Este Alan no es el Presidente
Maritza Luza Castillo

Este es Alan y también es un símbolo de libertad malinterpretada. Una libertad redundante en desidia y falta de interés humano por parte de los gobernantes. Redundaría en aseverar que se llama  igual que el presidente del Perú y que lejos esta de los privilegios del cargo. Cómo azota la indiferencia, como latiguea el hambre en el vientre de un infante desnutrido. No pasa los cuatro años y su cerebrito destinado a pensar sabe que si no pone a secar las tejas al sol no habrá efectivo con que comprar el almuerzo. Sus padres lo saben, pero Alan es hijo y trabajador sin salario, impago, su única recompensa radica en llevarse un plato caliente como único alimento en el día 

Quien diría que un infante, a tan breve edad fuera golpeado por la dureza de una realidad que resulta ser algo mas que sórdida y supera toda clase de ficción de la mejor pluma. Alan es hijo, operario, y por las noches el mas llorón de la prole porque pese a tener el afecto materno, la calidez en sus brazos cuando lo sostiene, la madre se ve en la penosa circunstancia de dormirlo para que disimule la avidez de un estomago crujiente.

Pero ellos son estadísticas, puntos y líneas negras que llenan los cuadros para incluírseles en el inventario como “Tarea Pendiente”. La pregunta: ¿Su padre, que ahora no se preocupa que la temperatura ha descendido 23 grados bajo cero lo mantiene corriendo semidesnudo, acaso a otrora también no fue Alan? Para el padre, es normal, para Alan, el frío lo hace llorar. Solamente así, la madre rebusca en su canasta plagada de bichos y sacude el pantalón del hermano mayor y se lo pone como quede, lo básico es abrigarlo, pero ella camina sin zapatos.

A todo esto cabe una reflexión: ¿Están libres o presos?

El que no lo denuncie, que no lo calle, luego de quejas de las consecuencias morales cuando las físicas están a la vista, una de las peores vistas que ojalá pronto se erradique no de palabra sino de obra.

Maritza Luza Castillo

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