Lunes, 11 de julio de 2016

Teatro › El Director Ruben Pires y su relación con la obra del escritor irlandés

El mundo según Samuel Beckett

Para llevar a cabo lo que él llama “una actitud cultural”, el teatrista toma como inspiración al autor de Esperando a Godot. Tiene en cartel tres espectáculos que atraviesan su obra. El último que estrenó es Beckett y el mundo de las abejas.

 Cecilia Hopkins

“El teatro de Beckett no es absurdo sino de un atroz realismo”, sostiene Pires.         Imagen: Sandra Cartasso

“En este momento tan difícil tengo una gran necesidad de construcción y es por esto que elijo producir”, afirma el director Rubén Pires para quien “es posible sublimar la energía negativa y producir poesía hasta con la polución sonora”. Para llevar a cabo lo que él llama “una actitud cultural”, el director toma como fuente de inspiración al irlandés Samuel Beckett. Así entonces, luego de estrenar el año pasado Esperando a Godot y hace unos meses Beckett versus Beckett (un compendio de las obras No yo y La última cinta de Krapp), ambas aún en cartel en El Tinglado (Mario Bravo al 900), Pires acaba de dar a conocer en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña al 1000) Beckett y el mundo de las abejas, obra que con dramaturgia y dirección propia se basa en la novela La apicultura según Samuel Beckett, del escritor francés Martin Page. Para setiembre, el director espera estrenar otras cuatro obras breves del mismo Beckett.

Interpretado por Carlos Weber, el personaje del escritor irlandés acaba de contratar a un estudiante avanzado de antropología (Carlo Argento) para que lo ayude a embalar sus archivos, según lo acordado con varias universidades: cada 10 años, el escritor tiene la obligación de enviar a cada institución sus manuscritos, garabatos y hasta boletos de colectivo. La idea de ponerse a fabricar archivos apócrifos es una travesura que el personaje de Beckett le propone a su ayudante. A partir de esta tarea surgen entre ellos temas a debatir tales como el rol social del teatro, los objetivos de la investigación académica y el teatro como arte para las clases acomodadas. La recolección de elementos falsos lleva a los protagonistas a recorrer sex shops, galerías comerciales y supermercados. Mientras tanto, la noticia de que Esperando a Godot será montada en una cárcel de Estocolmo integra el tema de la política a la conversación que entablan ambos personajes.

–¿Qué es lo que lo atrae tanto de Beckett?

–Me convoca por el modo en que utiliza el lenguaje. Me violenta y me provoca un desafío. Su teatro genera en el espectador un antes y un después. Es un autor que desconfía de lo que las palabras tienen para decir como denotadoras de la realidad y nos propone otras vías para develar lo que está por detrás de ellas.

–¿Lo llama teatro del absurdo? Beckett no estaba de acuerdo con esa denominación…

–No, claro, el teatro de Beckett no es absurdo sino de un atroz realismo. Lo que sucede es que la realidad misma es absurda, aunque creamos que todo obedece a una lógica racional que la justifica.

–Esta obra es, según aclara, una ficción sobre hechos reales.

–Sí, hay muchas situaciones que aparecen en la obra que son reales, como que Esperando a Godot se hizo en una cárcel de Suecia. También el tema de los archivos. Incluso hoy, después de tantos años de fallecido Beckett (murió el 22 de diciembre de 1989) las universidades siguen acumulando archivos sobre los estrenos de sus obras.

–¿Qué debates se producen entre el autor y el estudiante?

–Se entabla en principio el debate acerca de si es como dice Saint Beuve que una obra siempre refleja la vida de su autor o si, por el contrario, es como dice Proust, que una obra es independiente de quien la haya escrito. Es por esto que se propone hacer archivos falsos, ficciones construidas sobre las cuales los investigadores harán una interpretación. Quiere probar que la investigación académica es siempre un recorte, una interpretación.

–¿Cómo está planteado el personaje de Beckett en esta obra?

–Es un Beckett cotidiano, demistificado, austero, amante de la cocina. Este Beckett culinario es el que produce en el estudiante la conciencia de que el arte debe ser un medio para hacer otra interpretación del mundo.

–¿Cómo es que este Beckett tiene seis colmenas en el techo de su casa de París?

–Esto encierra múltiples metáforas: así como las abejas pueden producir miel en una ciudad, también los presos de una cárcel, en sus celdas, pueden producir arte. Esto también es válido para nosotros en este momento tan difícil: hay que ser alquimistas y producir la propia miel.

* Beckett y el mundo de las abejas, en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062), los sábados a las 19.

 

 

 

por Cecilia Hopkins
Diario Página12 (Argentina)
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/10-39400-2016-07-11.html

Lunes, 11 de julio de 2016
Autorizado por la autora

 

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