Categorías político-biológicas en La casa de los espíritus

ensayo de Isidro Luis Jiménez

isidroluis772@hotmail.com

University of Arizona, Tucson. EE.UU.

Resumen. En el artículo apunto una línea de interpretación de la La Casa de los Espíritus de Isabel Allende en la que fundo las relaciones biológicas de personajes y de las categorías políticas representadas por ellos, analizando también su naturaleza.

Palabras clave: Isabel Allende; La Casa de los Espíritus; categorías político-biológicas.

[en] Political-biological categories in La Casa de los Espíritus

Abstract. In this article I carry out a line of interpretation of Isabel Allende's La Casa de los Espíritus that fuses the biological relations of both characters and the political categories represented by them; I also analyze these relations.

Keywords: Isabel Allende; La Casa de los Espíritus; Political-biological Categories.

La Casa de los Espíritus es una obra con un gran contenido histórico y político. Acontecimientos como la presidencia de Salvador Allende o los primeros momentos de la dictadura, narrados en la novela, se superponen a la trama principal y la política chilena de gran parte del siglo XX aparece de forma explícita en gran parte de la novela. Tomando las dos principales generaciones políticas que aparecen en la novela (que corresponderían a grandes rasgos con el Chile de comienzos de siglo XX y con el Chile de comienzos de los setenta), existe entre las mismas una clara relación que en la novela de Allende es presentada haciendo que los citados personajes desciendan o sean antecesores de otros, independientemente de que haya personajes tomados como representantes de una determinada corriente política de la primera generación (como Estaban Trueba) que perviven en la trama hasta alcanzar el tiempo de la segunda, coexistiendo con la misma. Las dos generaciones y sus distintas corrientes políticas responden así a un modelo de género plotiniano-darwiniano, como ha sido delineado por Gustavo Bueno[1] (2004: 335). Es decir, las primeras generaciones moldean biológica y políticamente a las posteriores en la novela, y éstas no puede ser entendidas sin aquéllas puesto que su origen es posterior aunque en un momento determinado ambas puedan coexistir de forma independiente. Dicho concepto es a la vez básico y sumamente clarificador en el análisis que realizo en el artículo. La delimitación de las categorías políticas tratadas en el artículo también se ciñe de forma muy general al esquema diseñado por Gustavo Bueno (2004), tomando tres de las subcategorías políticas identificadas en el artículo y la delimitación derecha/izquierda (siempre porosa y de difícil concreción) del análisis realizado de su evolución histórica. Sobre todo y renunciando a cualquier otro análisis politológico, manejo en el artículo dos categorías (“izquierda” y “derecha”) por parecerme obvia la separación maniquea de la autora entre una esfera de las “izquierdas” y otra de las “derechas”, contrapuestas entre sí de modo inexorable y dotadas de muy distintas características, como trataré; a partir de esta primera distinción también identifico subcategorías, esto es, izquierda liberal o socialista y derecha conservadora o pinochetista.

Es relevante la omisión de la cultura de la democracia cristiana histórica chilena y por ejemplo las reformas agrarias puestas en marcha con dicho grupo en el poder, omitiendo la que quizás fuera la fuerza política más potente del país en el contexto histórico en el que se ambienta la obra, uno de los tres pilares del sistema político de los tres tercios y el partido que ocupó la presidencia chilena durante el sexenio 1964-1970 en la figura de Eduardo Frei. La categoría de la derecha conservadora representada en la novela no engloba la mayor parte de esta cultura de la democracia cristiana chilena, aunque seguramente sí gran parte de su núcleo duro de poder; la novela extrema la dicotomía política derecha/izquierda obviando así elementos de acción política de la democracia cristiana chilena como la nacionalización del cobre y articula así dos campos políticos antagónicos y excluyentes, enfatizando así tanto el papel como las connotaciones positivas del socialismo chileno en la novela.

