Un maestro del cuento norteamericano contemporáneo |
Tobías
Wolff y el realismo sucio norteamericano |
A
Jerome D. Salinger, recientemente fallecido, autor de una obra de culto: El
guardián en el centeno, se le reputa como uno de los
inspiradores de esa escuela de la narrativa norteamericana que se conoce
como dirty realism, el realismo
sucio. Con
nombres tan relevantes como Raymond Carver, John Cheever (Biblioteca
Digital 21),
Chuck Palahniuk, Richard Ford, Tobias Wolff, Charles Bukowski, y John
Fante, el realismo sucio es sin dudas la escuela narrativa de mayor vigor
y relevancia en las letras norteamericanas contemporáneas. Sus autores,
sobre todo los ya nombrados: Carver, Cheever, Ford, Palahniuk y Wolff son
indudables maestros, autores de cuentos y novelas capitales, de una maestría
singular, capaces de diseccionar vidas agobiadas por la rutina enajenante,
consumidas en actividades sin sentido, estandarizadas y programadas, que
no saben cómo escapar al conformismo y a la mediocridad. Son
los cronistas de esa capa social: la clase media norteamericana, estancada
en ritos y valores caducos en un mundo que se les desploma a ojos vista,
sin que sepan qué hacer, cómo sobrevivir al naufragio. |
Idiotizada
por el alcohol, por ese trago en que se refugia para aturdirse y
sobrellevar el resto del día, embaucada en rituales urbanos vacíos, ven
cómo las expectativas y fantasías de la juventud terminan por colapsar
en un mundo en que el guión manoseado y resabido es el mismo: conformarse
con una posición, resignarse a la medianía, soñar con una pensión y
con que, algún día, amparado en el cheque de retiro, se podrá hacer
aquello tan valioso e importante, aquello para lo que se ha nacido. Pero
muchos no llegan al cheque de retiro. Y otros arriban tan achacosos, tan
enfermos, tan desconsoladamente impotentes, que añoran la vieja rutina,
los viejos horarios, la antigua ruta. Se sienten descartados,
repentinamente inútiles, innecesarios. Ven que perdieron sus vidas en
nada. Sólo la muerte les liberará de su carga. Registrar
implacablemente esa tragedia individual, retratar esa inanidad, ese vacío,
ese vivir que se sabe ajeno a uno, es la tarea que autores como Tobias
Wolff acometieron. A nivel estilístico,
el realismo sucio de Tobias Wolf y demás (recordemos que Wolff fue amigo
cercanísimo de Raymond Carver, uno de los íconos de dicha corriente) es
minimalista. Es parco en adjetivos y adverbios. Busca revelar por la acción
y la descripción sobria el carácter y la trama. Los
autores emblemáticos de esta escuela exploran el lenguaje de la calle;
el tono desconsolado, escéptico, resignado, de los individuos;
la procacidad, las imprecaciones, las descaradas blasfemias, ese
hervor ácido y agresivo que bulle en las palabras, que transmite la
violencia interior, las fuertes emociones destructivas que subyacen bajo
la aparentemente tranquila fisonomía exterior, bajo los comportamientos
educados y formales, aunque pintorescas, escandalosas, no constituyen la
esencia de esa escuela. Autores como Bukowski, con su predilección por
temas y lenguaje de contenido altamente sexualizado, casi un echarnos en
cara, desafiarnos, nos pueden escandalizar hasta el rechazo. Pero Bukowski
es un provocador y por ello no el modelo de esta escuela. Los cuatro
autores fundamentales del realismo sucio son Raymond Carver, John Cheever,
Richard Ford y Tobias Wolff, aún más que el mismo Bukowski. Los
personajes de los cuentos de Wolff, al igual que los personajes de Ford,
Cheever y Carver son anodinos, seres comunes y corrientes que realizan mecánicamente
los ritos cotidianos, perdedores consuetudinarios: van a sus empleos, se
desempeñan con mediana eficacia en sus tareas, ajustan sus vidas y
expectativas a sus salarios y, al final del día, la cerveza, la televisión,
el juego o el cotilleo les completan
el día. Las
vidas grises de dichos personajes, sus minúsculas tragedias y dramas, los
acontecimientos normales que, sin embargo, introducen pequeñas epifanías
del absurdo vital en aquellos seres condenados a la nada, son
escrupulosamente expuestas por los autores de esta escuela literaria en
cuentos y novelas obligados, por la pobreza de los acontecimientos, a
fundar la amenidad, el interés y el embrujo no en la anécdota o la
trama, sino en la penetración psicológica y en la meticulosa elucidación
del infierno en que aquellas almas, sin saber, ya viven. Aplastados
por la desesperanza, condenados a la insulsez vital, en los cuentos y
novelas de Wolff, Carver, Cheever, Ford y Bukowski no hay héroes; podrían,
como Kafka, nombrar a sus personajes con una inicial: han perdido
identidad e individualidad, son simples piezas de un engranaje social
que les excede y controla. La economía verbal, la renuncia implícita
a recursos intensamente empleados en la narración, la explicitación de
la tragedia que subyace en la cotidianidad, en esas vidas vacías y
carentes de sentido que llevan personas que renunciaron a ser con tal de
asegurarse un puesto de trabajo, un salario y una pensión futura a la que
muchos no llegan: el cáncer, el infarto, el accidente cerebro-vascular
llegan antes, todo nos muestra un mundo insoportable en su
“normalidad”, un infierno secreto. Disfrutemos
a Tobias Wolff, maestro del cuento norteamericano contemporáneo: cronista
del naufragio de seres que soñaron ser distintos a estos atribulados
personajes que deambulan, sufrientes, por sus páginas.
El
libro en
www.scribd.com
Si
deseas bajar el libro vía www.scribd.com
, simplemente clickea en el siguiente link: http://www.scribd.com/doc/34340728/CINCO-CUENTOS-POR-TOBIAS-WOLFF |
Aquiles
Julián
biblioteca.digital.aj4@gmail.com
Gentileza del blog de Aquiles Julián http://elblogdeaquilesjulian.blogspot.com/
Ir a índice de América |
Ir a índice de Julián, Aquiles |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |