"Marinello y su hermenéutica discursiva martiana", |
Una
preocupación fundamental del quehacer filosófico, ha sido el hecho de
comprender los acontecimientos del mundo y la cultura, como también, ha
sido una característica histórica inmanente interpretar la realidad a
través del lenguaje. Desde aquí, es necesario inferir que el proceso
hermenéutico acumulado en la tradición, es un proceso interpretativo que
ha devenido objeto de discurso a través del texto.
Ahora
bien, hay interpretación porque en el ámbito del lenguaje la comprensión
trasciende diversos artificios que permiten celebrar la función
significadora en la esencia de la naturaleza de lo humano. Ciertamente,
interpretar es un acto de preguntar, significar, captar y comprender, en
el cual, se conjugan diversas operaciones subjetivas que no agotan la
interpretación ni lo que en ellas acontece. Por
ende, la interpretación constituye una respuesta constante a una pregunta
que ella misma proclama y en cuyo proceso, se hacen necesarias las
interacciones del discurso humano en virtud de una fusión de horizontes
que impulsan al individuo a elaborar la significación del mundo con un
sentido más abierto. Y,
es que en la interpretación, existe una tarea hermenéutica tanto del intérprete
como del autor, y con ella se ha de expresar un juego de razones no menos
libres, que en el terreno del lenguaje alcanza diversas relaciones capaces
de medir la intercomunicación que en dicha relación se articula. De modo
que al situarse en el espíritu de la obra, ningún intérprete se puede
quedar en el propio límite del autor, ya que los bordes son el fundamento
del acontecer que surge entre el contexto y la afirmación, el ser y el
acontecer, el texto o lo imaginario, trascendido en un continuum de
acciones, de interpretaciones y de entendimiento.
Desde
Dilthey, toda interpretación de obras escritas no es más que la formación
técnica - tecton o artificio -
del proceso de comprender, el cual se extiende “a la totalidad de la
vida”, y se refiere a todo género de discurso y de escrito. Esto, que
en términos de Schleiermacher es “la tendencia a la universalidad”,
nos permite captar la importancia historicista que le corresponde a la
hermenéutica cuya “superficie textual” conduce a la explicación de
lo que en ella emerge y ontológicamente se funda. Esta
interpretación vital, toma atributo en las operaciones humanas como
entidad pragmática, capaz de establecer una relación de pensamiento y
sentido en aquello que se explica y se expone a través el mecanismo dialéctico.
Bajo
este panorama, podemos decir, entonces, que la interpretación es la razón
fundamental del presente libro, en el cual, hay un acertado planteamiento
cosmovisivo del doctor Pupo Pupo, en torno a la visión particular y al
influjo filosófico del pensamiento marinelliano y, se podría señalar
que lo aquí acontecido, nos permite encontrar la contextura y el registro
sobre los cuales, Marinello atraviesa la selva martiana con vasta
conciencia filosófica, gnoseológica, y con caracteres comunes. Nuestro
autor, expone en primer lugar, que la interpretación está objetivada por
un discurso hermenéutico, plural, y pletórico de sensibilidad
interpretativa, pues en el texto, deviene una dialéctica fundante
reveladora sobre la que el mecanismo moderno puede dar cuenta del rótulo
gadameriano de “heisst” al otorgarle fundamentalmente bajo este nexo
lo que “significa” o quiere decir. En
el panorama de su obra, la designación hermenéutica abarca diversos
grados. Con ella logra un planteamiento analógico e icónico donde la
interpretación dinámica que hace de Marinello encuentra el medio de
expresión ideal, convertido en un diálogo situado y expresado
ampliamente en el espíritu de lo humano. Porque, tal y como lo plantea
Beuchot, la analogía centra la interpretación o la comprensión más allá
de la univocidad y de la equivocidad, en tanto en dicha interpretación,
la subjetividad deja un espacio a la objetividad del discurso sin que por
ello se pueda traicionar al autor que se interpreta.
