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Robo con asalto y alevosía 
Guillermo Luna y Meléndez

Completando el epilogo de nuestra pobreza adquirida de tiempos inmemoriales, y ahora en guerra civil, había que agotar no sólo munición, sino almas, víctimas de la negación social.

Aprovechaban también, iglesieros improvisados al buscar entre escombros, rescatar pruebas de desobediencia divina y terminaran aquellos miedos y demás castigos recibidos, y pedir a dios perdón y rogarle su regreso.-

 

Por el lado de la iglesia "Dios Perdona", habia voluntad de ofrecer un plato de comida a los buenos fieles. Tuvo corto éxito porque a medida que aumentaban los fieles, disminuían los platos de comida. En guerra nadie salia, sin el temor de no regresar.-El miedo dominaba los  tiempos, siendo la criminalidad la noticia del dia que junto al hambre y a la inseguridad, ensombrecía toda forma de vida escencial.-

 

Los robos cosa normal, obligaba a instalar rejas metálicas en cada casa conocida como "cultura de las rejas". Cierta dia muy temprano una pequeña tienda, dedicada a la venta de especias para la comida fue asaltada. El delincuente acercándose a la reja, portando una bolsa de plástico en la que escondía una bomba, llamó a su dueña para que lo atendiera :

 

-Qué se le ofrecía...(?)

 

-El delincuente, ni corto ni perezoso le exigió diera todo el dinero que tenía, sino  le tiraba la bomba que traía.

Claro que en tiempos de guerra, ante semejante premura, había que actuar rápido y la dueña ya sin voz del miedo pudo responder que no tenia mucho sino dos colones y treinta y cinco centavos, recaudados en las primeras dos horas de la mañana; el individuo insistió que le diera diez colones amenazándola de nuevo; ella rezaba las últimas oraciones, aprendidas para casos de peligro, por cierto de un iglesiero que le prometió llevarla al cielo en UFO, que pronto aterrizaría y escogería los buenitos de su iglesia llevándoselos, sin embargo quedó en vida junto a los suyos.-Mire pues.-

 

El delincuente pidió: Páseme aquellas cebollas que tiene encima del mostrador, los dos tomates, la bolsa de perejil que cuelga allí y ponga también una coca cola. Métalo todo junto con los colones dentro de la bolsa y me lo trae, exigió, y ella ni corta ni perezosa obedeció dándole la bolsa a través de las rejas y a cambio la bolsa, con la bomba, al tiempo que le decía: que no la sacuda mucho,  ella cautelosa la puso así, a un ladito.

 

Logrado el robo, el ladrón se fue, calle abajo y desapareció.

 

Ella aprovechó para buscar refugio en un rincón y taparse los oídos esperando la explosión, pasó media hora y nada. Luego sonó de nuevo la reja de protección; ella angustiada, ahora más, creyendo que el ladrón regresaba, preguntó: y ahora qué quiere ...?

 

De repente oyó la voz de su vecina :

 

-..yo soy, niña Tina, quiero aceite !..y mire, aquí han dejado una bolsa para Usté.-

 

-La dueña contestó gritando horrorizada :

 

Cuidado!!...cuidado!!! .... es una bomba...!!!!

 

-No niña Tina, esto es un ladrillo.

 

-Mire, que ladrones .......acaban de robarme!.

Guillermo Luna y Meléndez

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