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La décima tanática un camino recorrido por los poetas cubanos
Odalys Leyva Rosabal

La férvida contemplación que el oportuno Vincent Van Gogh pinta en su autorretrato nos modela la avidez del virtuoso de absorber la particularidad y excites humanos del retratado. Los explícitos trazos y los colores palpitantes son privativos de la pintura de la última época del artista. Jesús Orta Ruiz, poeta cubano, traza y sublima su cosmos individual con los tintes intensos de la naturaleza que redescubre en los versos octosílabos, que desgrana en la décima, los trazos del grito esotérico de Van Gogh  

 

El autorretrato romántico se identifica por el proceso psicológico construido del supeditado: hechizado por la imagen morbosa, el artífice registra de manera penetrante que su existencia está fraccionada entre lo que expresa su yo (Eros) y el estremecimiento de su disociación (Tanatos). Indaga, la costumbre final donde la veracidad de su entelequia se formula con una luminiscencia incuestionable en el centro de un firmamento de representaciones donde cada forma es la emanación natural del yo. Los poetas cubanos que le cantan al amor e interiorizan los ocultos y misteriosos sonidos de la muerte utilizan la décima como vehículo, estrofa que recorre los saltos y nos imbrica en un discurso de representaciones.  

Desde los orígenes y volviendo a ellos la décima cultivada con acierto por Juan de Mal Lara Mística Pasionaria, sigue aunando voluntades. El estudioso poeta y ensayista Virgilio López Lemus, en su libro La décima renacentista y barroca, hace un esquema donde delimita a los cultivadores de la décima en el siglo XV y XVI según su aparición en el universo creador. Me llamó a la atención que en el ciclo de la espínela como se le ha nombrado aparece en el año 1523 Juan Ángel con la estructura abba. accddc, luego Juan de Mal Lara en 1571 y posteriormente Vicente Espinel entre 1574 y 1587 con la misma estructura. Aunque enuncia Virgilio: 

Según alusión directa de Gregorio Mayans y Siscar en el siglo XVIII, en su Vida de Cervantes (1737) y en Cartas morales (1773); él halló esta misma fórmula en el poema Tratriunfo de don Rodrigo Mendoza Marques de Cenete, de 1523; mediante este dato, niega la paternidad de la espinela a Vicente Espinel. Pero las décimas de Juán Ángel no tienen aún el sentido musical que puede hallarse en las del poeta rondeño.

 

Espinel era conocedor de la música y disfrutó el ritmo del que se apoderó a su gusto sin oficializar en ningún momento que el era su creador.  Sin embrago Mística Pasionaria de Juan de Mal Lara si logra imponerse ante las décimas de Espinel de un modo acertado y palpable a los ojos de los amantes de la décima y seguidores de Vicente. Valora Virgilio:

 

Si seguimos los razonamientos antes aludidos de los estudiosos de los orígenes de la espinela (Rodríguez Marín, Juan Millé y Jiménez, D. Clotelle Clarke y Cossío), Espinel Escribió la suya perfectamente entre unos diez o veinte años después que Mal Lara. La precedencia es muy evidente, y abría que batallar duro o hacer muy gorda la vista para obviar este argumento de Sánchez Escribano. (Un ejemplo de la espinela anterior a 1571).

 

Popularizada por Vicente Espinel en el siglo de Oro español, aunque si de popularizar se trata Lope de Vega, con un carácter muy emotivo formó una notable cadena de seguidores y amantes de la estrofa bautizada posteriormente como espinela.

 

El investigador mejicano Fredo Arias de la Canal, incitó al catedrático cubano Virgilio López  Lemus,  para que concentrara su exploración sobre la décima que le sirvió como tesis en su doctorado,  ya en forma de libro nos sirve de una atractiva y profunda fuente de datos para conocer acerca de la evolución de la décima malara.

 

En los prólogos a Glosas (FAH 2005) de Francisco Henríquez y Antología tanática del refranero hispano (FAH 2007), se ha afiliado al sondeo y defensa de la estrofa, rindiendo culto a los orígenes de la creación decimistica en Hispanoamérica.      

 

La décima recibe más reconocimiento en nuestro país bajo la pluma de Cristóbal Nápoles Fajardo, el Cucalambé. La tradición de la décima en nuestra isla tiene varias figuras imposibles de obviar en este estudio dentro de ellas en el siglo XVIII Santiago Pita (1693- 1755) que fue un  capitán de milicia, autor de la obra teatral El Príncipe Jardinero o Fingido Cloridano, dicen que su nombre completo es Santiago Antonio Pita y Borroto, nacido en La Habana.