Debido a determinados recursos literarios comunes del realismo mágico, Allende refleja en la obra un nexo biológico-político de los personajes; es decir, los personajes parecen de alguna forma predestinados políticamente, y da la sensación en la novela de que las categorías políticas se suceden desde un punto de vista que podríamos denominar “biológico”. Así, en el artículo serán indistinguibles las categorías políticas y los personajes que las encarnan de forma absoluta. Cabe destacar que algunos de estos citados recursos, como la perpetuación de personajes en distintas generaciones, favorecen esta idea de asimilación entre los mismos y las diversas categorías políticas.

Como apuntaba antes, es evidente la asociación de la autora de las categorías morales con las fuerzas políticas de izquierda y de derecha. Las izquierdas (liberal y socialista), acumulan categorías positivas y están en general relacionadas con la feminidad. Las derechas (conservadora y pinochetista) son negativas y fuertemente masculinas, siendo paradigmática la figura del patriarca Esteban Trueba. En este sentido, podemos observar cómo en la novela hay una temprana sustitución del laxo y antiguo poder modernizador de los del Valle por el patriarcado conservador de Esteban Trueba; simbólicamente, Clara del Valle pasa de este modo del ámbito doméstico de sus padres al de su marido.

Si delineamos dos grandes grupos (izquierda/derecha), con las connotaciones ya citadas, identifico en la novela como apuntaba anteriormente una izquierda liberal, una derecha conservadora, una izquierda socialista (amplia, con categorías rural y urbana) y una derecha pinochetista; las primeras categorías son anteriores en el tiempo y crean y configuran biológicamente a las últimas. Aparecen también dos categorías secundarias: una extrema izquierda de forma ajena a la relación biológica de la gran familia que en realidad forman casi todos los personajes de la novela, y por tanto, sin relación de filiación biológica alguna, y una derecha premoderna solamente atisbada en los ancestros de los Trueba. También aparece de forma constante en la obra y como categoría engendradora de primer nivel y relevancia el campesinado, que aparece representado en buena medida como una masa unitaria, amorfa y apolítica. Los campesinos individualizados y resaltados por Allende en la trama, son en buena medida “superiores” naturalmente, dado que están sujetos a las mismas condiciones que la masa campesina de la que surgen hasta la irrupción espontánea en la novela de Pedro García Tercero, representante ya de la izquierda socialista. Un rasgo relevante que ofrece la lectura de la novela en las claves propuestas en el artículo es que la masa campesina puede adoptar con el paso del tiempo y de las generaciones características positivas (ligadas a la izquierda) o negativas (presentadas por la autora ligadas al pinochetismo); es decir, el campesinado en buena medida actúa como un mero receptor de categorías politológicas ajenas, a través de las cuales es configurado. En cualquier caso, del campesinado surgen las categorías politológicas más recientes en el tiempo, teniendo aquí cierta influencia decisiva y creciente. Como se trata a continuación, un campesinado así sublimado y refinado al contacto con el liberalismo y la feminidad, finalmente conformará la izquierda socialista, mientras que el sustrato atávico (vía violación) del campesinado y el conservadurismo configurará la monstruosa derecha pinochetista.

