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Entrevista a Josefina Toledo Benedit.
La ponceña Inocencia Martínez Santaella.
Periodista: Alejandro Jiménez Schroeder (periódico Lapislázuli de Bogotá)

 
 

Después de varios aplazamientos tengo a Josefina Toledo Benedit ante mí, dispuesta a responder a mis preguntas. Mientras saboreamos el café recién colado, que en su casa siempre es puertorriqueño,  excusa las dilaciones en atenderme argumentando que tiene mucho trabajo.  Doctora en Ciencias Históricas e Investigadora Titular Jubilada del Centro de Estudios Martianos, es ahora Profesora Titular de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, y Profesora del Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana.

Periodista:  ---Me decías que también escribes en estos momentos una novela ¿Cómo logras hacer tantas cosas al mismo tiempo?

J.T.B.: ---Para mí escribir es una necesidad. El tiempo es finito y hay que aprovecharlo mientras podamos. La docencia es una labor útil y  gratificante, y como investigadora jubilada trabajo con entera libertad los temas que me interesan.

Periodista: ---Los personajes históricos femeninos han sido una constante en tu labor de investigación ¿te lo has propuesto así, como plan, o ha sido una suerte de coincidencia?

Dra. Josefina Toledo Benedit

J.T.B.: ---El tema femenino me brota tanto en la narrativa como en la investigación histórica, de manera consciente. Me ha llevado al estudio de figuras femeninas por las que he sentido especial empatía. La aproximación que he pretendido hacer en los estudios biográficos que he publicado[1] es siempre integral: el pensamiento de la mujer estudiada, su contexto de época,  familiar, humano, su espiritualidad. Para mí cada personaje es muchísimo más que las fichas de contenido que elaboramos en los archivos; es una persona que vivió y actuó, con una psiquis y una personalidad irrepetibles; con virtudes, defectos, incoherencias y pasiones. Siempre digo que no escribo hagiografías.

Periodista: ---¿De las figuras femeninas que has estudiado cuál te ha resultado más difícil de abordar o quizá más compleja?

J.T.B.: ---Todas tienen matices y grados diferentes de complejidad, lo cual, precisamente, las hace históricamente atractivas. Pero si me pides una definición, te diría que Inocencia Martínez Santaella ha sido la más desconcertante. Ella es (en presente) desconcertante, transgresora y, al mismo tiempo,  casi ingenua.

Periodista: ---¿Cómo llegas a interesarte por esta figura femenina? ¿Cómo la "descubres"?

J.T.B.:  ---Fue mi inolvidable profesor y amigo Gonzalo de Quesada y Miranda, hijo de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Secretario del Partido Revolucionario Cubano y secretario personal de José Martí, quien primero me habló de ella. Y no me habló muy bien, que digamos. Gonzalo decía, con sus ojillos miopes y llenos de malicia, que Inocencia Martínez Santaella --a quien conoció y trató durante muchos años-- no “tenía nada de Inocencia, y mucho menos era Santa ella”, parafraseando sus patronímicos. Tomé nota de todo lo que me dijo, y las conservé. Yo fui su alumna en los cursos que impartía en la Fragua Martiana. También estudiaba Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Letras y de Artes de la Universidad de La Habana. Soy filóloga de profesión. Nunca he sido estudiante de Historia

Inocencia Martínez Santaella

Periodista: ---Sin embargo, la parte más reconocida de tu obra publicada es como historiadora, y alcanzaste el Grado Científico de Doctora en Ciencias Históricas.

J.T.B.: ---Así es. La investigación histórica de los hechos y las personalidades por las que me he sentido motivada me proporciona un gran placer.

Periodista: ---Sígueme contando de tu aprendizaje con Gonzalo de Quesada y Miranda para llegar a los descendientes de Inocencia Martínez Santaella.

J.T.B.: ---No aporto ninguna novedad si te digo que mi querido profesor y amigo era considerado por muchos como referencia ineludible para el conocimiento de la vida y la obra de José Martí.  También sabemos que Gonzalo era un tanto liberal en sus juicios sobre algunas personalidades cercanas al Maestro. Gonzalo de Quesada y Miranda me indicó la forma de llegar al hijo y a los nietos de Inocencia Martínez Santaella, y me proporcionó la dirección de su última vivienda en La Habana, no lejos, por cierto, de donde yo vivía. Ella murió el 17 de junio de 1957, con plena lucidez, a los 91 años de edad.

Periodista: ---Tuvo una larga vida...