En
segundo lugar, que la razón ensayística es insustituible del discurso, y
en esta medida conjuga en estrecha unidad el conocimiento de los
dinamismos sociales con las ciencias de lo humano. Entonces, en el
desarrollo del saber, el ensayo es un imperativo de reflexión que eleva
nuestra condición humana por encima del conocimiento. Y,
en tercer lugar, hay una lectura interpretativa martiana en Marinello, y
en ella misma el doctor Pupo Pupo, analiza el fenómeno de la significación
con un acercamiento argumentativo de profundos despliegues, logrando
revelar en el enfoque del discurso la explicación de los enunciados que
le son subyacentes. En
Marinello, sin duda, la hermenéutica discurre en el propio estadio filosófico
martiano pero centrado en su aprehensión con un planteamiento ensayístico
expresivo, que establece mediante su condición reveladora, el compromiso
con el hombre y la cultura, vocación que en él es ya una característica
de orden trascendente. Hay,
igualmente en este libro, un diálogo humanista complejo pero rico en
aprehensiones varias: filosofía, ética, política, estética, historia,
arte y literatura, desde las cuales, el sentir hermenéutico del autor
acontece creativamente en la interpretación, en tanto su propio mecanismo
nos va llevando hacia captaciones y significaciones continuas. Y,
aunque el autor nos deja ver que la impostura gnoseológica moderna
resulta ineficaz y llena de objetivismo, nos invita con su conciencia crítica
a abordar el universo metafórico con un elaborado discurso que brota
hacia el despegue de lo subjetivo con altas dosis de poesía, creación y
re - creación. Ahora
bien, el rigor intelectual es una constante en él. Con este rigor,
despliega una amplia perspectiva de acciones haciendo circular una práctica
epistemológica pluralista como hilo conductor de sus propias reflexiones.
Partiendo de este principio, el autor hace gala de aprehensiones hermenéuticas
varias y, su prolija visión, se expresa en el resultado que atribuye a
toda la articulación conceptual y esencial en la que radica el alma de
esta ejemplar y significativa obra. Sin
duda, la “gran obra”, entonces, tal y como él mismo lo plantea, “no
se cualifica por la dimensión cuantitativa de conocimientos e información,
sino ante todo por lo que dice y suscita para el presente y la
posteridad”. Por ello, en su actividad cogitativa, cualifica la esencia
del mundo y la del lenguaje expresada en una mediación objetivo/subjetiva
y la tiñe de cualidades literarias con un discurso de riqueza filosófica
con el cual logra alcanzar el diálogo y la conexión en el discurrir de
toda la obra. Ante
dicha obra, según Garagalza, el hombre comparece así como un animal hermenéutico, simbólico y lingüístico que vive sin estar
adaptado a un entorno fijo
pero sí con la biología más reciente, a través de la cual revela el
sentido que anima sus más diversas interpretaciones.
Así
pues, en este libro, el suceso supremo es la interpretación
y podemos asegurar que ella, adquiere su propio carácter ontológico en
la medida en que proporciona una referencia cosmovisiva para interpretar
el mundo. Ahora
bien, en el juego de la interpretación, el lenguaje es capaz de llevarnos
a la hendidura de la imaginación, posibilitando el significado que divide
el abismo del laberinto de la configuración de lo humano con los
repliegues y la dinámica de la realidad.
Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento al doctor Pupo Pupo por permitirme escribir el prólogo de esta obra que aspira a trazar cuestiones relativas en favor de presupuestos e implicaciones exegéticas, reflexivas y abiertas, convocadas en nombre de la comprensión del sentido en torno a la textura filosófica marinelliana y martiana. |
Dr. Perucho Mejía García.
Filósofo, hermeneuta y semiólogo.
Universidad de Cali, Colombia
"Marinello y su hermenéutica discursiva martiana",
del Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo.
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