Como paradigma de la primera categoría política a delimitar, tenemos a los Del Valle, representantes del liberalismo decimonónico que resultará ser uno de los generadores de la izquierda. Los Del Valle aparecen investidos de virtudes cívicas, así como de rasgos progresistas y de innovación científica (como el uso del automóvil, causante finalmente de su muerte). Podemos entender que Clara, cuyo perfil político es bastante discreto, a efectos de las categorías tratadas en el artículo es el símbolo de la lánguida agonía de la izquierda liberal. Según avanza la trama de la novela queda claro cómo la única diferencia en la formación de la mayor parte de la izquierda socialista y el pinochetismo sería la intervención o no de esta izquierda liberal fuertemente asociada a concepciones femeninas y positivas en las diversas génesis. De una forma paralela a la acción de la novela, el sufragio y los derechos políticos femeninos en Chile se extendían en buena medida debido a la presión de las sufragistas: después de una primera prohibición expresa del voto femenino en 1885, el sufragio fue permitido para las mujeres en la ley de las elecciones municipales de 1934 y en 1949 a nivel nacional; las mujeres que se manifestaron de una forma más clara a favor del mismo estuvieron vinculadas a la Iglesia Católica y al Partido Conservador, oponiéndose sectores anticlericales a la extensión del sufragio (Maza Valenzuela : 2). Esta fuerte relación histórica entre las esferas femenina y conservadora, ligadas además a la extensión de los derechos políticos de la mujer chilena no aparece de ninguna forma en la novela, como tampoco lo hacen instituciones tan relevantes como los Centros de Acción Social Católica o la Liga de Damas Chilenas. Finalmente, los Del Valle se distinguen por su prolija fecundidad (Allende: 126): “Pocos días después, cuando el doctor Cuevas estaba preparándoles el ánimo para volver a abrir la barriga a Clara, murieron Severo y Nívea del Valle, dejando varios hijos y cuarenta y siete nietos vivos." Si recordamos los cien hijos del coronel liberal Aureliano Buendía, resulta un lugar común la gran relevancia de la descendencia política (y biológica en novelas como La Casa de los Espíritus y en Cien Años de Soledad) de la izquierda liberal decimonónica latinoamericana.

Esteban Trueba es el máximo representante de la derecha conservadora, y su figura longeva se termina superponiendo a las que representan a las nuevas categorías políticas, en parte descendientes suyas. En la novela se rastrea su origen familiar junto con el de su hermana Férula, representante secundario de la categoría política. Los hermanos Trueba representan en sus comienzos los restos de la tratada hispanidad atávica y las ínfulas de superioridad social no basadas en la riqueza económica (recordemos aquí a Fernanda del Carpio en Cien Años de Soledad). Esteban Trueba pervive, siendo el último elemento politológico de la primera generación que observa los sucesos de 1973, apareciendo ya su patrón político totalmente caduco y superado y vejado por su propia descendencia política, el pinochetismo. La derecha conservadora presenta una vinculación extraña con la riqueza; no es necesariamente rica (como nos recuerda el origen humilde de los Trueba), pero sí hace todo lo posible por alcanzar la riqueza, incluso a riesgo de su vida. Los espacios principales de la novela (la casa familiar y Las Tres Marías) aparecerán como un espacio de fuerte competencia entre la derecha patriarcal de Trueba y las diversas izquierdas tanto dentro como fuera de su familia.

La izquierda socialista es la que presenta un mayor número de personajes en la obra. La izquierda liberal (Clara, hija de los Del Valle) y la derecha conservadora (Esteban Trueba) engendran a la izquierda socialista urbana (Blanca y Jaime, presentando éste características politológicas mucho más marcadas); por su parte, el campesinado amorfo (Pedro García y Pedro García Segundo) termina engendrando por sí mismo de forma única en la novela a la izquierda socialista rural (Pedro García Tercero). La izquierda socialista surge así de dos ramas biológicas independientes, formando un caso único en la novela. El acercamiento amoroso y posteriormente sexual entre Blanca y Pedro Tercero entronca las dos izquierdas socialista surgidas de una forma independiente desde un punto de vista biológico; la autora hace así que el acercamiento entre ambos personajes sea precoz, fortísimo, indisoluble y eterno a pesar de las diferencias sociales:

Estaba harta de luchar contra los elementos sin más distracción que ver crecer a Blanca, que parecía un antropófago, como decía jugando con ese chiquillo sucio, Pedro tercero, que era el colmo que la niña no tuviera alguien de su clase con quien mezclarse, estaba adquiriendo malos modales, andaba con las rodillas chapatozas y costrones secos en las rodillas. (Allende: 114)