 

La poesía escrita por mujeres también ha venido aparejada a la literatura cultivada por los hombres, la Marquesa Jústiz de Santa Ana (1733- 1807), es una poetisa que escribió muchísimas décimas, ella junto a Gertrudis Gómez de Avellaneda, natural del Camaguey, impusieron sus nombres a los cánones de la época, la tula feneció en España, lejos de la tierra que la vio nacer. Este aliento poético se impregna de voces como: Julia Pérez Montes de Oca (1839- 1875), Aurelia del Castillo, de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camaguey, la poetisa holguínera Adelaida de Mármol (1838-1857) y Luisa Pérez de Zambrana (1835-1922).

        

El perfil de la décima femenina –califiquemos plácidamente así: décima femenina, al conjunto de las estrofas escritas o improvisadas por mujeres, aunque un termino más extenso sea preferible-, desde sus comienzos en la historia de la Cuba colonial hasta el ahora posmoderno, se ha convertido en parte importante de la literatura nacional. 

 

La producción literaria en Puerto Príncipe, solamente no fue anchurosa sino, desde muy precoz, objeto de estudios y búsquedas. El siglo XIX fue exuberante y en casi toda la centuria excedieron los ardientes afanes por las líneas románticas. Es Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), quien bautiza a Camagüey como la cuna de la poesía femenina cubana en el siglo XIX, a partir de una lírica calada de ternura y sensibilidad. Y es exactamente en Puerto Príncipe, donde Sofía Estévez (1848-1901) escribe sus recordadas décimas “A Cuba”. Se identifica con la supervivencia de los indios previamente al descubrimiento de la Isla por Cristóbal Colón. Puso su pluma en defensa de la patria contra el dominio colonial español. Sofía, cofundadora del Céfiro (periódico de la época), tuvo una formación autodidacta.  Martina Pierra (1833-1900) es otra autora presente en este  siglo. Se movió en las medidas de un romanticismo ecléctico al igual que las anteriores escritoras y  Aurelia Castillo de González (1842-1920), poeta que viajó por numerosos países y soportó en carne propia el exilio, sin embargo fue una amante de su tierra natal. Colaboró con revistas literarias de Asturias y Andalucía, fue fundadora en Cuba, junto a otros artistas, de la Academia Nacional de Artes y Letras.

 

Hablar sobre la historia de la literatura en Cuba necesitaría un ensayo especial para ello; pero me sería desnaturalizado no hacer una mención de José Martí  Pérez (1853- 1895),- nuestro Héroe Nacional-, en el siglo XIX, el junto a Julián del Casal (1863 – 1893), fueron precursores del Modernismo al igual que Rubén Darío. Le dieron a su lírica un vuelo que aún sigue siendo apreciado por las nuevas generaciones, no sólo de Cuba, sino del mundo todo. 

 

Ya en este siglo aparece de un modo más expandido el uso de la décima por poetas como:  Manuel de Zequeira y Arango (1764- 1846), nació en La Habana  y murió en la misma ciudad, publicó sus poemas en papel periódico de La Habana y es muy recordado por su “Oda a la piña”,   Manuel Justo de Rubalcava,  Santiago de Cuba (1769- 1805), él junto a Zequeira es de los precursores de la poesía cubana, entre sus poemas más recordados está “La Silva Cubana”, Gabriel de la Concepción Valdés (Placido) (1809- 1844), Francisco Poveda (1796- 1881), José Jacinto Milanes (1814-1863), José María  Cárdenas Rodríguez (1812- 1882), fue discípulo de José Antonio Saco, en 1834 viajó a los Estados Unidos y allí hizo amistad con Félix Varela y lo ayuda a corregir sus obras, colabora en decenas de periódicos, algunos de sus poemas aparecieron en “América Poética” en 1854. Aunque su nombre lo ganó como prosista satírico. Utilizó el seudónimo de Jeremías de Docaransa. Otros literatos de elevada expresión fueron. Rafael María de Mendive (1821- 1886), Joaquín Lorenzo Luaces (1826- 1867) y José Fornaris (1827- 1890).

