CESBH

Universidad de La Habana

Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humano

Maestría de Bioética

TRABAJO FINAL DE CURSO SOBRE DEMOGRAFÍA

La muerte, vista a través de una valoración demográfica  
Autora: Lic. Ana Méndez Mariño   
Segunda Edición    
Maestría en Bioética

La muerte nos recuerda que estamos hechos para la vida, porque está no será posible sin aquella, pero también nos recuerda que hay un tiempo cuya duración ignoramos, durante el cual hemos de despertar cada mañana y decir: “Buenos días vida; hoy voy a vivirte, no puedo evitarlo, por que mi propia muerte hace que lo desee”

Ríos Martín

Cuando comenzamos a estudiar al hombre desde las perspectivas de las llamadas Ciencias de la Vida, encontramos un marcado acento en su condición biológica, se contempla al hombre como un complejo sistema de órganos, muy bien diseñados y estructurados, del cual somos responsables para su buen crecimiento, desarrollo, funcionabilidad, sin embargo, evidenciamos una ausencia de la trascendencia de los componentes sociales y espirituales para este buen devenir.

No obstante, pensemos que los que nos hace ser únicos e irrepetibles en el universo e incluso tener la conciencia de finitud y poder indagar, explorar sobre los dilemas de la vida y por que no también de la muerte es la condición de que además de biológicos somos seres sociales, sin embargo, el fraccionamiento experimentado en nuestro saber herencia del pensamiento moderno, ha sido el responsable de la carencia del enfoque holístico e integrador esencial a la hora de ubicar la dimensión humana.

Y de esta necesidad, de no solo decir, sino de hacer y de pensar en el hombre en toda su complejidad, de asumirlo con su autonomía y dependencia, es que surgen los nuevos saberes que como esencia buscan y propician la integración, dentro de la cual la Bioética tiene una significación especial.

La Bioética –afirma el profesor Carlos Delgado- representa una ruptura cultural profunda, su enorme reto está en  desarrollar el camino que integre ciencia y vida, conocimiento y moralidad, los problemas vitales del hombre con perspectivas de presente y futuro.

Es partiendo de este criterio que asumimos la necesaria conexión entre la Bioética y la Demografía ya que esta última aunque con un nacimiento anterior en tiempo al de la Bioética, pero con un asentado carácter interdisciplinario estudia al hombre, pero no como ser individual, sino como totalidad, como miembro de una colectividad eso le permite poder transitar el puente que une  a las ciencias de la vida con las de la sociedad, y sumergirse en el pensamiento complejo, ese que nos ilustra una nueva visión de la ciencia y que nos permite pensar en el hombre y en el mundo de una manera diferente.

La Demografía, nos explica la profesora Benítez, se traduce literalmente del griego DEMOS (pueblo) GRAPHIE (estudio), de ahí que se interprete como la ciencia que estudia el movimiento de las poblaciones humanas, de esta manera su área temática se concentra en el estado y la dinámica de las poblaciones en el tiempo, entendiéndose por estado de la población lo referente a su tamaño, distribución territorial y estructura por edad, sexo, etc., y por dinámica de la población  aquellos elementos que pueden provocar cambios en el estado poblacional a largo tiempo dentro de los cuales se destacan la fecundidad, la migración y la mortalidad.

En la historia de la humanidad el concepto de la muerte ha sido abordado por innumerables disciplinas, prácticas y saberes;  atravesando por cosmovisiones y representaciones que han ido dando forma a diversas construcciones sociales alrededor del mismo, construcciones que emigran desde asumir la muerte como un tránsito a la vida eterna (transmigración, reencarnación y resurrección) hasta los que la asumen con el fin de la vida.

La muerte es el precio que paga la vida por el incremento de la complejidad estructural de un organismo viviente. La investigación biológica ha demostrado que aún los organismos vivientes más simples alcanzan un grado de complejidad que suscita el asombro del lego. Pero de la fauna que habita la biosfera que rodea al planeta Tierra, los seres humanos somos los únicos en advertir que han de morir, que la muerte ya arrastró a innumerables generaciones anteriores, y es precisamente esta conciencia humana de la inevitabilidad de la muerte lo que conlleva a un interés marcado en ella.

Haciendo lectura a las reflexiones de la profesora María Elena Benitez en torno a la muerte, como una construcción social, nos exponía que desde que el hombre se dio cuenta de que no iba a vivir eternamente, la muerte era una de sus preocupaciones fundamentales, en los occidentales - nos comenta la profesora – ese saber sobre la finitud de nuestra existencia le otorgaba un sentimiento tanatofóbico tan marcado que prefieren ni hablar sobre el tema solo se le menciona en las estadísticas de guerra y catástrofes, sin embargo, este silencio -nos indica la profesora- le otorga un fuerte poder.

