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Juego al que el llanto responde
Odalys Leyva Rosabal

Trasnochando. La cordura

me habló mal de las cigüeñas

Alexander Besú

Trasnochando, la cordura

me imploró su desamparo,

y fue mi risa el disparo

fugaz de la travesura.

Olvidé la quemadura

de un ángel de cara triste.

Supe que un hijo me viste

de porvenir el letargo,

y que el llanto más amargo

en mi soledad persiste.

 

 

                  II

Penumbra, ven si no adueñas

toda el agua azul al techo,

y si no bordas mi lecho

con la pupila que sueñas.

(Me hablas mal de las cigüeñas,

como madres ya sin duende.)

Penumbra, por qué pretende

tu amor mis cielos oscuros.

Por qué me agobian conjuros,

si soy la hoguera que prende

en Adán todo el diluvio

sin naufragar mis bemoles,

como un crujido de alcoholes

que mata. Soy el efluvio

tempestuoso de un Danubio

sin nombre. Vengo a gritar

esta aridez contra el mar

donde naufragan mis hijos:

¡ah, cigüeñas, qué acertijos

traen los naipes de mi azar! 

Odalys Leyva Rosabal

odalysleyva@pprincipe.cult.cu 
de su libro “Convicta de la Gloria”

Premio “Fiestas Iberoamericanas de la décima, Velasco, Holguín 2002”
(Publicado por ediciones Holguín, 2007) 

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