Que un grupo que hace música argentina se sostenga durante veinte años, es de por sí un motivo para festejar. Que lo haya hecho creciendo a paso firme en convocatoria y calidad, con las herramientas de la autogestión, es un motivo para que el festejo sea grande. Eso es lo que celebrarán María y Cosecha hoy a las 20 con su concierto en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151, con entrada gratuita). El cumpleaños de veinte trae otro festejo implícito: la reciente edición de Agosto, un disco que muestra el fértil presente de este grupo.  

María y Cosecha son Chiqui Ledesma en voz, Pablo Fraguela en piano y coros, Pedro Furió en guitarra y coros, Matías Furió en percusión y Taty Calá en contrabajo y coros. La formación de mantuvo casi intacta durante estas dos décadas (otro logro de por sí), aunque hubo algunos cambios. Por eso los invitados de este concierto especial serán aquellos músicos que integraron formaciones anteriores de María y Cosecha: el actual Arbolito Pedro Borgobello, que fue uno de los fundadores del grupo, en vientos, más Javier Sepúlveda en vientos y charango y Ricardo Cánepa en contrabajo, quienes integraron una segunda etapa del proyecto. 

La búsqueda que siempre guió a María y Cosecha aparece materializada de la mejor manera en este Agosto (el nombre del disco es todo un guiño para los seguidores del grupo, que en sus comienzos de presentaba como “María de los Ángeles Ledesma y Cosecha de Agosto”). Al despliegue musical –que no necesita desbordes para mostrarse como tal, y que ha alcanzado a esta altura la condición de un sonido propio, capaz de definir al grupo- hay que sumar un repertorio que siempre siguió la línea de un camino coherente y bello. 

En ese terreno María y Cosecha ha sabido mostrar, disco a disco, diferentes hallazgos o “descubrimentos”, perlitas que con el tiempo fueron sumando valor. Fueron de los primeros en grabar a José Luis Aguirre, por ejemplo, quien con el tiempo se volvió uno de los compositores más reconocidos en el panorama actual. En este disco en particular, en esa idea de “hallazgos” o “descubrimientos” podría computarse, por ejemplo, la chacarera “Rumbo verde”, de Carlos Di Fulvio. 

El punto de partida y el lugar que sigue representando todo un emblema para el grupo es la Escuela de Música Popular de Avellaneda, donde estudiaron y se conocieron, y donde hoy todos ellos enseñan. De hecho, fue en la misma escuela donde se produjo el debut del grupo, en uno de aquellos “Viernes en la Escuela” que un grupo de estudiantes –entre los que se contaban estos músicos– sostenía como un espacio de trabajo y militancia estudiantil. Entusiasmados por este concierto y ya preparando otro para fin de año (será el próximo 15 de diciembre en el Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la ex ESMA), los integrantes de María y Cosecha charlaron con PáginaI12. 

–¿Cómo pensaron este concierto?

Chiqui Ledesma: –Como una celebración de este camino de aprendizaje construido colectivamente, no solo musical, diría que de vida, porque empezamos siendo todos muy chicos. ¡Siempre digo que he vivido más tiempo con los Cosecha que con mis hermanos! Porque yo a los 18 me vine a estudiar a Buenos Aires, y enseguida los conocí a ellos, en la Escuela de Avellaneda. ¡Eramos tan chicos que Matías iba a quinto año!

–¿Y cómo lo convocaron?

Pedro Furió: –¡Porque era mi hermano! (risas). Yo les dije: tengo un percusionista que puede andar bien… Pero no les aclaré que era mi hermano, porque iban a pensar que era acomodo… (risas).

Pablo Fraguela: –¡De hecho, lo supimos mucho tiempo después! Empezamos a tocar, hasta nos fuimos de viaje juntos… Y recién tiempo después supimos que era Furió. Todo era tan informal y espontáneo, que no hubo necesidad de mencionar apellidos.

–¿Qué creen que fue lo que los sostuvo como grupo en estos veinte años?  

–Ch. L.: –Lo extraño, lo diferente y lo raro, y al mismo tiempo lo que nos identificó y valoramos, es que siempre priorizamos la poesía. Inclusive los instrumentos están al servicio de la palabra. Otra cosa que nos ayudó a mantenernos juntos tantos años son los proyectos internos y externos que supimos gestar. Como las producciones especiales, o la Peña La Eulogia que alguna vez hicimos juntos, o Músicas de Provincia, que nos vinculó con otros músicos y gestores de todo el país, invitando a amigos de otras provincias a encontrarnos, a seguir soñando y generando una red. Lo que quiero decir es que no estamos solos: formamos parte de todo un grupo de artistas que surgió por la misma época, en la resistencia de los 90. Apostamos y aprendimos a manejarnos desde la autogestión.

Pedro Furió: –Y además nunca estuvimos buscando “pegarla”. Nos pensamos y trabajamos de manera profesional, pero sin perder nunca la parte placentera de la cuestión, sin dejar de hacer lo que nos gusta. Y nos gusta juntarnos, hacer buena música, tener buenos amigos… ¡y comer  buenos asados! (risas). 

–¿Qué cambió y qué permanece en estos veinte años que llevan como grupo?

Matías Furió: –La forma de producción: hoy no tenés que tomarte tanto trabajo y hacer tanta inversión para llegar a grabar un disco.

Pedro Furió: –Eso tiene su parte buena, hace que sea mucho más fácil difundir lo que hacés, pero también hace que sea más efímero. Es tanto lo que hay, que da la sensación de que enseguida hay que pasar a otra cosa, o que ya pasó la novedad. Nuestro trabajo va por otro lado, pero se inscribe en este presente, con esta marca.     

Taty Calá: –También es fácil observar que hay muchos más músicos, más grupos haciendo música, y más música sonando, por todos lados, que hace vente años. Más circulación y también más acceso a la educación y a la formación musical. Porque cuando nosotros empezamos la Empa era la única escuela donde se podía estudiar folklore, o música argentina. Hoy son muchos los lugares que abrieron esa posibilidad. 

Pablo Fraguela: –Como la escuela era pionera muchos materiales se fueron agregando, buscando estrategias para enseñar música popular. Vivimos todo ese proceso en carne propia. La Empa atraviesa la historia del grupo, porque es el lugar de origen, de permanencia y de orgullo.

T.C.: – Hoy todos somos docentes allí y eso también está buenísimo porque nos permite  mantenernos en contacto con los más jóvenes, con el panorama actual, con lo nuevo de lo nuevo. En ese idea y vuelta con los alumnos, siempre te están nutriendo. 

–¿Qué valoran de este último disco?

Pedro Furió: –Tiene algo diferente del resto y es que fue grabado en tres días, tocando todos juntos, no por capas, como se hace tradicionalmente una grabación. Lo que suena nos encanta. 

Ch. L.: –Y nos animamos a algunas obras muy conocidas, con la dificultad que tiene toda obra que ha sido muy versionada, y por gente que admiramos. “Alfonsina y el mar”, “Te recuerdo Amanda”, o “Te abracé en la nohe”, un tema de Fernando Cabrera que ha sido muy versionado… Nos animamos a abordarlos desde nuestra manera de decir, a pasarlas por nuestro tamiz, y contarle a la gente lo que sentimos cuando las tocamos.