Jorge Luis Borges y Susan Sontag: la escritura como metáfora hidráulica por Christian Kupchik
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Ambos han recorrido tanto los caminos de la ficción como los del ensayo. La estadounidense Susan Sontag alcanzó la celebridad con una recopilación de artículos, Contra la interpretación, y se convirtió en un emblema de la curiosidad intelectual y política de los años "60". Su producción posterior, más escéptica, incluyó trabajos sobre la enfermedad y el arte, y sobre la fotografía, acompañados por novelas y cuentos.
El argentino Jorge Luis Borges pasó en los últimos veinte años de ser un escritor leído por una selecta minoría a convertirse en blanco permanente no sólo de lectores y eruditos, sino también de los medios de comunicación.
La Feria del Libro de Buenos Aires los reunió. Ambos conversaron sobre literatura y viajes, sobre textos inéditos y publicados, sobre la teoría del acto de escribir. El poeta y periodista Christian Kupchik realizó una trascripción textual del diálogo entre ambos polígrafos, que JAQUE reproduce en exclusividad.
Susan Sontag: Quisiera contar algo... Me quedaré una semana en Buenos Aires, y naturalmente, estoy muy feliz por haber sido invitada a participar en la Feria del Libro y poder, de esta forma, conocer Argentina. Pocos días antes de viajar, recibí un llamado de un periodista americano a quien el Departamento de Estado de los EE.UU., le había solicitado que me entrevistase. El me preguntó: ¿Cómo se siente respecto a su viaje a Argentina? Le dije que estaba extremadamente feliz. Siempre había esperado con ansiedad la posibilidad de conocer Argentina; entonces, para mi sorpresa e intranquilidad, me dice: “¿por qué precisamente Argentina?”, a lo que respondí: — Porque siempre he querido conocer la tierra de Borges.
El periodista rió nerviosamente y dijo: “Sí, sí, claro, es un gran escritor, ¿pero existe alguna otra razón por la cual esté tan feliz de viajar?”. Sentí entonces que me estaba portando muy mal, y que debía ponerme seria por un momento, así que agregué: “Bueno, también quiero ir a Argentina para expresar mi admiración por el regreso del país a la democracia”. Por supuesto, siento la primera razón con mucha más fuerza, ya que Borges no solamente es un escritor conocido por todos, sino también muy admirado por otros escritores. Nos ha enseñado muchas nuevas triquiñuelas, cosa que apreciamos mucho, ya que ésos nuevos juegos que aprendimos luego los podemos poner en práctica. Quizás no sea tan fácil para Borges estar en esta posición. En una entrevista, dijo una vez algo que quisiera citar: “Me he cansado mucho de laberintos, tigres, espejos, especialmente cuando son otros los que los usan”, y luego agregó (y esta es la parte que me encantó, porque Borges sabe sacar ventaja de la desventaja): “Esa es la ventaja de tener imitadores: tanta gente está haciendo lo que yo hacía, que ya no es necesario que yo lo haga”. Entonces quisiera cederle la palabra a Borges, para que explicara qué. ha significado para él ésa influencia que ha ejercido sobre tantos escritores, aunque no sé si realmente la imagina, ya que cuando habla siempre es tan modesto respecto a su propia obra. Jorge L. Borges: No, no soy modesto, soy lúcido simplemente. Me asombra ser conocido, jamás pensé en eso. Y me llegó después de bien cumplidos los 50 años: la gente me notó y dejé de ser el hombre invisible que había sido hasta entonces. Ahora estoy acostumbrándome a ser visible, pero siempre me cuesta un esfuerzo terrible. En realidad, estoy muy asombrado de la generosidad de todos; a veces pienso que soy una especie de superstición, aunque bastante difundida ahora. Pero en cualquier momento pueden descubrir que soy un impostor. En todo caso, soy un impostor involuntario. Vamos a mantener esta ficción en la cual yo soy un buen escritor, pero ya que es un juego, juguémoslo entre todos, siempre que no lo tomemos demasiado en serio.
S.S.: Una de las cosas que amo en Ud. como figura literaria...
S.S.: (Riendo) Bien, lo que quería decir es que usted está ansioso por
darse a la admiración.
S.S.: A menudo habla con admiración de otros escritores, sobre todo de
los escritores del pasado.
S.S.: Pero en un principio usted estaba interesado en la literatura
inglesa. Yo he perdido mi vista en el año ‘55, y desde entonces me dedico más a releer que a leer. La relectura es una actividad que considero muy importante, ya que uno renueva el texto: el libro y uno, ya no somos lo mismo en el momento de la relectura. Como dijo Heráclito: “Nadie baja dos veces al mismo río”. El río fluye, y Heráclito también fluye, y yo soy ese viejo Heráclito bajando no a ese mismo río, sino a otro, agradeciendo la frescura de esas aguas.
S.S.: Nadie desciende dos veces al mismo libro.
S.S.: La actitud que Ud. expresa y que yo comparto absolutamente, ya no
es tan común, dado que mucha gente lo que ansia es la originalidad.