J.T.B: ---Sí, y pienso que acaso hubiera podido vivir unos años más de no haber sido por su inalterable costumbre de tomar una taza de chocolate con galleticas y mantequilla antes de dormir...

Periodista: ---¿Con 90 años?!  ¿Cómo su hijo y sus nietos se lo permitían?

J.T.B.:  ---No "conoces" a Inocencia. Te aseguro que nunca nadie pudo prohibirle absolutamente nada a Inocencia Martínez Santaella. Guardé  los datos que me proporcionó Gonzalo, y pocos años después,  no me fue difícil localizar a su nieto Mario "Mayito" Figueroa González, en el año 75 ó 76 del pasado siglo. Su padre, Mario Figueroa Martínez, hijo único de Inocencia, ya había fallecido. Pude hablar con viejos arquitectos e ingenieros que lo recordaban gratamente en la Junta Directiva del Colegio de Ingenieros y Arquitectos, en su sede de la calle Infanta. Localicé telefónicamente a Mayito, y le hablé de mi interés histórico en la figura de su abuela.

Periodista: ---¿El nieto de Inocencia Martínez Santaella sabía de la trayectoria de su abuela como presidenta de un club femenino del Partido Revolucionario Cubano?

J.T.B.: ---Sabía de la veneración de Inocencia por la figura de Martí; pero nada más. Mayito no parecía tener demasiado interés por la Historia. Mario "Mayito" Figueroa González, como su padre, había estudiado ingeniería, y poseía especializaciones en economía, planificación y administración pública; era un hombre de ciencias técnicas. Por teléfono le hablé de mi interés en su abuela y, espontáneamente me invitó a visitarlo en su apartamento del Reparto Nuevo Vedado.  Sin pensar en riesgos potenciales fui a visitarlo. Después él me visitó varias veces en mi casa del Casino Deportivo.  Mayito y yo establecimos una muy estrecha relación de trabajo, de confianza mutua y amistad. Nos comunicábamos por teléfono y, preferentemente, tomábamos café en mi casa.  Algunas veces fui a buscarlo a su centro de trabajo, la antigua Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), para venir juntos a mi casa, o ir a conversar en su apartamento.

Periodista: ---¿Te invitó alguna vez al piso de la oficina de Juceplán donde él trabajaba?

J.T.B.: ---Nunca. Yo llegaba al vestíbulo de JUCEPLAN, me dirigía a la recepción y pedía que le avisaran al compañero Mario Figueroa González. La persona de la recepción me preguntaba si estaba citada, pues debía llamar a la persona para que me autorizara a subir, con un Pase y después bajar con el Pase firmado. Yo le reiteraba a esa persona que, lo único que quería era que le avisara. Nunca dije para qué quería ver al compañero, ni ofrecí datos sobre mi identidad. No me importaba en lo más mínimo lo que esa persona quisiera pensar de mi interés. Cuando finalmente Mayito era avisado de mi presencia, aparecía tras abrirse la portezuela del elevador, nos saludábamos con un beso en la mejilla, como buenos amigos, y partíamos hacia la parada de guaguas. Nunca subí a su oficina. Nunca vi a su jefe ni a sus compañeros de trabajo. Me contó que su mejor amigo en aquel colectivo era un nieto de Máximo Gómez, muy buena persona, llamado Pedro Máximo Vargas Gómez. Me habría gustado conocer al nieto del Generalísimo; pero Mayito no propició ese encuentro.  En uno de nuestros primeros intercambios, caminando hacia la parada de la guagua, me hizo saber que él no se sentía identificado con su jefe inmediato, a quien consideraba un extremista. "Yo tampoco con el mío, y por las mismas razones", le respondí, y recuerdo aún nuestras sonrisas resignadas. "Dios nos ampare". Sentirnos así, en esos años 70, también nos sirvió para identificarnos más.

Periodista: ---¿Dónde trabajabas en esos años 70?

J.T.B.:  ---Yo trabajaba entonces en la Sala Martí de la Biblioteca Nacional José Martí y, terminadas nuestras respectivas jornadas laborales, nos era cómodo encontrarnos en el vestíbulo de la JUCEPLAN, para entonces dedicarnos a hacer el trabajo que nos interesaba: la biografía de su abuela. Como te decía, Mayito no tuvo predilección por la Historia, pero sí le interesaba mucho desentrañar todos los aspectos de la fuerte personalidad de su abuela. Ese interés común nos unió filialmente hasta el final de su vida. Siempre recordaré la tarde en que Mayito, el nieto de Inocencia Martínez, entró a su cuarto y regresó con unos rollos de papeles dentro de una bolsa de nylon, los puso en mi regazo y me dijo con toda naturalidad: "ahí tienes todos los papeles de mi abuela, los he conservado por su memoria porque a la verdad, me van a llenar el apartamento de polillas. LLévatelos y revísalos con calma en tu casa, después me los devuelves cuando quieras". Mayito era una persona muy noble y desinteresada.