 

El poeta que con más gracia y singularidad cultivó la décima en el siglo XIX, fue el tunero Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) (1829 – 1862), -aunque su muerte y desaparición aún continua siendo un enigma-.  Fue la voz cumbre que arrastró con su estilo a muchos poetas de su siglo y aún entrado el siglo XXI, la décima campesina, tradicional o popular como pudiéramos llamarla, aún mantiene los visos clorofilados. Aunque varios escritores hayan ido rompiendo con los amarres temáticos y logren en su discurso la infalible y culta poesía, orientando su timonel hacía lo novedoso donde las interrogantes del yo se han superpuesto a los demás intereses del hombre.  Y un floreciente postmodernismo viaje en el pecho de la décima.  Aunque más de un poeta de los que ha transitado por la décima con un sinnúmero de experimentaciones hoy se van levantando con una nueva óptica con la pretensión de volver a la estructura original de la décima defendiendo el fervor de los orígenes, se busca un discurso renovador y culto, manteniendo la estructura clásica de la décima Malara 

 

Estos poetas antes mencionados marcaron una firmeza intelectual que más tarde fue seguida por verdaderos amantes de la décima Carlos Pío, Federico Urbach, Dulce María Borrero, Nieves Xenes, Ramón Gil, Felipe Pichardo, Agustín Acosta (1886- 1979) de Matanzas entre otros.

 

La décima Malara, se extendió por todo el territorio nacional gracias a los repentistas y al asentamiento de canarios en Cuba, las décimas con temas campesinos, criollos y décimas humorísticas sobre todo en los lugares rurales. Hubo un pulular del romanticismo, siboneyismo y criollismo.

 

Ulterior a la primera década del siglo XX, varios poetas sobresalen en su andar poético en varias provincias de Cuba dentro de ellos Regino Boti (1878- 1958), de Guantánamo, José Manuel Poveda (1886- 1979) de Santiago de Cuba, entre otros.  Luego se levanta una nueva generación de poetas, que hace más palpable la ebullición literaria en el país: Regino Pedroso (1896- 1983), Nicolás Guillen (1902- 1989) de Camaguey, Manuel Navarro Luna, poeta matancero- manzanillero (1894- 1966), José Zacarías Tallet; Emilio Ballagas (1908-1954) de Camagüey, Mariano Brull (1891- 1936), Ramón Guirao, Eugenio Florit, Rubén Martínez Villena.

 

Momento crucial es la entrada de Jesús Orta Ruiz, con el don de la improvisación, de él brotaron maravillosas décimas amadas por los seguidores de esta estrofa.  Alcanzó elevada resonancia en El Camaguey desde la voz de Nicolás Guillen,  y en otras partes del país con el atuendo galante de poetas como  Florit, Navarro Luna, Samuel Feijóo, Ballagas y Brull; pero la décima tiene un momento floreciente cuando el grupo “Orígenes”, le brinda la singularidad de cada uno de sus cultivadores y le aportan sus valores ideotemáticos, desde plumas que vertieron su exquisitez como: Eliseo Diego (La Habana, 1920- México 1994), José Lezama Lima (La Habana 1910- 1976);  Ángel Gastezlú, Fina García Marruz y Cintio Vitier. Todos con un valor autentico y culto en el cultivo de la décima, Lezama fue poeta, ensayista y novelista dentro de sus libros de poemas se encuentran “Muerte de Narciso”, (1937), “Enemigo Rumor”, (1941), Aventuras Sigilosas” (1945), La Fijeza (1949), Dador (1960), fue el líder del “Grupo Orígenes” en sus décimas se observa el uso de un lenguaje diferente.  Eliseo Diego con: “versos al túmulo de la señora la muerte. A. D 1836- 1967”, dentro de sus libros de poemas se encuentran: “En la Calzada de Jesús del Monte” (1949), Por los extraños pueblos (1958), “Oscuro esplendor” (1966), “Muestrario del mundo o las maravillas de Boloña” (1967) y su último libro de poesía fue “Cuadro de Oro” en (1990), Y Fina García Marruz (1923), escribe recordadas décimas como las que dedica a Samuel entre otras.    En la primera mitad del siglo XX y a comienzos de la segunda mitad del mismo siglo.

