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Carta desesperada
Soledad López
manu-sole@hotmail.com


Hace muchos, muchos años que murió la actriz Marylin Monroe.

Tal vez las generaciones más jóvenes, ni siquiera escucharon su nombre. Pero los que vivimos la era del cine allá por los cincuenta, la conocimos a través de lo que ahora, se da en llamar, pantalla grande.

Fue considerada como una de las más bellas y sensuales actrices de Hollywood. Y lo era.

Tal vez, no de las más virtuosas, ni inteligentes, pero sí, espectaculares.

¿Sería así, realmente? No lo sabemos ni lo sabremos jamás, ya que algunos directores cinematográficos tienen el mal hábito de convertir a figuras relevantes en estereotipos.

Lo cierto es que, esta mujer hermosa de curvas mareantes, fue todo un mito de otra época.

Su muerte, aún hoy, luego de largos años, sigue siendo un misterio. ¿Se habría suicidado realmente, o fue asesinada?

Le tocó en suerte, o quizá en mala suerte, convivir con el entonces Presidente Kennedy, con quien se decía, vivió un romance. Aún hoy, en documentales y cortometrajes, suele exhibirse a la blonda actriz, cantando Feliz Cumpleaños al entonces mandatario del Norte de América.

A su muerte, se comenta que su hermano Bob, siguió visitándola y que, tal vez, en un momento de debilidad, le confió planes que eran secreto de Estado.

¿Verdad? ¿Mentira? Tampoco se sabrá nunca.

Lo cierto es que una mañana, Marylin amaneció muerta. Se difundió la noticia que había consumido una dosis exagerada de píldoras para dormir.

Y de ese modo, se apagó el fuego de aquella hoguera humana que consumió el corazón de muchos hombres, dejando boquiabiertas a las plateas del mundo.

Y ahora, en mitad de la niebla del olvido, reaparece su figura de mujer seductora a través de una “carta desesperada” que, al parecer dejó escrita de su puño y letra.

Dice, entre otras cosas: “...no puedo soportar nada”...”sueño como loca”...”siento que no existo del todo”...

¿Qué infierno de trsteza y locura se anidaba en aquella mujer joven, bella y atormentada? Más allá del mundo fantástico del séptimo arte, de su sensualidad irrepetible, de su magnetismo y seducción, la Marylin que todos admirábamos y aplaudíamos, retorna como un fantasma, para decir que entre el cielo y la tierra, nada es lo que parece y bajo una sonrisa cautivadora, puede ocultarse la desesperación.
 

 

Soledad López
manu-sole@hotmail.com

 

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