Periodista: ---¿Y qué contenían esos papeles de Inocencia? ¿Te aportaron realmente elementos importantes para tu investigación?

J.T.B.: ---Allí mismo, en su apartamento, empecé a desatar con mucho cuidado unas cintas de seda azul celeste, muy descoloridas por el tiempo; cintas atadas a aquellos papeles por las manos de Inocencia. Mira, eran documentos tan importantes que casi me infarto cuando desenrollé uno de aquellos pliegos y reconocí la letra de José Martí, y el papel timbrado del Partido Revolucionario Cubano. Tenía sobre mi regazo el tesoro histórico amorosamente conservado por ella: dos cartas inéditas de José Martí a Inocencia Martínez, de 29 de mayo de 1891 y 24 de abril de 1893 respectivamente. No son cartas de amor, sino cartas en que Martí alienta a Inocencia para que no abandone la presidencia del Club Mercedes Varona, a pesar de que -cito textualmente a Martí- "Hay mucha maldad en el mundo y mucho obstáculo a la libertad verdadera". Las cartas de Martí no se dirigen de forma personal a Inocencia. Una está dirigida a la "Sra. I. de Figueroa", y la otra a la "Sra. Presidenta del Club Mercedes Varona".

Periodista: ---Es muy válida esa aclaración, incluso la carta dirigida a "Sra. I. de Figueroa" aparece fotocopiada como parte de la ilustración de la portada de tu libro.

J.T.B.: ---Así es. Entre los documentos de su abuela que Mayito puso en mi regazo estaba también una carta inédita de Ramón Emeterio Betances, Delegado del Partido Revolucionario Cubano en París, y Padre de la Patria Puertorriqueña, fechada el 20 de diciembre de 1897. Dos cartas inéditas de Juan Gualberto Gómez, fechadas el 25 de junio de 1898 y el 1ro. de julio de 1898. Cuatro pliegos manuscritos del Acta de reorganización del Club Mercedes Varona, fundado por Inocencia Martínez, de fecha 17 de enero de 1896. Bono de cotización del Partido Revolucionario Cubano a nombre del Club Mercedes Varona, por valor de sesenta pesos, fechado el 21 de marzo de 1895. Bono a nombre del Club Hermanas de Ríus Rivera, por valor de doscientos pesos, fechado en abril de 1897, ambos con la firma de Benjamín Guerra, tesorero del Partido Revolucionario Cubano. Carta inédita de Tomás Estrada Palma, fechada en febrero de 1896.  Otro de los documentos que encontré fue su licencia de conducción, su cartera dactilar, emitida por el municipio de La Habana, con fecha 13 de mayo de 1921. En el espacio que dejaba el modelo del documento para consignar la edad, Inocencia escribe "treinta y nueve años". Ella nació en 1866, de modo que en 1921 tenía 55 años. Es una ingenuidad de su parte, porque el documento exigía la foto de carnet del solicitante y su cara no es la de una mujer de 39 años. Mi biografiada estaba rebajando 16 años de su edad real. Creo que exageró, ¿no crees?

Periodista: ---Sí, muchas de nosotras preferimos no declarar nuestros años, y hacemos lo posible por mantener una presencia agradable; pero de veras que Inocencia exageró. Todos esos documentos aparecen transcriptos y fotocopiados en tu libro de biografía sobre Sotero Figueroa, donde incluyes como anexo la Síntesis biográfica de Inocencia Martínez.  Bien, Josefina, ¿puedes decirme brevemente cuáles son los aspectos que consideras más relevantes en la vida de esta mujer? ¿Por qué la calificas como transgresora y desconcertante?

