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Alistarse
Pablo Mora
pablumbre@hotmail.com

Oír el llamamiento. En el patio de honor tomar el arma, la lumbre genital en la batalla, celarla antes, después y en la faena. Alistarse, entrenarse permanentemente, partir de madrugada, irse al frente a primera línea o retaguardia, con trinchera o sin trinchera, enfrentando al enemigo fuego a fuego, defendiendo, atacando, resistiendo. Calada en el fusil la bayoneta, empuñar la destreza necesaria, sentir el apoyo del certero impacto de los misiles, los ángeles custodios de la justa. Oír rumores, nunca divulgarlos, saber que el arte es una guerra en grande.

Saber lo estrictamente indispensable. Participar en el engaño, en el ardid, la situación o la apariencia. Llevar la astucia al máximo posible, adaptarse a la situación, sobre todo a la situación ajena. Avanzar por caminos tan insólitos que nunca el adversario logre descubrir. Dar con el más vulnerable de los puntos, batirse en retirada o perseguirla, contar con la moral, el ánimo, el terreno, el clima, el mando, la ocasión y la doctrina. Descubrir el esquema general del enemigo. Como el agua adaptarse a las formas nuevas, usar ataques directos e indirectos, pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña; protegerse del árbol que se agita, del pájaro que se espanta, del polvo alborotado, del llanto de la bandera en el contrario frente.

Escapar del ladrido de la calle, del hosco muñón del peregrino, del puñal que en la acera nos espera o del barco que acecha nuestras costas. Traspapelar la terquedad del lunes. Aullar juntos delante de los cielos. Escucharle al pobre su alarido, compartir esperanzas con el árbol, expulsar el despojo mutilado. Ser libres así el fuego nos cercene. Quitar algunas comas al crepúsculo, ver la noche sin que nadie contradiga, eludir la risa ensangrentada, atravesar tragedias, agonías, alero, interrogante, incertidumbre. Toparse, acompañarse, entusiasmarse, adherirse, juntarse, desaislarse, asociarse, zurcirse, reunirse. Andar con el hermano que nos quede a la huerta perdida de la aldea para ver qué semillas recoger. De lidia en lidia, al alimón, al quiebro, en busca de la obranza. Dejar en batallón nuestros silencios, deslindar terredad de abatimiento, legado, salvación, andaje, velas. Darle tiempo al camino a que regrese, que a las noches también les da sueño.

Adelantar, vivir, sobrevivir, resistir hasta el último combate. Cuidar con tiento cada retirada, huir de frente, atacar de retirada, volver caras, triunfar en la derrota, ir entre escaramuza y sorpresivo encuentro halando la explosión del lauro, rechazar la sentencia de la muerte, asumir alto el triunfo de la vida. Acordarse del viaje hacia la sombra. Alumbrar la maravilla, encender relámpagos, asombrar al tiempo, sentir las sombras, fundar los sueños, unir lo posible con lo imposible, llevar el infinito a cuestas, sentarse en el lugar del hambre, reinar sobre la muerte, salvarse juntos, saber cuándo, con qué fuerza, de qué modo asumir nuestro destino. Blandiendo diapasones subversivos, llevar hasta la cima la bandera y desplegarla en rancho en cada aldea hasta colmar la lágrima del pueblo. Coronada la lucha, asegurar la militancia plena por la belleza y la verdad del hombre, como un claro de tierra en cada madre, como un golpe de amor en cada miedo.

 

Pablo Mora
Profesor Titular, Jubilado, de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.
pablumbre@hotmail.com

 

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