Predilecciones en la isla.
S.S.: ¿Hay alguna otra literatura, aparte de la inglesa y la americana,
que le interesen?
S.S.: Si yo estuviera en una isla desierta no llevaría precisamente la
Historia de la filosofía de Bertrand Russell, ya que pienso que es una
historia filosófica muy superficial.
S.S.: (Riendo) Bueno, si pienso que usted la ve como una obra de
ficción...
S.S.: Pensé que diría eso...
S.S.: Pienso que llevaría el Rogers Treassure’ s...
S.S.: ¿Qué tipo de literatura le gustaría hacer ahora?
S.S.: A usted siempre le han gustado más las formas cortas que las
largas.
S.S.: Pero existe algo así como una historia larga, eso que llamamos
novela.
S.S.: Una de las cosas más sorprendentes es nuestro interés común por la
literatura japonesa.
S.S.: Una de las cosas que me interesan de la literatura japonesa es su
pasión por la miniaturización. Sobre la gran campana de bronce
se ha posado una mariposa. efímera, mariposa: basta con ese contraste, ambas cosas no se comparan.
S.S.: Lo que Ud. diría es que la acción de una metáfora sería prolongar
algo más allá de un instante. S.S.: Quizás lo que más me atrae de la literatura japonesa es una forma muy particular, que parece muy moderna y sin embargo es muy antigua; consiste en un libro hecho por notas tomadas en distintas épocas. Pienso que todo escritor está buscando siempre una forma ideal, especialmente escritores como Borges o como yo, que siempre intentamos formas distintas expresando una continua insatisfacción por la fórmula única. La forma ideal en mi imaginación sería aquella en la cual podría poner todo: cada día, al sentarme a escribir lo que necesitase, todas las palabras se amoldarían a esta forma única. Pensemos que sólo tenemos libros de notas o apuntes en la literatura occidental realizados en los últimos cien años, en tanto que el ejemplo japonés más conocido data del siglo XI. ¿Usted alguna vez tuvo interés en llevar un libro de apuntes?
J.L.B.: No, soy demasiado haragán para ese género. Escribir todos los
días no puedo, cada día soy más haragán... J.L.B.: Bueno, todo lo qué yo publico, por imperfecto que parezca, presupone diez o quince borradores, anteriores. Yo no puedo escribir sin borradores y en la última versión, agrego un descuido evidente para que todo parezca espontáneo.
Una extraña vocación
S.S.: La mayoría de los escritores
están siempre quejándose de cuán difícil es escribir.
S.S.: Está muy claro que Borges es una excepción. Ud. siempre comunica
en primer lugar ese amor generoso por la literatura, y también evoca
constantemente el placer del principio, cuando habla tanto de la
escritura como de la lectura. Pienso que es un correctivo fantástico
para la tremenda autocompasión de tantos escritores. Creo que ser
escritor es una vocación muy rara, muy extraña. Casi todos los
escritores que conozco, y me incluyo, sabían desde muy temprana edad que
querían serlo.
S.S.: ¿Imaginó alguna vez los libros que iría a publicar?
S.S.: ¿Cree Ud. que pudo haber sido un escritor como Emily Dickinson, que
no publicó en vida?
S.S.: Una vez le preguntaron a Valéry cómo sabía cuándo se terminaba un
poema, y contestó: “Bueno, cuando viene el editor y se lo lleva".
S.S.: Yo también siento que me gustaría volver a escribir casi
absolutamente todo lo que he escrito...
S.S.: (Riendo) Cuando releo lo que he escrito (trato de hacerlo lo menos
posible, pero a veces me veo obligada) siempre me siento muy deprimida,
o porque creo que es malísimo y me hace mal que exista o porque pienso
que es muy bueno y que nunca más podré escribir algo como eso. Pero no
soy tan fuerte como Ud., ya que no puedo imaginarme escribir sin
publicar: para mí la publicación es una forma de deshacerme de aquello
que me obsesionaba. Todo el proceso de la escritura está en función de
una metáfora hidráulica en la cual yo tengo que mantener los caños
destapados, y si lo produzco, me tengo que deshacer del libro, y la
única forma de lograrlo es publicando.
La Sociedad Secreta
S.S.: Pero parece ser que es a la propia obra a la que uno no puede
acceder como a la obra de otro. La gente siempre me pregunta: “¿Cómo
distingo yo entre literatura y otros libros?”, ya que por supuesto, la
mayoría de lo que
aparece en forma de libro no es literatura, sino “productos” en forma de
libros. Pienso que la definición más simple de qué es la literatura,
está dada por la necesidad de relectura que el libro en cuestión puede
suscitar. Luego se transforma en una especie de familia del discurso, en
la cual uno pasa a formar parte del mismo. |
por Christian Kupchik
"Jaque" Revista Semanario - Año II Nº
79
Montevideo, del 21 al 28 de junio de 1985
Jorge Luis Borges en Letras Uruguay
Susan Sontag en Letras Uruguay
Christian Kupchik en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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