J.T.B.: ---Son varias las transgresiones que, de acuerdo con la época, ella asume. Acabo de ampliar la Síntesis biográfica sobre Inocencia, con todos los datos que poseo. Ella nació en Ponce, Puerto Rico, en 1866, hija de español y  criolla descendiente de españoles. A los 23 años decide casarse con el mulato boricua Sotero Figueroa Fernández, colaborador de José Martí y editor del periódico Patria, vocero del Partido Revolucionario Cubano. Ella funda el primer club femenino del Partido fundado por el Maestro, y en sus filas la mujer antillana logra ejercer su derecho al sufragio por primera vez en la historia.  Por razones de su actividad revolucionaria, conoce personalmente a José Martí, quien visitaba con frecuencia el hogar del matrimonio constituido por Sotero e Inocencia. El hogar de la pareja de emigrados revolucionarios puertorriqueños era contiguo al taller de la Imprenta América, propiedad de Figueroa,  donde se  publicaba el periódico Patria, en Nueva York. Inocencia quedó fascinada por el verbo martiano, que fortaleció su identificación con el ideal revolucionario de independencia para Cuba y Puerto Rico. La prédica martiana sustentada en el amor y el sacrificio por la patria, hizo que su admiración por el Maestro creciera en ferviente devoción, que su espíritu apasionado hizo que todos confundieran con el amor al hombre. Debo decirte que ella alimentó cuidadosamente sus amorosas fantasías, que la llevaron al lógico deterioro de su relación matrimonial con Sotero Figueroa, y a situaciones a veces desagradables con algunos sectores de los emigrados cubanos y puertorriqueños en Nueva York.

Periodista: ---En tu Síntesis biográfica de Inocencia Martínez Santaella, y ahora en su biografía, aún inédita, que amablemente me has permitido leer, te refieres a una muda de ropa de José Martí que ella conservaba en una caja  con especias, ¿cuál consideras que pudo haber sido el origen de esa ropa? 

J.T.B.: ---La existencia del cajón de cartón con las prendas de vestir me fue corroborada por Gonzalo de Quesada y Miranda, y por los dos nietos de Inocencia: Mayito y también Rolando Figueroa González, el nieto mayor, quien vivía en Estados Unidos de Norteamérica desde la década de los años 60. He mantenido correspondencia con Rolando, quien me visitó hace algunos años, en  uno de sus viajes a La Habana. No dudo de su existencia, lo que no implica asumir que José Martí se cambiara de ropa alguna vez en la casa de Figueroa. Sí pudo haberlo hecho en los propios talleres de la Imprenta América, contiguos al hogar del matrimonio boricua. El equipo de trabajo de Sotero Figueroa permanecía muchas veces en la imprenta hasta altas horas de la noche para que Patria pudiera salir en el tiempo previsto y, una vez salido de las prensas, ellos mismos llevaban los bultos de periódicos a los lugares convenidos para que circulara; muchas veces cubiertos con capuchas de hule bajo las nevadas neoyorkinas. Es posible que José Martí haya tenido necesidad de cambiarse de ropa después de alguna de aquellas agotadoras jornadas, y que la esposa de Figueroa decidiera conservarla. Es una hipótesis. Inocencia también conservaba las tazas y las cucharillas en las que ella servía a Martí chocolate con crema.

Periodista: ---Me parece muy razonable tu hipótesis; en los talleres tanto los operarios como quienes controlan los procesos de producción se cambian de ropa cuando terminan su jornada. ¿Y qué hiciste después con todos los valiosos documentos que te entregó Mayito Figueroa?

J.T.B.: ---Les saqué fotocopias a todos y le sugerí a Mayito que debía entregarlos en la Oficina de asuntos históricos del Consejo de Estado, y así lo hizo. Le recomendé prudente discreción, pero de algún modo él lo comentó en su centro de trabajo y algunos quisieron sacar provecho, notoriedad, o acaso  algún dinero de lo que suponían que debía pedir Mayito por los documentos que hasta entonces desconocían. Creo que se le trató de convencer de que su difunto padre era realmente hijo de Martí, y que, en consecuencia,  él era nieto del Apóstol. Al parecer su jefe inmediato le informó del hallazgo a todos sus superiores.  Mayito bebía bastante en aquella etapa final de su vida; estaba muy deprimido, enfermo, y se acogió a las licencias médicas porque todavía no tenía la edad requerida para su jubilación. Su hermano Rolando le enviaba alguna ayuda económica. A pesar de los intentos de manipulación de quienes lo incitaban a pedir dinero por el "tesoro histórico" de las cartas inéditas de Martí a su abuela, tengo la impresión de que su jefe inmediato lo siguió extorsionando laboralmente con el criterio de que a veces llegaba tarde y medio borracho a su trabajo; aunque era de los mejores especialistas en su esfera. Mayito se sintió asqueado del entorno en que debía desarrollar su actividad laboral. Tuvo la franqueza de reiterármelo mucho antes de que comenzaran sus crisis, sentado en la sala de mi casa. De nuevo procuré darle ánimos, diciéndole que mi situación laboral en la Sala Martí de la Biblioteca Nacional tampoco era buena. "Sí, Josefina, mal de muchos consuelo de tontos". Y se me ocurrió que su respuesta evocaba el carácter o la forma de pensar de su abuela. Me callé y me sonreí.