Pedro García Tercero, si bien queda perfectamente encuadrado en el campesinado desde un punto de vista biológico/físico:

Pedro García Tercero era parecido a su padre, moreno, de facciones duras, esculpidas en piedra, con grandes ojos tristes, pelo negro y tieso cortado como un cepillo. Tenía sólo dos amores, su padre y la hija del patrón, a quien amó desde el día en que durmieron desnudos debajo de la mesa del comedor, en su tierna infancia. Y Blanca no se libró de la misma fatalidad. (Allende: 145)

Pedro pertenece ya a una nueva categoría política, como es la izquierda socialista. Blanca y Pedro García Tercero a su vez engendran a Alba como representante final de esta izquierda, que es atraída en el relato hacia la extrema izquierda de Miguel, categoría politológica que engloba al histórico MIR chileno y que presenta categorías personales y politológicas extravagantes y negativas en la obra siendo la única categoría de izquierdas que lo hace. Finalmente, Alba será la que se concilie con su abuelo Esteban Trueba y la que sea la víctima vejada de la derecha pinochetista; funciona también como aglutinadora biológica de todas las corrientes políticas salvo ésta. Un rasgo común a muchos de los personajes de la izquierda socialista es el goce vital y juvenil en algunos casos marcadamente vinculado al sexual en el Chile de los 60 dibujado por Tinsman, y que está conectado en la novela con la extensión natural, lógica e incluso biológica de la izquierda (Allende: 183): “Cuando escuchaba canturrear algunas de las canciones de gallinas y zorros, sonreía pensando que su hijo había conseguido más adeptos con sus baladas subversivas que con los panfletos del Partido Socialista que repartía incansablemente.” En comparativa, personajes claramente apolíticos que aparecen en la novela, como Tránsito Soto, Rosa y Jean de Satigny están fuera del circuito biológico, protagonizando diversos y heterogéneos emparejamientos fallidos con Esteban y con su hija Blanca: permanecen solteros y mueren sin descendencia, asociándose incluso Jean a la idea de homosexualidad (Allende: 193): “Jaime y Nicolás se burlaban de sus modales, de sus zapatos de marica y su apellido extranjero”. Férula, si bien aparece vagamente politizada, fracasa en su oculta relación lésbica y también forma parte de esta categoría de personajes estériles sin descendencia biológica; Clara será finalmente fecundada por la derecha real y necesariamente masculina representada por Esteban Trueba.

Carmen María Godoy llama la atención sobre la reproducción de las diferencias sociales en la novela a través de la perpetuación generacional entre padres e hijos, a menudo con la violación como instrumento. Desde esta perspectiva dual centrada en la clase, los campesinos, su variante socialista, Pedro García Tercero, y Esteban García, el producto final pinochetista que trataré posteriormente, se reproducirían de forma indefinida en una sucesión histórica que es muy difícil romper; todos estos personajes surgen de lo que Godoy considera como la cultura de la subordinación ligada a la hacienda, al mundo rural y a una escasa penetración de la modernidad. Sin embargo, desde la perspectiva biológico-política con la que abarco el tema en el artículo, podemos entender que son los descendientes de los

Del Valle precisamente los que vienen impregnados de esa modernidad urbana con rasgos inherentemente positivos, aunque concretamente la muerte de Severo y Nívea sea debida a un accidente con el coche familiar e incluso el tío Marcos fallezca en circunstancias parecidas en una catástrofe aérea. En cualquier caso, la fecundación de dicha modernidad en el campesinado se produce explícitamente por vía materna y consolida la categoría de la izquierda socialista en la novela.

