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El círculo del odio
por José María Leiva Leiva
Miembro de la Sociedad Literaria de Honduras

El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad. El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente autodestrucción, aunque la mayoría de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos. El odio no es justificable desde el punto de vista racional porque atenta contra la posibilidad de diálogo y construcción común. 

Es posible que las personas sientan cierta aversión sobre personas u organizaciones que a estabilidad, incluso ciertas tendencias ideológicas como el capitalismo o el socialismo. El odio es una intensa sensación de desagrado. Se puede presentar en una amplia variedad de contextos, desde el odio de los objetos inanimados o animales, al odio de uno mismo u otras personas, grupos enteros de personas, la gente en general, la existencia, o todo. Aunque no siempre, el odio a menudo se asocia con sentimientos de enojo. 

Sigmund Freud, precursor del psicoanálisis, define el odio como un estado de desequilibrio mental que desea destruir lo que cree ser la fuente de su infelicidad y que ocurre en individuos que en su niñez no recibieron suficiente amor, fueron ignorados y rechazados. Entre las enfermedades el odio es la peor por que aleja la voz del espíritu y la compresión del mundo. Nos hace sentir víctimas y tener una aversión enfermiza hacia lo que odiamos. 

Nos hace sufrir una ira irracional y un malestar constante. Es un sentimiento destructivo que atenta contra la salud física y mental. Pero puede curarse mediante psicoanálisis. En las relaciones personales y colectivas el odio es un veneno que impide la comunicación y la convivencia. En una situación de poder el que odia cree tener la razón e imponerse a como dé lugar. No siente consideración ni respeto ofuscado por pensamientos de agresividad. Vive fuera de la realidad del amor, infeliz, aislado y estresado, aunque a veces no lo parezca. 

“El odio se come nuestro sistema inmunológico: Si estamos llenos de enfado, no dormimos, mientras que las emociones positivas, como el amor o la compasión, no sólo nos traen paz sino que es bueno para nuestra salud”. Tenzin Gyatso (XIV Dalái Lama del Tíbet). “Cuando nuestro odio es demasiado vivo nos coloca por debajo de lo que odiamos”. François De La Rochefoucauld. “Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”. Víctor Hugo. “El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro”. Friedrich Nietzsche. “El hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está viejo, irreparablemente”. José Ingenieros. “El odio es la cólera de los débiles”. Alphonse Daudet. “El odio es la venganza de un cobarde intimidado”. George Bernard Shaw. “El que exige mucho de sí mismo y poco de los demás, estará libre de odio”. Confucio. “La diferencia engendra odio”. Henri Beyle Stendhal. “La violencia no es el remedio, tenemos que hacer frente al odio con el amor”. Martin Luther King. “Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia nada construyen, porque sus simientes son de odio”. José Martí. “Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor”. Jacinto Benavente. “No hay incendio como la pasión: No hay ningún mal como el odio”. Sidhartha Gautama Buda. “Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma”. Philip Gibas. “Yo conozco al pueblo: Cambia en un día. Derrocha pródigamente lo mismo su odio que su amor”. François-Marie Arouet Voltaire

Por último, cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado en ese momento. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el paso. 

Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado. Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole: “Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor”. Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos… En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor. Si tú eres de los que ingresaron en un círculo del odio, acuérdate que puedes romperlo con tolerancia, dulzura, perdón y amor. ¡Inténtalo no pierdes nada!

por José María Leiva Leiva
Miembro de la Sociedad Literaria de Honduras
Diario La Tribuna de Honduras, miércoles 23 marzo 2011 No 11287

Gentileza del Sr. Presidente de la Sociedad Literaria de Honduras, don Samuel Villeda Arita

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