 

En el siglo XX gozamos con la gracia de un poeta como Jesús Orta Ruiz, Premio Nacional de Literatura y uno de los poetas decimistas más publicados en Cuba y en el mundo. Famoso improvisador, poeta que escribió recordadas décimas humorísticas y un poema dedicado a la muerte de su hijo, que ha sido musicalizado y repetido de memoria por varias generaciones de amantes de la décima. Posteriormente al triunfo de la revolución Naborí le canta a las conquistas del pueblo y es seguido por poetas como Ángel Augier, Ricardo Riverón, Samuel Feijoo, quien aportó sus aguas octosílabas, y el aire auténtico de la investigación. Luego de los años 70 la décima ofrece un salto que marcó el comienzo de una nueva etapa de búsqueda constante tanto en los temas como en rupturas en las medidas de los versos, era el comienzo de una experimentación que hasta nuestro días mantiene la décima en efervescencia y es Adolfo Martí Fuentes poeta español radicado en Cuba con su libro “Alrededor del Punto” , ya la renovación temática se hace palpable en las décimas dedicadas a la Guerra de Angola del poeta radicado en Camagüey Benito Estrada  Fernández (Holguín 1945) y de otros seguidores como Carilda Oliver Labra (Matanzas, 1922), (ambos premiados en el concurso “26 de Julio de décimas), Serafina Núñez (La Habana 1913- 2006), Santos Hernández, (La Habana, 1914),  Luis Martínez Gómez (Cienfuegos 1918- 2001), Rafaela Chacón Nardi (1926), Nieves Rodríguez Gómez (San Juan y Martínez, Pinar del Río, 1934), Renael González Batista (Holguín 1994), Gilberto Cruz Rodríguez (Gibara Holguín, 1937), Pedro Pèglez (La Habana, 1945),  Waldo Gonzáles López (Puerto Padre, Las Tunas,1946), Virgilio López Lemus (Fomento, Santa Clara 1946), Roberto Manzano (Ciego de Ávila), Luis Toledo Sande (Holguín), Raúl Hernández Novas,  Osvaldo Navarro  (Santa Clara, 1946), Alberto Serret (Santiago de Cuba, 1947- Ecuador, 2001),  Sergio Morales Vera (Buenaventura, Holguín, 1954),  José Luis Rodríguez Alba, Rodolfo de la Fuente, Luis Beiro Álvarez, Raul Ferrer, Leoncio Yanes, Justo Vega,  Agustín Serrano Santiesteban (Velasco Holguín, 1958). Estas fueron las principales figuras que en su generación le aportaron un sabor trascendente a la décima.  Aunque sobresalen poetas que nacen posterior a los años 60 como:  Arístides Valdés Guillermo (Coralillo, Villa Clara, 1960),   Jorge Luis Mederos,   Alpidio Alonso Grau,  Alexis Díaz Pimienta (La Habana, 1966), José Manuel Espino,  David Mitrani Arenal (La Habana, 1966),  Carlos Téllez Espino, Domingo Mesa, Carlos Esquivel Guerra (Colombia, Las Tunas, 1968), Alberto Garrido Rodríguez (Santiago de Cuba, 1966), Ronel González Sánchez, (Holguín, 1971), Daniel Laguna Labrada  (Las Tunas, 1961), Alberto Peraza (Pinar del Río, 1961), Antonio Borrego Aguilera (Las Tunas, 1962), Argel Fernández Granados (Puerto padre, las Tunas, 1963), Jesús David Curbelo (Camaguey 1965),  María de las Nieves Morales, (La Habana, 1969), Norge Espinosa (Santa Clara, 1971), Yamil Díaz Gómez , (Santa Clara, 1971),  Nuvia Inés Estévez Machado (Puerto Padre, Las Tunas, 1971), Ana Rosa Díaz Naranjo (Las Tunas, 1973),  que le tributaron a la décima un verdadero caudal de experimentación y dominio en los diferentes metros y rimas, surgieron necesidades de nuevas búsquedas ideo temáticas volcadas hacia el mundo del arte, una fusión de la plástica, la arquitectura, la escultura, las matemáticas, la danza, la religión, la filosofía. La décima alcanzó un valor lírico e intelectual sorprendente, aunque por momentos se cayó en un disloque experimental en cuanto a la forma se refiere; pero con una fuerza estética inconmensurable y provista de una carga de pensamientos filosóficos y conceptuales que nos ofrecen un universo artístico sobre todo a partir de la década de los 90. 