Es natural que para los que piensan que el ser humano vive y muere una sola vez sientan temor a ella, saber de nuestra finitud nos conlleva a rechazar todo lo que se relacione y tenga que ver con el fin de nuestra existencialidad, hasta tal punto que no nos detenemos a pensar claro en lo oscuro

Sin embargo, no por dolorosa que nos resulte el conocimiento de nuestra finitud existencial, debemos renunciar a su reflexión y valoración, como indicaba la profesora Benitez, la muerte también ha cambiado su escenario espacio temporal, se muere cada vez a edades mas avanzadas, y, en el hogar o casa, mucho menos que en otros tiempos, esto nos induce a pensar que aunque estamos aparentemente ante un mismo fenómeno, esencialmente a cambiado su comportamiento, no por que dejemos de ser mortales, sino por que los límites de la muerte se han extendido, la tecnología como parte componente de nuestra vida ha contribuido a que las barreras entre la vida y la muerte se dilaten, produciéndose entonces dilemas y conflictos asociados a estos hechos no antes vistos, hoy día nos pronunciamos ante la llamada muerte digna de una manera diferente a como los primeros sabios se proyectaron, el escenario de la muerte no es el mismo, por lo que nos obliga a estudiarla no como fin exclusivamente, sino como componente de la vida, induciéndonos a pensar que si desde el punto de vista individual la dimensión biológica es determinante en el fallecimiento, cuando valoramos poblaciones humanas la variable económica y social ocupa un lugar relevante.

De ahí que la Demografía en su concepción integradora estudie el grado de influencia que sobre la mortalidad ejercen tanto los componentes biológicos como los sociales, o sea, si bien le interesa el grado de comportamiento de la mortalidad por sexo y edades, no excluye en su reflexión, la incidencia y determinación de los hábitos alimentarios, sanitarios, ocupación, ingreso, nivel de vida de una población o subpoblaciones dentro de un mismo país.

Efectuando una lectura a variables censales se nos muestra que en sentido general las mujeres sobreviven a los hombres, sin embargo, estadísticas también nos muestran que son las que más enferman, esto nos induce a pensar que puede ser resultado de que somos mayoría o que estamos expuestas a menos peligros que los hombres o que acudimos, sin lugar a dudas, frecuentemente al diagnóstico médico ante cualquier anomalía, sin embargo, es significativo que en los países de muy bajos ingresos económicos los hombres en sentido general proyectan una esperanza de vida superior al de las mujeres sobre todo la mortalidad es superior entre las mujeres en edades  fértiles, lo que cabría preguntarnos en que medida los factores asociados a la reproducción (condiciones en que se efectúan y número de embarazos) determinan una de las causas mayores de fallecimientos.

Por lo tanto, la mortalidad está asociada a factores sociales y económicos, se evidencia que en los países de bajo desarrollo económico la esperanza de vida es relativamente baja, se muestran datos de países que su esperanza de vida hoy día en pleno Siglo XXI es de 35 y 37 años, demostrándose, por tanto, una compatibilidad en el comportamiento de las variables desarrollo y mortalidad, países Subdesarrollados  alta taza de mortalidad asociada fundamentalmente a causas exógenas (resultantes de la acción del medio, por ejemplo enfermedades parasitarias, infecciosas, entre otras), países Desarrollados baja taza de mortalidad prevaleciendo las causas endógenas (provenientes de la constitución genética de los individuos, dígase cáncer, enfermedades cardiovasculares, etc.).

Otro dato interesante que nos ilustra la lectura demográfica, es que si bien podemos medir la mortalidad a escala macro social, también se puede analizar la incidencia en subgrupos o subpoblaciones.

Dentro de un mismo país el comportamiento de los índices de mortalidad no son los mismos, esto no solo está avalado por la densidad poblacional que en cada segmento estudiado no revelan el mismo comportamiento, sino que  por supuesto en este estudio vendrían a resultar datos de interés, las causas que más prevalecen en los índices de defunciones, o sea, si son causas de origen exógenos o endógenos,  planteando a escala social determinados desafíos a resolver.

Uno de estos grandes  desafíos a enfrentar es que mientras asumamos a la muerte como un fenómeno ajeno a nuestra vida y no como un componente más de ella, no podremos reflexionar sobre como asumir la muerte de una manera más digna, más personalizada, más existencial, otro gran desafío estará en que si no somos capaces de mirarnos por dentro y ver hasta que punto como sociedades estamos en condiciones de accionar contra causas  que contribuyen a una muerte física prematura como son las asociadas a la violencia, a la adicción de drogas, al consumo de alcohol, a la marginalidad, y otro tipo de muerte que aunque no registrada censalmente si incorporada a la sociedad, me refiero a la de tipo social identificada en aquellos sectores vulnerables por edad, sexo, discapacidad, no estaremos en condiciones de pensar y concebir al mundo de la manera que nos exige éste que lo pensemos y valoremos.

La demografía no solo ilustra, ese no es su propósito, nos ayuda a pensar en causas, no a evidenciar efectos, por tanto, nos propone retos, dentro de los cuales está, a mi manera de ver el más relevante, que es sin lugar dudas, es: el percibir y comprender la vida desde la complejidad. 

BIBLIOGRAFÍA

1 Curso de Demografía. Profesora Dra. María Elena Benítez Pérez. CEDEM. UH. La Habana, enero 2009.

2 Multimedia Cuba en Cifra, Edición 2007.

3 Multimedia Instituto Nacional de Estadística.

4 Revolución Científica y Bioética, Dr. Carlos Delgado Díaz, Colección MiniSaber, Editorial Félix Varela, La Habana , enero 2009 

Lic. Ana Méndez Mariño

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