Esta matrilinealidad explícita de la obra es subrayada por los nombres similares del que podemos considerar como un único protagonista femenino fragmentado de la novela: Nívea, Clara, Blanca y Alba. Numerosos estudiosos de la obra de Isabel Allende como Nora Glickman se centran en esta perspectiva feminista, reforzando la toma de conciencia de este gran personaje principal que trasciende las generaciones (55). En esta línea, Marcelo Coddou alude explícitamente a una "ginocracia" (29), y apunta el distanciamiento de Clara respecto a su madre (50), que forma parte no obstante de un mismo "grupo progresista", para empezar a abarcar un campo social relacionado claramente con los pobres y los excluidos; es lo que según mi interpretación supone el paso de una categoría de "izquierda liberal" a otra de "izquierda socialista". Creo que esta visión es complementaria a la que propongo en el artículo, puesto que, si bien es cierto que gran parte de las características categorías politológico-biológico trabajadas se transmiten por vía femenina siguiendo una estructura matrilineal clara en la obra, el principal referente de esta transmisión es el de la categoría más amplia utilizada ("izquierda") asociada a la feminidad y a lo positivo.

La derecha pinochetista (Esteban García) nace de forma espuria, al margen de la familia reconocida y del gran personaje femenino fragmentado de la novela que filtra de características positivas e izquierdistas a sus descendientes, siendo fruto de unas circunstancias violentas en forma concreta de violación. Es creada por la derecha conservadora (Esteban Trueba), el campesinado amorfo (Pancha García), y el odio y el rencor mantenidos en el tiempo. Se antoja como la más novedosa de todas las corrientes e irrumpe de forma violenta, súbita y triunfante de forma paralela al golpe de estado y ligada al ejército (mientras la izquierda socialista sucede y sustituye a la liberal de forma lenta y progresiva, la derecha pinochetista hace lo propio de un modo brusco y violento con la conservadora). Parece dejar obsoletas todas las categorías politológicas anteriores (encarnadas por Esteban Trueba, Alba o Jaime), que presentan un desgaste enorme al final de la obra, siendo capaz de superarlas y humillarlas; en el caso de la derecha conservadora, da la impresión de que simplemente la pinochetista la supera sin esfuerzo alguno; utilizando la analogía biológica exactamente tal y como un hijo supera al padre. Zizek (2009) habla de Stalin como de un Lord of Misrule que invierte y posteriormente destroza las reglas de la sociedad, primando el caos y la entropía frente al orden y actuando como una especie de terrorífico Rey del Carnaval, teniendo este papel Esteban García en la trama. En este sentido, la violación de Alba (una niña rica, legítima y de buena familia, aunque socialista), representa la antítesis total de los vagos rasgos aristocratizantes de la última izquierda socialista (incluso aliada afectivamente ya a la rica y poderosa, aunque desgastadísima derecha conservadora), a la que odia y de la que se venga simbólicamente una vez que la derecha pinochetista ha captado el poder total surgiendo del pueblo, como en su momento lo hizo la izquierda socialista. Los capítulos de la novela que narran la experiencia de Alba después del golpe, son la expresión del poder absoluto que finalmente borra del poder a la derecha conservadora y a la izquierda socialista, de breve presencia en él; de forma totalmente inesperada y súbita, la derecha pinochetista termina disfrutando de un poder absoluto y totalitario. La violación de Alba no solamente es la devolución de la violación original de Pancha García por Estaban Trueba, sino que da la vuelta a las categorías sociales manteniendo las políticas y concernientes al género: es decir, aunque en este caso el agente violador es una capa social inferior como diferencia a la violación de Pancha por parte de Esteban Trueba, la derecha sigue violando a la izquierda, y sobre todo el hombre a la mujer. El estupro final restaura así la primera violación de forma solamente parcial, reforzando a la vez los componentes atávicos del concepto mismo de violación, siendo todo esto barruntado por Alba en los pasajes finales de la novela. Las categorías políticas tratadas en el artículo (“izquierda”, “derecha”, “socialismo”, etc.) aparecen de forma explícita en escasas ocasiones en el desarrollo de la novela; sin embargo, cuando lo hacen son sumamente explícitas, reforzando sus connotaciones positivas o negativas (sobornos, etc.). Así: “El Senador Trueba tenía razón. No pudieron sobornar a los parlamentarios y en el plazo estipulado por la ley la izquierda asumió tranquilamente el poder. Y entonces la derecha comenzó a juntar odio” (Allende: 355).