Mario (Mayito) Figueroa González, el nieto de Inocencia Martínez Santaella, entregó, sin pedir nada a cambio, todos los documentos originales que conservaba su abuela en la Oficina de asuntos históricos del Consejo de Estado, que entonces dirigía la inolvidable heroína Celia Sánchez.  Nadie le exigió a Mayito que entregara sus documentos. Y a mí, nadie nunca me ha ordenado que me retire o permanezca en el desarrollo de una investigación. Nadie nunca me ha ordenado con quién o quienes debo o no reunirme. Si me permites una afirmación rotunda y muy "académica" de mi barrio natal de Los Sitios, puedes escribir en tu entrevista que yo nunca he aceptado órdenes superiores de nadie. Hago lo que me da mi realísima gana, sin ofender ni dañar a los demás; ese es el límite. El único Superior es Dios. Por supuesto, me he buscado no pocos problemas; pero he vivido en paz con mi conciencia.

Periodista: ---Sabes que ahora comprendo mejor tu raigal identificación con la personalidad de Inocencia Martínez; creo que tanto ella como tú son personalidades fuertes... y un tanto conflictivas... si no te ofendes.

J.T.B.: ---Decía siempre mi abuela que "la verdad no ofende".

Periodista: ---Pues qué bueno que te ha hecho gracia mi ocurrencia! ¿Pudieras decirme, si lo sabes, qué pasó después con aquellos dirigentes tan celosos de su autoridad, tan confiables en sus respectivos niveles superiores y, al parecer, tan deshumanizados y  extremistas?

J.T.B.: ---Poco tiempo después aquellos celosos jefes de la disciplina laboral, aquellos defensores acérrimos de los principios revolucionarios, o de sus empoderamientos transitorios,  emigraron del país. Algunos se han dedicado a hilvanar historias infelices para pretender dañar la imagen del Apóstol de la independencia de Cuba. Muchas historias amorosas que se han tejido en torno suyo, no pasan de la especulación, y no hacen más que ratificarnos la grandeza del ser humano que fue José Martí. En última instancia, pienso que no deberíamos soslayar en el futuro las pruebas de ADN, cuyos resultados, en cualquier dirección, nos ratificarán lo mismo que él dijo de Emerson: "en él fue enteramente digno el ser humano".  Desposado con la Patria, con su anillo nupcial de hierro, siempre en busca del Bien de su Amada, por encima de su "corazón que lleva roto el ancla fiel del hogar", por encima del trato directo con algunos hombres, y de conocerlos en sus mezquindades, por encima de su cuerpo endeble, lastimado, y vivo solamente para entregarlo a la Amada, porque "sé desaparecer".  Pero nunca desaparecerá su pensamiento.

Mario "Mayito" Figueroa González, el borracho, el conflictivo, el que a veces rompía el esquema de la disciplina laboral, al que le hicieron la vida difícil en su centro de trabajo, murió aquí. Su antiguo, disciplinado, recto y exigente jefe emigró. Un sabio pensador ha dicho: "rasgad la piel de un extremista y encontraréis un oportunista".

Periodista: ---Muchas gracias, Josefina.

Nota:

[1] Síntesis biográfica de Inocencia Martínez Santaella. Anexo en Sotero Figueroa. Editor de Patria. (Premio Biografía. Concurso 26 de Julio). Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1985,  p. 119 y passim. Síntesis biográfica de Mercedes Varona. Anexo en Sotero Figueroa. Editor de Patria. Op. Cit., p. 152 y passim. 

Lola Rodríguez de Tió. Ed. Ateneo Puertorriqueño, San Juan de Puerto Rico, 2002, Primera edición.  Ediciones UNIÓN, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, La Habana, 2007, Segunda edición.

La madre negra de Martí (Biografía de Paulina Pedroso). Premio 26 de Julio. Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2009 (reimpreso en 2012).

Marta Abreu Arencibia. El amor como energía creadora. Premio del Obispado de  Santa Clara. En proceso editorial.

Alejandro Jiménez Schroeder
(periódico Lapislázuli de Bogotá)

Publicado, originalmente, en la web del periódico Lapislázuli, de Bogotá - http://www.periodicolapislazuli.com/    

 

Link: http://www.periodicolapislazuli.com/Conversaciones-2013=JOSEFINA-TOLEDO.html   

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 14 de agosto de 2014


Autorizado  por la Dra.
Josefina Toledo Benedit

 

 

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