Poema IV
del libro "Estupor de rosas desveladas".
Soledad López

Cuando me miras sueltas las amarras
De tu nave oscura y sin rumbo
Se desatan los nudos de tu ancla
Y un silencio de luces y de estrellas
Va iluminando tu cara. Negro el mar
Oscuro el horizonte, tu barco solo
En la tormenta, y las olas enfurecidas
Contra los arrecifes de tu alma.
Pero si levantas los ojos y me miras
Todo se calma. Desde lejos diviso
Las gaviotas que en círculo
Por sobre los mástiles de tu pena
Enarbolada como bandera enemiga
Lista para el combate, vuelan asustadas.
Te miro. Simplemente. Te miro y de pronto
Se aquietan las aguas. La tormenta se disipa
Y allá sobre el horizonte el sol asoma
Las puntas de sus doradas lanzas.
Entonces todo aquello que nunca dijiste
Y que ocultas bajo la coraza
De tu timidez y tu orgullo se te escapa
Por los istmos oscuros de los ojos
La pasión enloquecida me golpea
Y estremece sin palabras.
Pero solo yo entiendo tu lenguaje
De silencio. Descifro tu mirada y callo
Debo callar. Para que sueltes
Todas tus amarras.

Soledad López

Del libro "Estupor de rosas desveladas" (1986).

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