 

En este momento considero que este tipo de décima está tratando de volver a sus orígenes en cuanto a forma se refiere; pero aún son múltiples los libros que han descargado todo ese juego experimental y que se encuentran inéditos, debido a la política editorial que se lleva a cabo con este género, por lo que resulta incómodo establecer un termómetro a la hora de hacer una consideración sobre el tema. No me considero una voz autorizada en esta cuestión donde han abundado destacados estudiosos de la décima en nuestro país; pero mi lugar de poeta y de investigadora establece un maridaje que me permite estar cerca de los creadores cubanos. Me atrevo a decir que la décima tiene proyecciones y es una verdadera descarga de buena poesía con un lenguaje que dialoga y explora con hondura y de este modo sacudir, construir y desconstruir desde el verso y hasta el verso.

 

Varios son los libros que han marcado esta agudeza intelectual y la exploración innovadora de lenguaje, el cambio de la forma y de la métrica con décimas escritas en prosa, en forma de telegramas, de cartas, y la mixtura de décimas asonantadas y consonantes. 

Dentro de los muchos de incuestionable calidad se encuentran : Perros ladrándole a Dios, (1999) de Carlos Esquivel, Furiosa eternidad de Ronel González, El mundo tiene la razón de José Luis Serrano y Ronel González, Robinsón Crusoe al fin regresa de Alexis Díaz Pimienta y David Mitrani Arenal, Bufón de Dios de José Luis Serrano, Caída del ángel a la gloria de Diusmel Machado, Techo infinito, (2007) de Pedro Juan Medina, Otra vez la nave de los locos de María de las Nieves, Esta leve oscilación del péndulo de Yunior Felipe Figueroa, Toque de queda de Carlos Ezquivel, Cantaro Inverso, (2004)  e Invocación por el paria, (2001) de Pedro Peglez, Toque de queda, (2006) de Carlos Esquivel Guerra, Atormentado de sentido, (2007) de Ronel González, Confesiones de la mano zurda, de Alexis Díaz Pimienta, Soldado desconocido de Yamil Díaz, Aneurisma de José Luis Serrano entre otros.

 

Veamos un texto de Ronel Gonzáles Sánchez (Premio Iberoamericano Cucalambé 2006), dedicado al tema de la muerte:  

Panegírico del asesino

 

Hijo: yo no soy culpable.

A veces la muerte cansa

y la vida no te alcanza

para comprender que amable

puede ser cortar el cable

terrenal que nos mantiene.

Siempre la piedad conviene

(cuando no es Dios quien la enjuicia)

Pero sólo  la justicia

decide de dónde viene.

 

No permitas que te asalte

la filicida sospecha.

 Para ti no habrá una flecha

eleática. No falte

en tu mano el gerifalte

de la duda, mas deroga

tu devoción por la soga

y no me pidas que otorgue

también tu rostro a la morgue

porque complacerte ahoga.

Recuerda que él fue un tropiezo

luctuoso, una sepultura

errante, una prematura

hiperestesia, un exceso.

Haber sostenido el peso

de su erial desde la infancia,

soportar su necromancia,

su exánime pie mortuorio,

¿No convirtió en un velorio

mi vida, por ignorancia? 

 

Hijo: ten piedad. No es burdo

transformar al Homo faber

en la eversión de un cadáver

fiduciario de lo absurdo.

Justificaciones urdo

como el que sostiene un báculo

a través del infernáculo

donde un salto es el envite,

pero, por favor, permite

que yo elimine el obstáculo.

 

Expulsados del parterre

original, proferimos

insultos a Dios y abrimos

viejos frascos. Quien no cierre

los ojos, morirá. Yerre

o no la paz del arsénico,

con disimulo ecuménico

perpetrará su aquelarre

como un tósigo que barre

para siempre de lo edénico.  

Este texto es una verdadera escuela de buena poesía donde lo experimental para nada es un puente al entendimiento, sino una audacia que lo valida como poeta de vanguardia, la proyección del arte contemporáneo con dominio de la décima que se estiliza y dialoga con los predios literarios, postmodernismo desde un discernimiento estético hábil.

