De
la poética del deseo al imaginario social |
"Las melodías que se escuchan son dulces, pero las que no escuchamos,
son más dulces aún..." Estas
son palabras del poeta inglés John Keats en su poema "Oda a una urna griega". La
poesía de Ebrahim Narváez se nos presenta como una urna, decorada de imágenes
líricas, pero compuesta internamente de melodías secretas, de una música
ensoñadora que se guarda en el interior del cuerpo poético.
Podemos apreciar ambas melodías, la canción de la piel, en los
poemas que corresponden al deseo, y la canción de la verdad en los poemas
que corresponden a su preocupación social.
Todos dentro de un mismo cuerpo: la poética de Ebrahim Narváez.
Dice Gastón Bachelard, que la poesía es el primer fenómeno del
silencio... Para Platón, había
que expulsar a los poetas, sin embargo, para Aristóteles, la poesía era
la mímesis. Mímesis de una
realidad cargada de verdades. El
hervor de la piel, está construido a partir de una dualidad humana
real: el sentir de las vivencias y la conciencia del matiz social de la
vida. Sus poemas rompen con
el silencio y nos conducen a internarnos en la fuente que se degusta y que
yace dentro, escondida en las ánforas de la vida.
Nos acercamos poco a poco, desde la sensación hasta llegar a la
razón. Su palabra poética
se nutre de las vivencias, de una experiencia íntima que recoge y que
adorna con elementos y objetivos reales.
Es una poesía que evoca imágenes grandes y precisas y que alcanza
una madurez propia de la poesía pura, porque evoca las cosas que están más
allá de lo palpable, escondidas, más allá de los reflejos.
Sus versos han sabido absorber la tradición poética de grandes
figuras como Neruda y Vallejo, sin embargo, su palabra se muestra original
en cuanto a la expresión concreta que la define.
Su poesía equilibra los tonos de una voz actual que no suprime las
realidades equívocas del sueño, ni esconde los superfluos humos
citadinos del insomnio. La manera en que el poeta aclama y exclama el amor,
queda impregnada como presagio, como una acrobacia lírica donde no
hay pausas ni emblemas, sino constelaciones de luz, estrellas y universos
de miel. Hay en la poesía de
Ebrahim Narváez un sentido real, concreto y social que sugiere una mirada
hacia las preocupaciones cotidianas de la existencia.
Esto se da en esa reproducción de la realidad que se integra y se
vive, que palpa y evoca en cada una de las metáforas de estos poemas.
Algunos poemas recogen un carácter social más al estilo de una
poesía arraigada, que de una poesía de intención doctrinal.
Hablar de poesía social nos recuerda el estilo de los poetas españoles
de los años 50 y 60. Esta
poesía típicamente se caracterizó por la denuncia política y la
reivindicación de la libertad. De
este modo la poesía de Blas de Otero y Gabriel Celaya,
resultaba en un aclamo de justicia, y en una lección moral.
Vemos en Ebrahim esta preocupación social genuina, sin embargo, se
muestra más parecida a la expresión poética de Luis Rosales o Leopoldo
Panero. Se define como una poética
más interiorizada, más intimista, dentro de su preocupación social.
Los poemas que aparecen en Hervor
de la piel se construyen desde lo interior del cuerpo, y se proyectan
hacia el exterior en una dimensión de conciencia existencial, más que de
denuncia moral. Esto es así, porque los poemas de Narváez, se degustan como
el vino añejado que se guarda en un ánfora de barro y que reaparece
melodioso derramándose fuera de su urna...
Sus poemas construyen una realidad objeto, que también se deleita
en la palabra. Por eso, no
podemos establecer una pauta de carácter puramente social en los versos
de Narváez, pero sí, una tipología poética de carácter lírico.
El objeto referencial social en el poeta no se impone a la función
emotiva que se observa en los versos.
"He llegado hasta aquí / a brindar / porque el linaje de la
palabra no desvanece, / porque la entrega es un talismán / de intensos
destellos." En los
versos de Narváez se supervalora la poeticidad sobre la finalidad.
Esto es así porque la finalidad de su poesía es la total
degustación del verbo, y de esta manera reclama la existencia.
Su poesía no se acomoda al receptor colectivo popular, sino al
lector que sabe descifrar lo que evoca el poeta.
De esta manera, se afirma el mundo anímico del poeta que contiene
una intención social, la conciencia del dolor de la existencia, pero
enmarcada en melodías deleitables. No
sólo podríamos elaborar una poética del deseo en este libro, sino una
poética de la verdad. A
partir de una crítica sublime, el dolor de la levedad existencial, y de
la irreverencia de los males, se impregna de sensualidad y degustación
textual. Su preocupación es
más bien humanista porque el objeto estético que elabora es íntimo,
nunca colectivo en esencia. La
experiencia del poeta se da dentro de un marco cerrado, personal, entre
sus vidrios rotos, en la mesa del carnívoro deseo, desabotonando las
palabras, interrogando los horizontes... En un momento histórico, la poesía social supeditaba las exigencias del estilo por la función revolucionaria, la poesía de Ebrahim Narváez, germina hoy eufórica como palabra sublevada. Se crea el plano de la incertidumbre en un lenguaje poético que no se pone al servicio de los temas, sino que se integra en una clara tensión e intención poéticas degustativas. El dolor, el estruendo, el disfraz, quedan camuflados bajo la belleza lírica de la metáfora. Pero existe en Narváez un imaginario social, que como elementos funcionan en la organización temática atribuyéndole al libro un sentido universal. Y vemos, "sobre aceros y asfaltos" "los pies cortados por el lodo", las aceras, "con sonrisas intangibles", la "moneda deforme", "el perímetro mortal"... La imagen visual se traduce al sentimiento y los sentidos se imponen a la razón discursiva. |
"Hoy
las tinieblas son embestidas |
Su poesía es vital, combate
la culpa del colectivo que conduce a unir la palabra con los sentimientos.
La poesía de Ebrahim Narváez tiene un trasfondo valorativo de
conciencia moral, lo que lleva al poeta a mimetizar los problemas de la
vida, la realidad física ante la espiritual y el "hervor de la
piel" es su mejor tatuaje. |
Dra.
Zoé Jiménez Corretjer
Hervor de la piel de Ebrahim Narváez, San Juan: Terranova Editores, 2007
Ir a índice de América |
Ir a índice de Jiménez Corretjer, Zoé |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |