pablo. Bolívar. Idem

[34] Llorens Torres, Luis. Bolívar. Idem.

[35] Ortega, Julio: Borges sobre el Quijote: una conferencia recobrada. En: Verbigracia, Diario El Universal, Caracas, 06 de febrero de 1999. p. 2-4.

Pablo Mora
Profesor Titular, Jubilado, de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.
pablumbre@hotmail.com

San Cristóbal, Táchira, Venezuela, 1999

Tomado de Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid 
Autorizado por el autor

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