El hijo (o hija) nonato de Alba concluye esta sucesión biológico-política. Mi interpretación desde el enfoque del artículo es que el círculo de las categorías tratadas se ha completado al ascender al poder la derecha pinochetista, dando a la parte final de la obra un sentido de conclusión política de carácter marcadamente negativo, casi apocalíptico; el tiempo femenino de las izquierdas e incluso el de la derecha final y parcialmente feminizada de Esteban Trueba aparece totalmente consumido por la masculinidad totalitaria. La esterilidad del acto de la violación, uno de los últimos acontecimientos narrados en la novela, es comprable también en este caso con Cola de Cerdo, el último de los Buendía; Allende politiza el estéril final de la novela-dinastía enfatizando la idea de esterilidad y reforzando la asociación derecha/masculinidad/negativo, que se identifica plenamente con la derecha pinochetista.

En definitiva, el análisis propuesto de la novela demuestra el fuerte vínculo de la autora con el socialismo histórico chileno, para el cual recrea una serie de categorías que funden la tradición biológica/dinástica que podemos hallar en otras novelas del boom como Cien Años de Soledad incorporando un elemento político asociada al mismo que a su vez arrastra nociones complementarias como masculinidad/feminidad o positivo/negativo. Las izquierdas (primero liberal y después socialista) aparecen así en la novela con un desarrollo natural y espontáneo en el conjunto de la sociedad, representan al "pueblo" mimetizándose con él y aparecen ligadas a las categorías biológico-políticas delimitadas y estudiadas. Frente a ellas y siempre con características que refuerzan su masculinidad, maldad y artificialidad, en la novela la derecha aparece con el necesario apoyo extranjero imperialista:

Mientras el pueblo celebraba la victoria dejándose crecer los pelos y las barbas, tratándose unos a otros de compañeros, rescatando el folklore olvidado y las artesanías populares y ejerciendo su nuevo poder en eternas e inútiles reuniones de trabajadores donde todos hablaban al mismo tiempo y nunca llegaban a ningún acuerdo, la derecha realizaba una serie de acciones estratégicas destinadas a hacer trizas la economía y desprestigiar al gobierno. Tenía en sus manos los medios de difusión más poderosos, contaba con recursos económicos casi ilimitados y con la ayuda de los gringos, que destinaron fondos secretos para el plan de sabotaje. (Allende: 359)

La ya tratada visión de Godoy, en una lectura bastante difundida de la obra, identifica en la novela básicamente una dinámica de conflicto de clases prolongado en la narración de la historia chilena del siglo XX en la novela. Mi análisis pretende no contradecir este modelo, sino enriquecerlo con una perspectiva en la que éstas son múltiples, no forman un conflicto dual clásico y desde luego no engloban bloques homogéneos o delimitados, sino que incorporan elementos políticos y se van formando históricamente en diversas etapas coexistiendo incluso en algunas ocasiones las antiguas con las nuevas debido a las explicadas sucesiones biológicas, dado que el libro es básicamente la historia de una única familia cuyos personajes tienen fuertes vínculos de todo tipo, incluyendo obviamente los afectivos. Como ejemplo de estas contradicciones formadas en la novela entre las categorías políticas de los personajes y su afectividad, tenemos en las escenas finales al patriarca Trueba y a su nieta Alba, antagonistas más "ideológicos" que "de clase", pero unidos por el amor familiar, metáfora para Godoy de la nación chilena y su unidad en la novela a pesar de todo. Por su parte, el análisis de Martin prescinde de las categorías raciales primarias o "puras" (blanca/europea, indígena, asiática, africana/negra) y de las barreras creadas por las mismas (47), remitiendo a la conocida idea formulada por Anderson de las naciones como "comunidades imaginadas". De la misma forma que mi propuesta de lectura de la novela a través de categorías político-biológicas matiza (no anula) la perspectiva del conflicto de clases, mi perspectiva es que la citada ausencia aparente del componente étnico en la novela es engañosa y debe ser también puesta en perspectiva, porque es evidente que el campesinado que aparece en la obra puede ser englobado en una categoría distinta a la de los personajes de origen urbano no solamente desde un punto de vista "social", sino también "étnico", como demuestra la descripción física de Pedro García Tercero; la historia de la propia familia protagonista será la que vaya desdibujando estas diferencias precisamente mediante la asimilación de estas distintas categorías étnico-sociales a la vez que crea nuevas político-biológicas, y en este sentido sí es cierto que la familia Trueba va adquiriendo poco a poco características totalizantes que la asemejan más a Chile como nación.

