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El bastón
del libro "Costuras sobre la lengua"

Lucy Maestre
milvia@tunet.cult.cu

no quiere a nadie en la casa prefiere que se la coja fidel de su familia ninguno lo merecía lo que había hecho lo hizo por la madre y los hermanos ah pero cría cuervos y te sacarán los ojos la única siempre fue luisa ella le ayudó a ordenar las cartas de amor mi sielo espérame que boi pronto necesito sentir tus vezoz eres la unica dueña de mi amor tenía trece años y era novia de rodobaldo ahora siente ganas de orinar va al baño con dificultad y después hasta la vitrina toma un frasco ámbar y echa un puñado de pastillas en su mano va hasta el refrigerador y  se las traga una a una echando hacia atrás la cabeza con dificultad vuelve al sillón que se mueve cadenciosamente el bastón de empuñadura de plata reposa sobre el regazo se recuesta cierra los ojos y piensa tuvo suerte de encontrarse con andrés tan buen hombre aunque frío como el hielo le echaba un palito ahí mal echao como si hacerlo fuera pecado pero que iba a hacer él la sacó del ballú y se acabaron los paseos las visitas al liceo que ella no era una puta cualquiera y llevaba ya sesenta años al lado de él quiero a la rosa decían  y así conoció a muchos entre ellos a rafael el chulo mejor plantao de toda la habana tan lindo tan buen mozo viajó con charles el americano ella una guajira de oriente en el norte gud mornin mi rosa se llama rosa chi is veri priti qué dice él charles que eres muy bonita dile senquiu rosa senquiu tenía dieciocho años y las tetas frondosas el pelo le llegaba a las nalgas se hacía una trenza así de gorda y tenía la mirada encendida se movía bien tan bien que andrés se casó con ella a los tres meses de estar visitando el burdel le habían hablado de ella la rosa de la casa amarilla nunca supo quién ni falta que le hizo el que fue le hizo tremendo favor enseguida se deshizo en mieles el tipo tenía dinero su padre era el dueño de las carpinterías habana no era bonito pero tampoco era un adefesio dejó de ser la rosa ahora era la señora juliana montes de oca se casaron hacendosa y organizada la madre de andrés no la soportaba quizás por esa fina intuición que tienen las mujeres veía en ella lo que había sido o quizás por celos con el hijo nunca le interesó saberlo pero se esmeró le enseñaba los bordados coincidían en el gusto por la repostería y al final la vieja la aceptó el padre siempre la quiso le recordaba sus años de putañero cuando ella se agachaba y se le marcaban las nalgas le veía cruzar por las pupilas un vuelo de pasión las hermanas de él no la querían solo regla que murió de cáncer en sus brazos después cuando lo del accidente andrés la cuidó como un padre fue la virgen la que la salvó había perdido toda la ropa estaba vestida solamente con su cadena de oro había visto a la virgen minutos antes que el camión se volcara y venir ahora estas tipas a decir que si puta que si tarrúa con tantos maridos que han tenido malagradecidas que son el barrio méjico entero sabe todo ah rodobaldo que falta me haces y pensar que hace como cuarenta años que no te veo todavía le parecía sentir el agua friita color de azúcar prieta que los muchachos se habían estado bañando y chapoleteando eugenia y ella se habían fugado aprovechando que la madre estaba en el centro de nanito márquez era un día luminoso se encontraron a pocos metros del río detrás de unos matojos que los tapaban él tenía unas manos largas y huesudas que después le servirían para hacer zapatos finos las de ellas eran pequeñas trigueñas color canela que en la habana supo al pasar los años que era amulatada pero clarita blanconaza se daban unos besos castos sin chupar ni tocarse las lenguas desde allí podían ver a eugenia que desde sus once años no era ninguna boba y los dejaba hacer con tal que la volvieran a traer rodobaldo acariciaba su cola de caballo larga y rojiza color cobre que con el tiempo se le puso oscuro besaba sus carrillos redondos y pecosos ella con sus teticas como limones maduros los dos muy juntos se habían olvidado de la hermana pequeña solo se oía el rumor del agua el vestidito de margaritas amarillas se le pegaba al cuerpo y ya el aire empezaba a secar las goticas de agua turbia que brillaban iridiscentes sobre sus pecas hundió la nariz en el pelo del muchacho un olor a runquinquina la invadió era el mismo olor que siempre sentía al entrar a una tienda mucho tiempo después en la capital miró al sol era casi mediodía y había que estar en casa para el almuerzo a los muchachos se les servía primero pero si había alguna visita entonces los mandaban para la cocina en una mesita vieja llena de trastos se habían sentado el pelo de ella desparramado sobre las rodillas del jovencito cuando sintió el golpe cien veces más fuerte que cuando en la escuela le jalaban el moño gritó y su grito estremeció los árboles cercanos y se clavó como un dardo en