 

Veamos como Carlos Esquivel Guerra trata el tema de la muerte de un modo interesante y además hace juegos estructurales  

          Obituario

 

La escuela se llamará

y juran         mi nombre largo

ante el corazón amargo

de la madre          Llorará

algún niño y mentirá

a la historia          Mi mujer

se irá jugando a coser

su recuerdo        y una vela

pondrá mi nombre a la escuela

para no volverme a ver

 

 

  (Termina el jefe su culto)

 

Calueque, un 8 de Mayo

 (sin arboledas sin huesos)

te escribo madre e ilesos

mis puntos abren un rayo

peregrino, ya sin rezos

sin pórticos,  sin un muro

para servirme el apuro

de la escudilla maldigo

que mi nombre sea abrigo

que mi nombre sea oscuro

como la nieve en la Habana

 

En mi tempestad por linde

hay un hombre que se rinde

y hay un hombre que mañana

dibujará una campana

en su bandera. Otro rayo

me volverá si no estallo

ante las piedras, lo exijo

Guárdate en mi sombra tu hijo

Calueque, un 8 de mayo

 

 

Hoy morirá Guz Fernández

Todos esperan que se hunda

esta balanza fecunda

para el naufragio, no mandes

Dios el alma, no desandes

este ovillo indiferente

del que cae y no presiente

volver,  alguien morirá

y la patria estrenará

un olvido diferente

 

 

Yo no estoy en el retrato

madre (miente)  no es mi cara

la que simula y ampara

ese papel. En tu plato

se quema país y trato

que no oscurezca. No ciño

a la verdad de este guiño

de oberturas.    No respira

mi retrato y es mentira

todo lo que llora un niño. 

Este texto es una mixtura de décimas asonantes y consonantes, pero una buena lectura demuestra que el poeta se mantiene dentro del patrón de la décima tradicional abbaaccddc, aunque escritos de forma diferente y usando espacios por los signos de puntuación.

 

A todo este fulgor decimístico le sigue una nueva generación de poetas nacidos después de mediados de los 70, que mantienen el ímpetu creador como son:  Diusmel Machado Estrada (Guáimaro, Camaguey, 1975), Karen Leyva Ferrert (Ciudad de la Habana, 1975), Yordanka Haramboures Zaldívar, (Mayarí, Holguín (1975), Pedro Juan Medina (Trinidad, Sancti Spíritus), Osmany Oduardo Guerra (Colombia, Las Tunas, 1975),  Ray Faxas (Las Tunas 1975), Frank Castell González (Las Tunas, 1976),  Isbel Díaz Torres (Ciudad de la Habana, 1976),  Yunior Felipe Figueroa (Cacocúm, Holguín, 1977), Yuslenis Molina (Las Tunas, 1980),  Osmel de la Cruz Amador (Cruce de Mir, Calixto García, Holguín, 1983), Karina Mora Sánchez ( Nicaro Holguín 1985),  Ana Ivis Juan Espinosa (Camagüey, 1986),  Legna Rodríguez Iglesias (Camaguey, 1984) ,  Giraldo Segura (Ciudad de la Habana), Frank Upierre (Ciudad de la Habana),  Freddy Laffita (Guantánamo, 1971),   Wencier Pérez Ricardo (Delicias, las Tunas) y   Annaliet Fradraga (Chambas, Ciego de Ávila, 1988) entre otros.

 

La décima oral y escrita en Cuba desbordó sus manantiales en cuanto a décimas tanáticas se refiere, el tema de la muerte recurre y a pesar de que todas las sociedades han reflexionado concerniente a la muerte, su disertación obstinada es naciente. Incluso hace poco en la sabiduría occidental existía un tabú contra el estudio de una cosa tan temible y subjetiva como ella. Profusas personas piensan que el estudio del tema es delicado, pero los tanatólogos discurren que su débito beneficia a la humanidad, ya que la penetración de los problemas de la muerte puede hacer que esta experiencia sea menos sufrida.

 

Aquí la décima excede su fragor desde lo más genuino de nuestros cultivadores esos que salvan su voz de los derrumbes, porque como dijera Nicolás Guillen: Los grandes muertos son inmortales: no mueren nunca. Parece que se marchan; parece que se los llevan, que se pudren, que se deshacen. Pensamos que la última tierra que se les llena la boca va a enmudecerlos para siempre. Pero la lengua se les hincha, les crece; la lengua se les abre como una semilla bárbara y expulsa un árbol gigantesco…  

 

                                                      Guáimaro, Camaguey, Cuba, Julio de 2007.  

Odalys Leyva Rosabal

odalysleyva@pprincipe.cult.cu 
La décima tanática un camino recorrido por los poetas cubanos 

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