Confesiones de Gertrudis Glauben de Cristina Pizarro. Sebastián Jorgi |
Aborda la cotidiana
atrocidad de nuestros días a través de un bosque – mirada. Al tiempo
que con sutil arte poética vislumbra el
paraíso recobrado. Como mero lector trato de asumir traslaciones de
tu poética, asir imágenes ante tus desdoblamientos, tan íntimos como
herméticos, el cómo morir / de la muerte de
uno mismo o refugiarme contigo en esos huecos
tibios. Este asunto del desdoblamiento podría ser una argucia ¿ o un
mecanismo de defensa ? palpé las
huellas de mi sed / en otras huellas. Multivalencias de espacios:
firmes o incendiados, acaso en los perros
atropellados o en las
heladas que aroman el camino. Trayecto andado, vida transmutada en
poiesis que se deshace en la arena. Una combustión a lo
bonzo en esas crepitaciones que
podrían alcanzar a la Dama de
Mimbre…y aquí me detengo: ¿
mimbre, como resiliencia-recuerdo como metáfora de ese
bosque de abedules ? ¿En
la esperanza de encontrar algún espacio
desolado y convertirse en la
mujer de fuego ? La contemplación de la
lejanía –leitmotiv si se
quiere tradicional en los poetas – y ese mar de gaviotas en medio del silencio,
en un estadio de
soledad-vigilia de cuerpo y
alma van anticipando cuadros y visiones en un Alma y sexo, dualidad
del Ser, reformulan categorías ontológicas –siempre en el
acaso-tiempo, frente al límite de los presagios :
¿ Dime noble Sí, eres valle, querida Cristina Pizarro, personificación inteligente
la tuya de un paraje natural y aunque con el Ser vacilante, estás
apostada en el límite del lenguaje y
te imagino buscando la ciénaga blanca como paraíso final y purificante. Te felicito. Ex cordis. |
Sebastián Jorgi
Caballito, 14 de enero de 2006
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