eugenia y gritaron sus enclenques once años de azúcar y café claro en las mañanas y paniqueque con guayaba en las tardes rodobaldo salió disparado cuan largo era y quedó tendido como muerto unos ojos ardientes y una manos grandes  más grandes que las de rodobaldo fuertes y velludas arrancaban las margaritas de su vestido dejando al descubierto las teticas de redondeles morados sintió ganas de vomitar pero de su garganta no salió sonido alguno forcejeó hasta que el cuerpo se abandonó a su suerte y se quedó lela eugenia corría y corría los guisazos se le pegaban a las piernas y le hacían pequeños rayazos que ardían cantidad salió corriendo en cuanto vio a joaquín su tío político no quería que le pegaran a ella también por fugarse y cuidadito con dar quejas cuando un mayor les llame la atención había dicho su madre pobre juliana que la dejó sola en el río pero es que el miedo solo le decía corre corre corre entró por la cocina todo estaba bien el fogón de leña con los calderos tiznados y el olor del boniato asado sobre la ceniza caliente la calmó un poco miró las ollas harina de maíz suave y amarillita leche tibia con tremendo gordo para comer con pan pero esperaría por juliana nadie la ve llegar va hasta el cuarto de las hembras y piensa en su hermana seguro está recibiendo azotes el corazón se le encoge de pena que ella vio a joaquín zafándose el cinto y ahí fue cuando echó a correr intentó levantarse pero las piernas no le respondían se arrastró como pudo con las margaritas manchadas de sangre no se sentía el cuerpo llegó a la orilla y se echó agua en la cara estuvo mucho rato lavándose hasta que una mano grande nudosa la acarició déjame y rompió en llanto el pecho del muchacho se agita lo mato te juro que lo mato nunca vio llorar a un hombre ni cuando castigaban a sus hermanos los hombres no lloran les decía siempre la madre y las lágrimas de rodobaldo la mojaron a ella también se levantó torpemente y él la sostuvo caminaron abrazados y sintió menos dolor intentó convencerlo pero su orgullo herido no se lo permitió vete conmigo quiero que seas mi mujer estoy manchada yo te quiero así te haré mi esposa y ella bajó los ojos entra a la casa por el fondo se mete al cuarto sin ser vista y se quita el vestido todavía húmedo va hasta la cocina no vas a almorzar la hermana mayor la increpa no tengo hambre tú siempre haciéndote la fina mijita despierta que somos pobres no quiero zorra desconsiderada y prepárate que ya supe que estabas en el río con el mulato ese muerto de hambre deje que llegue mima tú sabes que ella no conciente inmoralidades en esta casa somos pobres pero honrados culisucia en la mesa está joaquín que come como si nada juliana siente náuseas y se mete al cuarto otra vez en cuanto la madre llegue se lo contarán claro quien la mandaba a estar viéndose con un hombre de diecisiete años ella debía estar pensando en jugar a las muñecas que hacía poco que había matado el macho todavía recuerda aquella tarde en que estaba picando tomates cuando sintió algo caliente y vio la sangre se asustó mucho y corrió a ver a marina que lo sabía todo o casi todo era la única en la casa que sabía leer y siempre traía libros el día en que la madre la sorprendió con uno de relajos como decía ella y es que el libro tenía láminas con hombres y mujeres desnudos un libro de biología sollozó marina cuando la madre se lo arrebató y lo tiró al excusado después trajo otro peor que aquel marina le explicó lo que le pasaba sintió un dolor fuerte y dulce en el vientre fueron al servicio con la batea llena de agua la lavó le enjabonó el pubis rojizo y le puso un trapo viejo y limpio entre las piernas se lo sujetó con dos alfileres de criandera así ya está bien le dijo desde la experiencia de sus dieciséis años y esto dura mucho tiempo no hombre no la regla te durará cinco o seis días y te visitará todos los meses ah eso sí mientras estés con ella no te bañarás ni te lavarás la cabeza porque te puedes volver loca ni andarás descalza ni comerás limón y tampoco se lo dirás a nadie así supo que tener la regla el período el menstruo ver la luna estar mala era un secreto un antiguo secreto que solo poseían las mujeres los recuerdos se agolpan en su mente después sería el intento de huída con rodobaldo que no pudo ser pues la familia se la quitó de los brazos el embarazo y los bestiales castigos de la madre el nacimiento de su hijo muerto y su entrada al burdel esa noche eugenia le pidió ver los correazos enséñamelos mientras le entrega un jarrito con leche porque no quiso comer yo nada más vi cuando se quitaba el cinto miente la  niña juliana se sorprende la esquiva ahora no tengo mucho sueño vamos a acostarnos y besa las trenzas trigueñas de eugenia el sillón deja de chirriar y el bastón cae con estrépito al suelo.

 

 

del libro "Costuras sobre la lengua"

Lucy Maestre
milvia@tunet.cult.cu

 

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