Por último, creo muy significativo el hecho de que la fuerte tradición democristiana chilena, ligada a diversas circunstancias históricas como la extensión del sufragio femenino o la reforma agraria no aparece en ningún momento en la novela, que presenta de forma maniquea la división izquierda/derecha; las categorías biológico-políticas que maneja Isabel Allende agudizan esta división dual en la historia de Chile y la dilatan históricamente a lo largo de la trama.

Referencias bibliográficas

Allende, Isabel. La Casa de los Espíritus. Barcelona: RBA Editores, 1993.

Bueno, Gustavo. El Mito de la Izquierda. Barcelona: Ediciones B, 2004.

García Márquez, Gabriel. Cien Años de Soledad. Madrid: Espasa-Calpe, 1984.

Godoy R., Carmen Gloria, 2008 “La casa de los espíritus: Familia, nación y clases”, Espéculo, n°. 38 (2008). Disponible en: https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero38/casaespi.html

Martin, Karen Wooley. Isabel Allende's House of the Spirits Trilogy: Narrative Geographies. Nueva York: Tamesis, 2010.

Maza Valenzuela, Erika, “Las mujeres chilenas y la ciudadanía electoral: de la exclusión al voto municipal, 1884-1934”, en Carlos Malamud (coord.). Legitimidad, representación y alternancia en España y América Latina: las reformas electorales (1880-1930). México D.F.: FCE-Colegio de México, 2000, pp. 162-181.

Tinsman, Heidi. Partners in Conflict. The Politics of Gender, Sexuality, and Labor in the Chilean Agrarian Reform, 1950-1973. Durham: Duke University Press, 2002.

Zizek, Slavoj. In Defense of Lost Causes. Londres: Verso, 2009.

Notas:

[1] “Se designa con esta expresión a los conceptos universales que se dividen en especies tales que no son propiamente independientes las unas de las otras, puesto que media un orden entre ellas, e incluso este orden es de naturaleza genética. ‘La raza de los heráclidas -decía Plotino- forma un género, no porque tengan un carácter común, sino por proceder de un solo tronco.’ Esta acepción de género fue utilizada por el evolucionismo darwinista al mantener que las especies animales o vegetales no están dadas independientemente unas de otras sino que descienden las unas de las otras. La distinción entre géneros porfirianos y plotinianos es pertinente en una teoría de la izquierda puesto que es muy distinto tratar a ‘la izquierda’ como si fuese un género que se divide en en especies independientes, o bien como un género cuyas especies mantienen relaciones internas e incluso derivan las unas de las otras” (2004 : 335)

 

ensayo de Isidro Luis Jiménez

isidroluis772@hotmail.com

University of Arizona, Tucson. EE.UU.

 

Publicado, originalmente, en: "Anales de Literatura Hispanoamericana" 47, 493-501

Universidad Complutense de Madrid Ediciones Complutense

Link del texto: https://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/article/view/62750

 

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